domingo, 31 de octubre de 2010

Innovación Social ¿Revolución Silenciosa?

Aunque se favorece la innovación con variadas iniciativas y resultados exitosos en la creación de productos y servicios, quizá aún podamos hacer algo más. Mi propuesta es la innovación social, en la que podamos participar todos los ciudadanos (uno a uno, a pie de calle) asumiendo nuestra responsabilidad como una armónica multitud que avanza hacia el porvenir.

La innovación quizá sea otra cosa que empapelar las paredes de los despachos con post it de colores (técnica original de la Universidad de Búfalo), el brainstorming (tormenta de ideas), el juego de sombreros (Eduard de Bono) o los mapas mentales (Tony Buzan). Finalmente, aunque es interesante reunirse y compartir sin censura el pensamiento, la innovación es algo más que verbalizar cuanto se cruce en el frontal de nuestra mente -tenga o careza de coherencia, lógica o tino-.

Convertida en cajón de sastre, la innovación está en boca de todos sin que nadie atine a practicarla a ras de suelo, es decir, al nivel operativo en el que -quizá- resultase abono fértil a la parálisis social agudizada ahora por el miedo a perder el empleo, el cliente, el bonus o la promoción.

Los departamentos gubernamentales, clusters y think tanks hacen sus aportaciones valiosas, aunque de bajo impacto social. Echo en falta algo… ¿revolucionario? al menos esperanzador ya que en ocasiones me da la sensación de que la humanidad busca al tacto un rayo de esperanza en la negrura de la noche, y acaso nos encontremos en un momento crucial cuyo desafío consista en plantearse un modelo diferente en el vivir, que derive hacia un modelo diferente de relaciones. Diría sin rubor un modelo innovador si el término no estuviera tan contaminado como el río Liaohe (China).
Innovar pudiera ser caminar por la mañana hacia el trabajo o ir en bicicleta. También comunicar empática, receptiva, amablemente, y en el contexto organizacional, la gestión del ego que se desata como un tigre tan pronto como se promociona a un directivo. Se gane poco o mucho, innovar pudiera ser vivir austeramente como una elección ecológica y respetuosa con un planeta sobrecargado que agoniza; y apostar por el ser arrinconando el tener rescatando tiempo de calidad para mirar a las estrellas y orar.

Innovar es construir un sueño y vivir de acuerdo con los propios valores -estén o no de moda-, desde la unicidad del ser, porque en un mundo de clones, yo prefiero ser un gnomo. Y ser agradecidos con lo que somos y tenemos antes de perderlo (la salud, el empleo) así como creer en la felicidad posible, profunda inspiración hacia la mejor versión de uno mismo. Innovación reflexiva en lo cotidiano, que se interrogue sobre lo qué está pasando, el aprendizaje y -sobre todo- cómo mejorar con honestidad, libertad y apuesta firme por el cambio. El cambio, como lo único permanente.

En síntesis, lo que propongo es una revolución silenciosa y armónica uno a uno hasta alcanzar una masa crítica que haga posible otro modelo de existencia, ciertamente innovador en el vivir, porque acaso lo más valioso sea avanzar hacia la plenitud-autorrealización (Abraham Maslow) y el sentido último Viktor Frankl (neurólogo y psiquiatra austriaco), la razón por que la estamos en el planeta tierra.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Pisando charcos, al norte

He pisado 33 charcos de mediana profundidad para eliminar la arena de mis camper rosas de cordones grises. Antes, descalza, he saltado 33 olas disfrutando de un agua cuya temperatura resulta soportable a finales de octubre. Mientras paseaba por la orilla, ha caído txirimiri (fina lluvia del norte), calculo que habrán sido unas 33 gotitas diminutas porque apenas han dejado un registro efímero en mi Gudrum rojo talla small (impermeable de origen nórdico comprado hace dos años en Stuttgart). He tomado 33 sorbos de café en el Niza y un bloque de queso de cabra que recomienda mi homeópata bilbaíno. Calculo que habré estado leyendo unos 33 minutos en la mesa pequeña desde la que se ve el mar. He disfrutado mucho con la expertise de Iñaki Piñuel sobre el acoso moral en el trabajo, en los valores y en la vida. Aunque... tiene una visión tan reptiliana del ser humano ¡tan primitiva y rastrera! que he sentido 33 nauseas por la humanidad (en la que me incluyo ¡of course!).


