lunes, 30 de enero de 2012

Linfa Empresarial

Con la persistencia que me caracteriza, intento cuajar el flan de un post cuyo meteorito cayó hace días en mi cabeza. No lo consigo. Ya saben cómo funciona: una idea se cruza veloz justo en el umbral de la consciencia. Si la pillas, sabes que tienes el hilo de la madeja que te llevará a un argumento que desea salir a flote del inconsciente colectivo. Si estás ocupada, desoyes ese latido pensando que te esperará. A veces lo hace y otras no. García Márquez me enseñó la conveniencia de vivir con una libretita adherida al meñique de la mano derecha. ¡Vive Dios! que llevo siempre conmigo un cuaderno atiborrado de ideas germinales; pero si estoy saturada de trabajo, cometo el indisciplinado acto de no anotar esa chispa que puede desaparecer por completo en el universo de mi mente.


La imagen representa la linfa, parte del sistema circulatorio de los humanos que se ocupa de la defensa y limpieza de nuestro cuerpo. Acordarán conmigo que no es algo que podamos tomar a la ligera. Traigo hoy este asunto al blog tras haber topado la semana pasada con dos profesionales-linfa en una naviera: absorben la mayoría de las quejas, los cotilleos, las demandas y el pesimismo de la plantilla. Créanme, aunque la linfa es casi incolora, estos ingenieros tiene el color amarillento de un grano que supura, y ni de lejos están en  su punto óptimo de desarrollo personal ni profesional. 

Las cañerías de estos profesionales están atiborradas de basura que lastra el despliegue de su potencial. Ambos tienen coeficientes intelectuales por encima de la media: no es inteligencia o formación lo que les falta. Me pregunto en voz alta y con ustedes: ¿Por qué absorben detritus como esponjas? ¿Por qué siempre los mismos? Por parte de sus compañeros ¿que irresponsabilidad subyace en el indiscriminado lanzamiento de inmundicias sin más base que la hipótesis, y ningún interés en la búsqueda de soluciones? Y -visto desde un enfoque sistémico-  ¿qué función cumplen los profesionales-linfa en las organizaciones? 

En mi calidad de entrenadora con frecuencia soy depositaria de tristeza, miedo, cólera, ira e impotencia: sin duda  formo parte del drenaje linfático de las empresas. Vale, aunque no estoy segura creo que este era el meteorito que cayó hace días en mi cabeza.

sábado, 28 de enero de 2012

Botero y el hombro de Venus


¡Que contenta estoy!
Hay una zona de la anatomía femenina que no engorda: los hombros.
Así lo ha declarado sobre la pasarela la diseñadora Donna Karan.
No hay día exento de su perla  ;-D


jueves, 26 de enero de 2012

Coraje ¿Qué coraje?

Jueves. Estoy en mi despacho de ADEGI y aprovecho el retraso de un empresario para contemplar el pinar ajeno al desgaste que se produce en la "sala de sudar" donde entrenamos a fondo más allá de la corrección y la conveniencia, en un ejercicio de arqueología consciente que busca las raíces de los asuntos con la persistencia de un jabalí.

Los licenciados poseen un arsenal de conocimientos técnicos (hard) que les dotan de las claves de acceso a las empresas en puestos gerenciales o directivos, pero carecen de los rudimentos básicos de las habilidades interpersonales. No les culpo: el diseño curricular de la mayoría de las universidades omite la vertiente soft de los negocios, aquella que con frecuencia indica la puerta de salida si no lo haces suficientemente bien.

Entras por tus conocimientos y habilidades técnicas, y sales por tu desconocimiento sobre el trabajo en equipo, la comunicación eficaz o el liderazgo.

Con este enfoque encima de la mesa oval del despacho dos de la planta noble de la asociación de empresarios de Guipúzcoa, encuentro encaje a la estadística de Javier Úriz en un texto publicado por APD según la cual el trabajador medio de cualquier sector y rincón del planeta produce un 65% de su salario. Ruinoso ¿no les parece?

