domingo, 30 de octubre de 2011

Negocios Globales

El día 16 de noviembre próximo la flor y nata del empresariado vasco acudirá a la cita de la Business Global Conference que alcanza su décima edición.

El encuentro será en el BEC de la capital vizcaína y la cuota de acceso ronda los 60 euros. Dos son los reclamos marketinianos de la jornada: salir del recinto "polinizado", y escuchar a Julian Birkinshaw quien anuncia su intervención -de menos de media hora- como "rompedora de las barreras del lenguaje de los negocios".

Lo de polinizarme... no sé si apetece, la verdad. Y lo de romper las barreras, estaba muy mal visto en mi colegio de monjas, e incluso en la facultad de periodismo donde el lenguaje -decían- se había creado para respetarlo. En total la jornada incluye a diez ponentes entre los que sólo hay una dama: Elisabet Juan, cuya referencia en google es la de "generadora de climas innovadores".

En fin, a estas alturas del post no tengo claro si el encuentro del próximo 16 de noviembre en Bilbao será de zoología (polinización), medioambiente (climas) o de semiótica (ruptura del lenguaje). La respuesta la tiene ¡seguro! otro de los ponentes, Antonio González Barros. Más datos en www.ibgconference.com

sábado, 29 de octubre de 2011

Gracias por los comentarios

Estoy recibiendo comentarios a algunos post. The shoemaker ha emocionado a varios lectores. Otros se han ofrecido para montar juntos una pastelería de soufflés. ¡Muchas gracias a todos! Me siento acompañada/ apreciada. ¡Gracias!

viernes, 28 de octubre de 2011

The shoemaker


Me gustan los viejos objetos, por eso me cuesta deshacerme de ellos. Los zapatos marrones han caminado tanto conmigo que en la suela -bajo la almohadilla de ambos pies- se insinúan dos agujeros como dos soles; así que he decidido llevarlos al zapatero de mi barrio metidos en una bolsa del supermercado. Al llegar al establecimiento de Ion lo he encontrado cerrado con una nota adherida al cristal de la puerta en la que alguien ha escrito: Cerrado por Enfermedad. Después, la peluquera me ha contado que está ingresado en la residencia (hospital central de nuestra ciudad) y una vecina descarada ha dicho: ¡sí, bebía mucho! Yo he sido tan cobarde que no he añadido que también trabajaba mucho, y que ahogaba una pena profunda desde que se separó de una mujer y unas niñas a las que amaba. Ella se fue con un hombre de postín porque el shoemaker y sus duendes se le quedaban pequeños.

He permanecido unos segundos ante la puerta de su establecimiento contemplando la pequeña nota en la que se lee el escueto mensaje con la urgencia de un naufrago, de una despedida: Cerrado por Enfermedad. Deseo que regrese pronto, y que con sus curtidas manos encole suelas y tacones. Es un hombre guapo con el pelo revuelto al que le he visto envejecer un trienio cada año. Siempre ha tenido una sonrisa para mis zapatos y es muy bueno en su oficio. Cuando vuelva tengo que decirle cuánto le aprecio.

jueves, 27 de octubre de 2011

El desencanto del soufflé

Digamos que estoy cansada de la interminable búsqueda de sentido. Pensemos que el cansancio deriva de no hallar filones, betas de oro, por más que persisto en el empeño de matricularme en cursos y formaciones diversas.

Dado que todo el "conocimiento" está colgado en Internet o publicado por cien mil editoriales, hago el esfuerzo de viajar al fin del mundo para oler un poco de "sabiduría" (teoría + práctica + experiencia vital). Insistamos en que toda esta actividad emocional e intelectual resulta bastante decepcionante, y que me encuentro (una y otra vez) con soufflés que se desinflan al cuarto de hora, a los veinte minutos en el mejor de los casos. No pienso meterme con nadie -aunque tengo a mano dos caballeros talludos que hacen una diana bastante completa del desánimo-. Me quedaré con lo que me ocurre y -aplicando un poco de mi propia medicina- formularé en voz alta algunas preguntas por si alguien al otro lado de la pantalla quiere hacerse eco.