El caso es que tras los 33 charcos he competido con unas gemelas de tres años que pretendían imitarme. Sus padres no han consentido y ellas han protestado ¡cómo corresponde! Después he llegado al despacho, he escuchado el contestador automático: 33 segundos de silencio y el mensaje de una Escuela de Negocios de Madrid que me invita a participar en su programa formativo con el temario que quiera, en las fechas que pueda. Con el auricular aún en la mano he mirado al techo (hay una telaraña en la esquina izquierda del fondo) para agradecer a los 33 dioses del Olimpo que sigan protegiéndome. Hay buena gente, Piñuel, no todo son psicópatas de poder, ni narcisistas retorcidos... Existen personas que ofrecen proyectos a personas en un silencioso reconocimiento de lo que hay, de lo que es. A 33 pasos del jardín zen del despacho, me apresuro a regar las plantas: el laurel que me regaló Andrés y mide ¡más de dos metros! el rosal enano cuyas flores se comen los caracoles, las azaleas que afortunadamente no les gustan, las camelias con 33 botones a punto de florecer, el tejo que me regaló Eli y ya tiene muchas bolitas rojas, y el acer japonés, la joya de la corona de mi jardín. Cae de nuevo fina lluvia refrescante, apenas 33 gotitas de txirimiri otoñal. Conecto con ustedes y escribo unas propuestas para la Escuela de Negocios, unos emails y este post. Tardarán 33 segundos en leerlo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Tiburones

Trabajo con directivos de varias entidades bancarias, algunas vascas, otras no... Dirigen por objetivos de pasivo, de hipotecas, de fidelización, de volumen de negocio, de venta de seguros y ... hasta de vajillas.

Llegan al despacho textualmente "fritos/as" como pollos de cervecería: alto nivel de stress, inconmensurables esfuerzos para alcanzar la imposible rentabilidad que les marca su director regional quien -a su vez- es marcado (como en rúgby) por el director de zona quien a su vez... Permitan que respire porque me agoto tan solo con recordar la secuencia que se produce en cada entrenamiento con estos directores de sucursal.

Todo está cuantificado (a veces pienso que hasta las veces que respiran, tosen o se ríen porque acaso les rebaje el ratio de productividad para el bónus, o para el ranking en el que diaria o semanalmente (según las entidades) les catalogan como en la lista de Schindler.

Con el tiempo, estos tiburones macho o hembra se convierten en sanguinarios depredadores de sí mismos y de otros porque del resultado de la totalidad de su equipo depende la promoción propia... ¡claro que sufren! ¡claro que se agotan! ¡claro que duermen mal! ¡por supuesto que anhelan un tiempo mejor en el cada vez más alejado porvenir! Sin embargo, han caído en la trampa narcisista de la que habla Iñaki Piñuel (Universidad de Alcala de Henares) en el libro que estoy leyendo Liderazgo Zero (Lid Editorial). El foso consiste en obedecer órdenes de los superiores de manera casi ciega, robótica, hasta exprimir la última gota del zumo neuronal y de la resistencia física de los subordinados. Los directores de sucursal se convierten en autómatas vestidos con traje por fuera y con neopreno emocional y ético por dentro: todo vale al servicio de los objetivos que indica el superior.

Ahora resulta, sin embargo, que este sistema está dejando de dar resultados o -al menos- está dejando de ofrecer la excelencia cuantitativa de antaño. Leo en Negocios a Iván Martén (The Boston Consulting Group) quien afirma que junto a la dirección por objetivos cuantificables hay que aplicar un enfoque cualitativo en el que se precise la forma (a poder ser ética y humanista) de lograrlos.

En una idea: pasar de la dirección por objetivos que puso de moda el austriaco Peter F. Drucker (uno de los padres del management) a un nuevo modelo de gestión que incluya variables como la innovación, los procesos, el desarrollo directivo, la actitud de los trabajadores y la responsabilidad social de la empresa. Para quien no haya leído sobre ello, algo muy cercano a la ética.

miércoles, 20 de octubre de 2010

¿Reflexividad?

