lunes, 18 de agosto de 2008

Biografía I

Soy una especie en extinción, hago trampas e invento tendencias. Me formé en un colegio de élite regentado por monjas. Mi padre no podía pagarlo: me otorgaron una beca. Les convencí a base de matrículas y talento. También ayudaron mi carita redonda de niña buena y mis trenzas. Los líderes del Opus andaban a la caza y captura de vocaciones religiosas y yo participaba activamente en todos los grupos de debate. Me escapé por los pelos, los pelos de un individuo que entonces me gustaba y que no me convenía. Mis padres se enfadaron tanto que me dijeron que eligiera entre el muchacho o una carrera (qué descabello, por Dios), me negaron el pase a la universidad y me pusieron a trabajar como secretaria en Radio Nacional de España. Tenía 18 años y un sueño escindido en dos: ser psicóloga o periodista.

Trabajé durante casi dos décadas en las que pasé de administrativa de base a periodista en ejercicio sin titulación. Después, sin dejar de trabajar un solo día obtuve mi Licenciatura en Ciencias de la Información (Universidad del País Vasco), pasé una rigurosa oposición y con ello obtuve mi plaza en titularidad, un sueldo tres veces mayor y la sensación de que no hay que renunciar a los sueños si sabes hacer trampas: la mía consistió en pasar cinco años sin un solo día libre, ni sábados, ni domingos, ni festivos ni, por supuesto, vacaciones. De ese modo obtuve la licenciatura y mantuve mi trabajo a jornada completa.

Después dijeron que tenía carácter, visión, don de mando y me hicieron jefa de los servicios informativos. Viví la transición española, las primeras manifestaciones políticas, sindicales, el destape, la pornografía en los quioscos, los programas en directo, en diferido, los debates, la proximidad al poder, el vértigo de la riqueza, la fama, la genialidad de un Gehry, de un Foster cuando aterrizaron en la villa de Don Diego para construir el Museo Guggenheim o los Fosteritos para el metropolitano de Bilbao. ¡Ah! Sí, he olvidado mencionarlo, soy de Bilbao. Nací en 1958.

Fue desafiante y divertido durante bastantes años. Lo dejé justo en el momento en el que todo se volvió demasiado previsible: la evolución de la democracia, la renovación de los directores de emisora cada legislatura, las conexiones y desconexiones desde la unidad móvil, las guardias para cubrir atentados, los gritos de la barbarie en las manifestaciones. Me fui. Sencillamente, dejé atrás uno de los sueños ¿se acuerdan? Aún quedaba otro y entonces comencé a buscarlo. Yo no lo sabía pero al tacto, por puro instinto, bordeando el filo de lo desconocido, comenzaba a aproximarme a la profesión que ejerzo ahora: la de Coach, entrenadora de líderes y de equipos. Aún sigo siendo una especie en extinción, hago trampas y más que nunca invento tendencias. Lo mejor de todo es que ahora me pagan por ser diferente, hallar atajos donde otros ven desvíos y re-crear productos y servicios.

Continuará.

3 comentarios:

P.R. dijo...

En los próximos capítulos me gustaría que aclararas eso que dices: "hago trampas". ¡Un beso!

Socrates dijo...

Tramposa...

Ainara dijo...

Quien hizo la ley hizo la trampa. Por si alguien tiene dudas, hacer trampas no es más que buscar un camino alternativo para conseguir lo que se quiere, a veces es más fácil rodear un muro que atravesarlo, un saludo