martes, 30 de noviembre de 2010

Lo esencial

-Mi fortuna por un gorro de lana que cubra las orejas- dijo Charles Leickert y se movilizó media ciudad en busca de la rústica prenda. Parece algo desmesurado (impensable) y sin embargo se entiende caminando sobre el puente Erasmus (Rotterdam): un viento gélido y escarcha en las aceras y sobre los gigantescos cargueros que pasan vacíos bajo el puente de regreso a sus puertos de origen.

La ciudad pedalea a un trepidante ritmo laboral. Ajenos a la oscuridad (nunca acaba por ser de día), a la niebla y la nieve, corren de un lado a otro empujados por el frío y las ganas de llegar a su destino con las bicicletas atiborradas de maletines, ordenadores, flores y compras.

Charles se hubiera tomado un chocolate caliente en la zona peatonal, tercera planta de Selexyz, en el número 58 de Hoofdstuk donde hoy -excepcionalmente- no había conexión a internet. Lástima que el bueno de Charles muriera hace muchos años, tras pintar algunos de los gloriosos cuadros colgados en el Rijks Museum (www.rijksmuseum.nl). Sus paisajes reflejan los Países Bajos, una tierra en la que la arquitectura, el diseño, las artes gráficas, la música y la cultura mantienen a la población entretenida y calentita en sus casas, pubs, cafetines de tertulia y fiestas privadas. Nunca sin guantes y bufanda o no alcanzarán tu destino sin un colapso térmico. He comprado una reproducción de Leickert "Paisaje de invierno" pintado en 1876: podrán verla en el despacho, cuando regrese embutida en el gorro de Charles ;-D

Esta tarde toca concierto con la sirena de solista y sus treinta amigos multiraciales. En el intermedio hay un aperitivo, como es tradición en Alemania, Suiza y Holanda. Prometo compartir... será mañana.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El Ancho Mundo

La noche ha dejado una capa de hielo sobre la bicicleta, el pavimento, las macetas y jardines de Rotterdam city. Seis bajo cero, a las diez de la mañana de un domingo de sol radiante. Dos horas más tarde en la cafetería Rekening 5 (www.rotown.nl) disfrutamos del segundo desayuno -mientras los holandeses almuerzan-, leemos la prensa española que llega a centroeuropa (El País), ponemos al día nuestros correos electrónicos y colgamos en Facebook el "evento" de mañana.


La sirena toca como solista (violín) en De Doelen junto a su profesor de master Gordan Nicolic, de pie y con cuerdas "de tripa", como en el siglo XVII (Barroco). Manías de genios. Al concierto acudirán una treintena de amigos y ninguno habla castellano. Por segunda vez, en este breve viaje a Holanda, conecto con lo evidente: It´s a big, big world (un ancho mundo) al que pertenezco. No quiero que me cesen ¡he de retomar mis clases de inglés conversacional!

sábado, 27 de noviembre de 2010

Cosas que sólo se hacen por amor

A quince minutos del embarque Puerta Cuatro del Aeropuerto de Loiu (Sondica, Vizcaya), abro y escribo en mi Samsung, compañero de viaje, testigo de mis andanzas, que hará posible mantener la conexión con ustedes, los lectores del blog.

Es sábado, y aún llevo encima mil impactos de bala de la última semana -laboralmente muy intensa- para dejar los principales asuntos del despacho encauzados. Atrás he dejado mi casa que -animada por la calefacción- parecía un nido acogedor. Sin embargo, poco después de las siete de la mañana he salido a la calle de noche, lloviendo, con tres grados de temperatura, nieve en las montañas y rodeada por una niebla intensa: hay cosas que sólo se hacen por amor.

Ya saben que la sirena vive en Rotterdam y allá voy a compartir experiencias porque los dos meses sin abrazos me parecen dos siglos y aunque la distancia no es el olvido, el Skype, los Emails y las llamadas telefónicas no huelen a vida, no saben a caramelo y no se sienten del todo.

