miércoles, 29 de junio de 2011

Si quieres... sólo si quieres

De vez en cuando cruza el firmamento de nuestra vida una estrella fugaz: rápida, brillante e inspiradora. Ávida de conocimiento y esperanza, suelo capturar su esencia al vuelo y persigo su estela porque con la edad y la experiencia me va resultando difícil encontrar profesionales centrados, con raíces, y que no sean vendedores de peines. En una palabra: según avanzan mis canas, me vuelvo más exigente con los estándares de las conferencias, los workshops, las formaciones y demás saraos de corte intelectual, no sólo porque ya he leído y escuchado mucho (y por lo tanto en gran parte me suena conocido), sino porque si no ofrecen calidad me resulta una insoportable pérdida de tiempo, energía e ilusión, tres pilares que defiendo con fiereza.

En el contexto de las actividades del Consorcio de Inteligencia Emocional de Innobasque (Parque Tecnológico de Zamudio) www.innobasque.com , ayer cruzó la sala de reuniones una estrella rápida, brillante e inspiradora que, quizá, no resulte fugaz: Eugenio Moliní afincado en España después de vivir treinta años en Suecia, eugeniomolini.wordpress.com

Se trata de un hombre de mediana edad y aspecto neutro que bien puede pasar desapercibido en el checking de un aeropuerto aunque lleve gafas gruesas y vista un polo negro y correcto de manga corta. Desapercibido... hasta que habla. Una vez que se decide a compartir lo que viene investigando, trabajando y practicando en las últimas tres décadas deja de ser transparente y adquiere la presencia rotunda de un roble.

En una descripción convencional pudiéramos decir que se dedica al mundo empresarial desde la consultoría, centrado en el Desarrollo de Organizaciones y Sistemas. En realidad es un activista que ha empaquetado lo que sabe bajo el concepto de "Participación Genuina", aquella en la que el individuo contribuye "si quiere", en realidad... sólo "si quiere". Hablamos de los sistemas productivos pero podemos aplicarlo a todos los conceptos en los que las personas se encuentran imbricadas.

Lo que traslada el personaje resulta apasionante. Su definición ortodoxa de la "Participación Genuina" es la siguiente: una proyección de mi vida interior, que refleja mi relación con el mundo. ¡Olé, ahí es nada Moliní! En otoño 2011 ofrecerá una formación en Bilbao, www.eutokia.org.

sábado, 25 de junio de 2011

Abandonar los sueños es morir

Con forzada humildad miro al suelo cautelosamente no sea que pise una hormiga, un guijarro, un gusano o una culebra mientras avanzo campo a través entre matojos, un día laboral cualquiera en el que me tomo la licencia poética de abandonar el despacho para ocuparme de las pequeñas cosas de la vida, en este caso pasar la ITV del viejo coche azul.

En el Crucero de Montija es fácil salir con los papeles arreglados para un año: los técnicos son amables, tranquilos y secos como el cielo de Castilla, hoy exento de nubes y de prisa. Recupero el aliento de esta tierra que representa todo el gozo de mis veranos infantiles. En los codones del río escucho entre murmullos la frialdad del agua, y siento cómo amorataba mis dedos y mis labios mientras aprendía a nadar. Entre estas cordilleras se han quedado jirones de mis sueños esparcidos por una tierra de brutal belleza, casi virgen en algunos recovecos camino de Nela, un pueblo con diez vecinos en invierno cuyas casas muestran en los tejados el paso del tiempo y los remiendos en sucesivas reparaciones de abuelos, padres, hijos y nietos que con la cesión de la propiedad ofrecen también el testigo de la huerta.

En junio la tierra ofrece su cosecha de cerezas y fresas, aparecen las primeras avellanas, despuntan las manzanas y las moras, mientras la planta de lenteja levanta dos, casi tres, palmos del suelo. Chiquitinas y sabrosas dicen que las lentejas castellanas tienen más hierro que las demás -acaso por eso en mi infancia comíamos con frecuencia estas legumbres- aunque entonces no me gustaban tanto.

