viernes, 31 de julio de 2009

Claroscuro Estival

Por la mañana, pasos sobre diez mil agujas (hojas estrechas) de pino, entre las primeras sombras. Diez mil mariposas pequeñas aleteando sobre otras tantas campanillas silvestres, blancas, entre helechos (diez mil) verdes en la zona umbría, secos en la solana.

Al mediodía, diez mil brazadas de 1.300 participantes en la travesía a nado entre Getaria y Zarautz (2.300 metros, mar adentro, entre ambas poblaciones marineras). Diez mil piraguas de colores y dos embarcaciones pesqueras verdes y pesadas sobre las que pululan diez mil poderosas gaviotas. Al mediodía, diez mil txistularis entonando la tradicional melodía de San Ignacio, el 31 de julio, en diez mil pueblos del País Vasco. Diez mil sombrillas en las limpias playas del litoral cantábrico. Otros tantos bikinis diminutos y tablas de surf intentando subirse a la ola de la modernidad, de la adrenalina, del placer. Entre calles estrechas, diez mil olores de pucheros y comida tradicional. ¡¡Hummm qué rico cocinan por aquí!!


Por la tarde, diez mil rocas puntiagudas protegen el puerto de diez mil olas que estallan espumosas contra el muelle. Diez mil lagartijas trepan por las paredes calientes al sol de las cinco de la tarde, diez mil destellos de luz reflejan el cielo en el mar.

Por la noche, diez mil terrazas llenas de animadas conversaciones. Diez mil helados de exquisito sabor. Diez mil colonias de marca. Diez mil parrillas a la brasa humeando su mercancía fresca junto a diez mil servilletas de lino en las cenas de postín.


"Una molécula observada, es una molécula transformada"- dice el nóbel de física cuántica, Heinsenberg. Consciencia. Atención a los detalles que nos rodean. Revolución silenciosa. "Una molécula observada, es una molécula transformada". Imaginen lo que podríamos hacer... con ¡¡diez mil!!

domingo, 26 de julio de 2009

Sistemas

Escribo para mi amiga Marta. Acabo de cortarme las uñas -que habitualmente llevo bastante largas- y es un placer rozar el teclado con las yemas de los dedos que recuperan sensibilidad.-Sé que es algo que sólo entenderán las damas de uñas prominentes, je je; en cualquier caso es una gozada-.

Marta tiene una empresa familiar en segunda generación con casi 70 empleados en plantilla a cuyos entresijos estoy habituada desde hace cuatro años. El otro día vino al despacho para regalarme un cóleo (sabe de mi pasión por la flora y quiso contribuir al jardincillo del despacho que se está convirtiendo en una mini-selva). Después de un rato de cháchara de temas diversos salimos a tomar una cerveza en un bar en el que a ella le conocen. Bueno, en realidad quizá no haya muchos lugares en los que no sea popular ya que con anterioridad me presento en plena calle a otra persona y saludamos a una tercera.

Ya en el bar hablamos del mono-tema: la plantilla de su empresa y los entresijos de la complejidad humana. Sabe que a mi me encanta. Sé que a ella le ayuda airear sus preocupaciones. Así que ahí estábamos las dos -cerveza en mano, fresquita, espumosa- cuando le hablé del funcionamiento de los sistemas, algo aprendido gracias a Guillermo Echegaray. Según desarrollaba mi recién incorporada teoría, Marta abría los ojos como platos igual que si le estuviera revelando la piedra filosofal. En un momento de respiro pegué un trago largo y entonces ella aprovechó para decirme: -Oye, todo esto lo quiero por escrito. Lo necesito para incorporarlo a la reunión del equipo directivo. Me parece clarísimo para manejar la situación de... (una persona que ahora mismo les trae por la calle de la amargura)-. -Vale- le dije con la complacencia que me caracteriza y aquí estoy: escribiendo para Marta sobre los sistemas.

Simplificando al máximo -un post da de sí justito para presentar la idea- diremos que un sistema se rige por tres principios: el de pertenencia, el de poder u orden, y el de dar-recibir. Cuando estos tres principios están equilibrados el sistema está sano (funcional), y cuando se subvierten, el sistema está enfermo (disfuncional) y hay que trabajarlo. Ya se darán ustedes cuenta de que un sistema es casi todo: una familia, un departamento, una empresa, un sindicato, un gobierno...