Hay una enfermedad (al parecer muy extendida en occidente) llamada alexitimia, preludio de la depresión, que se caracteriza por no abrazar, no tocar a las personas y no hablar nunca de los propios sentimientos. Tendré boletos para sufrir diversas enfermedades en la próxima década. Sin embargo, deseo desterrar de raíz la posibilidad de padecer alexitimia, por eso suelo practicar abrazos de oso, en San Marcial ocho.

Última llamada para el vuelo 8354 Vueling con destino a Amsterdam... Les dejo ahora, seguiremos en contacto. Bye.

martes, 23 de noviembre de 2010

El anciano buho

Al mediodía he capturado tres miradas sobre mí. Seamos precisos: en el restaurante vip donde he almorzado hoy, he sentido el peso de la mirada de un anciano en tres ocasiones. Juguemos juntos: ... he sentido sobre mi -para ser exactos sobre mi pecho- la mirada de buho de un anciano ¿o la anciana mirada de un buho? En fin, allí estaba el hombre trajeado -con un pañuelito fino Casa Landa en el bolsillo de la americana- repitiendo alubias blancas del perolo que habían dejado en el centro de su mesa conociéndole, como parroquiano que es.

Llevaba gafas que a la hora de elegir los postres he descubierto que no eran bifocales porque se ha tenido que acercar la carta hasta la prominente nariz. Ahora entiendo que se haya fijado en mí: seguramente me veía como una mancha borrosa en movimiento y eso explicaría todo, o casi todo. La cuestión es que la edad media de los comensales del restaurante vip superaba con mucho los sesenta ¡como en el teatro, la ópera, los cruceros y los conciertos de la sinfónica!

¿Qué hago yo aquí? Me he preguntado por un instante (uno solo) porque tenía muy claras las razones de mi elección: cercanía al despacho, poco tiempo a mi disposición, hambre, y la certeza de que la comida sería sana y correcta que ¡no es poco! Además de un precio razonable, hilo musical, sillones de cuero en los salones, periódicos y revistas de todas clases y unas vistas fabulosas.

Yo, la más joven del geriátrico, parece el titulo de una comedia y la antesala de lo que aguarda. ¿Saben? El otro día se lo contaba a mi socio: yo quiero fallecer a los 67 años, en plenas condiciones, de un infarto y a poder ser dormida. No quiero arrastrarme lastimosamente por los salones de postín en busca de presas visuales que alimenten mis fantasías. No quiero husmear el rastro de otras vidas que aligeren la mía, ni imaginar cómo será el viaje en compañía de esos desconocidos que hoy han posado en mí sus miradas de buho entre sorbo y sorbo de Rioja del 82.

Por lo demás la city espléndida: lluviosa, rápida, llena de trajes, de paradas de metro, de grandes almacenes. Muy rico el pastel de arroz, casero. Mañana... ¡será otro día!

domingo, 21 de noviembre de 2010

Lavanda en Aiete

El talento es una energía encerrada en un sistema.
Pisando hojas, el filósofo de Aiete (bosque cercano a mi casa) y yo misma hemos caminado dos horas bajo una lluvia horizontal típica de San Sebastián. La soledad y belleza del lugar merecen levantarse temprano un domingo, ponerse botas y chubasquero, y dejarse azotar por la brisa marina que alcanza la ciudad entera y sus recodos.

- El talento es una energía encerrada en un sistema- ha dicho él.
- ¿Encerrada? -le he desafiado yo- nada que esté encerrado puede contener la pulsión del talento que se caracteriza por respirar, de dentro a fuera, de input a output, de neurona en neurona, de sinápsis en sinápsis...

- Bueno, si no encerrada, contenida -ha matizado tras un largo silencio mientras recogía castañas que después asa su horno doméstico.

- Ya... ¿y qué más?

- Bueno, no sé... la cuestión es que es una energía y que preservarla, cultivarla, es lo esencial.

- ¿Preservarla o cultivarla?
- Preservarla si el talento aún te acompaña, y cultivarla si lo has despistado en algún momento...

Después hemos llegado al acer rojizo que se está quedando desnudo porque es de hoja caduca. Más adelante había unas matas de camelias llenas de capullos aún cerrados -está lloviendo demasiado para que se abran las flores de las camelias- ha dicho el filósofo. Por fin hemos alcanzado la zona más baja donde este año han sembrado un largo sendero de lavanda que él llama espliego.