Abandonar los sueños es morir. Ni más, ni menos. Por eso me hace bien visitar los montes en los que tantas alpargatas rompí, los senderos en los que descubrí la existencia de víboras fuera de los zoológicos, la rebeldía de las cabras, la mansedumbre de las ovejas y el buen humor de casi todos los pastores. Estoy contenta.

martes, 21 de junio de 2011

Frutos del Bosque
















Tengo dos mentores que son hombres religiosos... a su manera. Uno es franciscano y sigue los pasos de Asís revestidos de conocimiento académico, curiosidad investigadora, y afán por publicar. El otro es un hombre de empresa práctico y pegado al terreno de lo rentable, que aporta como consejero delegado en tres organizaciones y se retira -en cuanto puede- a su casa de campo situada en el pirineo francés. Con distinto enfoque, ambos dedican buena parte de su jornada a la contemplación casi siempre vinculada a la naturaleza, al trino de pájaros y ocas, mientras admiran árboles centenarios y reniegan ante los destrozos que, en ocasiones, hacen los ciervos en las plantas del jardín.

Hoy les rindo homenaje en este post que escribo contra-reloj antes de facilitar la reunión de un comité de dirección. Tengo doce minutos para volcar mi pensamiento en dos párrafos más. Allá voy.

En la página 149 del libro que estos días me entretiene afirma Chris Lowney que la persona de provecho se dedica a "contemplar y ofrecer al mundo los frutos de su contemplación". Supongo que la traducción rústica pudiera ser: "a Dios rogando y con el mazo dando" ¿y la sofisticada? Quienes ejercemos oficios cuya materia prima es el ser humano debiéramos considerar algunos sabios consejos de este ex-seminarista de la Compañía de Jesús y ex-consultor de la prestigiosa firma J.P. Morgan & Co: dedicarnos a la contemplación y ofrecer al mundo nuestros frutos.

Minuto cero. Cierro la página de blogger. Cierro el ordenador. Me dirijo a la reunión de tres horas con un comité de dirección donde saltarán las chispas del ego, del poder, de la influencia, la indigestión de emociones no procesadas, la soberbia, la frustración. Miro la cesta de los frutos... llevo frambuesas y arándanos... ¿Servirán? Les cuento luego.

domingo, 19 de junio de 2011

Liderazgo sobre un pie

El mar ha devorado esta noche la playa de La Concha; por la mañana, la bahía semejaba una escueta rodaja de limón arrinconando los toldos blanquiazules y las sillas contra el paseo del malecón. A la altura de la caseta real jugaba un grupo de palomas, y a las 7.30 han llegado las gaviotas, presagiando un día de tormenta. Una de ellas encarnaba el ideal de Ignacio de Loyola quien preconizó la conveniencia de "vivir con un pie levantado", metáfora curiosa con la que aludía al consejo de estar predispuestos al cambio, actitud que llevó a la Compañía de Jesús a expandir sus ideales por los cinco continentes , cien países y dos mil instituciones y que pervive desde el siglo XVI.

La sabia gaviota que esta mañana afrontaba la tormenta "con un pie levantado" ha acompañado mi lectura de El liderazgo al estilo de los jesuitas, un libro de pequeño formato y trescientas páginas en las que Chris Lowney extrapola las claves del desarrollo de una compañía religiosa con las de una compañía comercial. Y si bien el paralelismo no puede aplicarse al pie de la letra (ni siquiera al pie levantado de la gaviota), el texto resulta inspirador, inquietante e ilustre en su cuidada redacción. Sin duda los ejecutivos del siglo XXI huirán de los preceptos de pobreza, castidad y obediencia, sin embargo es más que probable que en las mejores escuelas de negocios oigan que la clave del liderazgo se encuentra en el conocimiento de uno mismo, el ingenio (hoy llamado talento), el amor (hoy denominado enfoque humanista) y el heroísmo (desarrollado en la actualidad como resilencia).

Mientras leía ha dejado de llover y ya no está la gaviota. Salgo del recinto y me dispongo a vivir "con un pie levantado", pronta al cambio (lo único permanente), mientras profundizo en la arqueología del auto-conocimiento, a decir de los sabios la única piedra filosofal. Guardo en el bolso el libro de Lowney quien tras haber sido jesuita -durante casi una década- trabajó como consultor en la prestigiosa firma J.P. Morgan & Co como miembro del comité administrativo en Nueva York, Tokio, Londres y Singapur.

martes, 14 de junio de 2011

Honestidad ¿o cobardía?

