sábado, 11 de julio de 2009

Verdades en la Playa

Acabo de llegar de Ondarreta: la playa que dista dos minutos caminando desde mi casa de San Sebastián. Tengo los pies, las sandalias, parte del bañador y la base de mi mochila llenos de arena. La urgencia de escribir me vence. Luego me ducho, cuelgo y limpio todo: ahora toca escribir al dictado de las yemas de los dedos que son las que mandan ¿o no? je, je.

Es sábado. El sedante sonido de las olas -durante buena parte de la mañana- el sol (risueño y generoso) el olor a crema solar de protección 30 y el inicio de la tercera lectura de The business and practice of Coaching han hecho maravillas en mi. Me siento bien. No es menos cierto que antes de ir a la playa he dormido más de diez horas ¡¡seguidas!!

Verán, tengo que preparar dos conferencias para el otoño ante un público empresarial versado que calibro en mi interior como un toro de seiscientos kilos (peso habitual de los morlacos que tanto gustan en Vistalegre la plaza de toros de mi Bilbao natal) así que ando re-absorbiendo todo el material teórico que encuentro de posible utilidad de manera que -llegado el momento- pueda incorporarlo como valioso mensaje para el empresariado vasco.

También he recibido el encargo de ejercer de mentora de diez personas de un curso de Coaching y de impartir clases magistrales (ellos las llaman así: yo no soy tan pedante) en tres escuelas de negocios a partir del mes de octubre. Lo que quiero transmitirles es que me encuentro en el proceso de absorber como una esponja conocimientos teóricos -ya incorporados en mi en primeras lecturas hace años- que por su uso cotidiano en mi trabajo doy por sentado que se conocen, entienden y distinguen cuando no es así para estudiantes o Coaches novatos. Deseo recuperar perspectiva-distancia que me permita hacer pedagogía desde la experiencia en ese cóctel teórico-práctico que puede resultar interesante y ameno.

El caso es que a las nueve y media de la mañana paseaba por la orilla de Ondarreta con mi cedido bañador rojo estampado (creo que tiene unas seis temporadas y muchos largos de cloro y piscina) diluyendo la mirada en el azul del cielo, en el azul del mar, en el verde de Igueldo, en la calidez del agua que me lamía los talones, cuando me he cruzado con mi amiga Isabel, un encanto de persona. Nos conocemos desde hace años y ambas estamos al corriente de las mutuas batallas ganadas-batallas perdidas.

Isabel es médico... y cuando llevábamos tres vueltas de playa (aquí se hace así: paseo va, paseo viene, charlando, mientras el sol asciende hacia la vertical y la orilla se cuaja de personas que realizan el mismo ritual). Cuando llevábamos tres vueltas completas yo ya le había contado que la sirena quiere quedarse a vivir en Alemania y que eso me tiene descompuesta. Ella no entendía muy bien mi desconcierto porque se trata de su felicidad, de su futuro, de su elección, de su brillantez (matrícula de honor), de su independencia y de su adultez (24 años). No entendía bien a qué santo ponerme trágica con eso ahora. Le he contado que he estado feliz mientras pensaba en su estancia y estudios de postgrado como un período transitorio: con billete de ida y vuelta, cerrado... como los que con frecuencia compro a Lufthansa para visitar a la sirena. Comprender casi de golpe (hace una semana) que es un viaje sin retorno me ha desbocado el corazón.

"Síndrome del nido vacío" ha explicado mi amiga Isabel mientras se reía con ganas un buen rato de la la pobre Azucena. Sí, no se ha cortado un pelo ante mis penas y dolores de parto. En la cuarta vuelta me ha dejado sola porque había quedado con su marido para ir a las rebajas.

-¡¡Espabila!!- me ha gritado cuando ya estaba a unos metros de mi desconcierto, de mi perplejidad, de mi bañador rojo estampado y cedido de mil largos de cloro y piscina. Vale, ya tenemos diagnóstico: "Síndrome del nido vacío". Se llama así a lo que sienten las madres (algunos padres también) cuando los hijos salen definitivamente de casa y se les queda el nido (guaggg cómo cuesta escribir esto) ¡¡vacío!! ¿Saben lo que les digo? Tengo que empollar -en mi propio nido- aunque sea The business and practice of Coaching.

Espero que este post tranquilice a los amigos preocupados que me escriben correos electrónicos con flotadores, yates, barcos, sirenas y hasta caracolas de mar. Gracias a todos ;-D

2 comentarios:

Socrates dijo...

:D

Más crecimiento!

Felicidad, aceptación, tristeza, ego, vacío, lleno...?

Un abrazo por tan maravilloso post.

Anónimo dijo...

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San Sebastián es un destino único con maravillosas playas bañadas por el Mar Cantábrico. Sus olas son ideales para practicar surf, atrayendo a surfistas de todo el mundo que disfrutan de la combinación perfecta entre paisaje, cultura y deporte acuático.