domingo, 31 de agosto de 2008

Genialidad y Riesgo

Existe en Massachusetts un Instituto Tecnológico en el que investigan los celebros más privilegiados del planeta. Baste decir que de sus aulas han salido 71 plemios Nobel ¡ahí es nada! Un auténtico vivero de genialidad. ¿Qué tienen esos humanos que no poseamos el resto? Para empezar, una formación académica cuidadísima -provienen de las mejores universidades del mundo-, para continuar un poder adquisitivo medio-alto: el último curso la matrícula ascendía a 23.000 euros, para terminar que todos ellos son persistentes buscadores del oro de la excelencia científica, cada uno en su campo, en su especialidad.

Llegan al Instituto Tecnológico de Massachusetts cuando ya han logrado sus propios éxitos... allí, en el MIT, colaboran entre si, suman, los cerebros más pesados de la tierra, los más rápidos, los mejor focalizados... y se ponen a trabajar de manera interdisciplinar, coctelados... Y cuando un alumno-genio lanza una idea, la más loca que usted pueda imaginar, lejos de amonestarle con lo que en ocasiones decimos los profesores y/o los padres a nuestros pupilos: ¡¡¡Baja de la estratosfera, aterriza, deja de soñar!!! Lejos de llamarles txoriburus (cabeza de chorlito en el País Vasco)lejos de apearles de sus inventos, les aleccionan y arengan con la pregunta del cómo... ¿cómo llevar esta idea a la práctica?

Muchas se desestiman, desde luego, sin embargo algunas se convierten en auténticas revoluciones médicas, en hallazgos científicos de gran magnitud, en saltos cuánticos en la evolución humana, en soluciones tangibles al día a día de los ciudadanos.

Es lo que a veces en mis cursos de creatividad denomino "creatividad en dos fases": La primera, dando hilo a la cometa, hasta el tope, bien alto, soñar, imaginar, investigar, estudiar, mezclar, hasta quedarnos sin hilo.

La segunda, bajando la cometa, recogiendo el sedal hasta la zona de brisa en la que la idea, la propuesta, el negocio, la actividad puedan realizarse.

Primero el qué, bien alto, hasta el cielo y aún más allá con la fuerza de nuestra imaginación. Después el cómo haciendo viable la genialidad, el desafío, la innovación, la belleza estética, sonora, visual...

Setenta y un premios Nobel ha salido de las aulas del MIT y un sólo punto negro... Los genios, a veces, pagan un cierto precio por su excelencia en términos psicológicos. La presión es alta, el rendimiento que se auto-exigen altísimo, el nivel intelectual espectacular. Todo ello se traduce en un 16% de estudiantes que han de pasar por los servicios psiquiátricos para tratar desajustes anímicos, psicológicos o espirituales.

La excelencia está en la cumbre, desde luego.
Como siempre, no exenta de riesgo.

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