domingo, 31 de enero de 2010

Temor y Deseo

Aceptemos que en el ser humano habitan dos fuerzas. Una blanca, que tira hacia delante desde el pecho, y otra negra que empuja desde la espalda. Demos esta hipótesis por buena, y consideremos que la que empuja desde el pecho hacia delante es la ley del deseo y la empuja por la espalda es la ley del miedo. Entre esas dos fuerzas nos vamos moviendo (o paralizando) en nuestro zigzageo por la vida, y del dominio de ambas depende en buena parte nuestro Destino. Temor y Deseo.

¿Cuál de estas dos fuerzas se impone con vehemencia en la mayoría de sus decisiones cotidianas? ¿Se deja llevar por el deseo de lograr, de aprender, de avanzar, de reír, de plenitud o -por el contrario- huye de la monotonía, del pesimismo, de la acritud, de la crítica, del aburrimiento... como si se tratase de una peste contagiosa? El primer caso es un partir de estar bien para ir hacia un estar mejor. El segundo es un estar mal para ir hacia un estar bien.

Parece un juego de palabras que no es.

Se trata de ser conscientes de las fuerzas que nos impulsan activamente hacia nuestros sueños y de aquellas otras que -aún provocando apariencia de movimiento- tan solo son huidas hacia la nada, la nada de la indefinición.

Pongamos un ejemplo metafórico simple. Vamos en coche y mientras la fuerza blanca pasaría por la definición precisa del pueblecito de la Toscana en el que deseamos disfrutar del domingo, la fuerza negra pasaría por coger el coche -sin rumbo alguno- dejando atrás una discusión monumental. Ambas escenas conllevan movimiento y sin embargo ¡son tan diferentes! Estas fuerzas propulsoras del ser humano repetidas inconscientemente hasta el infinito llegan a configurar comportamientos que se transforman en hábitos, hábitos que esculpen un Destino... Y es ahí donde tal vez debiéramos pararnos porque la fuerza del miedo es reactiva: responde a algo que nos viene dado; mientras que la fuerza del deseo es activa: va hacia aquello que anhela con intensidad y convicción... ¡¡Adivinen cuál resulta más satisfactoria!!

jueves, 28 de enero de 2010

Sincronicidad

Hoy he trabajado en Bilbao con un hombre que llevaba puesta su mejor sonrisa y su peor corbata. Después he estado con Miren y -al comentárselo- se ha reído con ganas: su risa es una cascada de frescura en mitad de la neblina. Más tarde y aún en Abandoibarra (centro de la city) -con un café americano entre las manos y mirando al cielo- han cruzado el parque tres bandadas de pájaros. Volaban tan alto que me ha resultado imposible descubrir su identidad. Más fácil sin embargo ha sido detectar algunas tribus urbanas, por ejemplo, varios ejecutivos ambiciosos -llamados entre nosotros tiburones- con gin tonic a las cinco de la tarde, chaquetas burberrys y zapatos de ante con cordones.

En un cruce de caminos he hallado la sincronicidad y me he topado con dos ojos azules que conozco desde hace tiempo. Son profundos, lentos y silenciosos. Saben mucho más de lo que verbalizan y su silencio se hace denso y genera un caldo de posibilidades receptivas para que el otro hable atropelladamente si- como era el caso- tienes una década de historias que compartir. De golpe y sin anestesia, la mochila experiencial puede resultar abrumadora. Lo sé y, sin embargo, la he vaciado sin pudor con pinceladas de color y de sabor, tan reales como imaginarias, tan auténticas como juguetonas, tan terrestres como celestes: raíces y alas, raíces y puntas je je... ¡¡Qué buena la amistad sin etiquetas ni maquillajes!