-La energía ni se crea, ni se destruye, se transforma, ya lo dijo Einstein- le he provocado para que soltará la madeja de su pensamiento y verbalizara su peculiar enfoque de la vida que a veces me parece alocado y otras tan cuerdo como un sabio fuera de contexto.

- La energía se degrada con nuestra manera de vivir, de pensar, con nuestras acciones, con la calidad de la intención de lo que deseamos... Más castañas para su casi repleta bolsa de Lidl. La luz de la que hablan los yogis orientales no es otra cosa que la energía original con la que nacemos preservada por la sabia intención y la acción correcta hacia el entorno y los seres que lo habitan. De esa energía original que pervive en nosotros nace el talento, que en unos está obturado y en otros brilla con luz propia-. Suenan doce campanadas en la parroquia de Aiete, me mira y dice - agur, otro día nos vemos- mientras se aleja sin mirar atrás. Nunca mira hacia atrás.

sábado, 20 de noviembre de 2010

¿Es usted huérfano?

Aunque en teoría es huérfano el niño que carece de padres, en las últimas semanas he topado con curiosas modalidades de orfandad.

Hay niños con padres que no ejercen y son huérfanos funcionales, otros que -tras una separación- son semi huérfanos del arquetipo masculino o femenino ausente en la vida cotidiana. Hay niños que ejercen de padres de sus padres desde la más tierna edad. Por último, hay niños que han perdido a uno de los progenitores por accidente o enfermedad y son medio huérfanos.

Además, he descubierto varios casos de adultos que se confiesan huérfanos y me han llenado de estupor. No me refiero a los casos descritos cuando se hacen mayores, sino a cincuentones que pierden a sus padres y -por primera vez en sus cinco décadas de existencia- sienten la oceánica, abismal e incomparable, soledad de saberse con la espalda al descubierto. Cuando murió mi padre sentí físicamente que la espalda se me quedaba a la intemperie -en carne viva- y desde entonces no he vuelto a sentir la cálida compañía que me aportaba su frágil figura, casi triste figura como la del hidalgo (Don Quijote).


También hay adultos que son huérfanos porque no mantienen relaciones con sus padres tras la ruptura del "hilo emocional" en algún tramo de la historia. Estos huérfanos acaso sean los más frágiles porque las ausencias pesan más que el plomo -seguramente el amigo Freud tendría algo que decir-. Plomo en las alas de los adultos huérfanos de padres vivos: orfandad, recuerdos y añoranzas de un tiempo de vida infantil que se fue para no volver. Y el desafío de construir contra-reloj un nido para los polluelos propios; y el deseo de arroparles para que no sean huérfanos emocionales de veinte, treinta o cincuenta años.

Y un último apunte: acabo de llegar de hacer la compra en un gran centro comercial donde hoy pedían a los que entrabamos con el carrito que aportásemos algunos productos para familias y niños necesitados. Cuando he entregado mi bolsa de alimentos, he aprovechado para charlar con la voluntaria de la organización y le he preguntado a qué país los enviarían (pensando en Ruanda, Etiopía o Benin). La mujer ha abierto los ojos como platos y con paciencia -no exenta de perplejidad- me ha dicho que los alimentos son para huérfanos ¡de Guipúzcoa! la provincia en la que resido: niños que pueden ser vecinos, transeúntes o escolares. La voluntaria me ha contado con vehemencia que hay hambre de macarrones y garbanzos ¡a un metro de mi piel! He sentido mi vida como "los mundos de Yupi" y de golpe mis quebraderos de cabeza laborales me han parecido frívolos y estúpidos. Acaso todos seamos huérfanos de diferente intensidad.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El otoño y sus alfombras