Pertenencia a grupo es, por cierto, una de las necesidades básicas del ser humano. La persona conflictiva de la empresa de Marta no se siente en absoluto parte de la plantilla a pesar de que es fija y lleva una década en la misma. Reniega. No se identifica con el grupo. Plof, tenemos un pinchazo en la rueda de pertenencia a sistema.

Poder es el respeto a la autoridad tanto jerárquica como moral. La trabajadora de la que hablamos no acata normas ni acuerdos colectivos y no obedece órdenes ni de su jefe directo ni de los propietarios de la empresa. Plof, tenemos un segundo pinchazo en la rueda del principio de Orden-Poder.

Dar y recibir. ¡¡Qué difícil saber cuándo una persona da más de lo que recibe o al contrario!! Sobre todo cuando solo tengo una versión. Tendría que hablar con la mujer para saber cómo lo vive ella. Dejémoslo en stand by, por ahora. Acaso me acerque a la empresa de Marta -en calidad de coach externo- y pueda hacer algo, si la díscola accede... ¿y si no?

Los sistemas funcionan de una manera simple y eficaz. Piensen un poco en ello. Quizá puedan mirar a su entorno más cercano y preguntarse cómo andan de salud los tres principios de pertenencia, orden (poder), dar-recibir y sacar sus propias conclusiones (si quieren compartirlas serán super-bienvenidas).

He cumplido, Marta. ¡Brindo por ti! ¡Salud! Otra cervecita, esta en la terraza del puerto de Orio.

sábado, 25 de julio de 2009

Pastel neuronal

Son las ocho de la mañana del sábado 25 de julio, festividad de Santiago. Salgo del garaje montada en mi vieja bicicleta Trek. Enfilo el paseo de La Concha: todo el carril de bicicletas para mi sola, algo inusual porque entre semana parece la M-30 (Madrid) en hora punta. Dieciocho grados de temperatura, cielo azul, despejado, que presagia un precioso y soleado día de verano. Me cruzo con algunos jóvenes sudados que cierran su juega nocturna caminando a trompicones y en manada hacia sus casas. Algunos patinadores con casco, rodilleras y cara de velocidad disfrutan como yo del espectáculo: el mar, hoy sereno como una tacita de plata en la que flotan un centenar de yates atracados en las cercanías del puerto. Pedaleo.


Todos los semáforos saludan en verde mi paso animando la jornada que me he propuesto vivir en el despacho: ocho horas seguidas, un bol de frutas y un bocadillo casero y generoso. Aún sobre la bicicleta enciendo el horno neuronal: orden de "On", lo necesito en plena forma para escribir una ponencia de treinta folios, de un tirón. Me cruzo con algunos padres de familia (tienen una cara especial y todos llevan camisas claras de cuadritos) con el periódico, el pan y los croissants para el desayuno. Aparco en el árbol más cercano a mi despacho. El bar de enfrente está aún cerrado, la terraza sin instalar. Un silencio sólido en la calle San Marcial. Las dos puertas del portal cerradas con llave. Subo a 250 grados el horno neuronal. Abro la puerta del despacho y me siento frente al ordenador. Comienzo a cocinar mi pastel.


Pienso en ellos, los asistentes a la ponencia: encorbatados, empresarios, gerentes, jefes de recursos humanos, profesionales liberales, hombres y mujeres ávidos de soluciones al momento actual cuajado -para ellos- de trampas, cuajado -para mi- de oportunidades.


Pienso en los otros, los organizadores: la Cámara de Comercio Industria y Navegación de Bilbao, el Colegio Vasco de Economistas de Guipúzcoa, el Colegio Vasco de Economistas de Vizcaya, y Adegi (la Asociación de Empresarios de Guipúzcoa) todos quieren una ponencia de nivel intelectual, económico y laboral salpimentado de anécdotas, casos y referencias exitosas.

Pienso en los de más allá, la prensa y sus entrevistas antes y después de las jornadas. Quieren carnaza, desde el principio de los tiempos, la prensa se alimenta de emociones fuertes. Habrá que darles un titular amarillo, populista.

Pienso en nosotras, las dos ponentes del evento: Maite y yo, con currículums blindados y estilos heidianos, espontáneos, juguetones, risueños. Las dos profesionales del Coaching, creyentes de sus bonanzas y apasionadas con el invento. Acordamos escribir textos complementarios, equilibrados, discursos digeribles, prácticos.