Es posible que en la parte técnica (conocimientos), en la entrega (disponibilidad horaria) e incluso en el enfoque bienintencionado, el trabajador medio "ponga" el cien por cien de su cerebro. Es posible, no digo probable ya que carezco de más datos que la observación en las organizaciones. Ahora bien, si esos conocimientos, intenciones y dedicación se lastran con una comunicación inexistente u opaca, con la ausencia total de empatía y sin ofrecer jamás feedback (ni positivo ni de mejora), es seguro que caerá el índice de productividad al pírrico 65% del coste salarial.


Por cierto y al margen, sabemos que el coraje compone la fórmula del éxito personal y profesional. Me pregunto estos días con tamborilera obsesión ¿por qué el coraje está tan ausente de nuestro día a día y sus decisiones? Coraje. Sin que me oiga mi profesora de literatura (Luisa Etxenike) compartiré con ustedes algunos de mis sinónimos:

  • Coraje = Ganas; Coraje = Valentía; Coraje = Arriesgar-Apostar.
  • Coraje = No miedo; Coraje = Aceptación de la Vulnerabilidad. 
  • Coraje = Atreverse ¿A qué? A trabajar en favor de los propios sueños, a ser feliz (aquí y ahora) y ¡a lograr! Les recomiendo tres comprimidos de coraje al día coincidiendo con las comidas. Pueden doblar la dosis, si el desánimo les acorrala. Dedico este post a una bilbainita cuyo reciente acto de coraje muestra el camino...

martes, 24 de enero de 2012

El flash de un contraste

Al comienzo de la jornada abrillanto mi pata de palo, y me quejo un poco por la inesperada molestia que ralentiza mi avance espacial al ritmo de pirata caribeño. Después, encuentro el croissant poco horneado y se me escapa un desasosiego en forma de suspiro.  Más tarde leo que hoy morirán de hambre 70.000 personas en el planeta que habito, la tierra. Yo aún estoy viva, y mi pata de palo es un transitorio mal menor. De repente el croissant me resulta un manjar de dioses, y el desasosiego se borra como tiza de pizarra. 



Por la tarde trabajo un poco en el correo electrónico. Mercedes me informa de que el El Banco Triodos (Banca Ética) ha abierto oficina en Bilbao (Alda Recalde). Esta mujer sabia me recomienda visualice un vídeo en el que  Joan Melé (subdirector general del Banco Triodos) afirma que la crisis económico-financiera es sobre todo una crisis de valores que apuntala con un dato:  3000 millones de personas viven en la pobreza total. Hoy, ahora.

Cierto coraje hincha mi arteria femoral y de paso la maltrecha pierna. Decido posarla en un cojín mientras contemplo el discurso de Joan Melé que con ustedes comparto.

http://www.youtube.com/watch?v=UK3hC1xxHQM

domingo, 22 de enero de 2012

La enfermedad como maestro


Ante el imparable avance de la edad -en el mejor de los casos, ya que no has muerto- atisbo dos actos de compensación que acaso sean uno: la bondad lúcida y la sabiduría que entiendo más allá del saber y el sentir. 

Y aún con mi pata chula leo al compositor y músico vasco Luis de Pablo en El Diario Vasco: "...cuando tuve el infarto pensé que -si sobrevivía- haría sólo cosas que realmente quisiera...". En este enredo estoy mientras coloco en el olivo del despacho un comedero de pájaros repleto de cacahuetes con cáscara (en la foto de color rosa), al estilo holandés. 

Dedico este post a Javier, quien sufrió un infarto cerebral que trastocó su escala de prioridades. De paso me aplico el cuento ahora que estoy medio convaleciente. 

sábado, 21 de enero de 2012

Zancadilla

Clavada al tamami como una mariposa en la colección de un taxidermista duermo muchas horas un sábado: la vida me ha puesto una zancadilla y el tropezón ha hecho que me venga abajo. No en un sentido metafórico sino burdo, cayendo al suelo. En realidad es una lesión antigua de esquí que dejó tocado algún ligamento cruzado de mi rodilla izquierda. Hasta ahora había conseguido esquivarlo,  hoy es imposible voltear la cabeza hacia otro lado.


