martes, 29 de marzo de 2011

Los cipreses creen en Dios

Hace quince días me otorgaron un identificador con la letra P. En teoría era la manera de entrar y salir de un congreso con absoluta libertad llevando al cuello una cinta negra rematada en una letra grande de color verde que -en mi caso- era la P (pueden ver algunas fotografías en el álbum Picasa que clarifican el enredo en un primer vistazo por aquello de que una imagen vale más que mil palabras).

De este identificador he hecho un anclaje: algo que con frecuencia utilizamos los facilitadores de procesos de cambio, los entrenadores. Un anclaje es la cosificación de un concepto que te anima, impulsa, conecta o sugiere una experiencia registrada en tu sistema neuronal como algo positivo que has vivido. En este caso, el congreso ha representado en mi biografía un antes y un después, un "momento cumbre" en el que eclosionan muchos años de trabajo y voracidad por aprender e integrar, para después seguir aprendiendo y compartir.

A veces me pongo el identificador para estar en casa, en ocasiones me lo pongo en la oficina. Produce en mí el efecto empowerment: me sube, me potencia, me ayuda a enfocar desafíos como experiencias abordables. ¡Fíjense qué poca cosa y funciona!

Hoy no me he atrevido a ponérmelo porque llevaba un collar y no quería parecer una loca, así de simple. Sin embargo, al abordar una jornada -organizada por Tknika- con casi cuarenta directores en el Santuario de Aránzazu, lo he rozado con las yemas de los dedos y he sentido que además de la P de ponente (sentido original del identificador), pudiera interpretarse como la P de protagonista. En verdad cada persona es realmente el/la protagonista de su vida.

Los directores han llegado a Aránzazu desde todos los lugares de la geografía vasca puntuales y animados por cierta curiosidad en descubrir, en descubrir-se, en descubrir a otros y en vivir una experiencia enriquecedora. Yo también he acudido puntual con la misma intensidad en el deseo de compartir una jornada especial.

El "menú degustación" ha incluido algunas competencias clave del directivo-coach como la empatía, la escucha, las preguntas poderosas y el feedback; también hemos abordado los pilares básicos para la construcción de equipos: la coherencia, confianza y comunicación; hemos recordado la conveniencia de fluir (bienestar personal) para confluir (con los demás) e influir (ser un modelo referencial); han emergido asuntos trascendentes como el orgullo de pertenencia a grupo, la visión compartida, las normas consensuadas, la competencia técnica... hemos "jugado" en equipos de 8-9 componentes, integrado las reuniones delegadas de Alain Cardon... y un largo etc. reflejado en los tres papelógrafos, en cientos de post it de colores, en las sillas descolocadas por el recinto, amplio, cómodo, soberbio con los montes cercanos inspirándonos entre el cielo y la tierra a más de setecientos metros de altitud.


Al final, todos hemos dejado atrás el santuario, la invisible presencia de los franciscanos, sus campanas, su silencio, y hemos vuelto a casa sintiendo que pertenecemos a algo mayor que nuestro pequeño círculo de influencia, que muchas de las preocupaciones que tenemos son compartidas, que parte de la solución de casi todo está en nosotros mismos y que ¡podemos! En las valoraciones de la jornada han puesto una media de nueve sobre diez. Sin duda ellos merecen ese nueve por el esfuerzo sostenido muchos años al frente de centros de formación profesional de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa. ¡Gracias Samuel, Nicolás, José Manuel, Juan Carlos, Agustín, Noelia, José Antonio, Gauden, Zigor, Txemi, Kepa, Jorge, Irure, Martín... ¡Qué gran jornada compartida! Gracias.

lunes, 28 de marzo de 2011

Un grito de guerra... GRIT

El día que conocí en persona a Martin Seligman llevaba un jersey en pico parecido a los que usaba mi padre aunque en un color ciertamente atrevido para un caballero: rosa intenso. Cuando me presentaron a su mujer entendí porqué ;-D

Ocho años antes (2003) yo había leído el volumen considerado como la biblia de la psicología positiva: La auténtica felicidad -escrito por Seligman y editado por Vergara- un ensayo de 428 páginas repletas de experimentos e investigaciones que el catedrático de Psicología en la Universidad de Pensilvania ha realizado en los últimos treinta años. Aunque el libro es interesante, Martin transmite mejor en persona con el tono mesurado, pedagógico e incuestionable de todos los grandes acostumbrados de alguna manera a "sentar cátedra".

En 2011 Seligman ha evolucionado y prefiere utilizar el término "florecer" al de felicidad. A su paso por San Sebastián ha sembrado algunas semillas estimulantes. Por ejemplo: las personas que alcanzan mayores logros no son necesariamente las que gozan de mayor coeficiente intelectual, sino aquellas que tienen grit: agallas, coraje, valentía, casi resilencia... grit!

