martes, 2 de junio de 2009

Llueven Estrellas

Muere el viejo paradigma productivo. No tienen más que ojear con sana curiosidad las páginas sepia (Economía) de cualquier diario independiente. Se nos caen de las manos las cifras de ventas y las inversiones en consumo, ocio y vacaciones. Se desploma el precio de las viviendas y se nos disparan los porcentajes de parados, impagos y la precariedad en el empleo juvenil.

Cuando se rompe el firmamento... llueven estrellas. Así lo interpreto. Verán, he recibido el encargo de pronunciar una conferencia ante un centenar de empresarios en desesperada búsqueda de soluciones. Será a mediados del mes de septiembre (dentro de algo más de tres meses) por lo que desde ahora acumulo materiales, lecturas y reflexiones que alimenten y contextualicen mi discurso.

Treinta minutos largos más preguntas en las que compartir la esencia de mi experiencia como Coach de Empresa. Treinta minutos de gloria o descrédito en los que -una vez roto el firmamento- me volcaré en re-descubrir el fulgurante brillo de las estrellas. Miren al cielo, por favor. Siguen allí.

Donde hay un grupo, puede haber un equipo. Donde hay un jefe puede haber un líder. Donde hay incomunicación puede haber complicidad-solidaridad y alegría. Donde hay recortes presupuestarios toma el relevo la creatividad. Donde se destruye la presunta invulnerabilidad tecnológica emerge la certeza en el valor de las personas. No queda otra. Personas. Una y otra vez vuelvo sobre esta palabra en mis post.


En verdad no hay retorno. Muerto el viejo paradigma abracemos el cambio: lo único permanente. Ha llegado para calcinar los caducos escollos del capitalismo desenfrenado. Ha llegado para quedarse en forma de revolución, silenciosa, desde abajo, como todas. Porque es abajo donde golpea.

Cuando se rompe el firmamento llueven estrellas que acaso permitan (si estamos atentos) redescubrir algunos encantos: el equilibrio personal como fuente inagotable de felicidad posible, las relaciones entre seres humanos como eterno manatial de satisfacciones, la bonanza de un buen pan con chocolate, de un paseo en bicicleta, de un ramo de margaritas.

Espero atreverme a decir esto en septiembre en mi conferencia ante el empresariado vasco, y a decírselo mirándoles a los ojos, desde el corazón. Y prometo no pronunciar las palabras: crisis, recesión, sinergias, inteligencia emocional, responsabilidad social corporativa ni innovación. Conceptos todos ellos tan gloriosos como vacíos de contenido (a estas alturas de la película) de puro manoseo. Perdonen que no vaya con la ola... institucional... semántica... subvencionadora.
I + D + I ... No lo diré. Palabra.

1 comentario:

reinedelafrique dijo...

Ayer, conversabamos en el despacho sobre el fracaso, por la abstención, de las elecciones europeas. Todos pareciamos, cuanto menos, hartos de "nuestros políticos" aunque conformados con la situación, nadie proponia ninguna solución ¿Nos va el papel de victimas? Yo propuse una.

En ese momento mi jefe abrió muchísimo los ojos y con cara de susto me dijo que a veces yo le daba miedo porque aunque en la mayoria de ocasiones prevalecía mi buen jucio y critero, otras veces no tocaba con los pies en los suelos y era una "sumiatruitas" (soñadora seria una buena traducción).

Yo salí muy orgullosa del mencionado coloquio, con el convencimiento de que en esas raras ocasiones consigo dar con la dirección correcta, y con el firme proposito de convertir esas rarezas en mi hábito más inconsciente.

Que sigan lloviendo estrellas!