Gran desafío: tengo por delante ocho horas encerrada en el despacho. Frutitas y bocadillo casero. El horno neuronal lleva media hora encendido. Está a punto, junto con los ingredientes: apuntes, estadísticas, libros, papelográfos, mapas mentales, rotuladores de colores y las manos ágiles para manejar el teclado. Me pongo con ello. Les contaré luego. Al final de la jornada. Y les invitaré a una porción del pastel recién horneado. A la degustación vendrá el apostol. Santiago, majillo, ¡Échame una mano!

sábado, 18 de julio de 2009

Escena de verano

Estoy en la mes número seis del restaurante Irutxulo. He llegado hasta aquí a pie desde el despacho ya que este mediodía carezco de tiempo para ir a comer a mi casa. Mientras espero que el camarero vaya trayendo el pan, el rosado de Navarra y el primer plato observo al resto de comensales.

Al fondo de mi visión, junto al ventanal de la entrada, hay dos parejas de sesenta y muchos años. Ellas parecen clónicas: las dos con permanente, blusa festiva y paraguas plegables escoceses colgados junto al bolso en el respaldo de la silla. Ellos parecen clónicos: calvos, con enormes barrigas y gafas. Bueno, observo que en verdad los cuatro llevan gafas. No paran de comer y de untar ¡qué fruición al engullir, qué barbillas tan grasientas, qué servilletas colgadas del primer botón de la camisa! Tras el postre, el café y el puro aún han encargado algunas copas. Gula en estado puro. Antes de abandonar el restaurante ellas han ido al cuarto de baño juntas y se ha retocado el carmín de los labios. Uno de los hombres ha seguido sus pasos, les aseguro que no podía casi andar: parecía llevar plomo en los zapatos y su abdomen para si lo quisieran algunas embarazadas a punto de alumbrar.


En la mesa número cinco (justo delante de mi) dos hombres -ambos riendo muy alto y estridente- uno blanco y otro negro y menudo con una dentadura perfecta. En la mesa cuatro, a mi derecha, dos gays que se atusan las manos el uno al otro entre bocado y bocado. Mientras esperan el segundo plato el más robusto sube el pie descalzo hasta la rodilla del otro por debajo de la mesa. Hablan inglés y de vez en cuando ojean la guia Spain y el mapa de San Sebastián que amablemente les habrán entregado en la oficina de turismo del Boulevard. Beben mucho... una garra gigantesca de sangría a pesar de que hoy la temperatura apenas alcanza los 18 grados y llueve con ganas.


A mitad de mi segundo plato entran dos chicas caladas hasta los huesos. Hablan alemán, llevan chanclas, pantalones cortos y dos mochilones más grandes que sus espaldas. Son rubias, altas y en un español de academia piden "dos tés verdes, por favor". También sacan el mapa de la ciudad y le preguntan al camarero (otra vez en castellano) ¿dónde estamos?


La tercera mesa está vacía.
Entra en el restaurante un vendedor de lotería "Los 9.000 millones" que va de mesa en mesa y se para justo delante de la que me precede (donde comen el chico negro y menudo y el otro más fornido que me da la espalda). Les ofrece lotería que rechazan. Les mira un instante con descaro y le dice algo al chico de color que se ríe a carcajadas y se mueve. Después, el de la lotería le hace un gesto obsceno y erótico... el negro dice que sí, saca un papel y un bolígrafo y le anota algo... ¿un teléfono? ¿una dirección? ¿su dentífrico favorito? Llega mi postre. El vendedor de lotería ha recorrido el enorme establecimiento mesa por mesa. Regresa a la que me precede. Se para de nuevo. Le dice al negro: "Te llamo, pero sin cobrar ¿eh?" y se marcha del local. Lujuria en estado puro.

Todo esto en veinte minutos, en el número nueve de la calle Puerto (el centro de la ciudad) a las tres de la tarde de un viernes cualquiera de este verano. Pido la cuenta. Me siento a cuadros, más que los que tiene el mantel sobre el que el camarero deposita el ticket. Salgo a la calle, llueve... voy sin paraguas, con mi impermeable rojo de la marca Noruega de la que les hablé. Necesito refrescarme. ¡No puedo haber vivido esta película en una calle céntrica y un restaurante de menú de 34 euros en pleno verano, al mediodía! Regreso al despacho. Espero a un equipo. Coloco las sillas en el despacho central, los folios, los bolígrafos y los post it. Recuerdo aquello que me enseñaron de pequeña: Los siete pecados capitales. Hoy me he topado con dos: la gula y la lujuria. Llaman a la puerta. Respiro.

domingo, 12 de julio de 2009

Homenaje a los lectores

Gracias a mi asistente he podido descubrir hoy que -pinchando sobre la gotita azul que aparece abajo del todo en el blog- puedo conocer datos fascinantes. Por ejemplo, que hay tres personas que me leen habitualmente desde Punta Cana, otros tantos desde Miami y Chicago, alguien entra con frecuencia desde Israel y en Alemania hay una media de cuarenta ordenadores (IPs, Internet Protocols) que leen los post que artesanalmente voy depositando con primor ¡Es increíble!