Por la mañana, con la rodilla hinchada, rígida y pesada como el yunque de mi abuelo forjador, me he desplazado por el pasillo hasta la cocina buscando la evasión del desayuno. En un viraje sobre la alfombra la rodilla ha crujido con chasquido de barquillo, me he parado, he pedido una butaca, e impotente me he dejado caer en ella. Después he soltado presión y más de una lágrima ha resbalado. De regreso al tatami me ha dado por pensar que la vida me acorrala ajena a la prieta programación laboral del próximo semestre con equipos, profesionales, viajes y supervisiones. ¡Plof! por momentos los divertidos fotogramas se han ido despiezando para dar paso a otra película más seria: la resonancia magnética, la búsqueda de un cirujano de confianza, la operación, los ejercicios que fortalezcan la musculatura adyacente y una dependencia absoluta de los demás durante... ¿cuánto tiempo?  Más lágrimas mejilla abajo.

Por la tarde el Espidifen ha hecho su trabajo y he recorrido el pasillo y su alfombra con elegancia, la hinchazón parece menos insolente, y a ratos -para probarme- me he puesto como una grulla sobre una sola pierna, la maltrecha, que ¡aguanta! De regreso a mi cuarto me ha llenado de esperanza descubrir en el córner de lectura unos quince libros en espera de abordaje. ¡Ahora podré leerlos! Mi gozo se ha diluido como un azucarillo en el café al toparme con la agenda ¡dios! ni mirar. El lunes tendré que abordarlo con energía y para entonces es posible que sepamos de qué va el menisco, el ligamento y los menudillos de la rodilla. Tras un largo y acongojado suspiro (tengo confianza con ustedes para compartir esto) me he quedado un rato mirando al mar mientras me preguntaba si la vida me ha acorralado o si es una oportunidad para que reconsidere mi frenético ritmo laboral.

Con ese interrogante entre las cejas me acuesto. 

jueves, 19 de enero de 2012

El arte de cuidar personas y tulipanes

Saliendo de una gripe a base de paracetamol, infusiones, miel y zumo de naranja, me subo a la noria de las actividades que me encantan y retomo el teclado porque... ¡les echaba en falta! Tantos días sin escribir los dedos se resienten, vacilan en el aire y tejen palabras imperfectas que aún no son lenguaje.

A dos bandas coqueteo entre Tranströmer -a quien ya les he presentado en el blog- y Norman Mailer (mi nuevo amor) de quien leo Un arte espectral, reflexiones sobre la escritura, editorial Backlist: 431 páginas que me sacan del mundanal ruido, del tráfico urbano, del oleaje y sus mareas. Si para Virginia Wolf escribir es añadir un cuarto a la casa de la vida; leer acaso sea añadir un jardín de tulipanes al trascendente refugio del ser.

Subida a la intrépida noria que con saña extrae tiempo de mis venas, y por fin recuperada mi arrolladora energía habitual, las horas me alcanzan al punto de poder tomar una fotografía a los tulipanes del despacho cuyos diminutos bulbos holandeses florecen por segundo año consecutivo. Como tantas personas, proyectos, manuscritos, desarrollos de producto, diseños e investigaciones, tratados con esperanzada ternura florecen a la vida generosos en su belleza sin pretensiones. Cuando marchiten los mantendré durante un año al socaire de los vientos y las plagas del desamor, la pereza, y el olvido. 

A punto de acostarme, retomo mi romance con Mailer de quien he aprendido que la compasión -con uno mismo, con los otros y hasta con los tulipanes- es valiosa y enriquece nuestra vida sólo cuando es severa (idea original de Tolstoi). Parada en la noria nocturna: toca descanso. Mañana más, cuando los dedos tejan lenguaje más allá de las palabras.  

domingo, 15 de enero de 2012

Masticar y digerir la realidad

Aun con la dentadura completa, si puede, un niño prefiere el cómodo desliz del puré por su tráquea, a la mordida persistente de sus molares en el mecánico gesto de masticar unas lentejas.

