jueves, 1 de diciembre de 2011

Viernes, página en blanco.

Llueve en la bahía. Son las 7.12 de la mañana. Salgo hacia la capital vizcaína. Llevo mis neuronas en forma, herramientas de trabajo para entrenar, hoy, a dos directores generales de quienes aprendo más de lo que comparto. Lo vivo como un lujo. Personas excepcionales, que hacen esfuerzos excepcionales, y aún se exigen más, desde el sentido de la responsabilidad, del "deber". 

También llevo mi corazón y su capacidad compasiva para sintonizarme con sus apenas confesados sufrimientos: son humanos. Escribiré más... a media tarde... tan pronto libere dos horas serenas en un paisaje inspirador.

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