Una vez al mes un grupo de profesionales nos reunimos con un sabio: personalmente absorbo lo que dice, lo que calla, y lo que respira junto con algunas certezas, varias dudas, muchas lecturas, cientos de investigaciones y una vida dedicada a la enseñanza. Es catedrático de psicología social en la Universidad del País Vasco y un especialista en equipos académicos y empresariales.

A veces soy irreverente con las preguntas-desafío que le formulo, y pese a su edad (más de setenta años) y condición "aguanta" el envite con señorío. Tiene cintura, y una sonrisa pícara desde los ojos que calibra y piensa: comprendo... quizá... voy a revisarlo... tal vez... mientras vuelve a la ortodoxia de su pensamiento bien armado-alimentado durante cincuenta años.

Hoy hemos profundizado en la rivalidad entre dos-tres componentes de un equipo empresarial. Para ello hemos aplicado el "diagrama de afinidades", algo que le gusta mucho a Sabino Ayestarán. Tras gastar casi un taco de post it hemos alcanzado algún consenso, alguna conclusión y muchas incógnitas porque... a veces el diagnóstico de una situación es hipótesis en la que cualquier parecido con la realidad resulta pura coincidencia. Entiéndanme, no es que ponga en solfa los conocimientos, ni el diagnóstico, ni la interpretación del sabio, sino que la vida no es una fórmula exacta ni -a mi entender- existe una sola manera de abordar-solucionar-mejorar un dilema.

De hecho, el propio Sabino está interesadísimo en la innovación y en la creatividad que -al fin y al cabo- si yo no ando muy despistada, no es sino la ilimitada exploración de opciones, al menos en la fase de pensamiento divergente, de pensamiento lateral. Se ha interesado mucho por un curso de Neuronilla que organizan en Bilbao http://www.up-art.org/ mis amigas Miren e Isabel a mediados de noviembre 2010, porque intuye que hay algo que incorporar al pensamiento poliglota y articulado de los congresos y las sesudas publicaciones internacionales.

Hoy hemos aprendido mucho con el sabio, tanto, que excede el formato de un post. Sin embargo, quisiera cerrar la impronta con una idea: la reflexividad o capacidad de las personas, los equipos o las organizaciones para reflexionar conjuntamente sobre lo que están haciendo, lo que ocurre... Se trata de pararse a mirar, a observar lo que hay, lo que es.

Buen aporte vitamínico para la jornada: con honradez, libertad, y genuino deseo de cambio, pongamos un gramo de reflexivilidad en nuestra vida: ¿Qué está pasando?

Juego de Espejos

Puesto que estamos hechos de la misma materia que las estrellas (Sagan), es comprensible el anhelo de convertirnos en dioses. Y de entre las mil ventajas que conlleva ser un dios, hay una que -para mi- se alza sobre todas las demás: la capacidad de evitar el declive de quienes amamos, entiéndase desánimo, enfermedad, envejecimiento y muerte. La muerte acaso sea lo de menos porque en verdad lloramos por nosotros, los que sobrevivimos a la ausencia irreversible del otro. Sin embargo, el paulatino deterioro nos confronta con la tristeza del ser que conocimos y ya no es, de la fuerza que conocimos y ya no está, de la belleza que se marchita... Y aunque desde el nacimiento sabemos que somos mortales, cuán duro es verlo en el otro intuyendo, a su vez, que lo que descubrimos no es sino un espejo de nuestra propia evanescencia.

sábado, 16 de octubre de 2010

Dos

Dos bajo un paraguas un domingo al atardecer, con un cielo naranja-acuarela, y el mundo es un exceso.