Además, si se quiere "florecer" (al estilo Seligman) hay que cultivar: las emociones positivas conectadas al placer; la capacidad de concentrarse de manera casi total en algo que nos apasione y nos permita "fluir"; la competencia de sintonizarnos con los demás y el ejercicio de la generosidad altruista o sensación de pertenencia a algo que nos trasciende. Para "medir" estos parámetros, el profesor ha diseñado algunas herramientas disponibles gratuitamente en la página web: www.authentichappiness.org

Y, para empresarios, aún un último apunte práctico, un indicador de cómo van a evolucionar los beneficios de la compañía en los próximos años: si en su organización la cantidad de expresiones, ideas, pensamientos, frases y palabras positivas que maneja usted y su plantilla es 2,9 veces la cantidad de expresiones e ideas negativas ¡habrá beneficios! Si no... ¡Comience a realizar el cambio de inmediato! 2,9 nueves veces más de positividad que de negatividad. ¡Ahí es nada! Me pongo con ello, ahora mismo ¿y usted?

sábado, 26 de marzo de 2011

La erótica del poder

Escena Uno. Toma Uno.
El presidente duerme con las persianas alzadas y las cortinas abiertas de par en par. A las seis de la madrugada el sol primaveral -que entra a raudales en la suite doméstica en la que vive- le despierta; pone una cafetera individual bien cargada en la cocina, va al salón donde hace cien abdominales y pedalea un cuarto de hora a piñón siete (el más duro de su bicicleta estática). Sudado y en forma, se dirige a la ducha donde comienza la rutina cotidiana que terminará catorce horas después: hacia las ocho de la tarde. El presidente es un gladiador del siglo XXI al que entreno.

Escena Dos. Toma Uno.
Mi amiga Adela entiende el poder personal como el despliegue del ser en su máximo potencial. Adicta a la reflexividad -de una manera obsesiva y a veces desesperante para el resto de los mortales- defiende el poder como algo positivo relacionado con la aceptación de ser quien eres, de pensar lo que piensas, de discrepar de lo que fuere, y de elegir lo que consideres más interesante para ti en un determinado momento de tu existencia. Dice Adela que en un mundo de cobardes silentes, ejercer el propio poder exige un coraje intenso -acaso excesivo para los mansos de corazón- porque en general conlleva la crítica, el rechazo, la incomprensión y el castigo de las mayorías que siempre cabalgan en el "carro del vencedor".

Recuerdo el primer entrenamiento con el presidente en la sede española de su multinacional: cada vez que aparecía en escena temblaban las paredes y las piernas de su secretaria, del gerente y de la jefa de recursos humanos -las personas con las que yo previamente había mantenido contacto hasta cerrar una cita en su agenda imposible-. Llegaba directamente de Chicago (vía Madrid) y a pesar del jet lag, de las infinitas horas sentado, de la pésima comida de los aviones intercontinentales, y de la espera en la T-4 Madrid para conectar con San Sebastián, lucía impecable: afeitado, el pantalón sin una arruga, la chaqueta de cuadritos verdes como recién sacada del armario y un atractivo aftershave.

Comenzamos con el 360 -una de las herramientas de evaluación más precisas para descubrir áreas de mejora según cómo te perciben tus subordinados, jefes y pares-. Las puntuaciones de partida antes de comenzar los entrenamientos eran excelentes. Sin embargo, casi desde el comienzo había algo que no cuadraba con mi intuición por lo que -obviando el tembleque de tabiques y piernas- me atreví a preguntarle por un parámetro ni siquiera contemplado en su 360: la comunicación. Rápido y agresivo como buen impulsor (rol Belbin) explicó que en la empresa existían ocho canales de comunicación y que él mismo es un gran comunicador. Acto seguido giró la pantalla de su ordenador última generación hacia mí y me mostró su hiper-actividad en redes sociales internas (de la propia organización) y externas (Linkedin). Yaaaa, le contesté tras un prolongado silencio... Ocho canales y desconoce el nombre de la recepcionista (Mila) que me facilitó un botellín de agua al conocernos. Ocho canales y aún no sabe que su hombre de confianza lee a Pessoa (poeta portugués). Es un hombre encantador, créanme: rebosa poder, determinación, conocimientos, criterio, voluntad e inteligencia. ¡Lástima el gap de la comunicación sepultado bajo una gruesa alfombra de miopía!

Escena Uno. Toma Dos. Última.
El Presidente y yo nos centramos en entrenar la empatía (una forma de comunicación), la escucha (una forma de comunicación), las preguntas abiertas (una forma de comunicación), el silencio (una poderosa forma de comunicación), el código gestual (55% de la comunicación), tonal (38% de la comunicación), el feedback (herramienta de comunicación reflexiva)... Él ejerce su omnipotente poder organizacional y yo mi poder personal conectado al "criterio Adela" y al oficio de change manager que todos solicitan, aunque sin incomodar en demasía.