¿Será que, con la edad, encuentro cada vez menos propuestas nuevas? ¿El desgaste de mis ojos me impedirá descubrir la frescura de lo simple? ¿Lo simple es el mejor destilado de lo complejo? ¿Cómo diferenciar a un sabio de un vende-peines? ¿Están fuera o están dentro de nosotros mismos las respuestas que conmueven al universo? ¿Acaso llega un momento en hay que lanzarse a crear dejando a un lado las "pamplinas"? ¿Cuál es el sano equilibrio entre la inocencia y el escepticismo? ¿De todas las verdades contrastadas, cuáles perviven en el convulso siglo XXI? Por último: ¿Hay entre ustedes alguien que -buscando sentido- también colecciona soufflés? En tal caso, por favor, escríbanme ¡quizá podamos hacernos socios y montar una pastelería!

martes, 25 de octubre de 2011

¿Resilencia o Idealismo?


Mis pies y no mi cabeza me llevan a los lugares más hermosos; lugares a los que debo ir aunque no sepa por qué ni para qué. Esta mañana -descalzos sobre los adoquines del puerto- mis pies han conectado con el recuerdo marino de Bermeo, la tierra de mis antepasados a quienes ¡paradojas de la vida! no llegué a conocer.

Dicen que hubo una fábrica de conservas en la que mi abuela paterna trabajo duramente, y que mi abuelo era guapo, y que pasaron penurias. Cuentan que durante la guerra civil española enviaron a Francia a muchos niños (entre los que se encontraba mi padre) que lloraban desconsolados preguntándose si volverían a casa y al mar.

Una vez que me he puesto los zapatos, los pies han desconectado del "tan tan de los recuerdos", de los desgastados adoquines del puerto donostiarra que -mentalmente- me han trasladado al puerto de Bermeo, acaso a todos los puertos del planeta, porque la realidad es algo que los escritores fagocitamos como caníbales trenzando imaginación con datos, ensoñaciones con hechos, personas y personajes. Y ese cúmulo de trucos nos ayuda a vivir.

Tomando el cortadito de las once en el Café de La Concha, he leído la reseña literaria del último libro de John Banville, un genio de la escritura contemporánea (nacido en Irlanda en 1945), y famoso entre los lectores por su personaje y alter ego Benjamín Black. En la entrevista que le hace Claudi Pérez para EL PAÍS, el escritor reconoce sentirse un samurai en el sentido de que la literatura es salir a pelear sabiendo que serás derrotado. Algunos le llamarán resilencia, tal vez sea idealismo... Yo me quedo con la frase, y la integro en mi focus de empresaria-bonsái: salir a pelear, sabiendo que serás derrotado. Thanks John!

domingo, 23 de octubre de 2011

Cambios en 4 D

Hace una década escuche que "el cambio es lo único permanente". La idea me gustó, y la integré en mis sistema de creencias. Ahora bien, hace un par de años profundicé en el concepto y descubrí dos tipos de cambios: el adaptativo y el intencional. El primero es aquel que viene dado por las circunstancias: un cambio propulsado por una fuerza externa a uno mismo, exógena. Sin embargo, el cambio intencional esta motivado casi en su totalidad por razones internas, endógenas.

Quizá la diferencia consista en que en la adaptación no elijimos o -si lo hacemos- es casi por una cuestión de supervivencia (océanos rojos en términos de competencia); en tanto que en el intencional somos sujetos activos que avanzamos hacia la construcción de un nuevo horizonte (océanos azules en términos marketinianos).

Últimamente he incorporado dos nuevas categorías al cambio: el coyuntural y el estructural que -sin aburrirles- resumo. El cambio coyuntural sería aquel pegado a una intervención puntual (ir una sola vez a un poblado y regalarles cincuenta kilos de pescado). En tanto que el cambio estructural consistiría en una intervención que alcance el núcleo duro del problema permaneciendo largo tiempo en el sistema (ir una sola vez a un poblado y enseñarles a pescar). Como pueden intuir, adoro los cambios estructurales en la creencia de que de otro modo lo que hacemos es aplicar una tirita a la hemorragia de una planeta que agoniza.