Dos en silencio, a carcajadas, dialogando, de la mano, separados, en paralelo, frente a frente, de pie, sentados, en coche, en autobús, en funicular, en barco, en bici, en moto, un lunes al amanecer. Dos jabonándose mutuamente la espalda con un guante de crin, tomando chocolate con churros en el casco antiguo, compartiendo chicles sin azúcar, un martes por la mañana. Un hombre y una mujer, un miércoles por la tarde, de escaparates por el centro cogiendo ideas para combinar ropa, reciclar complementos, absober tendencias de moda pensando en él, imaginándole a ella. Dos. Y un jueves de librerías buscando recomendaciones bibliográficas de los amigos, escuchando un poco de música en el Fnac, antes de comprar un CD de gregoriano para los ratos de relax, en casa, en solitario, de uno en uno, aunque sigan siendo dos. Y llega el viernes y es el momento de decorar la mesa para la cena que señala el comienzo del fin de semana: velitas, servilletas de colores, entremeses y un buen vino, blanco, como le gusta a ella, de aguja. Y sábanas estampadas de diseño oriental, y muchas risas antes y después de que el edredón resbale al suelo. Y el sábado, dos llenando un carrito de la compra con productos alimenticios y de limpieza: momentos para lo prosaico. Y el domingo de nuevo sobra todo en un tiempo lento, compartido y pleno en el que el mundo es adorno, escenario, pretexto, música de fondo para dos que se quieren más allá de lo efímero.

viernes, 15 de octubre de 2010

Encefalograma plano

En un mundo de clones, prefiero ser un gnomo.
Jueguen conmigo, por favor, a encontrar una página web, un blog, un artículo en Expansión, en Negocios (EL PAÍS) o en el Financial Times (Economía) que no referencie alguno de estos conceptos: innovación, sinergia, creatividad, optimizar, crear valor, transversal, liderazgo, misión-visión-valores, desarrollo de personas, gestión del tiempo, del cambio, responsabilidad social corporativa e inteligencia emocional. Si lo encuentran... ¡bingo! Parece como si una gigantesca apisonadora hubiera igualado la totalidad de las neuronas del planeta dejandolas a ras de suelo del tamaño de un champiñón, ralentizando las sinápsis (conexiones) e invalidando -en todo o en parte- el proceso generador de múltiples realidades, enfoques y sensibilidades. Les confieso que esta homogeneización es algo que me hiere como el punzante filo de una navaja.

Re-leo estos días a Confucio. Afirma que existen tres métodos para alcanzar la sabiduría. El primero y más noble, la reflexión. El segundo, la imitación (el más cómodo y sencillo). El tercero, la experiencia, el más amargo. Puedo asegurarles que reflexiono y experimento con intensidad hasta el punto de que me considero un canto rodado... sin aristas de tanto golpearme con las esquinas de la vida (las magdalenas también ayudan al redondeo).

El caso es que en las últimas semanas se han multiplicado las experiencias en las que hallo: empresas clonadas, idénticas ideas, miméticos diseños, libros plagiados, discursos copiados y enfoques repetidos. Me invade la tristeza por un doble motivo. En primer lugar porque -como saben- creo en la unicidad de las personas y, por lo tanto, en la unicidad de los cerebros y en la unicidad de sus recursos para pensar, escribir, vender-comprar, o lo que fuere. Y en segundo lugar porque si bien todo concepto u objeto nuevo lleva la impronta enérgica y vital de su creador, las imitaciones resultan huecas, vacías, faltas de aliento.

En un mundo de clones, en el que el camino más transitado es el de la imitación (ni siquiera para alcanzar la sabiduría sino para enriquecerse) prefiero ser un gnomo.

domingo, 10 de octubre de 2010

Puzzle Organizacional

A pesar de mi potente ADSL, no tengo línea directa con Dios y -por lo tanto- me resulta imposible preguntarle qué quiso decir -exactamente- al transmitirnos la idea de que "... El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros... ". Si hay teólogos entre ustedes quizá puedan aportar ?!

La palabra es un rudimento sonoro, punta de iceberg del inmenso y sofisticado océano que somos. Y -aunque la manejamos con frivolidad- crea el mundo. Todo comienza en un concepto que etiquetamos con una palabra, que (a su vez) provoca una emoción, que impulsa un comportamiento que se transforman en un hábito y forja -finalmente- un destino. Su destino, mi destino. Un ingeniero naval con el que trabajo describe el proceso en un plis plas: de gaseoso (concepto), a líquido (palabra) y a sólido (realidad).


Consciente o inconscientemente, cada una de nuestras palabras evidencia nuestra visión de la vida y los negocios, de los valores y las creencias, de las relaciones y sus entresijos. Escuchada con precisión, la palabra evoca ecos profundos del plancton marino de quien habla, revelándonos la unicidad de ese ser humano sagrado y especial.