Recuerdo las enseñanzas de la universidad según las cuales "el medio es el mensaje" (Marshall McLuhan) y remato la jugada: el medio (radio, prensa, televisión, Email, Skype, newsletter, intranet, blog, web...) condiciona el mensaje. Ahora bien, el medio por sí mismo no asegura la comunicación de igual manera que tener un teléfono no asegura que llamemos a Pitita tras el divorcio.

viernes, 25 de marzo de 2011

Sombras nada más...

Nada es lo que parece. La apariencia es un punto de vista "referenciado" por el conocimiento, la experiencia, los valores y las creencias personales. Casi nada es lo que aparenta, y si no miren, por favor, la última fotografía colgada en el Picasa. La tomé ayer en el Museo de la Ciencia. Diríase que es el caserío de la familia Iraola, y sin embargo apenas mide cincuenta centímetros. Si observan la foto con atención, descubrirán que una margarita tiene la misma dimensión que una ventana de la casona, je je, casona es un decir. Les dejo ahora. Esta noche escribiré más del asunto de las apariencias y les contaré cómo es el último presidente de multinacional que he conocido ¡un hombre tan poderoso -en todos los sentidos- que provoca el vértigo del miedo!

jueves, 24 de marzo de 2011

28036 Madrid

Con la edad no sólo se endurecen las arterias sino las manías que se enquistan como un mioma al fondo del útero existencial. Me pasa, lo confieso. En foros colectivos me muestro intolerante con la falta de respeto y la imposición sin sentido. En privado me desquicia la deslealtad y llevo varios días pensando si la deslealtad no será una forma supina, un grado extremo de falta de respeto: pisotear los sentimientos, las creencias, la bondad e incluso la ingenuidad de otro ser humano. No lo soporto. En contadas ocasiones he apartado a alguien conscientemente de mi vida. En todos los casos la razón última ha estado vinculada a lo que he interpretado como una falta de respeto a algún valor o creencia esencial para mi, o a una descarada deslealtad. Y lejos de llevarlo con soltura, aún me duele cuando tras confiar... me traicionan. Humano es errar y perdonar -excepto si ha existido premeditación y alevosía-. Vale: esto es un desahogo por una tomadura de pelo de un consultor que hoy ha venido al Parque Tecnológico de Zamudio (Vizcaya) a presentar su empresa bajo el pretexto creíble de facilitar un taller gestáltico. Durante el desarrollo de sus dinámicas -hay que llamarles de alguna manera- se ha producido una evidente falta de respeto a los asistentes, una incoherencia absoluta con el título avanzado para la jornada, y un intento de manipulación de los participantes que rallaba el insulto. Los veteranos hemos estado atentos y -como un equipo bien entrenado- hemos disparado a canasta hasta sacar al incompetente del parquet. ¡Claro que no era baloncesto! Ni gestalt, ni teatro, ni inteligencia emocional, ni auto-conocimiento, ni na de na... Humo... Negro... como el que soltaba Altos Hornos de Vizcaya en los años ochenta. Descargar la rabieta me ha costado dos horas de paseo y una comida con amigos risueños. Aún me llevo disgustos con estas cosas. ¡Fíjense que ingenuidad!

martes, 22 de marzo de 2011

Namaste

"Teruel existe" fue el slogan de una plataforma ciudadana que después recibió apoyo institucional y que situó la capital en el mapa: a 185 kilómetros de Zaragoza, 147 kilómetros de Alcañiz, 145 kilómetros de Valencia y -por último- a 148 kilómetros de Cuenca. Por aquel entonces yo trabajaba en la radio y en la redacción usábamos como muletilla humorística aquello de "Teruel existe" en su sentido reivindicativo original aunque aplicado casi a cualquier tema o pretexto.

Desde el pasado lunes siento que existo a partir del sedimento que numerosos ojos, orejas, dedos, lenguas y narices van dejando en mí tras el impacto de mi ponencia titulada "Equipos: más allá del Individualismo y el Conflicto" desarrollada en el Palacio de Miramar. Los vídeos completos se pueden ver en este link: http://vimeo.com/dialogosdecocina/albums

Es agradable sentir la propia identidad a partir del reconocimiento de los otros. De repente, sin que yo haya cambiado en absoluto (sigo sin saber hacer un huevo frito y siendo una calamidad con la informática) noto que me otorgan "corporalidad" tras algunas décadas de ninguneo existencial. Parece que he abandonado el perfil de dibujo animado y que, desde el pasado catorce, soy un personaje en 3D (tres dimensiones).

