viernes, 11 de marzo de 2011

Branding

Hay ocasiones en las que suelto el freno: pocas, contadas con los dedos de media mano. Hoy ha sido una de esas jornadas en las que no priman la razón y la cordura, sino el impulso y la emoción. ¡Es divertido! la verdad.

Se impone la sensación de noria, de poderío, de ponerse el mundo por montera, de rozar el infinito con las yemas de los dedos, de darse el gustazo del descontrol. Sola no hubiera ido tan lejos, pero en compañía de mi personal shopper he viajado al fin del mundo para rescatar del anonimato un vestido negro de tela arrugada y con bolsillos -casi un blusón de abuela- y un jersey color piedra largo, flojo y con capucha franciscana. Como única concesión a la lujuria me he comprado también unos zapatos blancos de la marca Camper y una flor bordada que llevaré a modo de broche. Tanto lío para la conferencia. En casa están más que hartos y tienen toda la razón. Tras este sunami de intensidad moderada, espero, confío y deseo que las aguas vuelvan a la normalidad del Urumea (río que cruza la ciudad de San Sebastián, donde vivo).

La ropa es de la marca Masai -tiene gracia para alguien que sólo mide 164 centímetros- y la he comprado en una tienda a la que hasta la fecha sólo me asomaba al escaparate: Montes, en el Boulevard, donde Raquel te asesora con primor. Me sigue pareciendo mágico encontrar personas que aman su trabajo, que lo hacen de maravilla y lo disfrutan. ¡Un gran día!

1 comentario:

Gorka. A dijo...

Qué disfrutes muchísimo en los diálogos!!!

Un abrazo.