Porque... no somos iguales. Afortunadamente somos diferentes: no mejores, no peores, no iguales. Únicos, insisto. Por eso esta mañana adquiere sentido (y se dimensiona en mi) la filosofía que me enseñaron en Cambridge según la cual la armonía -acaso el equilibrio- y tal vez la felicidad, consiste en situar a las personas adecuadas en los lugares adecuados. Hoy me permito añadir por mi cuenta: personas adecuadas, en lugares adecuados y en los momentos adecuados. Pura sincronicidad (Carl Jung) y quizá... algo más.

Cuando Mr. Meredith (Universidades de Henley y Cambridge) profundizó en la investigación de las claves que aseguran el máximo rendimiento en las organizaciones académicas o productivas, el mundo giraba a velocidad de peonza y las personas adecuadas en los lugares adecuados podían asegurar óptimos resultados. Hoy el mundo gira a la velocidad de la luz y lo que ayer blindaba el éxito hoy puede estrangularlo. Hace un par de días coincidí en un paseo de bosque con Koldo Saratxaga -propulsor del boom Irizar (Grupo Mondragón)- quien reconocía sotto voce que las claves de un éxito sonoro no siempre se pueden reproducir una década después.

Las personas adecuadas, en los lugares adecuados, y en el momento adecuado es una propuesta de equilibrio organizacional que conlleva ¡ay qué peregrino! un ajuste de cuentas con lo que es: un honesto reconocimiento del talento, de la experiencia, de la iniciativa, del conocimiento... Principio de orden -diría Hellinger-. Principio de justicia... ¿quizá?

viernes, 8 de octubre de 2010

Inspiración

Mi amiga Olga Boo (Decofs Estudio) ha pronunciado hoy su primera conferencia. Ha sido tan hermoso contemplar el despliegue de sus conocimientos, entusiasmo y certezas, que ha resultado un canto a la vida y al potencial (en este caso de mi amiga). La sala ha estado casi llena. La duración del evento se ha ajustado a sus previsiones -algo más de una hora- y se han producido muchas más preguntas de las que esperaba: casi una docena (lo que ha sido todo un síntoma del interés suscitado).

Tiene mucho mérito porque Olga es de un tímido casi autista, y de un humilde casi franciscano, y huye de los focos como los gatos del agua. Hoy, sin embargo, lo ha hecho y ha sido fantástico observarla. Ella, su brújula Luo Pan, y las enseñanzas del maestro Joseph Yu -radicado en Toronto (Canadá)- sobre el milenario arte del feng shui.

No les contaré el contenido de la conferencia, tan sólo una frase de mi amiga -al cierre del encuentro- "...El feng shui es a los espacios lo que la acupuntura al cuerpo humano: tonifica, fortalece y equilibra lo que hay, lo que es...".

Homenaje a mi amiga, a la persistencia, a la bondad, y al mimo-cuidado de aquello que le apasiona. Otra muestra-perla viviente del creer para crear realidades, sueños, eventos, negocios, conferencias... ¡Enhorabuena, Olga!

Cambio

EL CAMBIO ES LO ÚNICO PERMANENTE
En un mundo que gira a la velocidad del vértigo, los Líderes, Coaches, Mentores y resto de la humanidad somos testigos de que el cambio es lo único permanente. La supervivencia de las razas, los negocios, las carreras profesionales y hasta la pareja depende en gran medida de la capacidad de encarar los cambios con elegancia y animo ¡acaso disfrutándolos!

LOS CAMBIOS ABRUMAN
Cambios de empresa, fusiones, deslocalizaciones, diversidad racial, cultural, generacional, despidos, ascensos, traslados: todos los cambios exigen salir de la “zona de confort” (a la que somos tan aficionados) para aventurarnos en nuevos e inexplorados territorios que, a veces, abruman y, sin embargo, cobijan la llamada “zona de oportunidad”.

SIN CAMBIOS NO HAY AVANCE, RENOVACION
En 1968 un atleta estadounidense llamado Dick Fosbury desafío todos los cánones deportivos del momento y se atrevió a probar una nueva técnica de salto por encima del listón: de espalda. Fue campeón olímpico en México ese mismo año y cambió para siempre la forma de entender el salto de altura en lo que aún hoy se conoce en el mundo como el estilo Fosbury Flop.