Como consecuencia de esta visibilidad ayer llamó al despacho el redactor jefe de una televisión local, hoy ha llamado la redactora jefe de una televisión autonómica y a este paso quizá mañana llamen de un canal nacional o internacional. Por si acaso, acabo de contratar los servicios de una profesora nativa de inglés (Sup) no sea que el "tren" de la BBC pasé algún día de estos por aquí...

Desconozco la razón por la que desde hace un rato -mientras escribo y comparto con ustedes- me acuerdo de las películas de romanos en cuyos anfiteatros la multitud decidía el destino de las personas alzando el dedo pulgar hacia arriba (y conseguías sobrevivir) o hacia abajo si querían tu cabeza en bandeja sobre una base gruesa de patatas panadera. Las masas, como las mareas y las modas, te catapultan al éxito con igual frivolidad que te sumergen en la derrota y como dice el poeta conviene tratar "a ambos impostores por igual". En fin, que no atisbo dilema alguno, que lo tengo claro: es agradable sentir que existes pero lo único importante es seguir trabajando como una hormiga, con tus creencias orientando tus decisiones-acciones, queriendo a quienes te quieren como dibujo animado y en tres dimensiones, respetando a todos, oyendo a todos y aprendiendo de todos sin que el norte vital/vocacional se despiste con la niebla frívola de los "quince minutos de gloria" de los que habló Andy Warhol.

Suena el teléfono en el despacho ¡Glub! la BBC... Sup, help!

* Namaste = saludo en el que reconozco tu sagrada identidad. India.

lunes, 21 de marzo de 2011

Jugar fuera de "la caja"

Lunes al sol en el Parque Tecnológico de Miramon. Ayer estuve de parranda en el Museo de la Ciencia (Mikeletegi 43-45, San Sebastián) disfrutando como la niña que soy, e igual que una pelota de ping pong rebotando del pequeño planetarium a la sala Darwin, sin olvidar el recinto Copérnico ni la cama de fakir. No pude dedicarle toda la jornada por lo que muchas de las instalaciones interactivas se quedaron sin explorar: volveré (como las oscuras golondrinas). Tampoco pude montar en el "simulador de montaña rusa", algo que consiguieron mis amigos mientras me entretuve absorta con las especies florales: me fascinan tanto que estoy pensando en formarme como paisajista ¡cuánta belleza se puede crear con un poco de sensibilidad en la mezcla de plantas por alturas, colores y aromas!

En fin, que en este lunes al sol aún escucho los ecos de la conferencia que pronunció Toni Segarra con su habitual tono desenfadado, levemente caótico y algo trascendente como la camiseta negra de manga corta que lleva de uniforme. En los descansos entre ponencias, Toni y yo nos reímos mucho de lo divino y humano. Por ejemplo, a los dos nos pareció divertido que horas antes de su exposición ante quinientas personas aún no tuviera preparado el power point, también nos divertimos hablando de la leyenda del Palacio de Miramar según la cuál en su interior viven algunos fantasmas que se corresponden con fallecidos de manera violenta en los jardines del entorno en el siglo XVIII... y, por ultimo, nos reímos con ganas del uso y abuso que Toni hace del verbo "rebotar" al que atribuye cualidades casi mágicas. Ciertamente lo identifica con procesos de brainstorming para la creación de ideas en su agencia barcelonesa S,C,P,F, con mapas mentales y con salir a la calle-avenida-museo-restaurante-tienda-aeropuerto-metro-tasca-puerto ¡a la vida! para capturar impactos que rompan la endogamia en la que vivimos la mayoría de los profesionales.

Para Toni Segarra -considerado por los expertos el mejor creativo del siglo- el congreso vivido estos días ha sido una visita al paraíso porque ha concentrado a colosos de diversas especialidades en un espacio-tiempo-sinápsis en el que la transversalidad de los conceptos producía un torrente de creatividad. Al despedirnos, tras el abracete de rigor, y ya en la distancia le pregunté: Toni... ¿a qué huelen las nubes? y -guiñándome un ojo- me dijo: huelen a ti. Todo un caballero ;-D

sábado, 19 de marzo de 2011

Bottura me enseñó a soñar

Martínez Alija, Aduriz, Dacosta y Bottura me han enseñado a soñar de una manera orgánica, epidérmica y existencial por su manera de moverse, trabajar, expresarse y servir. Sobre todo servir. Dice la escritora Elsa Punset que hay cinco formas de amar o -siendo más precisos con su texto- cinco maneras de mostrar el amor hacia las personas y una de ellas (acaso la más bella) sea el acto generoso y desinteresado de servir.