Hoy he sido irresponsable. Me he saltado la sesión matutina de gimnasia y me he ido a caminar por un bosque cercano donde el otoño ha pintado alfombras de hojas granates. En una casita de madera -convertida en tasca- me he tomado un cortado, un quesito diminuto y dos galletas: un pecado porque dos horas antes había desayunado un montón. He abierto el libro de Ramiro Calle titulado Conversaciones con Yogis (editorial Kairós) y he disfrutado de un rato de lectura frente al cedro. A las once me he puesto a trabajar abordando los asuntos "gordos" (como el libro de Petete). Culpabilidad cero. Remordimiento cero. Feliz, como una lombriz.

domingo, 14 de noviembre de 2010

El ego al servicio del talento

En febrero de 2011 Eurotoques y el Basque Culinary Center publicarán Papeles de Cocina, revista especializada en la que se resumen las ponencias que desarrollarán Luis Rojas Marcos, Antonio Damasio, Tony Segarra, Luis Huete, Miguel Beato, Fidel Delgado y Mario Alonso Puig los días 14 y 15 de marzo en el Palacio de Miramar (San Sebastián). Avanzo para los lectores del blog parte del contenido de mi propia ponencia en el congreso que en esta ocasión se configura entorno a Liderazgo, Motivación y Crecimiento Personal. El tema que desarrollaré es: Equipos Eficaces. Estas son algunas de las preguntas que me ha hecho el editor.

¿Qué es realmente un equipo? ¿Qué elementos son necesarios para que exista, funcione y merezca ese nombre?

Un equipo es una energía colectiva puesta al servicio de un objetivo transpersonal muy superior al alcanzable con la suma de las partes. Para hablar de equipo todos los participantes han de estar orientados-alineados-ilusionados hacia el logro de una meta trascendente que si bien tiene su reflejo en indicadores concretos (mayor producción, beneficio, reconocimiento, internacionalización o lo que fuera) está inspirada por una misión, una visión y unos valores, como la contribución, la mejora de la humanidad, la erradicación de la enfermedad o la pobreza, la aportación singular o el sentido último.

¿Es posible un equipo sin líder? ¿El liderazgo puede compartirse?

El management internacional del último siglo ha estudiado largamente esta cuestión sin alcanzar consenso. Cuando se desea honestamente que un equipo funcione todos sus componentes han de dar lo mejor de sí mismos al margen de la jerarquía, y comportarse como un conjunto de talentos sumando exponencialmente para lograr resultados excepcionales. En este sentido, un gerente integrado en un equipo de trabajo tiene una voz y un voto idéntico al de otro participante sin rango. En la base del concepto “equipo” se asienta la horizontalidad: todos participamos, todos aportamos, todos nos esforzamos, todos respetamos la diferencia, todos conocemos la estrategia empresarial, todos practicamos el compromiso y la lealtad. Por último, según Sabino Ayestarán (Catedrático de Psicología Social de la UPV y uno de mis supervisores) no se puede hablar de equipo si no hay un liderazgo compartido.

¿Existe una fórmula para sacar el máximo rendimiento de un equipo que pueda aplicarse de forma generalizada?

La vida no es una fórmula exacta, las organizaciones son sistemas tan vivos como las plantas y las personas ¡gracias a dios! tan singulares como cada estrella del firmamento. Una de las diferencias substanciales entre la consultoría y el coaching es que los entrenadores (coaches) trabajamos con una metodología artesanal: persona a persona, equipo a equipo, organización a organización, en la aproximación al desafío único de cada caso.Yo desconfiaría de una persona que afirmase tener la fórmula mágica que asegure el máximo rendimiento de cualquier equipo. Sin embargo, le diré algo: creo en el trabajo, en la perseverancia y en el optimismo como condiciones necesarias aunque no suficientes para alcanzar el éxito de un equipo. Algunos factores más escurridizos tienen que ver con la comunicación entre los participantes, entendiendo por comunicación una apertura honesta a los demás, una confianza en su bondad, una escucha de calidad, la práctica de la asertividad y un respeto a prueba de bombas.

¿Qué importancia debe tener el líder del equipo a la hora de "gestionar los egos" de sus miembros?