Puesto que vinculo mi profesión de entrenadora de líderes y equipos de empresa al alineamiento con las fuerzas del cambio, las cuatro categorías que detallo en este post no resultan algo frívolo o baladí sino una cuestión ética que se repite en mi conciencia cada amanecer y me confronta con el interrogante de ¿qué clase de cambios facilito en las empresas?

Aunque permanezco en una organización un tiempo limitado por la "hoja de encargo" y después desaparezco de su "mapa" laboral, pocas veces consigo desvincularme de la trayectoria de las personas, sus productos, servicios o cuenta de resultados y -en este sentido- me resulta inaceptable trabajar sólo en cambios coyunturales o intervenciones que no estén pensadas para transformar algo de verdad. Releo algunos artículos de Bill Drayton, fundador de Ashoka y premio Príncipe de Asturias de Cooperación 2011, quien anima a creer en el cambio social -en la innovación social- como algo posible y deseable, como ese horizonte esperanzador para un planeta que -superando las jerarquías- se alce vigoroso a partir de "equipos fluidos" (término acuñado por Drayton).

La innovación social pasa por el cambio intencional y estructural y algunos profesionales a quienes las empresas abren sus puertas hemos de aprovechar la oportunidad para trasladar un poco de aire fresco a las organizaciones. Personalmente me lo planteo como un desafío ético.

sábado, 22 de octubre de 2011

Boina y Pitorro


Los dedos quieren escribir, aunque todavía no saben lo que quieren contar. Y -rebosantes de impulso- las emociones luchan por hacerse oír tras dos jornadas completas compartiendo con una decena larga de compañeros de viaje. El viaje no es otro que el del auto-conocimiento: profundizar en los propios límites, y medirse con la propia sombra. El pretexto oficial es el aprendizaje de una nueva metodología para transformar las organizaciones, y el maestro de ceremonias es un hombre de origen español que en su devenir se ha transformado en un hombre sueco: Moliní, ya les he hablado de él.

Cuando la intensidad de una experiencia me desborda, tiendo a expresarlo con una metáfora práctica y jocosa y digo que me siento "colmada hasta el pitorro de la boina".

La foto que ilustra el post es de Eutokia, un lugar concebido como incubadora de proyectos de innovación social. En la terraza cultivan tomates y menta y, en el interior, hay una cocinita abierta en la que puedes hacerte un café y, después, lavar tu mismo la cubertería y la vajilla. El mobiliario está hecho totalmente de deshechos y/o reciclaje, y desde cualquier rincón del inmueble ves el cielo y las montañas. Quizá sea el vértigo del caos, acaso sea la libertad de sentirte como en casa, tal vez se deba a las magdalenas que compra y comparte Ziortza... el caso es que en Eutokia se producen el aprendizaje compartido y la puesta en común más desnuda que puedan imaginar. Hay profesionales como la copa de un pino que verbalizan desconocer los rudimentos de las constelaciones organizacionales, adultos que no han oído hablar del eneagrama, hombres que no saben poner bombillas y mujeres que no fríen un huevo. En mi equipo Moliní ocurren todo tipo de paradojas y este cortocircuito me tiene fascinada ya que no sólo me divierte sino que estimula mis neuronas como una sobredosis de sudokus, un viaje galáctico a la luna, o un cuento de Borges.

La autenticidad, la risa, la humildad, el compartir y la generosidad son implacables termitas que devoran la inercia, el desánimo, el aburrimiento e incluso el miedo porque... aunque distintos (muy distintos) juntos volamos más lejos y más alto. ¡Todo es posible con un poco de participación genuina! La magia consiste en crear las condiciones para que esto ocurra, algo que tal vez fuese natural hace muuucho tiempo. Estoy cansada, físicamente muy cansada, y apenas cuento con 24 horas para recuperar el paso, el ritmo, y afrontar una nueva semana llena de desafíos laborales ante los que ahora me siento mejor preparada y menos sola.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Abadías


"Vivimos en una zona de oscuridad
y van surgiendo Abadías" Luisa Etxenike


Esta mujer congrega en la Abadía de Ernest Lluch a una treintena de acólitos entre los que me encuentro. Un día a la semana nos habla de "crear atmósferas literarias, de narrar en primera o tercera persona, de la contemplación de la belleza pictórica, fílmica, escultórica o gráfica", y durante casi tres horas el tiempo se para en el Aula 3 del centro cultural ubicado en las entrañas del velódromo de Anoeta, en San Sebastián. Sólo falta un fondo las campanas...