Los cocineros -que me han enseñado a soñar- sirven antes, durante y después del festín así como delante y detrás de los fogones y arriesgan mucho porque lo ponen todo en el intento de provocar en los demás experiencias únicas cuyo pretexto es reunirse entorno al lino de los manteles, al cristal de bacarrá, al acero de las cuberterías de diseño y a los platos minimalistas que servidos a buen ritmo y regados con caldos precisos llevan a los comensales al éxtasis del placer, en una versión hedonista que tranquiliza el atormentado espíritu del más cínico.

Estos genios de la cocina cuentan en privado que son corredores de fondo porque comenzaron a acariciar (tal vez en su caso a amasar) su sueño con apenas catorce o dieciséis años en la trastienda de los mejores restaurantes de España (excepto Bottura que es italiano). Veinte años después han alcanzado la cima de su profesión en forma de reconocimiento de "sus pares" (los profesionales del gremio), así como de los jurados más sanguinarios -que los hay- y del tribunal de las estrellas Michelín -casi tribunal de La Haya-.

Sueñan en grande, arriesgan en grande (inversiones millonarias en sus restaurantes y contratación de personal), viajan en grande (he tenido la suerte de escuchar relatos de sus recientes estancias en Singapur, Nueva York, Qatar, Dubai, Abu Dabi...), de trabajar a lo bestia -con perdón- catorce horas de promedio, siete días a la semana, durmiendo cuatro o cinco horas por jornada... Y todo eso -créanme- no se equilibra con el correspondiente beneficio económico, no siempre, no en la misma proporción ni de lejos. He comprendido que los cocineros de la élite mundial son unos románticos: personas a quienes mueve la pasión de servir, de dar, de dar-se en forma de trufa de caviar, yema de arroz o palito de endibia crocante. Estos chefs internacionales no sólo son divertidos sino también listos y rápidos como una centella. Quiero decir que saben que el mimo exquisito por el detalle, la delicadeza artesanal en la textura, los desvelos en horas, esfuerzos e inversión... ese montante infinito de energía puesta al servicio de casi cualquier otro negocio resultaría mucho más rentable.

Aduriz, Martínez Alija, Dacosta y Bottura van por el mundo abrazando amigos (he sido testigo presencial), recibiendo agradecidos reconocimientos y retirándose a dormir con el alma satisfecha de quien en la vigilia ya ha alcanzado el propio sueño que -al parecer- no es otra cosa sino ser totalmente feliz practicando un oficio que colma e ilusiona más allá del resultado en la cuenta de explotación.

He aprendido tanto de la pura convivencia con estos genios de la gastronomía como de la ósmosis con los gurús del liderazgo, por lo que -a mi manera- he querido rendirles un sentido homenaje.

Más información en www.dialogosdecocina.com (numerosos vídeos y artículos de prensa con nuestras intervenciones los días 14 y 15 de marzo 2011 en el Palacio de Miramar, San Sebastián).

viernes, 18 de marzo de 2011

Picassa

Como no escribo desde el martes, algunos lectores habituales del blog me están "riñendo" con infinito cariño y expectativa sobre los contenidos del congreso en el que he participado. Prometo escribir en las próximas cuarenta y ocho horas.

De momento, mi asistente ha colgado algunas fotografías en el álbum Picasa de este blog lo que permite asomarse a cuatro momentos del evento ;-D

martes, 15 de marzo de 2011

Chocolate de Venezuela y Arena de Mazapán

Son casi las tres de la madrugada en la habitación 305 del Gran Hotel Domine (Silken Bilbao). Justo delante de mi ventana -al otro lado de la calle- Puppy guarda la noche cuajado de pensamientos que -en esta ocasión- tienen forma de plantas multicolor. Llueve.

Ni que decir tiene que estoy extenuada tras dos jornadas en un congreso rebosante de conceptos, debate, filosofías, conocimientos, idiomas, contextos, países y gurús centrifugando las neuronas entorno al Liderazgo, la Motivación y el Crecimiento Personal.

Escribiré algo coherente y cuerdo dentro de unos días, cuando haya sedimentado la sobredosis de impactos intelectuales, emocionales, vitales y existenciales. A seis minutos de las tres de la madrugada, tecleando en mi pequeño Samsung (mientras mis párpados se cierran) quiero tan sólo compartir que la magia ¡existe! Hoy un cocinero ha servido nueve platos exquisitos, fuera de los cánones, de las palabras y de lo imaginable: perlas de tapioca con velo de pimiento de cristal... yema de erizo con muselina de pomelo, hebras de berenjena... castañuelas de cerdo ibérico con germen de arroz y endibia... cerveza Wayan Piemonte para empezar, Itsasmendi n7 2009 D.O. (blanco) después, Dominio de Ugarte Reserva 2007 (tinto) a continuación y la Farra Prosseco de Valdobbiandene D.O.C para brindar al final de una jornada memorable.