Cierro mi ordenador. Cierro la jornada que comenzó con un hombre, su mejor sonrisa y su peor corbata. Mañana más, acaso mejor.

domingo, 24 de enero de 2010

La lección del campesino

Dos almas en vuelo rastrean las huellas de sus ancestros y a pie ascienden de Oña a Penches (Castilla) por un sendero habitado de corzos, gamos y ardillas. Sábado. La niebla lo envuelve todo. Hace frío. Seiscientos metros de altitud separan ambos pueblos. Se llega a los 1.200 por un camino forestal que deja atrás rebaños de ovejas y vacas gordas y rubias. A lo lejos -entre siluetas de neblina- se recorta la forma de un burro, especie en extinción y protegida que me produce ternura.

Tras dos horas de caminata se aproxima el mediodía mientras el frío se cuela por debajo de la piel con una sensación húmeda y pegajosa que no resulta fácil sacudirse. Más allá del burro atisbo la sombra de un tasca de monte. Aunque no veo el acceso debe estar abierto porque la chimenea exhala humo intermitente. Nos acercamos. En el banco exterior hay un paisano que levanta la cabeza y no pronuncia sonido alguno a nuestro paso. Lleva boina y un palo grueso que apoya contra la pared de piedra. A sus pies duerme un perro. Entramos en el garito donde varios hombres juegan a las cartas. También llevan boinas y algunos un palillo en la comisura de los labios. El tiempo se detiene en ese lugar hasta que el olor a humo de la chimenea, de los puros, y de la cocina, nos saca a empujones al frío exterior. Me siento al lado del paisano. Cinco, diez, acaso quince minutos después, el hombre se arranca a contarme la historia del burro ¿qué burro? -le pregunto- uno que pace ahí abajo, en la finca de Chanchillo, que en paz descanse...


El burro de Chanchillo cayó un día en un pozo. El animal se quejó durante horas mientras el dueño trataba de encontrar una manera de sacar al animal de allí. Finalmente, pensó que el burro ya estaba muy viejo y que el pozo estaba seco, por lo que no compensaba el esfuerzo de sacar al animal. Además, el pozo necesitaba ser tapado de todas formas. Pidió ayuda a todos los vecinos de Penches que comenzaron a tirar tierra al pozo. El burro redobló sus quejidos, pero después de varias paladas de tierra el animal se aquietó. Chanchillo miró al fondo del pozo y sorprendido descubrió que a cada palada que los campesinos echaban, el burro se sacudía la tierra y daba un paso encima de ella. Muy pronto el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde, y salió trotando.


La vida -dijo el paisano golpeando con su palo el suelo y despertando al perro con su gesto- va a tirarte tierra, todo tipo de tierra. El truco para salir del pozo -terminó por concluir tras un silencio que se me hizo eterno- es sacudírtela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos pozos si no nos damos por vencidos. No dejes que una situación te entierre chiquilla -me dijo el anciano mientras se levantaba- entiérrala tú a ella con un proyecto ilusionante que te haga llegar a conseguir tu libertad.

Bajé del monte más ligera de equipaje, como los hijos de la mar (que decía el poeta). De regreso a la ciudad -ya en el coche - recordé sus palabras: ¡Usa la tierra que te cae encima cada día para salir adelante! y me parecieron sabias y alentadoras.

miércoles, 20 de enero de 2010

Tambores

Todo un pueblo dentro de un tambor mientras Sarriegui baila por las calles de la ciudad y observa a niños y adultos martillear con las baquetas, palillos o como ustedes quieran llamarlos. Toda la ciudadanía al redoble de una marcha que (bien entonada por muchas personas a la vez) pone los pelos de punta y recuerda lo que nunca debimos olvidar: que un pueblo -cualquier pueblo- entrenado, unido y caminando en la misma dirección mientras canta alzando al cielo su plegaria es, sencillamente, imparable.

Hablo de la tamborrada de San Sebastián en la que se recuerda cómo ese histórico golpe de efecto consiguió ahuyentar al enemigo. Ya saben, muchos tambores redoblando día y noche por toda la ciudad consiguieron intimidar a los franceses quienes pensaron que se aproximaba un poderoso ejercito... Los efectos del ingenio ante la escasez de recursos (en este caso militares), de la unión de todos los ciudadanos, del instinto de supervivencia, del coraje y de la organización popular sin estructuras... Todo ello dentro de un tambor y dos baquetas.