El primer ego que debe gestionar cada persona es el propio. Por mi trabajo con líderes empresariales, políticos e institucionales tengo la sensación de que su ego está un poco más inflado que el del resto de los mortales. La lógica indica que al encontrarse en posiciones de poder tienden hacia la auto-complacencia -amiga íntima del ego- foso en el que es fácil caer una y otra vez. En los equipos, como en las familias, impactan más los hechos (comportamientos y las actitudes) que las palabras. Si no hay una gestión de egos, en realidad no tenemos un equipo, tenemos una caja de grillos, una orquesta de solistas, un caos.

¿Debe existir un término medio entre el equilibrio de los egos y la potenciación de los talentos y aptitudes personales?

Considero el talento personal como un don divino: recuerde la parábola bíblica de “los talentos”... En mi trabajo como entrenadora lo básico es preservar el talento original de cada ser humano. La grandeza del coaching reside en que su enfoque da por cierto el hecho de que la persona posee pleno potencial para alcanzar la mejor versión de sí mismo: no se trata tanto de añadir o de quitar, cuanto de alcanzar un nivel de consciencia que permita la fluctuación armónica de los elementos en juego. La dicotomía que usted plantea, ego versus talento, no es real. La cuestión está en que el ego -y su frivolidad mundana- sea un fiel sirviente del talento.
¿Alguna receta para motivar a un equipo desmotivado?

La primera obligación de todo jefe o directivo es no desmotivar. Así de simple. Las personas por lo general abordan su vida laboral con cierto ánimo que van perdiendo con el paso del tiempo, la ósmosis con los valores que se practican en la organización, y las limitaciones humanas de su jefe directo. Piense una cosa, hasta un 90% de las personas que abandonan un empleo fijo y bien remunerado lo hacen por mala relación con su jefe directo.

Centrándonos en el mundo de la gastronomía en España, vemos que los cocineros y sus equipos han alcanzado objetivos realmente elevados, lo que los ha convertido en referentes a nivel mundial. ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa cuando se ha llegado mucho más lejos de lo que se esperaba?
Como dice mi amigo Anthony Robbins "el límite es el cielo". Los humanos estamos perdiendo la capacidad de soñar despiertos, de visualizar la felicidad posible, el logro infinito, la belleza del arco iris. Mi propuesta es recuperar la capacidad de soñar mientras bregamos en la materia, y gozamos del privilegio de estar vivos. Y le diré algo, la gastronomía española ha llegado lejos. Usted dice que más de lo que se esperaba, quizá la prospección era incorrecta ¿no le parece? A veces somos nosotros mismos los que nos ponemos techos de cristal con nuestras creencias, paradigmas obsoletos e ideas limitantes. Los techos de cristal son letales ya que no se ven y sin embargo nos acotan en nuestro desarrollo, en nuestro devenir como almas en tránsito hacia otro plano, otra dimensión, donde los chefs, sin duda, serán reconocidos como genios.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Pin Pan Pun Spam

Hoy ha sido un día redondo. No sólo porque a media mañana me he comido un donut -antojo que arrastraba desde hace semanas- sino porque el cielo parece dibujado por un ángel, el sol más propio del verano, y el termómetro ha estado por encima de los veinte grados toda la jornada. He tenido tiempo de comprarme tres libros, y de salsear con las páginas de otros tantos en la librería central de la ciudad (Fnac) donde el martes a las 19.00 horas presentaré a un amigo que promociona su libro La empresa y los cinco elementos.

Todo tiene sin embargo su "manchita de mora", como decía un colega andaluz. Al llegar a casa y repasar mi correo electrónico (23 Emails de trabajo y 12 personales) reviso el spam y ¡plof! un día más entre el estupor, la indignación, la risa y el llanto: yo no quiero un alargamiento de penis, ni acudir al "embarque inmediato hacia Tenerife", ni la máxima calidad de viagra ¡cielo santo! ¿ustedes no están hartos de estos envíos masivos de chorradas? Ya perdonarán el léxico es que... venía tan Om de mi paseo vespertino, con mis libritos inspiradores, las olas en la retina y en el tímpano, que asomarme a esta vulgaridad me ha descentrado. No es la primera vez, me temo que no será la última, y me pregunto ¿por qué hemos de estar sometidos a la invasión del espacio íntimo? Espacio auditivo, visual, olfativo...