Hoy este texto va por ustedes, como dicen los toreros ante "el respetable" antes de iniciar la faena. Es un homenaje porque sin su existencia mis escritos no tendrían sentido alguno. ¡¡Gracias por estar al otro lado del teclado!! ¡¡Gracias por su interés!! Saber que existen en remotos lugares del planeta estimula mi imaginación y deseo de compartir ;-D


Volcaré un mini-resumen de los datos más significativos que acabo de descubrir: entre febrero y julio de 2009 (cinco meses) el blog Coaching Estratégico ha recibido más de 4.000 visitas. El tiempo medio de estancia de cada visitante es de algo más de cuatro minutos lo que alcanza -por lo general- a leer un par de temas. Los días de la semana que reciben más visitas son -por este orden- los lunes, miércoles, jueves y viernes. Los fines de semana -cuando más escribo yo- ustedes se toman fiesta y hacen requetebien je je...


La mayoría utilizan Google como sistema buscador, aunque no único. Es emocionante descubrir en el reparto geográfico de visitantes que hay personas que siguen el blog desde Boston (Estados Unidos), Tijuana (México) o Benin (África) etc. El ochenta por ciento de los lectores del blog lo hacen desde España si bien hay una representación interesante de otros países como Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra además de varias nacionalidades hispanas. El idioma original de los lectores es en un noventa y dos por ciento el castellano, seguido del inglés estadounidense y del inglés británico.


Algo que me ha dejado perpleja es la distribución de los fans del blog por ciudadades españolas. Cabría esperar que al vivir y trabajar en San Sebastián la mayoría de los lectores fuesen de la capital guipuzcoana. ¡¡Resulta que no!! Sorprende que el 17% de los seguidores habituales de la bitácora vivan en Madrid, el 15% en Barcelona y el 12% en Bilbao, mi ciudad de origen y donde -al parecer- he dejado buen sabor de boca debido a la popularidad de mi anterior profesión como periodista y directiva de Radiotelevisión Española.


¡¡Brindo por todos ustedes!! Estén donde estén y sean quienes sean. Dan sentido a mi juguete favorito: el blog, un lugar en el que expreso -como diría la empresaria Ana Belén Juaristi-. Un lugar a través del que respiro y vivo -como le contesté en nuestro último encuentro en Adegi-.

Me gustaría sentir que están ahí. Les animo a realizar sus comentarios o críticas. ¡Crezcamos juntos! Es increíble tenerles localizados a través de los IPs. ¡¡Buena semana y mejor mes!!

sábado, 11 de julio de 2009

Verdades en la Playa

Acabo de llegar de Ondarreta: la playa que dista dos minutos caminando desde mi casa de San Sebastián. Tengo los pies, las sandalias, parte del bañador y la base de mi mochila llenos de arena. La urgencia de escribir me vence. Luego me ducho, cuelgo y limpio todo: ahora toca escribir al dictado de las yemas de los dedos que son las que mandan ¿o no? je, je.

Es sábado. El sedante sonido de las olas -durante buena parte de la mañana- el sol (risueño y generoso) el olor a crema solar de protección 30 y el inicio de la tercera lectura de The business and practice of Coaching han hecho maravillas en mi. Me siento bien. No es menos cierto que antes de ir a la playa he dormido más de diez horas ¡¡seguidas!!

Verán, tengo que preparar dos conferencias para el otoño ante un público empresarial versado que calibro en mi interior como un toro de seiscientos kilos (peso habitual de los morlacos que tanto gustan en Vistalegre la plaza de toros de mi Bilbao natal) así que ando re-absorbiendo todo el material teórico que encuentro de posible utilidad de manera que -llegado el momento- pueda incorporarlo como valioso mensaje para el empresariado vasco.

