sábado, 10 de septiembre de 2011

Purga de Ácaros

La hermosa bahía sigue en calma aunque el termómetro -como las bolsas de todo el planeta- se desploma a doce grados a primera hora de la mañana. Siento frío al pedalear en la trek verde camino del despacho. Son las siete y a decir verdad no estoy segura de que la calma no sea el preludio de una tempestad.

Vivo una de esas jornadas en las que -por alguna extraña conjunción planetaria- todos los necios del planeta me han tocado a mí. Reconozco haber perdido el control emocional durante un ratito, y haberme visto obligada a recurrir al botiquín de cataplasmas marca OM para calmar la airada entreceja y, de paso, evitar una subida drástica de la bilirrubina. Una subida comparable a la vertical quebrantahuesos de la gráfica del paro en España en los dos últimos años: hemos superado con creces el triste récord de paro alcanzado en 1993. Estamos en un veintiuno por ciento, es decir, que una de cada cinco personas en edad de trabajar está desocupada en España. Unos cinco millones de ciudadanos. (Entre el frío de la trek y la conjunción de necios me ha entrado una extraña fiebre bajo cuyos efectos acaso escriba alguna barbaridad. Ya disculparán).

Si no fuera por el segmento de trabajadores bajo mil euros/ mes que han perdido sus empleos, a ratos me da por pensar que esta brutal recesión tendrá efectos esperanzadores al purgar el sistema de ineptos abigarrados como ácaros (ver imagen) en un sinfín de moquetas institucionales o pseudo-institucionales.

Hace tiempo que un buen amigo sociólogo de la Universidad Complutense me sorprendió con la curiosa hipótesis de que si los humanos contemporáneos viviésemos en una jungla, no sobreviviríamos ni veinticuatro horas dado nuestro atrofiado sistema de escucha, capacidad de reacción, torpeza, lentitud e incapacidad de búsqueda de alimento y agua, por no hablar de la dificultad extrema para establecer alianzas con otros primates. Pues bien, a estas alturas de la debacle si no fuera por la sangría de obreros que la crisis está descuartizando (como el marido de mi depiladora: 44 años, terminado el paro, cobrando ayuda social) creo que esta barbarie pudiera servir para purgar un sistema adocenado, lento y -en su conjunto- ineficaz.

Ya les digo que con fiebre el teclado baila salsa caribeña. Continúo. Cuando el inevitable olor a muerte se extienda como un tufo insoportable por la jungla de asfalto, los presupuestos ajustarán sus cinturas a la dimensión de una avispa, las subvenciones dejarán de ser un coladero de amigos, los objetivos de producción serán imprescindibles para pagar la nómina, las auditorías servirán para algo más que un trámite, las contratas saldrán de verdad a concurso, y las direcciones generales no se adjudicarán a dedo. Buscando la supervivencia, el sistema se verá obligado a la purga de ineptos abigarrados en alfombras de diseño. En esta torre de Babel ojalá sobrevivan los más capaces, los más nobles y los más evolucionados. ¡Los mejores! La fiebre no me aturde al punto de pensar que estaré entre ellos ;-(

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