De un tiempo a esta parte tengo hiper-desarrollado el olfato y no saben qué tormento. Recuerdo una auténtica joya literaria titulada El perfume, de Patrick Süskind -un tanto perversa en su argumento- basada en el sentido del olfato. Como les digo, es casi una maldición: olor a vino a primera hora del domingo entorno a una discoteca del centro de la ciudad. Olor a sudor en los probadores de una exitosa marca española de ropa expandida por el mundo. Olor a residuos de perro en el puerto. Por favor, tomen nota quienes sean que me remiten los anónimos Emails: no deseo un alargamiento de penis. Ya vale.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Kit Kat

Una querida amiga con la que colaboro en un proyecto acaba de anunciarme que no podrá estar en una reunión que tenemos con algunos compañeros la próxima semana. En su Email se confiesa "desbordada" y expresa su necesidad de un kit kat.

La primera vez que escuché esa expresión fue a un inversor a quien entrenaba en el objetivo de alcanzar la prosperidad. Paradojas de la vida, todas, todo el tiempo. Confieso que aunque conseguimos hacer rentable su negocio, no alcanzó la prosperidad porque Enrique -le llamaré así preservando su identidad- tenía algunos vicios confesables (las motos, las inversiones arriesgadas en bolsa, cierta ludopatía con el ordenador) y otros inconfesables relacionados con las chicas. Había mucha fuga de dinero y aunque avanzamos raudos hacia el incremento de clientes, ingresos y facturación, él era aún más rápido gastándolo.

En fin, que Enrique hablaba de un kit kat, momento en mitad de la jornada laboral en el que se sentaba a pensar, a mirar la vida e incluso a leer algunos ensayos de su sector, mientras tomaba un café en las Ramblas. Un kit kat, una parada técnica en la que re-conectar con nosotros mismos sintiendo el cuerpo y vaciando la mente del trasiego laboral. El gurú del management Covey lo llama "afilar la sierra" y es uno de los siete hábitos de las personas altamente eficaces.

Mi amiga pisa fuerte el acelerador y aunque es una mujer recia, voluntariosa, creativa, sociable y encantadora creo que está forzando los límites de su propia resistencia. Desbordada, está desalojando de su vida todo lo que no es trabajo y clases de ingles (imprescindible para su trabajo). Este rítmo descapitaliza y quizá dentro de un tiempo sea menos creativa, animosa e incluso sociable porque el cansancio hace estragos en el cuerpo y en el alma.

Esta tarde -en plena semana laboral- me he tomado un laaargo kit kat, toda la tarde para mi: siesta, lectura, gym, paseo, cafecito negro y blog. Mañana tengo un día de combate con dos equipos de empresa y quiero darlo todo. Como decía Pareto (ver en Google Ley de Pareto) del 20% de nuestra actividad obtenemos el 80% de nuestro rendimiento. Hoy me he acostado con Pareto y excepto por su larguísima barba me ha parecido un tipo encantador ¡se lo recomiendo!

martes, 9 de noviembre de 2010

Cantábrico Psicótico

El Cantábrico da miedo. No es que yo me asuste con cualquier cosa: no me despeina la rótula de mi hija en carne viva tras un accidente de esquí, ni las placas de hielo de las pistas negras de Cauterets, ni una víbora a un centímetro de mi bota en los Ibones Azules (Pirineos).

Hoy, sin embargo, el Cantábrico da miedo: olas de dos metros en la orilla de la playa ¡dos metros! muy por encima de mi cabeza. Rompen con violencia extrema en un ¡splash! espumoso que se prolonga hasta el edificio de La Perla (termas) donde temen la quinta inundación en la última década. En la zona del Peine de los Vientos de Chillida, las olas se alzan por encima del petril barriéndolo con agresividad psicótica. Los barcos han desaparecido del horizonte: ni una piragua, ni un velero, ningún surfista se sumerge en las revueltas aguas del Cantábrico tras una noche de lluvia torrencial.