Cuando algunos hombres de treinta-cuarenta años se parapetan en la palabra "honestidad" al confesar no estar preparados para vivir en pareja, la verdad es que no se atreven a asumir compromisos emocionales. Y cuando algunas mujeres salen de caza los viernes, esconden su terror a no sentirse deseables mientras se cuestionan su "valor de mercado".

En ocasiones, cuando una empresa afirma cuidar la comunicación se refiere a instalar una Torre de Babel en medio de un desierto de sordos. A ratos, cuando animo a las personas a perseguir un sueño -que calibro escurridizo- lo hago porque estimo letal la punzante cuchillada de la desesperanza. A veces el sueño se hace realidad y otras no. Y cuando la pompa de jabón estalla me pregunto si me equivoqué al alentarlo: nunca acabo de tener una respuesta que me tranquilice por completo.

Cuando los hombres de treinta-cuarenta años hablan de la honestidad, esconden la cobardía; y cuando las mujeres salen de caza, huyen de la soledad. La incomunicación confunde el medio con el mensaje, y el qué con el cómo. Casi siempre es más fértil creer en un sueño que abortarlo, aunque nunca acabo de tener una certeza que me tranquilice por completo.

Hoy he recorrido las tres capitales vascas donde parece acomodarse un remanso veraniego. En Bilbao (donde escribo) la calidad del aire es buena -según dicen los paneles municipales- y el termómetro marca treinta grados. Quizá por eso se derriten las neuronas en filosóficos pensamientos que comparto.

La esquina del miedo

Me pongo el bañador constato que soy una mutación de la que fui: se ha producido un deterioro. Sin embargo, al abordar la agenda del mes y sus proyectos compruebo haber doblado la esquina del miedo y sus trampas. Y aunque ambos pensamientos no son comparables, equilibran el paso del tiempo, ese bien preciado que conviene administrar con idéntica prudencia al dinero.

Invierto dos horas en leer prensa económica. Entre las páginas sepias descubro que mañana, miércoles 15 junio 2011, entregarán los premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento a ocho personalidades de áreas clave en el siglo XXI, se trata del galardón con mayor dotación económica después de los premios Nobel. En esta tercera edición, son todo hombres, cinco de ellos con corbata, siete con gafas y uno, sólo uno, sin ellas: el compositor alemán Helmut Lachenmann. Ningún filósofo, ningún empresario, ningún escritor, ningún trabajador social, ningún líder de opinión y ningún blogger.

Al menos tenemos a Lachenmann con camisa amarilla y sin corbata, con un desaliño indumentario machadiano, con una barba rala y canosa que no atusa. Los personajes que mañana recogerán los galardones son economistas, investigadores, químicos... vinculados a los sectores productivos, excepto Helmut dedicado en los últimos cincuenta años a "ensanchar la sensibilidad musical de nuestro tiempo" en su ejercicio profesional al frente de las orquestas, y teorizando sobre ello en la Universidad de Harvard. Me temo que cuando hoy se mire en el espejo del lujoso hotel madrileño de cinco estrellas en el que se hospeda sentirá que es una mutación de lo que fue. Sin embargo mañana, al recoger el premio BBVA Fronteras del Conocimiento, reconocerá haber girado con gloria la esquina del miedo de sus primeras composiciones para el conservatorio de Stuttgart (1955). El 27 de noviembre próximo su ciudad natal celebrará con pompa su 77 cumpleaños. ¡Larga vida a Helmut y a su rebeldía creativa e iconoclasta!

lunes, 13 de junio de 2011

Metáfora

A las 7.30 camino por Miraconcha... hacia el despacho. La bahía está llena de charcos que semejan las huellas de un gigante que hubiese pisado la playa al amanecer. El cielo está azul, los montes verdes, el mar azul y yo pienso en ti. Escribo.

sábado, 11 de junio de 2011

Trabajador Social = ¿Revolucionario?


