viernes, 2 de julio de 2010

La magia del carrusel

Helado de cookies y frambuesa en la gelatería del Boulevard -centro de San Sebastián- con mi hija, este verano, en unas mini-vacaciones que se ha concedido a modo de tregua en la batalla musical que mantiene desde hace dieciocho años. Se afana por capturar el conocimiento ancestral de los maestros del violín la mayoría de los cuales superan los setenta años. Eso le ha llevado lejos, muy lejos, de casa: Israel, China, Nueva York, Noruega, Rusia, Italia, Francia, Inglaterra, Polonia... y sobre todo Alemania (dos años en Stuttgart) y Holanda (Rotterdam 2010 y 2011). Durante su estancia, hemos procurado estirar las horas como si fuesen chicles de cookies y frambuesa: nuestros sabores favoritos cuando compartimos una tarrina de helado y la saboreamos en el puerto (sentadas en el petril) mientras pasan los veleros (ver foto) y nos ponemos al día sobre nuestros pensamientos profundos, inquietudes e ideas locas que se funden en el horizonte y que no fluyen por Email o Skype, porque precisan una cercanía inferior a los diez centímetros de piel...

Cae la tarde, la bruma y el txirimiri (lluvia muy fina) en la bahía y decidimos aprovecharlo para despedir la jornada con un paseo a orillas del Cantábrico donde la temperatura del agua es excelente para los norteños y helada para el resto del planeta. Atrás quedan los temas laborales, el correo electrónico atrasado, los informes por completar, los proyectos... Avanzamos entre las olas sacándonos fotografías la una a la otra y riéndonos. Después nos subimos en el carrusel que hay frente al ayuntamiento y nos tronchamos literalmente por la gamberrada de niñas malcriadas. Se acerca el dueño y le sonreímos antes de que se enfade, sacamos algunas instantáneas, y regresamos de nuevo mar adentro.

Mañana se marcha la sirena y el mundo se apagará un poco para mí, como un caleidoscopio que se cierra sobre sí mismo. Acaso amar sea dejar marchar en libertad, supeditando el bien propio al del otro. ?¿ !¡

2 comentarios:

H dijo...

Como decía una canción: "Si amas a alguién déjalo libre".
Lo bueno de la vida es que funciona como ese carrusel y dentro de nada estarás de nuevo comiendo helado de frambuesa. Hasta entonces, sonará la música (por teléfono, e-mail y skype) y compartirás con nosotros (afortunados) la melodía. Bicos,

H (musical)

maribel dijo...

Aunque la vida pase, siempre llevaremos dentro de nosotros algo del niño, del adolescente que fuimos, y es muy importante darles rienda suelta de vez en cuando. Esto nos puede ayudar a relajarnos y a desdramatizar muchas situaciones. Hay que seguir jugando, como cuando éramos niños, pero sin hacer trampas. Maribel