En mi mesa del restaurante Guggenheim Bilbao estaba concentrado medio firmamento: cuatro profesionales de la restauración y ocho estrellas Michelín aliñadas con una conversación apasionante, profunda, auténtica, desnuda... ¡cielo santo! y se presentan "sólo" como cocineros... "sólo" como chefs... qué gigantes de la convivencia, qué atletas de marathón con más de quince-veinte años de persistencia en el empeño de agradar, de añadir felicidad a la vida de las personas. Esta noche Josean Martínez Alija se ha ganado la entregada ovación de casi cuarenta comensales entre los que nos encontrábamos la directora de turismo del Gobierno Vasco, Isabel Muela, el director del Basque Culinary Center, Joxe Mari Aizega, Andoni Luis Aduriz, Martin Seligman, Nigel Barlow, Mario Alonso-Puig y una servidora en calidad de ponentes-invitados de Diálogos de Cocina en cuya web podrán encontrar en vídeo la totalidad de las ponencias a partir del lunes 21 de este mes.

Les dejo ahora. Felices Sueños.

sábado, 12 de marzo de 2011

Ideas Germinales en Primavera

Sobre un millar de margaritas se desploma un solo de clarinete en el Palacio de Miramar (San Sebastián) donde un árbol blanco y en flor sugiere al turista la belleza del almendro. Los pájaros revolotean por doquier y las parejas se achuchan a plena luz del día. ¡Es primavera!

En el Peine del Viento (Chillida) los franceses siguen disparando cámaras con flash al anochecer ante el espectáculo de olas y espuma que hoy adorna la bahía. Mi observación se produce "desde el centro", lo que mi amigo Christian denomina la "linea de hara", en fin... algo así como una vertical que transcurre por la parte delantera del cuerpo en paralelo a la columna vertebral.

Tras una mañana de intenso trabajo sin tregua ni café, por la tarde me he concedido el placer de un paseo largo en el entorno de mi casa y -una vez más- me ha parecido innecesario (casi superfluo) viajar todo el tiempo, casi a cualquier lugar y con variado pretexto, para alcanzar la sensación de plenitud y emoción sentida esta tarde en la terraza del Brankas donde un poco de música country acunaba gentes, luces, motos, bicis, patines y zapatos en una torre de Babel en la que convivían pacíficamente el euskera, el castellano, el inglés y el francés...

Tradicionalmente marzo es un mes en el que comienza a gestarse algo en mí: un marzo conocí a mi filósofo, otro marzo comencé la redacción de mi segundo libro, y en un tercer marzo se produjo el embarazo de mi hija hace 26 años. También en marzo obtuve por oposición mi plaza de periodista de RTVE... Comprenderán que sienta curiosidad por saber qué me deparará este marzo 2011: sueño "ideas germinales" -de las que habla Patricia Highsmith- así como oportunidades infinitas -a las que alude Anthony Robbins- y sonrío mientras el clarinete sigue depositando delicadas notas sobre las margaritas en el Palacio de Miramar. Anochece.

viernes, 11 de marzo de 2011

Branding

Hay ocasiones en las que suelto el freno: pocas, contadas con los dedos de media mano. Hoy ha sido una de esas jornadas en las que no priman la razón y la cordura, sino el impulso y la emoción. ¡Es divertido! la verdad.

Se impone la sensación de noria, de poderío, de ponerse el mundo por montera, de rozar el infinito con las yemas de los dedos, de darse el gustazo del descontrol. Sola no hubiera ido tan lejos, pero en compañía de mi personal shopper he viajado al fin del mundo para rescatar del anonimato un vestido negro de tela arrugada y con bolsillos -casi un blusón de abuela- y un jersey color piedra largo, flojo y con capucha franciscana. Como única concesión a la lujuria me he comprado también unos zapatos blancos de la marca Camper y una flor bordada que llevaré a modo de broche. Tanto lío para la conferencia. En casa están más que hartos y tienen toda la razón. Tras este sunami de intensidad moderada, espero, confío y deseo que las aguas vuelvan a la normalidad del Urumea (río que cruza la ciudad de San Sebastián, donde vivo).

La ropa es de la marca Masai -tiene gracia para alguien que sólo mide 164 centímetros- y la he comprado en una tienda a la que hasta la fecha sólo me asomaba al escaparate: Montes, en el Boulevard, donde Raquel te asesora con primor. Me sigue pareciendo mágico encontrar personas que aman su trabajo, que lo hacen de maravilla y lo disfrutan. ¡Un gran día!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Dolce Gabbana en el Amazonas

Hasta el cielo acompaña cuando la sirena está aquí: despejado, azul, primaveral. Ha llegado para cuatro días y -a su lado- bebo el aire en la bahía y respiro el aroma de su ropa con residuo de Dolce Gabanna, la colonia que utiliza: fuerte, rotunda y atrevida, como ella. En su presencia todo adquiere otro color: el mar, sus exóticas comidas, el desorden del cuarto, los ordenadores de la casa abiertos a la vez como si tuviera el don de la ubicuidad. No saben qué feliz me siento. Hablo con ella hasta por lo codos y deseo comunicar tanto -comunicarme tanto- que acabo tartamudeando porque la palabra no alcanza la velocidad del pensamiento. La sirena escucha (escucha mejor que nunca, más que nunca) y establece rápidas conexiones neuronales con su mundo -que cada vez es menos mi mundo y del que no quiero descolgarme-.