Contemplando el espectáculo me he acordado de un empresario al que entrevisté en mi etapa de periodista, Yvon Chouinard, propietario de Patagonia, una empresa volcada en la fabricación de materiales deportivos. Nacido en 1938 y asentado en California, Ivon es un hombre curtido por el viento, el frío, la montaña y la vida (acaso la prueba más extrema). El mensaje de este empresario de raza, de este pionero del surf y de la aventura en el vivir y fabricar, no es otro que el de aunar satisfacción plena y beneficio empresarial. Parte de la experiencia de Patagonia se recoge en el libro titulado Que mi gente vaya a hacer surf -Ediciones Desnivel- donde el gerente aparece fotografiado en bermudas, con los pies encima de una mesa de bambú y algunos aperos de surf al fondo de la estancia.

Me contó Chouinard que cuando su plantilla veía olas surfeables salían de estampida hacia la playa -abandonando las tareas- para retomarlas en los tediosos días de calma chicha, haciendo posible las presuntas dicotomías: placer - deber, naturaleza - interiorismo, ocio - negocio. Al despedirnos tras la entrevista, Chouinard me dijo algo que entendí como un piropo siendo - como es- hombre de escuetas y firmes palabras: que yo era un tornado con la fuerza de un maestro, de un lama. Le agradecí educadamente el cumplido calibrando que me veía con la piedad de un padre bondadoso.

Años después, cuando las olas de dos metros me han golpeado, me he acordado de él. También hoy, ante la contemplación del mar enfurecido... y (con humildad y realismo) he plegado alas: tenía razón el intrépido montañero Chouinard, sólo la persistencia terca en el empeño de "ser" sobrevive a la barbarie de un destino.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La cuidadora de plantas

Conocí a una mujer a la que llamaré la cuidadora de plantas. Siempre llevaba consigo un saquito -de color naranja- en el que portaba las valiosas semillas de la creatividad que los dioses le otorgaron al nacer.
Los talentos jugueteaban entre sí para alzarse con la victoria, que no era otra cosa sino salir al mundo transformándose en belleza; porque la cuidadora de plantas estaba persuadida de que "donde no hay belleza, no hay conciencia".

Aquella mañana de otoño, la semilla de la creatividad había llevado a la mujer hasta la Casa de Labores (Elkano 5, San Sebastián) una antigua tienda de madera en la que -sin saberlo- las sabias del lugar se daban cita en las dos plantas repletas de tesoros.
Era sábado, y algunas de ancianas se habían lanzado a la calle en busca de botones, hilos, drapeados, lazos, puntillas, cremalleras y otros artilugios de magia con los que crear belleza para sí mismas y para otros. La cuidadora de plantas invirtió casi media hora en la búsqueda de un adorno para su boina negra, herencia de un querido familiar. Con delicadeza y curiosidad, revolvió los cajones de los botones opacos y brillantes, de los cordones y de los lazos. Finalmente se decidió por tres botones de diferentes tamaños que cosidos uno encima del otro formarían el efecto de una rosa tricolor un tanto snob, casi extravangante. Sin duda la llevaría en su próximo viaje a Rotterdam donde el termómetro apenas alcanza los cinco grados al mediodía.


De regreso a casa, la cuidadora de plantas paseó por la playa donde descubrió que el tiempo -como el horizonte- es un continuo que no tiene principio ni fin: siempre ha estado y estará ahí, y se le antojó absurda la percepción humana del tiempo biseccionado en pasado, presente y futuro. Todo es uno. El pasado está incorporado en las células y en la memoria, el presente es un fugaz hálito de vida en el que raras veces anidamos, mientras que el futuro es un tapiz entrelazado de pasado y presente en un eterno causa-efecto-causa-efecto-causa-efecto sin fin. Se agachó para recoger una concha, miro de nuevo el horizonte y pensó: sí, en verdad el tiempo es un continuo, todo está aquí-ahora, con nosotros. Y esa idea le pareció esperanzadora.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un hombre de cristal

Hay días mágicos en los que conoces a una persona de cristal. Se las reconoce porque sobrevuelan el suelo a un centímetro del asfalto. También porque escuchan con los ojos, acarician con las orejas, sienten con la nariz y -en general- tienen muy desarrollados los cinco y otros sentidos. Hoy ha sido uno de esos días mágicos a orillas del Nervión, dando un paseo al comienzo de un proceso de entrenamiento.

