sábado, 4 de julio de 2009

Shopping virtual

Hay una firma sueca de ropa de mujer que me fascina www.gudrunsjoeden.de que edita unos catálogos flipantes en papel reciclado con modelos de entre 20 y 60 años y piezas de lino, algodones de alta calidad y lanas deliciosas. Envían sus muestrarios gratuitamente a cualquier lugar del planeta por lo que yo lo recibo con regularidad en mi domicilio de San Sebastián (España, Europa).

Desde hace meses alimentaba la ilusión de volver a Stuttgart (en época de rebajas) para llenar mi armario de colorido pensando en el gris otoño del Cantábrico. Si entran en el web site entenderán el porqué si no... les cuento: las ropas de esta firma tienen unos colores intensos, juguetones (casi infantiles) y unos precios también intensos y nada juguetones. Aunque la marca está en expansión, aún no ha abierto tiendas en España. Por el momento posee algunos locales en Hamburgo, Estocolmo, Goteborg, Kopenhamn y Stuttgart.

Desde que preparé mi maleta mimé unos recortes del catálogo que introduje en el interior de mi libreta Moleskine como si fueran el mapa del tesoro que pensaba hallar y adquirir tan pronto me resultase posible. Así pertrechada, hoy me he presentado en número 21 de la calle Nadierstrabe: tres pisos de lujo, encanto, plantas, unas bicicletas azules a la entrada (que te prestan para dar un paseo por la ciudad) y unas dependientas encantadoras que sonríen todo el tiempo y repiten sin cesar que "... no quedan colores, que no quedan tallas, que no quedan objetos en stock y que pidas lo que desees por Internet..." Guaggg ¡qué frustración! llevaba meses ilusionada con este momento y he salido de la tienda en vacío, con la sensación que corres el riesgo de vivir cada vez que alimentas expectativas (como repite sin cesar mi amigo José María Doria).



La verdad es que sólo había dos prendas que me quedaban bien: una gabardina tres cuartos de entretiempo sin forro y una chaqueta corta de verano estampada de flores. El resto de ropas -ideales, de ciencia ficción en el catálogo, me quedaban descolgadas por todas partes como si hubieran caído de un sexto piso y se me hubieran encajado de cualquier manera-. El truco -si es que lo hubiera- radica en las modelos ¡eso es! Poco importa que tengan 60 años y el pelo canoso: están delgadas, son muy altas, llevan adornos favorecedores y los fotógrafos deben de ser sus amantes, je je.


En fin... quienes me conocen saben cuán reaccia soy a la fiebre tecnológica que está devorando las relaciones humanas: escribimos Emails o sms pero no charlamos cara a cara con una taza de te ?? !! Que nadie trate de convencerme de que compre libro en Amazon aunque sea más barato y te los manden a casa o que encargue ropa glamourosa por internet ¡qué decadencia! No gracias.


Me he quedado plof: se me ha roto la pompa de jabón cuyo brillo he pulido durante semanas, meses. ¿Saben qué les digo? Hay que plegar a la evidencia: ahora mismo encargo mi gabardina roja por internet. Rectificar es de sabios -decía mi madre- que rectificaba poco y pregonaba mucho (espero no lea el post).

¡Ya lo he hecho! En menos de seis días tendré en casa mi gabardina roja talla XS (extraño tallaje el de esta marca sueca) y... ¿quieren que les cuente lo mejor? catorce euros más barato que en tienda. A este paso nos cargamos los establecimiento reales con dependientas reales, bicicletas reales y plofs de escándalo. Estoy encantada. Al final va a tener razón mi amiga Vir y su pasión tecnológica. Tengo que pensarlo. Hay algo que se me escapa ¿pueden ayudarme con esto?

2 comentarios:

donnaemobile dijo...

Individualismo y despersonalización; no se si es una característica de civilizaciones avanzadas o de personas con poca conciencia. Internet es muy útil, pero hay cosas que necesitan asesoramiento y contacto directo.
Existen servicios intangibles:por ejemplo la sonrisa amable de un buen dependiente. Internet no creo que incluya ese tipo de servicio.
Grácias por tus textos.

Anónimo dijo...

Lencería Ascen
Comprar ropa online es una excelente opción, pero no todas las prendas son adecuadas para ello. La lencería, por ejemplo, es mejor comprarla en tienda física para asegurarte de que te queda bien y es cómoda.