Como los alpinistas, tiro el piolet montaña arriba tratando de evitar la caída al vacío. Con la misma sensación de apremio, de urgencia, de zozobra. Ella todavía retoma el cabo y lo anuda a su cintura. Todavía. ¡Cuánto la quiero! Ahora le ha dado por la música del barroco y hasta utiliza cuerdas de tripa como hacía Bach en el siglo XVIII: explora, prueba, se equivoca, vuelve a empezar, se desgasta, se desanima, aletea y alza el vuelo cruzando fronteras, prejuicios, idiomas, continentes. Si me da permiso... colgaré una foto suya pescando en mar abierto cerca de la desembocadura del Amazonas tras haberse comido un mango silvestre.

Cuatro días, cuatro noches, cuatro oportunidades y de nuevo se evapora tan rápido como el alcohol... y el arcoiris palidece y el sol resulta soso y tenue hasta el siguiente encuentro. Afilo el piolet para que esté en plena forma y le despido, una vez más, en el aeropuerto de Loiu (Vizcaya).

lunes, 7 de marzo de 2011

Almodovar y mi patética timidez

Toy acelerada, toy atacada, toy al borde de un ataque de nervios (Almodovar)... Faltan cinco, cuatro, tres, dos, un día ¡disparen! En algunas pesadillas imagino que los asistentes al congreso que se desarrollará en el Palacio de Miramar (San Sebastián, País Vasco) me tiran tomates maduros que resbalan chaqueta abajo churretosamente mientras les miro sin comprender su airada reacción. En la versión onírica acabo llorando delante de las casi quinientas personas que ya han confirmado su asistencia a las dos jornadas que se desarrollarán el lunes y martes, 14 y 15 de este mes de marzo 2011 entorno al tema del Liderazgo, la Motivación y el Desarrollo Personal www.dialogosdecocina.com.

Siendo como soy de una patética timidez, la vida me ha envuelto en "saraos" en los que por hache o por be me he visto obligada a subir a un estrado, a pronunciar una conferencia, a presentarla, a ponerme delante de una cámara, a coordinar un programa de radio o a dinamizar un taller de escritura... A base de hacerlo, la patética timidez -que sigue conmigo- no se nota aunque "pica" igual.

De hecho, yo -que nunca tengo granos porque abandoné el acné hace cuatro décadas- llevo unos días con sarpullido en la parte superior izquierda de la frente, en la parte inferior derecha de la barbilla y en otros inconfesables lugares de mi geografía corporal. Somatizo, supongo... o tendré salmonelosis...

Cinco, cuatro, tres, dos, ¡¡uno!! disparen... ¡qué vértigo! Cierto es que habrá amigos y no lo es menos que habrá enemigos. Qué feo... y sin embargo, quien no tiene enemigos es percibido como un microbio, un don nadie. Bueno, allí estarán también mis queridos mentores, algunas personas que me aprecian de verdad, y otras que sencillamente desean escuchar, aprender...

Lo que propondré en la ponencia es crear equipos como "nodos éticos", entendiendo la ética como laica y humanista, como un respeto sagrado por el otro, como honradez, atenerse a las normas y no manipular. "Nodos éticos" porque en ellos las personas subordinan sus intereses individuales a los colectivos sin anularlos porque si liquidamos al individuo caemos en la mediocridad (Chris Argyris). Si los equipos sanan quizá la tierra florezca... y es algo en lo que todos podemos contribuir porque lo mismo que cada uno de nosotros somos un conglomerado de circunstancias (Ortega y Gasset), también somos un conjunto de equipos que nos atraviesan desde el nacimiento hasta la muerte: el equipo familiar, el vecinal, el del barrio, el colegio, los amigos, los conocidos, los deportivos... La persona como intersección de infinitos equipos.

Les dejo ahora para ensayar en voz alta la totalidad de la ponencia: dura 45 minutos, lleva power point, y espero que los tomates no resbalen por mi chaqueta. Crucen los dedos, por favor.

domingo, 6 de marzo de 2011

Acción Reflexiva ¿Sabiduría?

Como un sabueso, sigo durante años el rastro de un concepto existencial que me interesa y que -con frecuencia- acaba resultando práctico para mi vida y mi trabajo. Y aunque la mayoría de los perros con gran olfato cazan en jaurías, yo prefiero investigar en solitario entre los setos de la llanura, los espinos del monte, los chopos del valle y los acebos de mi tierra.