El pretexto es aprender escritura creativa. La verdad es que vamos para observar a esta extraña mujer cuya fama de mal genio le precede -como ella insiste en recordar-. Aunque no sólo de mal genio, también vinculamos su nombre a un manejo preciso del vocabulario, a una cultura amplia, y a una veneración casi sagrada por la buena literatura. Sabe, y por eso le respetamos. Y porque sabe, nos quedamos atornillados a al potro de tormento que son las sillas del aula.

El próximo miércoles (día 26 de octubre) en el Centro Cultural Okendo (San Sebastián) podremos ver a esta fierecilla en la presentación de su último libro: El detective de sonidos, publicado por la editorial Libros de Pizarra. Aún no sé si acudiré porque no me gusta rendir pleitesía a los personajes de mi vida. Quizá opte por utilizar ese tiempo en desarrollar el proyecto que nos sugirió como tarea: conectar con nuestro primer recuerdo, el más antiguo... y escribir-escribir-escribir haciendo crecer la historia como si fuera una madeja de hilo de seda.

lunes, 17 de octubre de 2011

The inner Game


El mundo es un pañuelo, a ratos un confeti. Mi profesora de inglés conoce a Pau Gasol en persona y le considera no sólo un hombre alto y simpático sino un auténtico gigante con el que solía coincidir en un restaurante de San Francisco (USA) que ella frecuentaba. Todas las semanas Sup y yo compartimos una tarde de charleta informal en inglés durante la cual hablamos de lo divino y lo humano. Esta tarde ella ha visto sobre mi atelier de San Sebastián un recorte de EL PAÍS en el que el mayor de los Gasol dice: "Hay que explotar el juego interior". El artículo lo firma Robert Álvarez -corresponsal del rotativo español en Lituania especializado en deportes- y, por lo tanto, está cogido a vuelapluma a efectos de utilizarlo en un equipo empresarial con el que comenzaré a entrenar en diciembre. Sup me pregunta por la conexión entre Gasol, el entrenamiento profesional que realizo, y el "juego interior". Entonces -como si me hubieran dado cuerda- desato mi lengua y mi pasión para hablarle del Inner Game, del Juego Interior, del Poder de la Actitud con la que todo comienza a gestarse o a destruirse... Me deslizo por las escurridizas rampas del creer para crear, me atasco buscando los vocablos en inglés para referenciarle a mi mentor John Whitmore -padre neurológico del concepto- y tras unos diez minutos ininterrumpidos -salvo para algunas correcciones fonéticas- me mira con sus enormes ojos negros de búho y añade: pero, Azucena, el baloncestista de Los Ángeles Lakers (NBA) se refiere a utilizar la batería de pívots como arma de juego... Plof. Una de realismo y no precisamente mágico (García Márquez). Lo sé, claro que lo sé, pero ¡es tan inspirador quedarse con el titular! En honor al único atleta no estadounidense que ha recibido el prestigioso premioRookie lo llevaré igualmente a la empresa, lo mostraré al equipo, lo diré en voz alta: hay que explotar el juego interior.

sábado, 15 de octubre de 2011

Los "traumas" de las organizaciones

Con frecuencia viajo a Holanda donde vive mi hija y -en ocasiones- el tiempo nos alcanza para visitar diversas ciudades del pequeño territorio. Hace unas semanas fuimos en tren desde Rotterdam hasta Tilburg y (después de visitar las dunas) conseguimos colarnos entre los estudiantes para disfrutar del interior de la prestigiosa universidad www.tilburguniversity.edu

Nos demoramos una hora, y me quedé prendada de sus espacios zen, y del contraste entre el geométrico-frío diseño de la piedra, y la abstracción-cálida de la arboleda de un ocre bellísimo al atardecer.