¡¡Celebremos los no-cumpleaños!! se dice en el cuento de Alicia en el país de la mil maravillas. ¡¡Celebremos las no tamborradas!! mientras nos mantenemos unidos, al paso rítmico y firme de la evolución hacia nuestros objetivos, imbatibles al desánimo, al cansancio, a las circunstancias. En cualquier lugar del planeta seamos pueblos que avanzan con orgullo de sí hacia la felicidad posible, hacia la prosperidad posible.

Hoy en San Sebastián la fuerza del redoble es tal que la lluvia se ha escondido entre las nubes dando paso a media mañana a un sol cantarín y juguetón. Todo un pueblo dentro de un tambor y Sarriegui, mi amigo Sarriegui, sonriendo un año más ante la fiesta que confirma la magia del poder de la intención.

lunes, 18 de enero de 2010

Puro Placer

Receta para un día lúdico.
Levántese cuando el reloj biológico diga ¡basta de dormir!
Desperécese como un gato: placentera y groseramente.
Contemple el alféizar desde la ventana, el tono del cielo, las copas de los árboles -para descubrir si hace viento-, después localice sus zapatillas y avance con lentitud por la casa mirando los rincones como si buscase a Campanilla, Peter Pan, o incluso al Capitán Garfio.

A continuación juguetee por debajo de la mesa con las piernas de su pareja. Cuando se distraiga, coloque una aceituna encima del pan con mermelada y esconda un cacahuete en el fondo de su té. Habrá risas. Si no hay risas, cambie de pareja tan pronto como le resulte posible. Dése un placer extra: una onza de chocolate puro , negro y con almendras, un zumo enorme de naranjas recién exprimidas, una pieza de fruta (pelada, troceada y en un cuenco de cerámica) mientras sigue haciendo trastadas a su pareja. Por ejemplo, en un descuido, ponga una canica en los zapatos que haya preparado para esa jornada o una pinza colgada de su blazer.

Puede que después de esto haya un enredo de piernas, un enredo de ropas o un enredo de almohadas. La cosa va bien. Continúe con placeres solitarios ya en la ducha: exfoliación, cremas, aceites varios, auto masajes... saldrá como una reina. Concédase algún extra: depilación, peluquería, paseo por los escaparates más lujosos de la ciudad, compra de alguna pequeñez que le haga mucha ilusión, visita a la librería más grande del entorno, lectura de los cómics de Mafalda en el propio establecimiento, más risas (discretamente, o pensarán que está en tratamiento psiquiátrico)... Piérdase en la nada, tome un capuchino mientras ojea el periódico, elija una película que realmente le llame la atención aunque la haya desestimado su amiga Sara, la cinéfila. Programe verla esa misma tarde.

Camine hacia casa con sus pequeñas compras y con sus grandes impactos de belleza, de estética, de placer, de abundancia, de tiempo, de plenitud. Regale sonrisas a su paso, de nuevo con discreción, o concluirán que -efectivamente- está en tratamiento psiquiátrico. Coma con moderación. Goce de una siesta. Cine. Antes de dormir, lea un mini-capítulo de El hombre es un gran faisán en el mundo (Herta Müller, premio nobel de literatura 2009)... pura poesía en prosa.

Ya tiene la receta para un día placentero. Dése el O.K. Si no ahora... ¿cuándo?

viernes, 15 de enero de 2010

El Ebro

Mi coche ha devorado de una tirada 270 kilómetros entre San Sebastián y Zaragoza. Bajo un sol de justicia, llaneando, ¡se ha portado como un campeón! Ni siquiera he repostado gasolina. Acompañada al principio por la juguetona niebla entre las cordilleras, por aspas eólicas, placas solares y reses multicolores más tarde, en menos de tres horas de autopista he ido dejando atrás a los pesados camiones que ¡por cierto! pagan un tercio menos de peaje que los turismos ??!!