El cristal puede ser cortante o dulce. Cortante si se siente atacado, herido o infra-valorado. Y dulce como una canica si se siente reconocido y apreciado. En todos los casos el cristal resulta atractivo, transparente y juguetón en su parpadeo de luces y color. También es frágil por su sensibilidad, ¿hiper-sensibilidad? En verdad me pregunto quién está moralmente capacitado para etiquetar a los demás, para otorgar clasificaciones de insuficiencia o exceso... ¡Convenciones! Vivimos sumergidos en una pecera que se encoje en la medida en la que la llenamos de convenciones: paradigmas no revisados.

Hablo de un artista de cristal vestido de negro, de ojos negros, de ágiles conexiones neuronales, de radares axiales en la captación reflexiva de los conceptos y del aprendizaje. Fluido en el verbo, me ha explicado con exquisitez qué hace. Sin embargo, se ha bloqueado al preguntarle quién es. Curioso... ¿no les parece? El tema no resuelto de la identidad, resta potencial al desarrollo del talento, lastra el vuelo, acorta alas, empequeñece sonrisas, encoje sueños y -quizá- agiganta el desconcierto. La identidad. ¿Quién soy? ¿Quién eres? Aquí estoy... te veo... me importas hombre de cristal, pequeño genio de los fogones ¿o eres grande? ;0)

lunes, 1 de noviembre de 2010

Chef Genial

Estoy contenta porque un famoso chef vasco desea mejorar sus competencias de liderazgo, comunicación y mediáticas entrenando conmigo. No es vanidad, es alegría que deseo compartir. Puesto que he de preservar la confidencialidad, su nombre y su marca quedan para siempre entre nosotros y su equipo. ¡Tiene gracia que entrene a un destacado chef -que un día sí y otro también aparece en el New York Times- cuando yo no sé hacer ni un huevo con puntilla que decía mi madre (frito). Ahora quizá aprenda en el intercambio de energía, ilusión y saberes que es toda relación de Coaching.


Aún no nos conocemos en persona, pero me han hablado y he leído mucho sobre él, lo que en los últimos días me ha llevado a reflexionar sobre el agudísimo filo que separa la genialidad de la marginalidad. Parece como si todo dependiese del momento histórico, del contexto social y hasta del azar de encontrarse (o no) con una persona de prestigio, poder, renombre e influencia que reconozca lo que haces como algo excepcional. Da igual que se trate de escritura, pintura, cocina, arquitectura, costura, cine, música o teatro. El agudísimo filo que separa genialidad de marginalidad es como el de una navaja de yonqui: hasta que consigues salir como un diestro triunfador por la puerta grande de Vista Alegre (plaza de toros de Bilbao) nada está asegurado.

Dicen que cuando trabajas por cuenta ajena la "capacidad de adaptación" es un salvaconducto para conservar el empleo, mientras que cuando tienes tu propia empresa, si no te diferencias mueres más rápido que una mariposa. ¡Paradojas!

Leo estos días Y tú ¿qué marca eres? un libro diminuto de 122 páginas publicado por Alienta y escrito por Neus Arqués. Sabido es que todos somos una marca y que nos proyectamos en las redes sociales, los blogs, los actos públicos y sociales en los que participamos así como la ropa, los accesorios y el coche. Todo habla de nosotros. Cuando tienes tu propia empresa: diferenciarse o morir. La verdad es que hasta donde me alcanza el recuerdo (el patio de mi colegio de monjas) siempre me he sentido un poco diferente ¿rara? Un amigo psicólogo diría que poseo personalidad narcisista y tiene razón: mi cabeza razona de manera peculiar, escucha donde otros oyen, intuye donde otros obvian, imagina cuando duermen y sueña cuando desfallecen. ¿Geniali-dad o Marginali-dad? Acaso lo importante sea ese dad... lo que sea... como sea, a quien sea... ¡Dad!