La universidad de Tilburg -como la mayoría de las instituciones docentes holandesas- tiene un alumnado que proviene de todos los lugares del planeta; los estudiantes llegan desde Japón, Estados Unidos, España, Francia, Alemania... y (dado que los pisos se alquilan vacíos) al comienzo del curso han de comprar muebles de segunda mano baratos y prácticos que les permitan sobrevivir al crudo invierno holandés. En los tablones de anuncios de la cantina universitaria hay ofertas de instrumentos musicales, de clases de chino, y de bicicletas; junto a la venta de una cama en buen estado, una lavadora que se regala, y un gatito cuyo propietario no quiere trasladar a Nueva Zelanda. Todo redactado en holandés o -en el mejor de los casos- en inglés. Fue en este idioma en el que descubrí un workshop en el que un tal Jan Jacob Stam hablaría de las organizaciones como "entes vivos". Me pareció curioso, registré en mi memoria el nombre del profesor, tomamos una menta (con abundante hierba natural dentro del vaso), disparamos algunas fotografías, y abandonamos la ciudad con el deseo de volver.

Ya en casa, busqué información sobre el Jan Jacob Stam y hallé -entre otras curiosidades- que ha creado el Instituto Holandés Bert Hellinguer www.hellingerinstituut.nl, y que además de impartir enseñanza desde hace décadas, es consultor y está considerado una eminencia en las llamadas "constelaciones organizacionales". En la página citada podemos profundizar en el trabajo de Stam para quien las empresas -aunque no tienen cuerpo- sienten y padecen y sus dolencias pueden llegar a enfermar el sistema productivo hasta el punto de incidir en la cuenta de resultados. El enfoque es -cuando menos- inquietante ¿no les parece? Habla Jan Jacob de "los traumas de las organizaciones" y con esta expresión (del ámbito terapéutico) se refiere a los despidos, las muertes por accidente, el mobbing, las fusiones, las ampliaciones y los cierres empresariales.

No sé si será cierto que "cuando el alumno está listo el maestro aparece" -como dicen los budistas- pero el caso es que mi amigo Enrique me ha hecho un regalo que colma mis expectativas formativas ya que me cuenta que Jan Jacob Stam estará en Bilbao (Vizcaya) el próximo 9 de noviembre 2011 para compartir con los asistentes sus conocimientos holísticos unidos a su extensa experiencia organizacional. Allá voy... dispuesta al aprendizaje.

Quienes deseen obtener más información sobre la jornada pueden ponerse en contacto con María Carrascal: mcarrascal@fundacionede.org


Fundación EDE Fundazioa

jueves, 13 de octubre de 2011

Outsider

Quiero seguir siento Amelie, aunque maneje el Doodle con destreza, y supere mis objetivos económicos anuales. Quiero seguir siendo Amelie aunque encima de la mesa tenga media docena de proyectos interesantes para elegir.

Deseo seguir agachándome en la calle para recoger una moneda de diez céntimos, y sentir un revoltijo en el estómago cuando (bajo un puente urbano) descubra a una anciana mendigando.

Quiero mantener un saludo espontáneo y alegre a los recién conocidos: la exquisita señora que me vendió un blusón -negro Masai- el sábado pasado en Montes, mientras apura su tostada con aceite, y yo termino mi café americano.

Quiero seguir siendo Amelie cuando tenga un eficaz asiste -espero que sea pronto- y cuando pueda vestir sólo ropa bella. Y mantener las canas que tanto le gustan a mi hija. Y el mismo perfume de Dolce Gabanna, y -sobre todo- permanecer anclada en lo que C.O.Schamer denomina la "escucha generativa" como sistema relacional. Se trata -dice este experto en liderazgo- de escuchar desde el campo emergente de la posibilidad futura. Les recomiendo su obra: Uncovering the Blind Spot of Leadership.

martes, 11 de octubre de 2011

El mundo, un océano-mar

Acertar con el sabio camino del medio entre el ego y la humildad -en mis apariciones públicas- me resulta tan complejo como a un funambulista mantenerse sobre una cuerda diminuta a veinte metros del asfalto. Siento el desafío, el vértigo y la zozobra, así como un chorro de adrenalina resbalando por la espalda. Y, a veces, no tengo ni idea de la percepción en sala, es decir, de lo que "se han llevado" los asistentes tras mi intervención (en verdad lo único que importa). Hoy -por ejemplo- no intuyo lo que habrán comentado en los pasillos la veintena larga de personas del comité de dirección de una fundación en la que he estado y cuya plantilla reune a más doctores, catedráticos e investigadores que el resto del territorio.

