miércoles, 11 de noviembre de 2009

Tomasito

Por favor, empiecen por asomarse al album Picasa (presentación de fotos) en esta misma pantalla abajo a la derecha... pinchando sobre las fotografías que rotan (abrir ventana). Vayan a la última foto y conecten con ese personaje. ¿Qué les parece? Les contaré la historia.

He conocido a Tomasito esta mañana cuando zumbando como un enjambre de abejas rabiosas mis pensamientos tiraban de mí hacia la locura, en plena batalla campal con los asuntos cotidianos del despacho, cuando me encaminaba a disfrutar de un kit kat (descanso en jerga directiva), es decir, a tomar un cortadito... Tomasito me ha dicho ¡Ehhhhh estoy aquí!

He tenido que frenar casi en seco el ritmo marcial con el que mis piernas acompañaban esta mañana la frenética actividad de mi mente. Freno de pié, freno de mano, freno de cabeza. Cierre de las pantallas mentales que en ese momento llevaba abiertas (asuntos por resolver, proyectos, llamadas por contestar, una veintena larga de Emails en la bandeja de entrada...). Parada en mojado -lleva lloviendo sin parar en mi ciudad desde el diluvio- y la carita de Tomasito pidiendo ayuda desde un cartel pegado a la pared del edificio número 26 de la calle San Marcial, la de mi despacho.

¿Qué haces aquí? Le he preguntado... y sobre todo ¿Qué quieres?... tengo mucha prisa. Me he perdido -ha dicho mirando al suelo-. Bienvenido al club de los despistados, le he contestado yo con ironía. No, no -me ha dicho él- me he perdido completamente. Ya no sé quien soy porque Ane no me estruja por las noches, ni me cuenta lo que le traerá el ratoncito Pérez como recompensa por el dientito perdido. Ya no tengo identidad. Mi vida no tiene sentido sin ella... Yaaaaaa -le he contestado yo mirando al reloj- ... ¿Sabes? tengo que irme ahora. No tengo niños, no puedo ayudarte a encontrar a Ane ni a ningun otro que devolviera el sentido a tu existencia. Yaaaaa -me ha dicho Tomasito- todos tenéis mucha prisa y nadie me hace caso. No importo. No soy valioso para nadie excepto para Ane ¿lo ves? y se ha echado a llorar.


¡¡Qué papelón!! en medio de una mañana de trajín, qué papelón para mis veinte minutos escasos de leer el periódico, tomar mi cortado, ordenar mis ideas y comprar un poco de pan de calidad en la ecotienda de la esquina. Tengo que irme... le he dicho... te prometo que haré algo... ya se me ocurrirá. Vale -me ha contestado desde la pared-. Por favor, si conocen a alguien que haya recogido a Tomasito, un peluche de color naranja, de unos diez centímetros y que lleva un jersecito verde con botones desiguales...háganselo saber a sus padres. Ane se lo agradecerá.

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