miércoles, 3 de junio de 2009

Reino de Utopía

Nos caemos una media de mil ochocientas veces antes de aprender a caminar. Y Thomás Alva Edison realizó más de mil ensayos antes de descubrir la humilde bombilla. ¿Por qué entonces -me pregunto- ponemos tan poca persistencia en el logro de lo que decimos anhelar?

En marketing es bien conocida la referencia de que cada diez intentos de venta las posibilidades de cerrar trato se aproximan a una. Se aproximan: no están aseguradas. Entonces... ¿Qué razones justifican la flojera de la voluntad en la búsqueda de nuestros sueños?

Miro hacia atrás la trama de mi vida y desde la atalaya de los cincuenta años capturo una paradoja risueña. Me doy cuenta ahora -hace un par de días para ser más exacta, charlando con un empresario en el restaurante Mao- de que ando bastante cerca de lo que en mi veintena pertenecía al Reino de Utopía: ser periodista o psicóloga. Ya entonces me apasionaba escribir, publicar y que me pagasen por ello. Ya entonces me apasionan las personas y sus múltiples pliegues y sombras.

A los dieciocho años integraba el Reino de Utopía que yo estudiase Ciencias de la Información porque en mi ciudad ni siquiera existía esa carrera. A los dieciocho años integraba el Reino de Utopía que yo estudiase Psicología (mi segunda opción) ya que sólo se podía cursar en la privada y selectiva Universidad de Deusto.

Mil ochocientos años ¡oh, perdón, pasos! después me aproximo a la frontera de ambos sueños: rozo con las yemas de los dedos el delicioso Reino de Utopía. Ya saben que trabajé casi dos décadas como periodista en RTVE y que realicé mis estudios de periodismo en la Universidad del País Vasco. Y ya saben también que desde 2002 trabajo a jornada completa como Coach de Empresa: personas, pliegues, sombras...

Es cierto que ha pasado mucho tiempo. No lo es menos que he cambiado, envejecido ¿aprendido? quiero pensar que sí. Más de mil intentos de ser feliz, de alcanzar la iluminadora bombilla satori budista, je je. ¡Pobre Edison! ¡Pobre Azucena! Tantos años en Babia, habitando el país del nunca jamás, siendo cabezas de chorlito: Soñadores.

Hace unos días en la multitudinaria conferencia -ofrecida por la Fundación Kutxa- el conocido hombre de empresa y gurú del fenómeno Irizar, Koldo Saratxaga, afirmó con la rotundidad de los revolucionarios (los místicos y los visionarios) que el presente-futuro y el mundo pertenecen a los soñadores y que en ellos -más que otros- hay que poner la mirada cuando se trata de dar la vuelta al calcetín existencial en el que andamos medio atrapados, medio confusos, medio dormidos, medio despiertos. ¿Soñando? ¡¡Ojalá!! Bienvenidos al club. Luego... juntos, lo aliñamos con persistencia, trabajo, ilusión, ganas y... Logro. Sí, logro... podremos rozarlo con las yemas de los dedos ¿se animan?