Aún con su bien amueblado arsenal de recursos, si puede, un adulto opta por la comodidad de pedir respuestas a otros (para deslizarlas después por tu tráquea neuronal), frente al esfuerzo de hallar sus propias y genuinas conclusiones.

¿Cuestión de comodidad? ¿Hábito? ¿Falta de compromiso con uno mismo? ¿Negación de la responsabilidad ante la propia vida? Puedo justificarlo en el caso de un niño, pero me resulta irritante en adultos hiper-cualificados.

Considero un privilegio trabajar en Murcia con doctores en química y biología volcados (durante décadas)  en la investigación  del mapa genético del cromosoma de una bacteria. Genios de su especialidad, muestran cuidado por el detalle, obsesiva persistencia en su materia, y abstracción del mundanal ruido en favor de su pulsión vocacional. Lo que me desquicia cuando entrenamos, bueno vale, rebajo el término: lo que me desconcierta e inquieta... ¡desquicia! (lo siento) es que miren hacia otro lado tan pronto les saco del monocarril de su expertise para abordar comportamientos nuevos. Por ejemplo, transmitir eficazmente información a su equipo. Cuando un director general me contrata para que mejore las habilidades de liderazgo en estos genios, ellos acuden con disciplina militar pero... se resisten tanto o más que las bacterias a la modificación de rutinas tales como la de no escuchar, no mantener encuentros formales o informales con sus subordinados, o el olvido de los objetivos estratégicos del departamento que dirigen.

Lo que dispara mi tensión arterial es que silben cada vez que formulo una pregunta, la acojan con incomodidad, no respondan, y  me la devuelvan como si fuese una  pelota de ping pong. ¡Concho! esto no es. Como entrenadora senior curtida en experiencia, tengo algunas respuestas (acaso equivocadas o parciales) cuya validez palidece al raso de las suyas porque cada individuo (como cada ADN) es único. Quieren el puré, la solución, cuando ¡les sobra dentadura y arsenal para triturar la más compleja realidad!

El director general cree que las deficiencias en liderazgo tienen que ver  con la aptitud = conocimiento de las personas para hacer esto o lo otro. Sobre el cuadrilátero del entrenamiento constatamos que es una cuestión de actitud = de querer abordar lo que incomoda o no se corresponde con su prioridad. A veces pienso que me toman el pelo; otras que sobrestiman mi capacidad de dar respuestas (algo que no me compete, en calidad de entrenadora). Cuando tengo una semana dura me consuelo con el discurso de  Hawking en su 70 cumpleaños:

" Acuérdense de mirar a las estrellas y no hacia sus pies. Intenten encontrar un sentido a lo que ven y pregúntense por aquello que hace que exista el universo. Sean curiosos. Y por muy difícil que pueda parecerles la vida, siempre hay algo que pueden hacer y en lo que pueden tener éxito. Lo importante es que no se rindan".   ¡Gracias, Stephen! (*)

(*)  Stephen Hawking, científico, Premio Príncipe de Asturias 1989 y autor de Breve historia del tiempo, un libro adquirido por 1 de cada 750 habitantes del planeta.

jueves, 12 de enero de 2012

Día vago ¿o exhausto?


Mi mentor más severo me ha tirado de las orejas, textualmente. No es mi cumpleaños. Dice que el blog ha tomado una deriva informal, casi de diarioy vaticina que perderé lectores, credibilidad, prestigio y hasta las canas. Bueno... lo de las canas no me inquieta, la verdad. El caso es que me recomienda vuelva a la vena profesional, sesuda, intelectual y que lo haga cuando antes. 

Una tiene mentores para escucharles. Sin embargo, da rabia ¡con lo bien que me lo estaba pasando al compartir con ustedes mis momentos!

¡Oído cocina! dice una amiga cuando se dispone a tomar nota de una recomendación. Claro que hoy (ahora) me siento exhausta: he trabajado realmente duro en Adegi y en mi despacho. Las yemas de los dedos se niegan a bailar un zapateado sobre las teclas del Toshiba. 