También he recibido el encargo de ejercer de mentora de diez personas de un curso de Coaching y de impartir clases magistrales (ellos las llaman así: yo no soy tan pedante) en tres escuelas de negocios a partir del mes de octubre. Lo que quiero transmitirles es que me encuentro en el proceso de absorber como una esponja conocimientos teóricos -ya incorporados en mi en primeras lecturas hace años- que por su uso cotidiano en mi trabajo doy por sentado que se conocen, entienden y distinguen cuando no es así para estudiantes o Coaches novatos. Deseo recuperar perspectiva-distancia que me permita hacer pedagogía desde la experiencia en ese cóctel teórico-práctico que puede resultar interesante y ameno.

El caso es que a las nueve y media de la mañana paseaba por la orilla de Ondarreta con mi cedido bañador rojo estampado (creo que tiene unas seis temporadas y muchos largos de cloro y piscina) diluyendo la mirada en el azul del cielo, en el azul del mar, en el verde de Igueldo, en la calidez del agua que me lamía los talones, cuando me he cruzado con mi amiga Isabel, un encanto de persona. Nos conocemos desde hace años y ambas estamos al corriente de las mutuas batallas ganadas-batallas perdidas.

Isabel es médico... y cuando llevábamos tres vueltas de playa (aquí se hace así: paseo va, paseo viene, charlando, mientras el sol asciende hacia la vertical y la orilla se cuaja de personas que realizan el mismo ritual). Cuando llevábamos tres vueltas completas yo ya le había contado que la sirena quiere quedarse a vivir en Alemania y que eso me tiene descompuesta. Ella no entendía muy bien mi desconcierto porque se trata de su felicidad, de su futuro, de su elección, de su brillantez (matrícula de honor), de su independencia y de su adultez (24 años). No entendía bien a qué santo ponerme trágica con eso ahora. Le he contado que he estado feliz mientras pensaba en su estancia y estudios de postgrado como un período transitorio: con billete de ida y vuelta, cerrado... como los que con frecuencia compro a Lufthansa para visitar a la sirena. Comprender casi de golpe (hace una semana) que es un viaje sin retorno me ha desbocado el corazón.

"Síndrome del nido vacío" ha explicado mi amiga Isabel mientras se reía con ganas un buen rato de la la pobre Azucena. Sí, no se ha cortado un pelo ante mis penas y dolores de parto. En la cuarta vuelta me ha dejado sola porque había quedado con su marido para ir a las rebajas.

-¡¡Espabila!!- me ha gritado cuando ya estaba a unos metros de mi desconcierto, de mi perplejidad, de mi bañador rojo estampado y cedido de mil largos de cloro y piscina. Vale, ya tenemos diagnóstico: "Síndrome del nido vacío". Se llama así a lo que sienten las madres (algunos padres también) cuando los hijos salen definitivamente de casa y se les queda el nido (guaggg cómo cuesta escribir esto) ¡¡vacío!! ¿Saben lo que les digo? Tengo que empollar -en mi propio nido- aunque sea The business and practice of Coaching.

Espero que este post tranquilice a los amigos preocupados que me escriben correos electrónicos con flotadores, yates, barcos, sirenas y hasta caracolas de mar. Gracias a todos ;-D

jueves, 9 de julio de 2009

La sirena

No veo a nadie en el horizonte. Desde hace días, semanas, meses, años, nado a veces con la corriente y otras contra ella. En muchas ocasiones contra la corriente. Quiero pensar que eso me hace más fuerte. Hoy estoy exhausta. Es cierto que algunos días he tenido la compañía de otros nadadores. No lo es menos que varios han desaparecido bajo la espuma de las olas. La vida no se anda con bobadas. Son cincuenta años de nadar. A ratos se me caen las lágrimas. Al comienzo distinguía con nitidez el salitre de mis ojos del salitre del mar. Ahora ya no puedo apreciar la diferencia: creo que me estoy fundiendo con el mar. Acaso confundiendo con el mar, la mar: nuestra mar.


No veo a nadie en el horizonte. Tal vez sea miopía de recursos o -sencillamente- astigmatismo. El caso es que me gustaría un poco de compañía y no estaría nada mal que un pesquero me permitiera descansar unos días en cubierta. ¡Tantas brazadas en dirección al amanecer! Es agotador.


Durante muchas semanas nadó a mi lado una pequeña sirena: era simpática, juguetona, brillante... Creció, llegó un momento en el que quiso protagonizar sus propias aventuras y -tras un remolino de agua y viento- desapareció. Eso me hizo sentir triste, apagada, gris, sola. Esa es la palabra terrible: sola.