Son una élite a la que admiro y deseo aportar si bien la primera barrera a traspasar es la desconfianza -quizá el escepticismo- no hacia mí (no soy tan importante) sino hacia un "agente externo" a la organización que llega con un puñado de preguntas un tanto desafiantes. Para "ganarme" su confianza hago malabarismos entre el ego (para que me respeten como entrenadora) y la humildad (para ahuyentar el miedo a lo desconocido).

Ciertamente no parten de cero: existe la memoria histórica de la organización, la cultura corporativa, los valores, misión y visión empresarial, y un pasado en el que -tácita o expresamente- se ha valorado o castigado esto o lo otro... Son personas valiosísimas (cuyo potencial roza el infinito) y cuyos logros, en algún área, no están a la altura de su talento. Existe por lo tanto un gap, una horquilla de mejora, o un "ruido" que lastra el desarrollo de aquello que ya son y ya saben pero que -quizá- nadie les ha alentado a volcar en un mundo ¡tan sediento! de modelos referenciales-.

Les confesaré un secreto: tengo un "cuaderno de futuro" en el que me permito escribir y dibujar aquello con lo que sueño y en no pocas ocasiones se realiza con una exactitud que pone pelos de Espinete. Es el caso. Les cuento, respetando la confidencialidad:

Este mes comienzo la aventura de entrenar en liderazgo a una decena de sabios contemporáneos, trabajadores del conocimiento, creadores de patentes y fórmulas magistrales... y -aunque el "cuaderno de futuro" da fe los meses en los que he sostenido la ilusión de afrontar este proyecto- al vivirlo, casi dudo de que sea real.

Ellos no parten de cero. Yo no parto de cero. En algún lugar de la encrucijada nos encontraremos. Yo aprenderé de ellos y ojalá ellos quieran aprender algo de mí...

Al terminar la jornada dibujo una gran sonrisa en el cuaderno Peter Pauper Press(*). Una sonrisa de agradecimiento.

(*) Marca canadiense de papelería.

domingo, 9 de octubre de 2011

Coaching, un estilo de Liderazgo

Al igual que un rodamiento se desgasta utilizado noche y día en un sistema productivo explotador, algunos conceptos trascendentes pierden fuerza al ser manoseados con frivolidad en cualquier tiempo y lugar impulsados por la conveniencia o la moda. Es el caso de la innovación, el cambio, la eficacia, la gestión de las personas, la sostenibilidad, la conciliación y el liderazgo, entre otros.

Estos días la prestigiosa Universidad de Deusto me ha encargado que prepare dos proyectos formativos como parte de su curso de Especialización para la Innovación en Gestión, www.masterceig.deusto.es más conocido en el campus como CEIG. Se impartirá en las dos ciudades que más amo: Bilbao y San Sebastián, y el título que me han adjudicado está vinculado a mi oficio de entrenadora de líderes y equipos de empresa: Coaching un estilo de Liderazgo.

Aunque tengo numeroso manuales propios y ajenos de las formaciones recibidas e impartidas en la última década tanto en España como en el extranjero, cada vez que abordo una aventura me gusta construir un tapiz conceptual nuevo que -aun teniendo muchas puntadas del sedimento anterior- incorpora algunas nuevas del magma cognitivo en el que vivimos.

En el libro Primal Leadership -cuya lectura es obligada en algunos MBA- Daniel Goleman afirma que el Coaching es un estilo de liderazgo que conviene alternar con los otros cuatro con la flexibilidad y cintura de Leo Messi. Poco entiendo de fútbol, sin embargo, sobre el terreno de juego empresarial algo he aprendido de la observación de docenas de líderes de todos los sectores, formaciones y talantes. Vayamos, si les parece, con ello.

