martes, 6 de septiembre de 2011

Abuso Tecnológico ¿Plaga del siglo XXI?

En la puerta frontal del despacho de San Sebastián hay un cartel que apela a la desconexión del móvil así como de cualquier otro artilugio tecnológico. Desde 2002 he ido renovando el cartel y el texto si bien siempre sugiere lo mismo con amabilidad ¡por favor! e incluso con estrategia: "este es un tiempo-espacio reservado para usted". Los clientes lo han respetado siempre al comprender que sus entrenamientos ganan en serenidad y concentración, dos virtudes ausentes en la vida contemporánea. Al menos en este despacho, el mundo se para un ratito para poder pensar, sentir, analizar, decidir y retornar al exterior para la ¡acción! recargado como una pila duracell.

En los últimos meses, sin embargo, observo cierta reticencia a desconectar los periféricos por parte de los clientes nuevos, sobre todo algunos hombres menores de cuarenta años.

-Espero una llamada importante,
-Tengo a mi hijo enfermo,
-Estoy pendiente de un contrato,
-Sólo lo tengo para recibir mensajes,
-Va a llamar mi mujer...

Yo no tengo mucho que decir porque al fin y al cabo es su sesión de entrenamiento y su tiempo el que se agota si cogen llamadas. Sin embargo, me entristece.

A ratos me da por pensar que soy una cascarrabias que juega del revés, otras pienso que el uso de la tecnología a nuestro alcance ha cogido carrerilla, cruzado fronteras y aterrizado en el país del abuso. Inquieta con este asunto, en las dos últimas semanas he buscado información y recopilado seis artículos de fondo que tengo esparcidos sobre la vieja mesa de cerezo. Ciertamente, parece que alertan de lo que pudiera ser una de las plagas del siglo XXI.

Los títulos no pueden ser más elocuentes: "Tómese una siesta digital" "Más información y menos conocimiento" "El retiro digital" "Prisioneros de la Red", "La Red adoctrina en su propio credo, si usted le deja" y "Google ya es parte de tu memoria". Y aunque no todas las investigaciones son catastrofistas, siento escalofríos al ver tanto papel alertando de algo que constato y que está entre las causas probables de la parálisis facial de un cliente muy querido con el que trabajo en Bilbao. Tras pasar todas las pruebas médicas acordes con el protocolo, los neurocirujanos han concluido que las causas de la disfunción que tiene media cara paralizada desde hace cuatro meses se limitan a: "un aire", "un virus", o tal vez -aunque no apuestan por ello- stress unido al abuso del teléfono móvil en el oído derecho (la zona afectada).

No sé si "nuestros cerebros están siendo esculpidos por fuerzas digitales", como afirma el neurocirujano estadounidense Richard Restak; ni si en España nos hemos enterado de que 2011 es el año del de-teching (desintoxicación de la tecnología) como airean los gurús de las tendencias de mercado. De la selva de papel utilizada para documentar este post me quedo con la frase lapidaria de Rob Stampfli: "Si la adicción se juzga por el tiempo en que un estúpido animal presiona una palanca para conseguir algo, Internet es mucho más adictivo que la cocaína".

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