Hoy escribo para ella: por si me lee entre las líneas del horizonte y -alguna vez- regresa por un tiempo (ver foto) ¡Nos reíamos mucho juntas! ¡Era tan estimulante y bello estar a su lado! Ningún otro humano tiene su encanto. Nadie alumbra tanto la existencia como ella: ni siquiera la medusa aurelia aurita (eléctrica y luminosa en la noche más oscura del alma).

Sigo nadando hacia el amanecer: esperando su regreso. Exhausta.

sábado, 4 de julio de 2009

Shopping virtual

Hay una firma sueca de ropa de mujer que me fascina www.gudrunsjoeden.de que edita unos catálogos flipantes en papel reciclado con modelos de entre 20 y 60 años y piezas de lino, algodones de alta calidad y lanas deliciosas. Envían sus muestrarios gratuitamente a cualquier lugar del planeta por lo que yo lo recibo con regularidad en mi domicilio de San Sebastián (España, Europa).

Desde hace meses alimentaba la ilusión de volver a Stuttgart (en época de rebajas) para llenar mi armario de colorido pensando en el gris otoño del Cantábrico. Si entran en el web site entenderán el porqué si no... les cuento: las ropas de esta firma tienen unos colores intensos, juguetones (casi infantiles) y unos precios también intensos y nada juguetones. Aunque la marca está en expansión, aún no ha abierto tiendas en España. Por el momento posee algunos locales en Hamburgo, Estocolmo, Goteborg, Kopenhamn y Stuttgart.

Desde que preparé mi maleta mimé unos recortes del catálogo que introduje en el interior de mi libreta Moleskine como si fueran el mapa del tesoro que pensaba hallar y adquirir tan pronto me resultase posible. Así pertrechada, hoy me he presentado en número 21 de la calle Nadierstrabe: tres pisos de lujo, encanto, plantas, unas bicicletas azules a la entrada (que te prestan para dar un paseo por la ciudad) y unas dependientas encantadoras que sonríen todo el tiempo y repiten sin cesar que "... no quedan colores, que no quedan tallas, que no quedan objetos en stock y que pidas lo que desees por Internet..." Guaggg ¡qué frustración! llevaba meses ilusionada con este momento y he salido de la tienda en vacío, con la sensación que corres el riesgo de vivir cada vez que alimentas expectativas (como repite sin cesar mi amigo José María Doria).



La verdad es que sólo había dos prendas que me quedaban bien: una gabardina tres cuartos de entretiempo sin forro y una chaqueta corta de verano estampada de flores. El resto de ropas -ideales, de ciencia ficción en el catálogo, me quedaban descolgadas por todas partes como si hubieran caído de un sexto piso y se me hubieran encajado de cualquier manera-. El truco -si es que lo hubiera- radica en las modelos ¡eso es! Poco importa que tengan 60 años y el pelo canoso: están delgadas, son muy altas, llevan adornos favorecedores y los fotógrafos deben de ser sus amantes, je je.


En fin... quienes me conocen saben cuán reaccia soy a la fiebre tecnológica que está devorando las relaciones humanas: escribimos Emails o sms pero no charlamos cara a cara con una taza de te ?? !! Que nadie trate de convencerme de que compre libro en Amazon aunque sea más barato y te los manden a casa o que encargue ropa glamourosa por internet ¡qué decadencia! No gracias.


Me he quedado plof: se me ha roto la pompa de jabón cuyo brillo he pulido durante semanas, meses. ¿Saben qué les digo? Hay que plegar a la evidencia: ahora mismo encargo mi gabardina roja por internet. Rectificar es de sabios -decía mi madre- que rectificaba poco y pregonaba mucho (espero no lea el post).

¡Ya lo he hecho! En menos de seis días tendré en casa mi gabardina roja talla XS (extraño tallaje el de esta marca sueca) y... ¿quieren que les cuente lo mejor? catorce euros más barato que en tienda. A este paso nos cargamos los establecimiento reales con dependientas reales, bicicletas reales y plofs de escándalo. Estoy encantada. Al final va a tener razón mi amiga Vir y su pasión tecnológica. Tengo que pensarlo. Hay algo que se me escapa ¿pueden ayudarme con esto?

viernes, 3 de julio de 2009

Nenúfares

Sólo durante unos meses los nenúfares muestran su máximo esplendor sobre el lago de Wilhelma, el zoo alemán en el que he pasado la mañana. Algunas de sus hojas flotantes superan los 70 centímetros y si las presionas sobre el agua ejercen una resistencia curiosa: un hada del bosque podría pasear un rato sobre cualquiera de ellas. Hoy los nenúfares estaban bellos y con flores tan exóticas que todos los visitantes nos hemos hecho fotos entorno al lago -ver álbum Picasa-.