En una definición sencilla diría que el liderazgo es la decisión de comprometerse (con uno mismo) a alcanzar el máximo potencial de desarrollo a partir de los talentos recibidos al nacer, y cultivados con posterioridad. Esta aproximación al liderazgo termina con la aburrida dicotomía de si el líder nace o se hace, y nos sitúa a los mortales ante el desafío de la superación permanente. En una palabra: nos confronta con la responsabilidad de crecer como personas y profesionales utilizando al máximo todos los potenciales que poseemos.

Una de las principales compañías mundiales de todos los tiempos, la Compañía de Jesús, con más de veinte mil trabajadores y sedes en los cinco continentes, asienta el liderazgo sobre los pilares del conocimiento de uno mismo, el ingenio, el amor y -finalmente- el heroísmo. Afirma el consultor Chris Lowney de J.P.Morgan & Co que conocerse a uno mismo es la virtud que alimenta el liderazgo porque descubrir las propias fortalezas y debilidades contribuye sustancialmente a la comprensión de las virtudes y los defectos de los demás. Nada nuevo bajo el sol y, sin embargo, la reflexión y el análisis sobre uno mismo son extremadamente inusuales.

Juan Carlos Cubeiro ha escrito recientemente una trilogía en la que desarrolla el estilo "entrenador" desmenuzando el comportamiento de Pep Guardiola y José Mourinho. Entre infinitas anécdotas y comparaciones, en su parte más teórica, Cubeiro retoma lo que es un clásico de su enfoque empresarial: los líderes han de fluir, para después confluir, e influir. El desarrollo de estos conceptos excede el marco de este post por lo que me limito a clarificar que fluir es vivir en “tu zona”, en tu diez, cada jornada, dentro y fuera del trabajo. Como saben los atletas de élite, para vivir en “tu zona” tienes que conocerte bien tanto en lo físico como en lo mental y emocional, sin olvidar nuestro componente espiritual.

El Coaching es un estilo de liderazgo basado en competencias vinculadas a la comunicación en un sentido pleno. No sólo porque hunde sus raíces históricas en la mayéutica socrática o el arte de preguntar, sino porque se alimenta de un enfoque positivo y consciente del lenguaje (programación neuroligüística, PNL), contempla la llamada conectividad o conexión energética entre las personas, y la reflexividad o capacidad de interrogarse sobre de dónde venimos, dónde estamos, dónde vamos, cómo lo estamos haciendo y -sobre todo- cómo podemos mejorar.

El Coaching jamás pierde de vista el objetivo que persigue ya que aporta orientación a los esfuerzos del líder, si bien permite disfrutar del propio proceso de superación de obstáculos, resistencias e ideas limitantes que nos lastran tanto o más que unos grilletes en el tobillo.

La escucha en un nivel absoluto, las preguntas abiertas, el establecimiento de una relación de confianza y el feedback (o retroalimentación), son también competencias vinculadas a la comunicación entendida en un sentido pleno y cuya aplicación propicia un liderazgo en el que es posible que tu y yo ganemos (Stephen Covey), que el individuo y el equipo sumen, y que personas, equipos y organizaciones caminen acompasadas hacia un mundo al que todos nos sintamos orgullosos de pertenecer. Sí, definitivamente el Coaching es un poderoso y práctico estilo de liderazgo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Un colibrí en ADEGI

Se cierne la galerna sobre la bahía en una jornada que huele a otoño virulento. Entre la Concha y el horizonte apenas una decena de embarcaciones desafían el temporal.

Camino bajo la lluvia hacia el despacho, resbalo sobre una hoja a la altura del Palacio de Miramar, caigo sobre la rodilla izquierda (cuan aspirante a ser nombrado caballero de la mesa redonda) y tras un ¡ay! contenido prosigo mi meditación matutina en movimiento: ese paréntesis en el que cultivo el silencio salpicado de reflexiones que el fértil mundo y sus habitantes dejan en mí.

