lunes, 2 de mayo de 2011

El Tao

La endogamia profesional consiste en limitar nuestros intereses al estrecho cerco cognitivo relacionado con nuestra actividad: los médicos acuden a congresos en los que comparten los últimos descubrimientos en cirugía y descubren novedosos tratamientos para infinitas enfermedades. Los abogados asisten a jornadas sobre las modificaciones legales al tiempo que revisan casos de jurisprudencia internacional. Los entrenadores participamos en los cursos que imparten en cualquier lugar del mundo Whitmore, Cardon o Robert Dilts.

Con el tiempo, la endogamia alimenta una estrecha y sesgada focalización haciéndonos cada vez más expertos y menos generalistas, lo cual está bien durante un tiempo hasta alcanzar lo que en la jerga académica se conoce como la expertise. Esta etapa se lleva por delante unos veinte-treinta años de intensa dedicación en la que apenas da tiempo sino a trabajar, seguir formándote, practicar los nuevos aprendizajes contrastándolos con la experiencia, y seguir formándote... Más tarde comienzas a deshojar la margarita de los conocimientos adquiridos y -a la luz de lo que funciona, de la pura practicidad, o incluso del sentido común- te deshaces de casi todo excepto de un puñado de verdades que ciertamente siempre estuvieron alli.

En fin, un gigantesco laberinto cuyo único sentido consiste en descubrir que "no hay camino, sino que se hace camino al andar", como escribió el poeta Antonio Machado. Habiendo transitado -y abandonado- el camino del experto, tienes una visión global con casi infinitas variables, sabes de verdad, y entonces te conviertes en un generalista.

A veces también es posible enriquecer tu ejercicio profesional mezclando la formación de tu especialidad con otras que -en principio- son radicalmente ajenas a tu oficio o licenciatura. No se trata de un atajo, sino de un método para hacerte más sabio, útil y -a ratos- mejor persona. Vengo practicando el sistema caleidoscópico desde que me alcanza la memoria, quiero decir que además de las numerosas formaciones ortodoxas he asistido como alumna a cursos de acuarela, de tai-chi, de informática, de euskera, de inglés, de yoga, de meditación, de emprendizaje, de creatividad, de escritura... Este fin de semana he retomado el Tao (El Camino) de la mano de Juan Li a quien ya he mencionado en otros escritos del blog. Sabio de largo recorrido, genuina humildad y buen narrar, comparte con medio centenar de personas la síntesis de sus cincuenta años de investigaciones prácticas y teóricas por todo el planeta. Como siempre, las apariencias engañan y lo que en primer lugar parecía no tener vínculo con mi profesión se convierte en algo clave... Ha sido una gozada cuya única pega es que ha devorado textualmente mi fin de semana: sin duda dará sus frutos, más pronto que tarde.

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