Hace ya algún tiempo que firmo mis textos y emails como Change Manager, es decir, agente del cambio algo que me queda grande y sin embargo es lo que hago en mi trabajo cotidiano. Hoy, sin embargo, he capturado del discurso de Bill Drayton una idea que me ha fascinado. Drayton es un hombre delgado y elegante que sólo habla inglés neoyorkino y que entre otros galardones tiene el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2011. Ahora bien, lo más fascinante de este diminuto hombre afable no es su notoriedad mediática, sino el hecho de haber creado Ashoka www.ashoka.org la mayor asociación de emprendedores sociales del mundo. Ahí está la palabra clave: sociales.

Bill opina que todas las personas podemos cambiar las pautas imperantes en nuestro campo de actuación, que podemos desarrollar ideas con espíritu emprendedor, inspirar confianza, y ser percibidos como personas con capacidad de aportar.

El premio Príncipe de Asturias habla de la posibilidad de poner en marcha una revolución actualizando las versiones estándar del funcionamiento mental, laboral o emocional. Actualizar, re-think, convertirse en un emprendedor social y de esta manera -asegura el investigador- no habría casi paro... ?

En fin, que sin saberlo este hombre despeinado me ha hecho un gran regalo porque ahora mi camiseta laboral lleva dos logos: Change Manager (Agente del Cambio) y Trabajadora Social que -según Drayton- significa apostar por la revolución silenciosa. La nomenclatura siempre tuvo su importancia ¡Gracias Bill!

jueves, 9 de junio de 2011

Desnudo Integral

No soy un dibujo animado, aunque me río mucho. No soy un modelo de nada, aunque muchos profesionales miran hacia aquí. No soy un consultor, sino un esforzado entrenador. No soy una loca, aunque me siento inadaptada en una sociedad enferma. No soy una santa: cometo pecadillos a diario. No soy una sabia, aunque lo intento con ahínco, para descubrir según avanzo ¡que no sé nada! No soy una buena madre, si bien mi persistencia en el intento es casi obsesiva. No soy una buena hija, y no me siento culpable en absoluto. No soy una buena ciudadana, porque -entre otras cosas- no voto: Todos me parecen un güiñol. No voy a misa, aunque medito y rezo. No me confieso, ante divinos ni humanos. ¡Que me juzgue el más allá y lo haga con benevolencia! Soy un ser humano tridimensional, con miedos, vergüenzas, limitaciones, defectos, debilidades. De carne y hueso.

martes, 7 de junio de 2011

Coaching, deconstrucción del concepto



Les diré lo que hay sobre la pequeña mesa redonda en la que me encuentro de manera que sea comprensible el compost emergente de mi texto: un artículo de fondo sobre Ai Weiwei www.aiweiwei.com publicado en Londres por Ivorypress que incluye fotografía del artista dejando caer al suelo un jarrón de la dinastia ming; un libro de Brené Brown que me está haciendo picadillo; la funda de mis viejísimas gafas de pasta, los tres bolígrafos de colores, la agenda Quo Vadis con forro naranja, un pen drive, y un folleto con la programación cultural de la biblioteca de Bidebarrieta donde el escritor Bernardo Atxaga ofrecerá una conferencia el 24 de noviembre a las 19 horas ¡tomen nota!

Les contaré que me encuentro en una silla de cuero, bajita y ancha, en el pasillo de la Biblioteca central de Bilbao (Diputación). Planta tercera, repleta de estudiantes, edad media: 22 años. Planta segunda repleta de estudiantes, edad media: 22 años. Planta primera repleta de jubilados, hombres, edad media 65 años. Me quedo en el corner que mi imaginación ha encontrado: un pasillo con silla y mesa enanos. Me siento sobre dos libros, saco el arsenal inspirador y tecleo: es mi manera de respirar.

Al despertar tenía uno de esos días en los que el cielo es gris y es plomo porque cae sobre tus hombros con el peso de un yunque de Altos Hornos de Vizcaya. Tras el segundo desayuno -costumbre que mantengo desde los años noventa- el plomo era cobre ¡más ligero y colorido! Después de contestar una docena de Emails y de escribir un rato, el plomo era casi pluma y me he acordado de Kundera y su libro sobre La insoportable levedad del ser. Y ete aquí, con ustedes.

