lunes, 1 de noviembre de 2010

Chef Genial

Estoy contenta porque un famoso chef vasco desea mejorar sus competencias de liderazgo, comunicación y mediáticas entrenando conmigo. No es vanidad, es alegría que deseo compartir. Puesto que he de preservar la confidencialidad, su nombre y su marca quedan para siempre entre nosotros y su equipo. ¡Tiene gracia que entrene a un destacado chef -que un día sí y otro también aparece en el New York Times- cuando yo no sé hacer ni un huevo con puntilla que decía mi madre (frito). Ahora quizá aprenda en el intercambio de energía, ilusión y saberes que es toda relación de Coaching.


Aún no nos conocemos en persona, pero me han hablado y he leído mucho sobre él, lo que en los últimos días me ha llevado a reflexionar sobre el agudísimo filo que separa la genialidad de la marginalidad. Parece como si todo dependiese del momento histórico, del contexto social y hasta del azar de encontrarse (o no) con una persona de prestigio, poder, renombre e influencia que reconozca lo que haces como algo excepcional. Da igual que se trate de escritura, pintura, cocina, arquitectura, costura, cine, música o teatro. El agudísimo filo que separa genialidad de marginalidad es como el de una navaja de yonqui: hasta que consigues salir como un diestro triunfador por la puerta grande de Vista Alegre (plaza de toros de Bilbao) nada está asegurado.

Dicen que cuando trabajas por cuenta ajena la "capacidad de adaptación" es un salvaconducto para conservar el empleo, mientras que cuando tienes tu propia empresa, si no te diferencias mueres más rápido que una mariposa. ¡Paradojas!

Leo estos días Y tú ¿qué marca eres? un libro diminuto de 122 páginas publicado por Alienta y escrito por Neus Arqués. Sabido es que todos somos una marca y que nos proyectamos en las redes sociales, los blogs, los actos públicos y sociales en los que participamos así como la ropa, los accesorios y el coche. Todo habla de nosotros. Cuando tienes tu propia empresa: diferenciarse o morir. La verdad es que hasta donde me alcanza el recuerdo (el patio de mi colegio de monjas) siempre me he sentido un poco diferente ¿rara? Un amigo psicólogo diría que poseo personalidad narcisista y tiene razón: mi cabeza razona de manera peculiar, escucha donde otros oyen, intuye donde otros obvian, imagina cuando duermen y sueña cuando desfallecen. ¿Geniali-dad o Marginali-dad? Acaso lo importante sea ese dad... lo que sea... como sea, a quien sea... ¡Dad!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Azucena!
Pues yo creo en la empleabilidad, algo fascinante y muy exigente ( trabajes por cuenta propia o por cuenta ajena). Un camino que merece la pena pero que hay que pena (como diría D. Eugenio Ibarzábal..).
Y lo de ¡dad!...me recuerda a dar sin esperar a recibir, lanzar boomerangs en definitiva..
Mucho ánimo Azucena, que sigas plasmando tus reflexiones...tienss unos cuantos ¿ muchos ya? relectores....

Ander