Contemplar animales templa el ánimo de cualquiera e inspira. Más en vacaciones: se lo recomiendo. ¡Hay tanto que aprender de ellos! No me extraña que el persistente Darwin dedicase la vida entera a su observación, aprendizaje y obtención de conclusiones que luego en parte proyectó a los humanos.

Les hablaba en otro texto de mi pasión por la sala de las mariposas. Hoy he gozado durante más de treinta minutos observando el aleteo jugetón de los bellísimos insectos. En el álbum Picasa hallarán una fotografía en la que pueden descubrir larvas de los más curiosos ejemplares: grandes, pequeños, con lunares, negras, rojas y de todos los continentes. Están en una urna de cristal a treinta grados y cuando rompen el capullo que las envuelve se quedan exhaustas del esfuerzo durante algunas horas al cabo de las cuales ¡alzan el vuelo! y se posan en las flores y arbustos de su gran recinto acristalado.


Incubación, espera, crecimiento, lentitud, proceso, paciencia, cambio a un nuevo estado, esfuerzo, logro y aleteo. Parecido a los sueños de los humanos ¿no les parece? Incubación (de un sueño), crecimiento en nuestra mente y corazón, proceso de mejora de esa idea/actividad/empresa/proyecto, lentitud muchas veces en todo ello seguida de espera para que se den los elementos que harán posible el cambio a un nuevo estado físico, económico, geográfico, profesional o de conciencia. Cambio.

Esfuerzo... desde luego ¡tendrían que ver el empeño que ponen las larvas para rompen las condiciones de estancamiento en que se encuentran! Y -por fin- logro y aleteo. Ya saben cuánto me gusta hablar de alas: incluso en el caso de los humanos...

Esta mañana -contemplando serena, lúdicamente, las mariposas- me he acordado de una reciente entrevista a la escritora y académica de la Lengua, Ana María Matute. Dice la genial novelista que "... a veces por la calle ves a una persona y enseguida descubres que es un hada... " Sí, eso dice la autora de Paraíso inhabitado. Hoy había hadas volando en el recinto -ver foto- y otras a pie, observando. No hablo por mí ¡cielo santo! mi ego no llega tan lejos... Me refiero a otras mujeres hermosas y jóvenes que -en este caso- son de mi familia: hadas, sobre todo una.

Tengo que poner la mesa para cenar en el jardín tras un tormenta de verano espectacular. Mañana toca shopping en la calle peatonal más larga y lujosa de Alemania (según dicen las guías de turismo). Ya les contaré, si quieren... ¡desde luego!

jueves, 2 de julio de 2009

De viaje

A bordo de un tren regional (rojo, limpio y de dos pisos) se llega en diez minutos a Ludwigsburg desde Stuttgart (Alemania), un lugar en el que el tiempo parece haberse detenido en favor de una vida auténticamente bella. No es sólo por el famoso palacio barroco y sus jardines -ver álbum Picasa- sino por la plaza del mercado con verduras de colores imposibles: acelgas con tronco rojo fuerte, amarillo intenso -ver foto-. No es sólo por las galletas gigantes redondas y blancas con tres círculos de mermelada roja que te sirven con el café en bandeja de plata con tapetito de puntilla. No es sólo que desde hace trescientos años (1709) las personas vivan allí con el glamour propio de la capital del ducado.

Ocurre que muchas tiendas venden teteras orientales, cerámica inimaginable, papelería imposible de soñar y juguetes de madera que ni Gepeto en sus mejores sueños hubiera podido crear. He comprado algunas cosas: una especie de mazo madera rústica para regular las intervenciones orales en los entrenamientos de los equipos de empresa (se pasa de uno a otro respetando escrupulosamente el turno de palabra); mermeladas artesanas que ni el mismísimo Kaiser y papelería de oficina propia de la amante del conde Ludwig- noble que mandó construir el vistoso monumento y que vivió con ella durante largas temporadas en las estancias palaciegas-.