Bellísimos los reinos de Navarra y Aragón. Increíble el Ebro con su fuerza y el canal imperial que conduce hasta la capital maña, y la avenida de la ranillas ¡sí, de veras, como lo oyen: la avenida de la ranillas! La vida -si se contempla con un poco de guasa- resulta simpática. Ya en la ciudad, vueltas y más vueltas porque la Gran Vía está cortada por obras del tranvía y bloquea el acceso a muchas transversales, por ejemplo la de mi hotel: Arzobispo Domenech.

El humor -decía la poetisa Gloria Fuertes- es una cualidad del amor. Y un Coach es una persona que trabaja con personas, para las personas, desde las personas. Es importante que tenga bien lleno el "saquito" del amor por la vida. Hoy hemos tenido casi cinco horas de entrenamiento sobre los principios básicos del Coaching, el diseño eficaz de objetivos, las cualidades de un buen Coach, el establecimiento del rapport o relación de confianza... Mañana le toca el turno a las herramientas creativas para la búsqueda de soluciones a los desafíos de la vida y de la empresa y, de nuevo, estará presente el sentido del humor, junto con las metáforas, la línea temporal de la existencia, la fórmula del desempeño... Espero disfrutar tanto o más que hoy -que ha sido mucho gracias a la energía curiosa, solidaria y respetuosa del grupo- (ver foto). Ya les contaré desde la avenida de las ranillas, desde los parques eólicos y solares... 270 kilómetros de vuelta a casa en mi coche azul que devora kilómetros como yo he devorado shusi esta noche en el Sakura de Zaragoza, un japonés que les recomiendo.

martes, 12 de enero de 2010

¿Quién lidera al líder?

Setenta, sesenta y nueve, sesenta y ocho, sesenta y siete... el sputnik formativo despegando. Cuenta atrás hacia el encuentro en Zaragoza con una veintena de profesionales que desean formarse en Coaching. Será este fin de semana, y tras la minuciosa lectura de sus perfiles estoy emocionada ¡que grupo más interesante! Algunos me han hecho llegar preguntas por Email incluso antes de conocernos. Hay una que me ha removido y dice lo siguiente: En sus artículos, usted explica que el Coaching es -entre otras consideraciones- un estilo de liderazgo. Yo que estoy al frente de un departamento de treinta personas en una multinacional de los seguros, en ocasiones me pregunto ¿quién lidera al líder?

Sin duda esta persona siente la soledad de los directivos que no pueden confesar debilidades, dudas o temores para evitar que les devoren las carroñeras aves del entorno. Es algo común en los cargos de confianza, en la alta dirección, y es una de las principales razones por la que algunos de ellos contratan Coaches: allá arriba sopla un viento gélido que hiela las entrañas. Mejor vivirlo en compañía de un sherpa que sin juzgar escucha, que sin resolver orienta, que sin restar protagonismo aporta la sabiduría de quien ya ha transitado esos senderos.

Recuerdo el reiterativo consejo de mi mentor Sir John Whitmore... Azucena, entrena a líderes... en la convicción de que musculando la cabeza de las organizaciones, fortaleciendo las competencias de aquellos que toman decisiones, se produce un efecto en cascada de mejora, satisfacción, rendimiento y plenitud en todo el sistema.

Y -ante mis reticencias- John insistía: Entrena a líderes porque no hay tiempo... Es el enfoque del Coaching Transpersonal de altos vuelos que practica el gran Sir John Whitmore, padre del concepto Coaching empresarial y europeo. Me pregunto cuanto habrá de cierto en su percepción de que no hay tiempo... para un cambio de paradigmas en la humanidad.