LOS CAMBIOS EXIGEN UN GRAMO DE ESPERANZA
Entendida como creencia en el desarrollo del máximo potencial de las personas, los equipos y las organizaciones. Decía el político y filósofo chino Confucio que los líderes son proveedores de esperanza. A mi me gusta la idea de que a diario trafico con ese material gaseoso, la esperanza, hasta hacer de ello un líquido plan de acción, que acaba cuajando en una sólida realidad.

La esperanza de la que hablo no es un soufflé, sino una actitud enraizada en la certeza de que hay que creer antes de ver, mientras se diseñan objetivos Grow o Smart es decir: realistas, específicos, alcanzables, desafiantes, medibles y diseñados por etapas.

EN LAS CUMBRES ORGANIZATIVAS HAY FRIO Y SOLEDAD
Los máximos responsables de las organizaciones no pueden mostrar debilidades y, en ocasiones, no tienen con quién contrastar sus ideas, decisiones o temores, ni quien les ofrezca un feeback honesto, descarnado y útil, para la mejora de procesos, habilidades, competencias o resultados. Van solos hacia el acantilado rodeados de cantos de sirena. Los Coaches acompañan, facilitan la gestión de los cambios, y ofrecen un valioso feedback.

LOS CAMBIOS SON TAN VELOCES QUE EXIGEN TODO Y MÁS DE LOS PROFESIONALES
En la civilización del conocimiento, los Líderes, Coaches y Mentores propiciamos que las personas se paren a pensar. En sí mismos, en sus organizaciones, en sus proyectos, en sus valores, en lo que tiene/ no tiene sentido. La escucha de calidad, las preguntas socráticas, el rapport y el feedback son poderosas herramientas que ayudan a pensar.

TODOS SOMOS APRENDICES
Los papeles de Líder, Coach y Mentor son transitorios e intercambiables a lo largo de la vida, y han de ser vividos desde la humildad (evitando escrupulosamente la tentación de clonar) ya que, mientras estamos vivos, todos somos aprendices de mago.

Más sobre este tema en las V Jornadas Coaching & Mentoring, Universidad-Empresa en la Universidad Politécnica (Madrid) del 23 al 25 de noviembre 2010.

sábado, 2 de octubre de 2010

¿Príncipe o Sapo?

Todas las mujeres nos hemos propuesto, alguna vez, convertir un sapo en un príncipe. De veras. Así de tercas somos, a ratos, las mujeres. Los manuales de psicología humanista, las estanterías con libros de autoayuda, y los filósofos de todos los tiempos, afirman que no se cambia a nadie que no quiera ser cambiado.

Un poco como en mi trabajo: imposible propiciar el cambio, si el alma entera de la persona no está ahí. -Vean la foto en el álbum porque merece la pena: fue tomada el pasado fin de semana en Amberes (corazón de Bélgica) ciudad con casi medio millón de habitantes y una larga tradición de maestros chocolateros-.

La mujer de la foto aún cree en el amor ¿aún? Humm suena raro. El caso es que cree en el amor: con o sin pareja, con o sin vicaría, con o sin niños, con o sin papeles... Cree en la vida y en el Amor con mayúscula y por eso mima a la niña interior que ella (como usted y como yo) lleva dentro. A la niña interior le gustan el chocolate, los calcetines gorditos de felpa, los zumos naturales, las bicicletas, la ternura, las cometas, los cielos rojos capturados a las seis de la mañana de un sábado con planes... La niña interior juega para no envejecer, cree para no morir y crea hasta el infinito.

Me pregunto si el principe no terminó convertido en sapo por alguna trastada del destino, algún conjuro o traición; y si acaso el sapo no volverá a ser principe si le amamos. Otra vez la misma idea recurrente: el juego interior, el poder de la fe, el inner game, mi mentor ¡Sir John Whitmore! El mago blanco me acompaña todo el tiempo, como una permanente clave de sol.

¿Y la chica? Feliz, como una lómbriz: princesa en sí misma, como enseña Shinoda Bolen, analista junguiana, mi maestra en el arte de vivir.