Los viajes cunden si no te dedicas a dormir. El de hoy me ha servido para pergeñar una reflexión entorno a mi oficio que -dicho sea de paso- cada vez encuentro más misterioso, fascinante y cansado a un nivel no sólo orgánico sino existencial. Volveremos a ello otro día. Me ha dado por jugar mentalmente con ideas entorno al entrenamiento profesional de las personas. Y he deconstruido una indefinición provisional que, como otras, veré reproducida por otros profesionales del gremio como si fuera propia, je je.

Mi oficio consiste en mantener conversaciones profesionales estructuradas -sobre temas personales o profesionales- que se desarrollan sin emitir juicios, en un proceso que se vertebra a partir de: conexión, reflexividad y preguntas poderosas (desafiantes) + ¡acción!

Arranca desde el lugar en el que nos encontramos, y avanza hacia el lugar soñado (objetivo) a base de preguntas, reflexiones-conclusiones y acciones ¡lo único que mueve la vida! Inherente al entrenamiento profesional es el cambio, ya que "sólo los locos pretenden seguir haciendo lo mismo y obtener resultados diferentes" (Einstein). Esto lo que pienso y deseo compartir sobre todo para aquellas personas que me otorgan el grado de tutor ¡Ay Dios, qué responsabilidad!

domingo, 5 de junio de 2011

La imperfección ¿Un regalo?

Acabo de llegar al despacho. Son las once de la mañana del domingo 5 de junio 2011 y me pongo a trabajar para recuperar el middle day off del viernes. Hay 16 grados en la bahía, la calle aún está serena, silenciosa -excepto por lo trinos de los pájaros que viven estos días el ritual de seducción y apareamiento-. Para estas horas ya he visto casi un centenar de árboles, decenas de jilgueros, gaviotas, pavos reales, patos y otras alimañas. Las margaritas aún no se han abierto. He comprado los periódicos que todavía no he abierto y me he tomado un cortadito en vaso mientras leía la introducción al libro de Brené Brown titulado The gifts of Imperfection, Los regalos de la imperfección... una gozada. Si tienen tiempo, visiten su blog: www.ordinarycourage.com

viernes, 3 de junio de 2011

Middle day off

Llevo todo el día preguntándome cómo será poder dedicar cada jornada cuatro horas a la creatividad -entendida como investigar, leer, escribir y publicar- y otras cuatro a trabajar, como hace el profesor James C. Collins de la Universidad de Standford a quien re-leo estos días. Creo que esta proporción 50%-50% refleja el sueño que vengo arrastrando desde la infancia como un peluche muy querido y desgastado por el trasiego de tres décadas.

Les contaré como estaba el despacho esta mañana: lleno de papeles sobre la mesa negra de la entrada, con mi portátil Samsung esperando cargar la batería tras una sobredosis de uso, el portafolios con los dossiers de los entrenamientos de los últimos días, algunas llamadas por devolver, más de treinta Emails en la bandeja de entrada, la petición de un contrato para ponernos en marcha en un proyecto interesante, un cliente gordo esperando una respuesta en tema de impuestos, otro en espera de resolución de unas subvenciones Hobetuz, las plantas de la terraza sin abono, la impresora sin papel, las grapadoras vacías, las fotocopias de la semana que viene esperando en la repisa... en fin, en medio de está voracidad, he cometido un acto irresponsable (casi temerario) y me tomado la mañana off -como diría mi profesora de San Francisco-. Una mañana libre para sentir el sol del mediodía, oler las flores que vende la madre de Jasone en el precioso mercado central, comprarme unas alpargatas donostiarras, dos pares de pinkies de algodón, unos bolígrafos de gel del 0,7 en tres colores y un pan de centeno que sólo hacen en Sentido Común, una tienda rarísima de lo viejo. Después, me he tomado el cafecito en la terraza mirando al mar, con The Primal Leadership entre las manos... y he vuelto al despacho, pasada la una del mediodía, para teclear en el blog y acometer poco a poco la tarea.

Sienta bien tomarse el 50% del día creativamente, aunque no estoy segura de que el proyecto interesante, el cliente gordo y el Hobetuz estén tan contentos. Lástima, porque el peluche, Collins y yo nos lo hemos pasado de lujo.