Soy consciente de que -de momento- no respondo a la pregunta de ¿quién lidera al líder? Sin embargo, hay un libro interesante cuyo título sugiere una respuesta. Publicado por Lid Editorial, y firmado por catorce expertos en Coaching (Fernández Aguado, Juan Carlos Cubeiro, Germán Nicolás, Viviane Launer...) lleva en la portada su mensaje: Forjadores de Líderes... en referencia directa a los Coaches. En sus 334 páginas explica cómo liderar a líderes y deposita sobre nuestros frágiles hombros (los míos al menos) la responsabilidad de estar al lado de quienes toman decisiones empresariales, artísticas, docentes, políticas o culturales. Bonito tema para la vídeo-conferencia formativa que tendremos a finales de este mes; bonito tema para los descansos de la formación de este fin de semana; y desde luego precioso tema moral para las organizaciones gremiales de Coaching en nuestro país: AECOP, ICF y ASESCO. Sputnik en marcha: sesenta y seis, sesenta y cinco, sesenta y cuatro... hacia Zaragoza.

viernes, 8 de enero de 2010

Corazón

Cien kilómetros de sentida emoción de regreso a mi casa tras una intensa jornada laboral. Nieve en las montañas, sobre el parabrisas y en la cuneta. Me siento "tocada". Tocada por los dioses.

- Cursi, ¡te estás poniendo cursi!

- Lo sé, y permite que exprese mis sensaciones.

- Esto es un blog, no un diario... ¡alcornoque!

- Si no te importa, deseo compartir lo que pienso, lo que siento, lo que me alcanza.

- Como quieras. Si no te importa mostrarte como un soufflé ante los directivos, los gerentes, los políticos y los profesionales a los que entrenas...

- Loro tirano, ¿has pensado alguna vez en clave de sensibilidad?

- No soy un loro, soy tu diálogo interno.

- ¡Vale! y esquizofrenia en estado casi puro. Desdoblamiento de personalidad.

- Dejemos esto para otro momento, al fin y al cabo te conozco: tú manejas el teclado y acabarás escribiendo lo que te de la gana.

- Exacto, así que -por favor- ¡házte a un lado!

- Guagg.


Vuelvo a comenzar: cien kilómetros de sentida emoción de regreso a mi casa tras una intensa jornada laboral. Nieve en las montañas, sobre el parabrisas y en la cuneta. Me siento "tocada". Adoro a las personas con las que trabajo, y aunque la gruñona de mi amiga Sara dice con ironía que "me lo tengo que mirar" (como si fuera un sabañón), yo lo disfruto enormemente. Adoro la unicidad de cada persona, el aliento sagrado de los desafíos que se plantean, el coraje con el que abordan los cambios internos, externos, laborales, personales... Adoro sus caídas y mucho más sus vuelos: la extensión de sus alas más allá de lo soñado. ¡Son fantásticos y tan diferentes entre sí! No hay dos parecidos en su ritmo, decisiones, razonamientos, creencias, paradigmas, valores, recursos, pulsiones... Son geniales. Trabajo con personas fabulosas, es un lujo que agradezco cada jornada y hoy más que nunca. Les cuento.


- Te estás poniendo muy cursi. No sigas por ahí. Esto es un blog, no el diario de Ana Frank.
- Por favor... déjame que exprese. La intensidad de lo que siento es aplastante y compartirla me hará bien. Hazte a un lado, por favor...
- Tú sabrás... sigue tecleando... yo, ¡ya he cumplido mi cometido de censor!

He recibido cinco regalos (muchos de ellos artesanales) totalmente inesperados, inmerecidos, inimaginables de otras tantas personas con las que trabajo: unos marcadores de libros con preciosas e inspiradoras frases ¡gracias, Nuria!, una litografía exquisita inspirada en mi amado Bosco ¡gracias Marta, la pondré en el despacho! y un tarro de mermelada casera de kiwis biológicos de Barrica adornada con dibujos, etiqueta y tela de cuadros rojos ¡gracias Miren! Además Zigor me regaló dos enormes tazas de té (una roja y otra blanca) con un plato plano en el que colocar ambas junto a unas cucharas de diseño.

No tengo palabras para expresar mi agradecimiento: realizo un trabajo que me apasiona, soy testigo de logros y hazañas, de risas y llantos, de complicidad a granel al fondo de los ojos del otro. Nos sostenemos mutuamente como funambulistas sin red.

- Te ha quedado de merengue total, corta el rollo.