Mi agenda Doodle refleja en ocre los jueves en ADEGI, la jornada en la que tomo el pulso al empresariado vasco en un acompañamiento tan duro como el asfalto -sector duramente golpeado-, tan innovador como las farolas solares (destinadas a parques tecnológicos e instalaciones urbanas), tan tradicional como los ascensores, o tan lúdico como las máquinas recreativas. Con frecuencia salgo de Miramón exhausta y pletórica. Ya en casa -durante la cena- suelo comentar con entusiasmo algún entrenamiento.

Entre la ensalada de cogollos con anchoa y pimiento del piquillo y el segundo plato, ayer no pude evitar una sonrisa al recordar el entrenamiento con una mujer que se auto-definió como un colibrí: una persona alegre, ligera, chispeante, llena de pasión por la vida y de una dulzura propia del néctar que con tanta habilidad liban los pequeños vertebrados.

El desafío de nuestro entrenamiento consistió en que tomase conciencia de que tan pronto accedía al despacho de la fábrica (es socia mayoritaria y directiva) se olvidaba del colibrí para convertirse en un reptil que textualmente "se arrastraba" de asunto en asunto, apagando fuegos, templando conflictos interpersonales, desgastándose en interminables jornadas y saliendo hacia su casa con la sensación mitad de impotencia, mitad de "no vale la pena". Desánimo. Plomo en las alas. Esta valerosa mujer es tan diminuta que -siguiendo con su metáfora- bien pudiera encarnar el llamado "elfo de las abejas", el colibrí más pequeño que han descubierto los investigados de la Universidad de California en Berkeley (USA). Al despedirnos, aludiendo a la urgencia de cambiar su estilo de gestión, me preguntó: Azucena, ¿cuánto tiempo crees que necesitaremos para que el colibrí entre y salga de la fábrica sin perder la alegría? Tras un silencio en el que ella vio que calibraba la respuesta, le recordé que el colibrí es el pájaro más veloz de la tierra, hasta el punto de que supera a los jets ultima generación alcanzando los 27,3 metros por segundo. Pude escuchar un largo suspiro, esbozó una sonrisa, guardó el cuaderno con sus tareas, y nos despedimos hasta otro día ocre en mi agenda Doodle.

domingo, 2 de octubre de 2011

Troyanos en Zaragoza

En ausencia de viento, a la salida de Zaragoza, un escuadrón de molinos quietos saludaban mi despedida de la capital maña, una tierra noble en la que he percibido "hambre de conocimiento" como en ningún otro lugar.

Kilómetros de llanura tras un camión de Pikolín -en franja contínua- con un sol otoñal a mi espalda, dan para reflexionar a gusto sobre las 16 horas compartidas de participación genuina.

Muchos campos de vid después (llaneando por Olite) una emoción dulce y agradecida repicaba en mí como las campanas de la Pilarica, al mediodía.

Encerrados en el salón Gargallo (del Zenit Don Yo) 16 personas hemos reído, sudado, pensado, aprendido y enseñado juntos como un equipo que entrena habilidades y competencias. Sabe lo que dice Ana al afirmar que en Zaragoza hay "una masa crítica" afín al Coaching Profesional que puede convertirse en punta de lanza de la transformación social por la que también apuestan con vehemencia Carmen, San Román, Paco, Alberto, Marta-Ana... Volveré, estoy segura, porque han despertado un latido en mi corazón de piedra-hojalata, un tic-tac expectante de sensaciones compartidas.

A la altura de Urbasa aún me cegaban los flashes del recuerdo: el intenso olor a lilium llenando por completo mi estancia debido al delicado ikebana que me regalaron; un post it naranja con la afirmación de que "el liderazgo hay que ejercerlo con cabeza y corazón"; la emoción apenas contenida de Ramón ante un feedback honesto sobre su destino; los bombones de Patricia y el Caballo de Troya por el que volvió a preguntar Ana. Ya conocen la historia: en el interior del Caballo de Troya (construido por los griegos como regalo para la diosa Atenea) se escondía un ejército que derrotó a los troyanos una vez burladas las murallas de la ciudad. Intuye Ana la potencialidad del Coaching para propiciar la evolución de la humanidad hacia valores trascendentes bajo la "estratagema" del Entrenamiento Empresarial... ¡Panda de troyanos!