No es sólo eso. Tiene unos jardines -ajenos al recinto del palacio de Ludwingsburg- en los que puedes introducirte en un árbol vivo -ver foto-, jugar con trozos de madera de colores e inspirarte -pidiendo un deseo- en un tótem altísimo (unos... ¿cinco metros?) -ver álbum Picasa-


Resulta habitual que los alemanes hablen sólo alemán aún cuando sepan otro idioma y te dirijas a ellos en castellano o en inglés. Si insistes, ven tu desconcierto, y además tienen un día amable te hablan en un inglés bastante correcto. La vecina de al lado de mi hija ha venido hace media hora al jardín para felicitarle por su uno en la nota final del postgrado que cursa (aquí representa una matrícula de honor). Para integrarme en la conversación, las dos se han dignado a hablar en un perfecto inglés que si bien entiendo con facilidad no practico tanto como para hacer bromas. Ellas -jóvenes, hermosas, llenas de vida y de proyectos- coquetean con todo, se ríen de casi todo y estiman que pueden abordar el infinito. Yo sé que es cierto.



Tras una cautelosa y diplomática conversación de diez minutos me he retirado sigilosamente a mi lectura sobre "Constelaciones Organizacionales", un complemento teórico-práctico al trabajo que realizo con equipos de empresa desde el Coaching. Fíjense qué hermosa frase del libro de Guillermo Echegaray: "... generar las condiciones que permitan observar adecuadamente el asunto que inquiete al equipo en el marco empresarial..." ¡¡Qué interesante!! ¿No les parece? Voy a retomar la frase despacito: Generar las condiciones que permitan observar... y -desde ahí- pasar a la acción sin la cual casi todo método, herramienta o teoría resulta estéril.



Tres conclusiones rápidas de mi jornada vacacional: Uno, en Alemania -en julio- el tiempo es tan fabuloso como en España. Dos, los pueblecitos del entorno de las grandes ciudades han sabido conservar su encanto y tesoros aportando valor añadido al turismo cultural. Tres, tengo que mejorar mi inglés oral: en cuanto regrese al País Vasco me matricularé en la Escuela de Idiomas. En Europa, sin el manejo suelto, casi perfecto y risueño de la lengua de Shakespeare uno es analfabeto total.

miércoles, 1 de julio de 2009

Pasión por lo Bio

Se está bien "a la bartola": comer, beber, leer, tomar el sol, tomar helados, pasear, hacer compras, reír, charlar en el jardín hasta que la luna bosteza: dormir. Estoy pagando mi deuda de sueño, je-je, es decir que estoy recuperando poco a poco y en parte el déficit de sueño. Los taoistas dicen que los occidentales tenemos además de las deudas conectadas al euribor, una deuda de sueño y que eso repercute en nuestra consciencia, capacidad de concentración, creatividad, lucidez y felicidad posible... ¿será cierto?

He vuelto a reencontrarme con Fussel que está más gordo que hace unos meses cuando nos descubrimos el uno al otro en la plaza de Schiller. De hecho, le he encontrado gordísimo y mimoso (creo que se está haciendo mayor). Mayor y pendenciero porque no le he visto en toda la tarde ni aún ha regresado a casa a estas horas de la noche.

A lo mejor se está pegando con un tipo chulesco al que llaman Charlie que es más joven, fuerte, y pasea un ego desmedido aún fuera de su territorio. A veces se pelean y no es broma. Los machos son así: les salta la hormona, o desean cazar algo atractivo que se mueve entre la hojarasca.

Creo que ya les conté: Fussel es un gato precioso que cuida mi hija en la casita de cuento que tiene en Alemania, un lugar con encanto en el que reposo lejos del mundanal ruido. Mañana iré al zoo. Mi preferencia para la jornada es la sala de las mariposas ¡¡tan metafóricas para el hombre en su gestación, desarrollo y despegue (alas) hacia el infinito!! y el acuario de las medusas eléctricas. Espero que haya nuevos ejemplares. ¡Ah! Hoy he descubierto AlNature, una tienda gigantesta de productos biológicos -auténtica fiebre/religión en Alemania-. He comprado bastantes productos de cosmética y algunos tés para el despacho ¡¡bridaremos juntos!! a mi regreso... dentro de unos días.

Se está bien "a la bartola": comer, beber, leer, tomar el sol, tomar helados, pasear, hacer compras, reír, charlar en el jardín hasta que la luna bosteza. Ahora boooosteeeeeza: me voy a dormir. Mañana les cuento más.