martes, 17 de agosto de 2010

Mar adentro

Medirse con el mar es perder la apuesta de antemano. Gana siempre. A nado, unos metros o unos kilómetros mar adentro te vence por cansancio. Sobre la tabla de surf, avanzas -y te diviertes- justo hasta que su enorme fuerza-ola te abandona. En piragua, te voltea cuando le da la gana llenando el interior de algas, sal y abundante agua. A vela dependes por completo del mismo aire que juguetea caprichoso con las cometas en un día gris del verano norteño (ver foto).

Medirse con la naturaleza es perder la apuesta de antemano: vence siempre y -aún maltrecha- seguirá en pie cuando hayamos desaparecido del planeta: es más fuerte y carece de emociones ¿o porque carece de emociones es más fuerte? Las gaviotas se atreven a coger olas de viento que les zarandean entre nubes bajas. Jugueteando, sin resistencia, fluyen con el elemento aire haciendo de la dificultad virtud. Por contra, los humanos... ¡Cuánta soberbia para ser un grano de arena pegado a la sandalia del pescador! En el Kursaal, exponen (hasta el 12 de octubre) cuadros, esculturas, collages y bocetos de Joan Miró. Turistas y residentes aprendemos el arte de lo ecléctico y si estás un rato en el interior de la sala Kubo (observándolo todo con serenidad) te llevas mil impactos de inspiración, como si visitases el estudio del artista en Mallorca, entre 1956 y 1983. Rodeado de mar, bajo la influencia del cubismo, el fauvismo, de Van Gogh o de Cezanne (ver foto) nadaba con frecuencia en el océano-mar junto a su esposa Pilar. Me da por pensar si tener pareja será un salvoconducto de la barbarie del vivir, del ser aniquilado por las mareas ?¡¿!

Tomo un café en la terraza de la Zurriola y leo a Kundera, el gran escritor checo con quien no conectaba desde la Insoportable levedad del ser. Buceo en La identidad, un libro inquietante con pareja de fondo, y vuelvo al mar, invencible coloso sin vanidad. Me enamoran su fuerza, su profundidad y su cambiante belleza hoy gris verano en la bahía.

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