viernes, 1 de julio de 2011

La sabiduría es más poderosa que la espada

Cinco siglos antes de Jesucristo existió un hombre que lo perdió todo en defensa de la ética. Contemplar su vida en la pantalla me ha hecho llorar por él y con él, en el destierro del reino de Lu al que pertenecieron sus antepasados. Más histórica que filosófica, la película Confucio -dirigida por Hu Mei- trae el recuerdo de uno de los grandes filósofos de la humanidad, figura influyente en la corte por su sabiduría y estrategia, hasta que su visión idealista fue demasiado lejos para la clase dominante de entonces. Me temo que su humanismo radical resultaría también excesivo para los políticos del siglo XXI.

K'ung-fu-tzu, literalmente el Maestro Kong, vivía sumergido en un amor incondicional a los seres humanos sin que por ello le temblasen las canas en la sangrienta defensa militar del reino de Lu en la que perdieron la vida cientos de enemigos.

Llevado por una infinita sed de conocimiento, silencio, meditación, rituales y docencia, en una primera etapa de su vida K´ung-fu-tzu conoció el poder, el reconocimiento y la gloria. Sin embargo, en su madurez padeció la humillación, el destierro y finalmente el hambre y la extrema pobreza sin haber cometido más torpeza que la de confiar en el soberano ¿ingenuidad, simpleza, limpieza de corazón? ¡Quién sabe!

Aún vestido con ropaje de mendigo, el despliegue de su dignidad, la mirada compasiva, su privilegiado conocimiento del ser humano, y su mente lúcida permanecieron intactos entre los pliegues de sus harapos. En tiempos difíciles, en períodos convulsos, los reinos (los países, las empresas, los equipos, las familias y las personas) precisan del talento de hombres como K´ung-fu-tzu dispuestos a poner el interés colectivo por encima del individual, característica esencial del comportamiento ético. Quienes deseen profundizar en el Confucionismo pueden leer las transcripciones contemporáneas de las analeptas, los manuscritos originales que con infinita paciencia escribieron el propio K´ung-fu-tzu y sus discípulos transportando las frágiles maderas por la vasta inmensidad de China.

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