¿Qué hacer? Me pongo el coqueto sombrero de lluvia que me regaló un hada en Amorebieta, y me hago eco del mensaje que lleva en su grisáceo forro (ver vídeo, duración total 3 minutos).  Merece la pena: dibujará una sonrisa en la imagen de su espejo.   
Versión CASTELLANO - http://youtu.be/4z9qbgT0lgk
Versión ENGLISH - http://youtu.be/vUVWRz3U9o4



martes, 10 de enero de 2012

Conversación con mi GPS







El domingo -buscando musgo, tierra, riscos y charcos- el GPS me llevó a mil metros de altitud, lejos de casa, donde sólo las campanas rompían el silencio. No es que no supiera el camino (tantas veces recorrido) sino que deseaba probar el artilugio antes de estrenarlo en tierras francesas a finales de este mes.

La cuestión es que el viaje elegido para tenía una duración de dos horas por carreteras convencionales, y el GPS marcaba más de veinte horas para alcanzar el destino. Me extrañó, pero no le hice caso. Más tarde me indicaba que saliera de las autovías lo que resultaba excéntrico. Finalmente paré en una gasolinera, tomé un tentempié, y ¡volia! descubrí que el artilugio venía programado de Holanda en la modalidad "bicicleta". Las risotadas se oyeron por la llanura castellana durante un buen rato y su eco aún resuena en mi ;-)

En su en aparente simpleza, el GPS mostró con señorío que sólo puedes alcanzar el destino que programas. Además, si equivocas la "modalidad" todos los cálculos (tiempo, ruta, desvíos o alternativas) resultan erróneos. Y ¡por si fuera poco! olvídate de que te entienda: o te fusionas con su forma de funcionar, o repite hasta la locura: entre en la rotonda y tercera derecha, entre en la rotonda y tercera derecha, entre en la rotonda y tercera, ¡plas! manotazo al GPS que cae como una mosca estival. 

Creo que compartiré esta anécdota con un equipo al que entreno esta semana en Bilbao. De la conversación con mi GPS deduzco:
  • Tu mente sólo te llevará al destino que programes: se cuidadoso/a.
  • El fondo (dónde quieres ir) importa tanto como la forma (modalidad): mima los detalles.
  • Si quieres alcanzar una meta conjunta, habla el lenguaje del otro, mimetízate con su código.

viernes, 6 de enero de 2012

Las interrogaciones cantan la existencia de Dios

Estoy enamorada de Tranströmer, lo que me precipita al jardín de la ensoñación en detrimento de las prioridades mundanas: robo tiempo y olvido la realidad. Y -aun cuando sé que nunca se fijará en mi porque soy poco razonable: sólo me ocupo de libros y plantas y no se cocinar- no puedo evitar sentarme junto a él y recitar:
  • "... el invierno ha sido duro, pero ahora es verano y la tierra nos quiere erguidos..." 
  • "... la verdad no necesita muebles..." 
  • "... a veces uno alcanza la felicidad y la siente fugazmente de perfil..."
  • " ... las interrogaciones cantan la existencia de Dios..."
¿Entienden la fascinación que siento por este hombre? A ratos logro deshacerme de él y lo envío a la trastienda de mi jornada para planchar un mantel cuyos renos se enredan en el lino. Festividad de Reyes: última jornada festiva de la navidad 2011/ 2012. También cuando trabajo me olvido totalmente de Tranströmer: anoche llegó al despacho la mujer-duende que habita en Hendaya (frontera franco española). Sólo me visita tres o cuatro veces al año pero saca chispas a cada entrenamiento como un atleta de élite. En su pequeño cuaderno de espiral anota decisiones y  tareas que siempre realiza: está cada vez más cerca de la cima de su Everest y se aproxima a la autorrealización. 