Hay dos conceptos cuyo aroma persigo con frenesí desde hace algo más de una década: la creatividad y la reflexividad -cuya terminación en ambos casos en "dad" quizá no sea casual ?!-.

Entiendo que sacar de la chistera de las ideas algunos proyectos, algunas empresas, algunos productos, servicios, experimentos, relaciones, casas, museos, obras de arte, novelas, ponencias, composiciones... es magia en estado puro, aunque lo cataloguemos como normal en el mundo frívolo y veloz. La creatividad entendida como crear, extraer de la casi-nada algo útil, valioso o trascendente -un niño, un libro, una empresa, un árbol de bellota- me parece un milagro por lo que dedico buena parte de mis esfuerzos a descubrir los mecanismos que propician esa chispa divina (o humana) a la que denominamos creatividad. Hoy, sin embargo, deseo profundizar en mi segunda obsesión: la reflexividad, un concepto menos conocido, creo...

Podemos hablar de tres etapas reflexivas, la primera ANTES de la acción, a la que los teóricos llaman "diseño". La segunda DURANTE la acción -acaso la más difícil de implementar-. Y la tercera DESPUÉS de la acción, a la que se denomina "evaluación". El bucle se repite hasta el infinito propiciando procesos de mejora en la producción de bienes y servicios. Ahora bien, más allá de su aplicabilidad al mundo empresarial, más allá de su incidencia directa en la creación de "equipos de mejora", el asunto tiene algunas raicillas cuyo sabor me entusiasma y busco con la persistencia que el jabalí orada la tierra en busca de sabrosas zanahorias.

Las raicillas se expanden en todas las direcciones de la vida porque el pararse y reflexionar sobre ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos?
¿a dónde vamos? ¿qué tal va nuestra vida? y ¿cómo mejorarla?
Es un clásico universal desde que el mundo gira en rotación y traslación.

Vinculo la reflexividad a la ética de las personas y coincido con Humberto Maturana quien en la prensa económica de hoy (El País, Negocios) afirma que "los seres humanos nacemos como seres amorosos para traicionarnos en la edad adulta y el ejercicio profesional contaminados por la cultura, la exigencia y la negación del otro".

Acaso si nos formulásemos preguntas como lo hacía Sócrates en el Agora sería posible vivir con mayor fidelidad a quienes somos, a la chispa creativa que pervive en nosotros esperando florecer. Pararse de vez en cuando a "afilar la sierra" según Stephen Covey. Serenar la mente y el cuerpo para interrogarse a uno mismo sobre el grado de felicidad con el que vivimos, sobre las opciones de mejora de nuestro devenir, sobre las alternativas al desánimo, a la monotonía, al desamor...

Cuando practicaba el bello arte del tai-chi una de las cosas que más me gustaba era el enfoque de mi profesor Juan Li para quien el tai-chi es "meditación en movimiento". No sólo meditación (como en el zen) y no sólo movimiento (como el hámster en su rueda) sino ambas a la vez. Mi propuesta consiste en reflexionar para la acción creando hermosas realidades en nuestra vida y negocios. Reflexión + Acción + Reflexión + Acción + Reflexión + Acción + Reflexión + Acción + Reflexión... hasta el infinito.

jueves, 3 de marzo de 2011

Vivir en Beta

Al filo de la libertad nacen el abismo y la muchedad -término que sólo existe en la película Alicia en el país de las maravillas para nombrar el coraje de luchar por una meta trascendente-.

Al comienzo del largometraje Alicia carece de muchedad porque se ha dejado vencer por la lógica adulta. Al final de la película -recuperada la juguetona valentía infantil- posee fuerza, determinación y ganas de enfrentar al mezquino monstruo.

Al filo del abismo nace la satisfacción en el vivir y producir, en el crear y en el cuidar, porque se halla sentido a la más diminuta hierbecilla, al grano de arena y a la libélula que (con su aleteo) colma de alegría a quienes se atreven a coquetear con los sueños que a veces se hacen realidad.

En jerga internauta, "fase beta" significa "fase experimental" y así es como me planteo la existencia: sin fórmulas exactas, creencias-fósil, seguridad alguna y sin red. No crean que exagero, tampoco que tiene mérito porque, sencillamente, los senderos que transito no me ofrecen otra alternativa. Ligera de equipaje como los hijos de la mar, con la vista clavada en el horizonte que sostiene a quienes admiran su belleza, fondeando en las verdades que como sirenas nos arrastran contra las rocas del desencanto para emerger renovados con la espuma, más fuertes, acaso más sabios y siempre cubiertos de salitre. Vivo en fase beta: experimental, al filo del abismo.