- No es rollo, loro torpe, loro insensato, loro censor, loca de la casa (que decía San Teresa), es agradecimiento, es plenitud de un pequeño ser humano (yo misma) bregando en la materia con otros seres humanos. ¡Qué lujazo! Gracias a todos.

miércoles, 6 de enero de 2010

A dieta

A dieta. Medio planeta se pone mañana jueves día 7 de enero a dieta tras los excesos navideños. Quien más quien menos ha cogido un par de kilitos en la zona que menos le conviene, y aunque el invierno y sus coberturas de la lana permiten esconder los michelines, cada cual sabe su verdad y se enfrenta al peso como a un implacable reproductor de incómodas verdades.

A veces, la comida sustituye a otros placeres más livianos pero menos inmediatos o alcanzables: un atardecer en la Playa del Inglés (islas Canarias), una relación sensual o un retiro en la Sierra de Gredos. La comida templa el nervio, el ansia de afecto, las dead line y la sobredosis de esfuerzo cotidiano. Digámoslo directamente: compensa un montón de carencias y -aunque no las colma- engaña a los afectos. Además es rica-rica ¡qué les voy a contar!

Medio planeta a dieta calculando calorías a partir de mañana: sustituyendo los dulces por la fruta, el chocolate por los dátiles, la ensaladilla rusa por la mixta, el capuchino por el cortado, el postre por la nada, la salsa rosa por el chorrito de aceite de oliva. Y vuelta al gimnasio: recuperemos los abdominales perdidos como otros recuperan las arcas perdidas. Miremos ilusionados el porvenir primaveral y sus vestiditos cortos y ajustados e inspirándonos en ellos aguantemos las bridas del deseo, bajo la férrea mirada de la voluntad. Más sanos ¡seguro! más delgados ¡seguro! y quizá algo más tensos y puntillosos también.

Cuando alcancé la adolescencia y descubrí que vivir es realizar elecciones me enfadé con el destino ¿por qué no era posible todo y a la vez? Blanco o negro, Juan o Pinchamé, estudiar o trabajar ¡qué fastidio! En algunos de mis clientes adultísimos aún pervive la creencia de que todo es posible, a la vez y de inmediato. Parte de mi trabajo como entrenadora consiste en que descubran algunas de las reglas de juego del parchís adulto, es decir: que acepten que la existencia exige elegir y que si bien la elección deja fuera del bombo algunas opciones también incrementa la posibilidad de que se realicen otras. Es como cerrar un foco abierto ciento ochenta grados hasta convertirlo en un láser preciso, exacto, eficaz. Desestimamos algunas cosas para incrementar la posibilidad de alcanzar otras. Simple.

He preparado mi cajita de dátiles para mañana. Espero no se resienta mi sentido del humor ni la ternura, ese bálsamo del alma que tan dulce se pone en vacaciones.

domingo, 3 de enero de 2010

De viaje. Impacto Cuatro.

Se acabó. Plof. La pompa de jabón se desvanece a orillas del mar Atlántico.¡Cuánto cuesta aceptar la finitud de la vida, las experiencias, las relaciones! Ella (la sirena) se queda aquí, en Rotterdam, y yo vuelvo a la tacita de plata (San Sebastián). Atrás queda la ciudad de la arquitectura, el cóctel de edificios clásicos -anteriores al bombardeo del 14 de mayo de 1940- con ultra modernas construcciones diseñadas por Foster, Rem Koolhaas, Jo Coenen, Marcel Breuer... las famosas casas cubo, los puentes Erasmus (el más impresionante que recuerda Brooklyn) y Maas (de color rojo)... el lago... los cisnes y los patos, los capuchinos a orillas del canal, las aceras cuajadas de hielo, mi bicicleta rosa de florecitas que me ha llevado de maravilla por la city.