La mujer-duende posee una invencible musculatura de coraje que le ayuda a movilizar todos sus recursos hacia la meta de integrarse en la plantilla de Ikea cuando la firma abra en Bayona (2014). Si cuando nos conocimos (2007) ningún viento era favorable porque desconocía el puerto al que se dirigía, en 2012 sujeta con  firme dulzura el timón de su existencia. Le estoy muy agradecida porque siempre me regala algo: su presencia, los compromisos cumplidos, su belleza de gacela, una vela aromática, la reseña de una exposición, un consejo de salud, un catálogo, la referencia de un libro...

Aunque la mujer-duende y yo tenemos una gran relación, no le he confesado que estoy enamorada de Tranströmer ni la sospecha de que nunca me hará caso porque soy impredecible y poco razonable: sólo me ocupo de libros y plantas y no se cocinar. Además él ¡es sueco y se lo hace!

jueves, 5 de enero de 2012

Solos de violín en el combate

Ligera y hueca como un macarrón, me despierto tras haber pagado sin intereses mi "deuda de sueño". Diez horas seguidas de reposo y ¡ale hop! el cuerpo responde como una máquina perfecta y se adelanta al despertador en la desbocada carrera del tiempo. Son las siete de la mañana de un jueves invernal. Repaso mi anatomía en busca de residuos dolorosos del cercano ayer: apenas una sombra del dolor de riñones, dolor de cabeza desaparecido en combate nocturno, musculatura entorno a los tobillos distendida. ¿Niveles de energía? cercanos a ocho-nueve. 

Me levanto, y como un torbellino acometo cien tareas diminutas en una metódica construcción de bolillos. En el salón que da al mar suenan bajito algunos solos de violín compuestos por Bach que rasgan y reparan el alma a un tiempo (todos sabemos porqué). Abro la agenda y conecto con cien tareas diminutas que aguardan su turno en las próximas diez horas. Con marcial disciplina ordeno mis pensamientos y en la última taza de sencha (té verde japonés) se me tiran al cuello algunas ideas intentando estrangularme si no las vuelco rápido en un post. Temo estallen en mi interior y tengan que hospitalizarme. Me apuntan a la sien como una pistola: aquí estoy, escribiendo ligera y hueca como un macarrón, pletórica de energía tras haber pagado mi "deuda de sueño", con niveles de bienestar cercanos al infinito y dos pasiones que me alimentan: escribir y entrenar. 

Mientras cierro el ordenador me asalta una última ocurrencia: ¿y si a la entrada de las empresas en lugar de un reloj para fichar hubiese un termómetro que midiera la energía-alegría de los empleados al comienzo de la jornada? No hace falta acudir al departamento de estadística de Harvard para intuir la resonancia cuasi directa entre energía-bienestar-entusiasmo-alegría y productividad-creatividad-rendimiento-colaboración. Una vez más afianzo la certeza de que hemos de ser el cambio que queremos ver en el mundo. Time off. Nueve horas y media de trabajo me aguardan. 

Dedico este post a los lectores de Madrid, cuyo crecimiento numérico está siendo exponencial. 

lunes, 2 de enero de 2012

Líderes... ¿o sabios?

A tres mil quinientos pies de altitud escribo de regreso a casa. Todo ha terminado. Bueno... no, no es cierto: la larguísima cola de la cometa de los sueños cumplidos me acompaña con un aroma de nostalgia. 

Los amorosos impactos vividos en Holanda entorno a la nochevieja 2011 van conmigo en un muestrario de ropas Didi, de alimentos bio exóticos e inexistentes en España, de cosméticos del Sr. Hauschka, y del último capricho adquirido en el aeropuesto de Schiphol segundos antes del embarque en la puerta 23 B: I can make you happy, de Paul Mckenna editado por Bantan Press. 

