viernes, 1 de abril de 2011

El líder funambulista

El Washington Post informa de que el Cirque Du Soleil abrirá en septiembre 2011 un espacio de entrenamiento para líderes en la ciudad de Reno (Estados Unidos), siguiendo el espectro de Walt Disney y su centro de alto rendimiento para directivos ubicado también en USA. La noticia me ha hecho reflexionar sobre la competencia de "funambulismo" que, ciertamente, no está recogida en ninguna de nuestras escuelas de negocios como esencial para los altos directivos. El Cirque Du Soleil tiene algunos de los mejores funambulistas ¡del mundo! lo que sin duda contribuirá a transmitir la conveniencia de mantenerse en el "aquí y el ahora" no sólo como lo explica Tolle Eckhart sino como el ejercicio de una actitud trascendente para preservar la vida. A cien metros del suelo estar en el aquí y el ahora no es opcional, es cuestión de supervivencia y acaso los profesionales del siglo XXI podamos tomar esa metáfora como un inspirador punto de referencia.

Trabajar en equipo -y casi todos lo hacemos en algún momento de nuestra jornada- exige un equilibrio entre el dar y el recibir, entre la defensa de nuestros intereses individuales y los del grupo, entre la imposición y el consenso, entre el deber y el placer, la calidad y la rentabilidad y -finalmente- entre el logro de los objetivos de la organización y los propios. Y de lo buenos o malos que seamos como líderes-funambulistas depende en ocasiones el éxito de nuestro trabajo entendido no sólo como logro de metas sino como satisfacción de todos los implicados en la tarea.

Como saben, hace unos días estuve con Martin Seligman -paladín mundial de la psicología positiva- y su impronta ha radicalizado mi natural tendencia al optimismo. Anoche, un amigo filósofo me cuestionaba con vehemencia las bondades de ver siempre la botella medio llena. Tras una charleta intensa en la que argumenté sobre lo divino y lo humano, y escuché con atención, me fui a dormir y soñé con un funambulista que avanzaba en solitario sobre una estrecha cuerda a cien metros de la tierra como caminamos a diario los mortales por el estrechísimo sendero entre lo real e imaginario, entre el optimismo y el pesimismo, corriendo a menudo el riesgo de caer en el foso del auto-engaño. ?! Les dejo ahora: tengo clase de equilibrio a diez centímetros del suelo ¡sin red!

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