Suena la campana clin clin clin, el recreo ha terminado. Me subo al avión que sale con dos horas de retraso por el temporal de nieve y hielo. Afortunadamente el aeropuerto de Bruselas tiene dos pistas acondicionadas para seguir en funcionamiento en estas condiciones. Despegamos pasadas las once de la noche y por mi ventanilla observo que a la luna le han dado un mordisco (hace tres días estaba llena). El trozo ha caído en forma de luces sobre las ciudades que allá abajo parecen diminutos fósforos en la negrura de la noche. Abro EL PAÍS que no he tenido tiempo de ver en todo el día, y leo que por fin se han puesto de acuerdo las autoridades del Rijksmuseum con la poderosísima Federación Ciclista de Amsterdam sobre el diseño del acceso principal a la pinacoteca de manera que se respetará la autonomía de los ciclistas en convivencia con los peatones. Al arco de entrada los holandeses le llaman "el pasaje" y tras el consenso permitirá que las obra sigan adelante hasta el 2013, año en el que se prevé la conclusión total de la reforma.


Casi todos los pasajeros están dormidos. Las azafatas trajinan por el pasillo. Un bebé llora un instante en la parte delantera del avión. Cierro el periódico y me asalta esa emoción turbulenta que a veces me acongoja. Lo he pasado ¡taaaaaan bien con ella! Se acabó. Vivamos el presente - el aquí y el ahora- agradeciendo lo que fue y mirando esperanzados el porvenir. Buen aterrizaje en Sondica (Bilbao) y una temperatura de nueve grados (once más que en Bruselas). Recojo mi maleta que pesa más que a la ida: traigo demasiado queso, ropas de outlet, bulbos... Pago el parking. Por la autopista hacia San Sebastián voy dejando un reguero de nostalgia con el hemisferio derecho. El izquierdo se ha puesto a maquinar sobre la agenda de mañana, que será otro día, con otros desafíos y otros impactos ya no de viaje, aunque uno en verdad siempre está viajando por el sendero de la vida. Fin del cuaderno de ruta.

sábado, 2 de enero de 2010

De viaje. Impacto Tres.

Hay un país que gira en rotación, traslación y bicicleta. Un pequeño país veloz en los cruces, las esquinas, ciudades y avenidas. En armonía conviven foráneos y turistas, alemanes, turcos, italianos, negros, chinos, suizos, belgas, holandeses, japoneses, españoles...

En Amsterdam hay barrios rojos (prostitución legal), chinos (de comercio asiático), de marihuana, judíos (alimentación kosher, shabbats, kipas), barrios gays, el barrio del mercado y el de las flores, sobre todo el barrio de las flores. Siempre en bicicleta a un ritmo trepidante: tranvía, coche, autobús, moto y bicicleta con semáforos diferenciados, carriles diferenciados y cruces en los que dos ojos apenas alcanzan para mirar simultáneamente en las cuatro direcciones.


Este país es una enorme bicicleta con cartucheras y sin ellas, de chica, de hombre, altísimas, sin frenos, con guardabarros, luces obligatorias en cuanto anochece, de todos los colores y estilos. Creo que se podría realizar un máster sobre las bicicletas en Holanda. Hoy he descubierto sillines marrones, beiges, rojos y negros de forma triangular (más o menos afilados), ergonómicos, viejos, nuevos y ¡redondos! completamente redondos como un lacasito. La imaginación más osada no alcanza a soñar todo lo que se puede llevar en una bicicleta: ocho rollos de papel higiénico, un cuadro, dos niños (uno delante y otro detrás, en diminutos sillines), ramos de flores, un ordenador, un violín en la espalda, una mochila colgada del manillar, una caja repleta de bulbos de tulipanes, la compra de la semana realizada en el mercado local, los regalos de reyes, una chaqueta de las rebajas, varios libros del anticuario... No hay límite como tampoco existe frontera para pedalear de pié, sentado o en compañía y se estila llevar a otra persona detrás apoyada lateralmente en sincronía con el que conduce, e incluso dos agarrados como en una moto pero con los pies en el aire. También hay bicicletas con un carrito cubierto y cómodo en el que se transporta a los niños. Por último he visto a personas hablar entre sí mientras mientras sus bicicletas avanzan en paralelo por los carriles rojos, he visto a ciclistas que con gran salero avanzan y hablan por el móvil, a otros que zigzagean para esquivar a una persona distraída, algunos se van colocando el gorro, otros los guantes, un tercero va comiendo una stroopwafel (típica galleta holandesa de miel)...

