jueves, 17 de diciembre de 2009

Marathon

Me preparo para impartir un curso de Coaching Creativo en Aragón a una veintena de profesionales de todos los sectores. En su mayoría listos, guapos, jóvenes, licenciados. Lo esperan todo (expectativas altas). Lo anhelan todo (máxima curiosidad). Cojo carrerilla: preparo apuntes, enfoque, dinámicas, desafíos, desconciertos. La creatividad ha de ser todo eso y mucho más. El Coaching es todo ello y mucho más. Un curso completo no basta para palparle las entrañas a esta profesión. Si lo preguntan, lo diré... a pesar de que entre los alumnos hay tres personas de la organización y -acaso- les resulte incómodo escucharlo. Es mi verdad, lo único que tengo.
En 2009 poseo siete formaciones completas en Coaching y a ratos siento que aún no basta. No es que sea perfeccionista -que lo soy- sino honesta. Ser entrenador es un marathon (una carrera de largo recorrido) no un sprint de seis meses a tiempo parcial y fines de semana dispersos como las nubes con ventisca.

Hoy he pasado un rato de mi jornada analizando los perfiles de los alumnos: directivos-funcionarios, directivos de banca, jefes de recursos humanos, propietarios de pequeñas empresas, profesionales liberales y muchas mujeres (the woman power). Interesante.

Como saben, el Coaching es:

Una emergente profesión.
Una poderosa herramienta empresarial del siglo XXI.
Un diálogo socrático profesional y estructurado enfocado al logro de objetivos. Y un estilo de liderazgo, entre otras cosas.

Quiero pensar que muchas de estas personas desean implementar el Coaching como un estilo de liderazgo en sus respectivos empleos. Lo digo porque -si lo preguntan- me veré obligada a informarles de las últimas estadísticas del sector: sólo el 5% de todos los profesionales que se forman consiguen vivir del Coaching, es decir, comer, merendar e incluso pagar la ortodoncia de los niños. Cinco por ciento.

Claro que hay una sed infinita de Coaches en España, en Europa, y en el mundo, y que en épocas de turbulencia -como las actuales- campa el desconcierto y las empresas buscan por tierra mar y aire aquello que pueda resultar la panacea o el sucedáneo más cercano. Claro que hay necesidades por cubrir. Desde luego que existen modelos inspiradores como mi admirado Whitmore, como el desafiante Cardon, como el encantador Dilts. Desde luego que en España tenemos algunos tops del entrenamiento: Cubeiro, Germán de Nicolás, Viviane Launer... personas que llevan casi una década trabajando afanosamente en la gestión del cambio, de las personas... ¿del mundo? Son pocos, poquísimos: podemos contarlos con los dedos de dos manos y a su formación específica añaden una poderosa trayectoria en el mundo de la empresa, del liderazgo, los equipos, las personas... y una experiencia vital no exenta de disgustos, ruinas, separaciones, muertes y descalabros con los que la existencia nos forja en el marathon del vivir y del servir. Los buenos Coaches escasean y quien desee pertenecer al exclusivo club privado del cinco por ciento ha de muscular habilidades de todo tipo: paciencia, humildad, sabiduría, ser imbatible al desánimo, no aceptar un no por respuesta, ser genuino, único. ¿Cómo transmitir todo esto en unas horas mientras se enseñan bases teóricas, herramientas, dinámicas y metodologías? En esa dificultad radica la diversión. Una vez más corramos juntos el marathon, esta vez en Aragón. Rima en consonante ¡guay!

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