Durante las próximas semanas -acaso meses- los objetos adquiridos en los Países Bajos en compañía de mi hija emitirán un eco, un canto de sirena, que me hará regresar a finales del mes de febrero 2012 con motivo de su actuación en el templo musical de la Concertgewau (Amsterdam). Será el momento de rememorar lo que hace apenas horas he vivido gracias a la maestría de Pieter Jan Leusink, director de la Bach Orquesta de Holanda, especializada en música barroca con coro y en piezas tradicionales como El Mesias de Haendel o La Pasión según San Mateo. Observando a los músicos en su interpretación del Mesias me he inclinado ante su grandeza: no es sólo que suenen bien, no es sólo que los solistas internacionales del coro remuevan hasta la el ADN de un cerebro anestesiado, es más... ¿Qué?

Schiphol, Amsterdam... minutos antes del embarque ;-D

Todos y cada uno de los componentes del coro y orquesta aman su trabajo diríase con frenesí: se dejan en ello la garganta, la musculatura, los días, y la trashumancia de sus vidas. Sus relojes profesionales no pautan segundos sino años volcados en la construcción de artistas de primer nivel. Trabajo en solitario, acompasamiento con los compañeros, y obediencia al compositor, al director y al concertino. Disciplina en estado puro. Décadas de entrenamiento esforzado incrustadas en su piel para actuar ante seiscientas personas que hacen con su presencia un homenaje a la religiosidad atea que llena cada rincón musical de Holanda en Navidad. 

Poder escuchar a tres metros de distancia y en directo a Rachel Nicols (soprano), a Andrew Slater (contralto), a Sytse Buwalda (alto) -toda una leyenda en Holanda-, o al tenor Martius Leusink es un honor que agradezco a la sirena entre los muchos agasajos con los que ha colmado mi corta y plena estancia de comienzo del 2012. Ella tocó bien ¡qué voy a decirles! son veinte años en los que persigue un sueño con la terquedad de un búfalo salvaje. Todo comenzó en la Navidad de 1990 cuando los Reyes Magos de Oriente le trajeron un diminuto violín medio...

Cierro el ordenador, miro las nubes-nieve-polvo, caen los párpados un ratito, busco EL PAÍS y leo a Michael Francis Atiyah, renombrado matemático británico para quien "...los líderes del XXI han de ser sabios, tal y como dijo Platón...". Mañana entreno en liderazgo a tres altos directivos vascos: calibro mi saquito de sabiduría famélico como Don Quijote, palpo mi saquito de coraje grueso como Sancho Panza. Espero equilibren contrapeso. Aterrizaje en Sondica, Vizcaya, diez grados, llueve. Fin de la aventura. Continuará.

domingo, 1 de enero de 2012

Skylaterne: plegarias en nochevieja

Siguiendo la tradición japonesa, despedimos el 2011 a orillas de un lago lanzando numerosas Skylaterne -lo que se ve en la imagen minutos antes de soltarla al límpido aire de la noche donde se alzó, empujada por la pastilla de queroseno que previamente habíamos prendido-. 

A unos diez metros de altura -subidos a una torreta que hay en medio del parque junto al lago- y ajenos al frío de la noche, lanzamos seis Skylaterne a la negrura de los últimos minutos del 2011 con nuestros deseos lacrados en silencio para propiciar su cumplimiento en los doce próximos meses.


Una de las linternas de la noche estuvo a punto de zozobrar y caer al lago pero... ¡lo peleó tanto! que tras cuatro cabeceos en los que pensamos que todo estaba perdido, alzó el vuelo y voló más allá de nuestros ojos dejando tras de sí una lección de corajey persistencia. 

En la nochevieja de Rotterdam -ya he pasado tres en este país- las familias lanzan petardos y fuegos artificiales desde las diez de la noche hasta la una de la madrugada sin que razas, costumbres, culturas o poder adquisito marquen diferencia alguna entre los distintos barrios de la poderosa ciudad.


Antes de disfrutar en familia de nuestra cena, mi hija me tomó esta foto en la que agradezco estar viva, sana, cuerda y haber conseguido preservar el espíritu duende de los niños y la certeza de que la magia existe.

Aunque les resulte extraño, en el momento de mirar al cielo ustedes estaban allí, junto con mi agradecimiento por su lealtad, apoyo, cariño e incondicionalidad. Estuvieron ;-D