Bajo este impacto escribo tras haber disfrutado de Apassionata, un espectáculo en el que -excepto hablar- los caballos hacen de todo (foto). Bellísimo show en su coreografía, música, luminotecnia, vestuario y arte de animales y personas en armonía. Amsterdam cuajada aún de nieve en las esquinas tras los últimos fríos con sus pequeños y caros museos de cera, del terror, del sexo, el Van Gogh, of course, y el Rijksmuseum, of course... He comprado bulbos de colores que plantaré con amor a mi regreso en el jardín del despacho (urbano y muy holandés) aunque mi amiga Marta diga que tiene estilo británico. Mañana me toca Rotterdam, en una bicicleta sin frenos, bueno... contrapedal, altísima, con guardabarros y cartucheras. Es de color rosa con florecitas pintadas en el protector de la cadena. Si sobrevivo a la aventura, les contaré. Duih!

viernes, 1 de enero de 2010

De viaje. Impacto Dos.

Son las 10.30 del uno de enero de 2010. He dormido muy bien. Me despierta un tenue sol que -según dicen- nunca aparece por aquí (Países Bajos). Aún recuerdo el fuerte impacto de la experiencia de anoche: sobre el tejado de la casa (horizontal y cubierto de piedras redondas) en la calle Noorderhavenkade disfrutamos del espectáculo de los fuegos artificiales, tracas y petardos que aquí no están prohibidos. Durante casi una hora desde la medianoche, los ciudadanos de Rotterdam nos regalaron la tradición de ahuyentar los malos espíritus a base de pólvora controlada y multicolor. También vi algunos farolillos chinos... flotantes, lentos y mágicos alzándose con una vela pequeña en su interior portando un deseo para el tiempo que comienza.

Me desperezo. El nuevo año nos regala sol a raudales lo que significa que en el exterior hará menos frío y en las horas centrales del día alcanzaremos los dos grados sobre cero, escala grados Celsíus: fabuloso e inesperado en esta época del año. Impulsados por la claridad amarillo-naranja del cielo, tras un desayuno contundente, salimos de casa en bicicleta y pedaleamos casi veinte kilómetros por bosques alrededor del lago lleno de patos, cisnes, ocas, pollos de agua, gaviotas y zarapitos. Hay otras aves cuyos nombres desconozco.



Para llegar al lago Kralingse cruzamos mil canales, canalillos y canelones ¡perdón por la broma fácil! Están helados y se espera que (si se mantiene la climatología unas semanas) se podrá patinar sobre alguno de ellos. La capa helada atrapa muchas hojas que caen de los sauces llorones que custodian la mayoría de los senderos de agua por los que transitan botes de todos los tamaños.


Rotterdam huele a musgo: las aceras, los carriles de bicicleta, las esquinas de las casas, los troncos de los árboles... casi todo tiene una película verde e intensa adherida a la superficie. La humedad lo va cuajando todo de verde musgo y de moho escurridizo al que los lugareños están bien acostumbrados: nunca resbalan. Verde musgo en una ciudad gigantesca cuyo puerto he bordeado (varios kilómetros antes de cruzar el puente Erasmus y entrar en la zona sur de la ciudad) para disfrutar de una vista que -por su grandiosidad y dimensiones- recuerda Nueva York, Londres o Kubait. Por un instante y mientras pedaleo me acuerdo de mi ciudad y -desde aquí- me parece un confeti en medio la nada. La quiero ¡desde luego! y volveré a ella en unos días para disfrutar de su belleza de tacita de plata (San Sebastián).

Escribo este post desde el salón de la primera planta mientras suena a todo volumen Ella Fitzgerard; son las 16.30 y ya es de noche. Les dejo, porque voy a merendar té rooibos con tortitas caseras bañadas en chocolate negro fundido, ríquísimas y típicas de Holanda.

Ver algunas fotos en el ábum picasa.