domingo, 15 de enero de 2012

Masticar y digerir la realidad

Aun con la dentadura completa, si puede, un niño prefiere el cómodo desliz del puré por su tráquea, a la mordida persistente de sus molares en el mecánico gesto de masticar unas lentejas.

Aún con su bien amueblado arsenal de recursos, si puede, un adulto opta por la comodidad de pedir respuestas a otros (para deslizarlas después por tu tráquea neuronal), frente al esfuerzo de hallar sus propias y genuinas conclusiones.

¿Cuestión de comodidad? ¿Hábito? ¿Falta de compromiso con uno mismo? ¿Negación de la responsabilidad ante la propia vida? Puedo justificarlo en el caso de un niño, pero me resulta irritante en adultos hiper-cualificados.

Considero un privilegio trabajar en Murcia con doctores en química y biología volcados (durante décadas)  en la investigación  del mapa genético del cromosoma de una bacteria. Genios de su especialidad, muestran cuidado por el detalle, obsesiva persistencia en su materia, y abstracción del mundanal ruido en favor de su pulsión vocacional. Lo que me desquicia cuando entrenamos, bueno vale, rebajo el término: lo que me desconcierta e inquieta... ¡desquicia! (lo siento) es que miren hacia otro lado tan pronto les saco del monocarril de su expertise para abordar comportamientos nuevos. Por ejemplo, transmitir eficazmente información a su equipo. Cuando un director general me contrata para que mejore las habilidades de liderazgo en estos genios, ellos acuden con disciplina militar pero... se resisten tanto o más que las bacterias a la modificación de rutinas tales como la de no escuchar, no mantener encuentros formales o informales con sus subordinados, o el olvido de los objetivos estratégicos del departamento que dirigen.

Lo que dispara mi tensión arterial es que silben cada vez que formulo una pregunta, la acojan con incomodidad, no respondan, y  me la devuelvan como si fuese una  pelota de ping pong. ¡Concho! esto no es. Como entrenadora senior curtida en experiencia, tengo algunas respuestas (acaso equivocadas o parciales) cuya validez palidece al raso de las suyas porque cada individuo (como cada ADN) es único. Quieren el puré, la solución, cuando ¡les sobra dentadura y arsenal para triturar la más compleja realidad!

El director general cree que las deficiencias en liderazgo tienen que ver  con la aptitud = conocimiento de las personas para hacer esto o lo otro. Sobre el cuadrilátero del entrenamiento constatamos que es una cuestión de actitud = de querer abordar lo que incomoda o no se corresponde con su prioridad. A veces pienso que me toman el pelo; otras que sobrestiman mi capacidad de dar respuestas (algo que no me compete, en calidad de entrenadora). Cuando tengo una semana dura me consuelo con el discurso de  Hawking en su 70 cumpleaños:

" Acuérdense de mirar a las estrellas y no hacia sus pies. Intenten encontrar un sentido a lo que ven y pregúntense por aquello que hace que exista el universo. Sean curiosos. Y por muy difícil que pueda parecerles la vida, siempre hay algo que pueden hacer y en lo que pueden tener éxito. Lo importante es que no se rindan".   ¡Gracias, Stephen! (*)

(*)  Stephen Hawking, científico, Premio Príncipe de Asturias 1989 y autor de Breve historia del tiempo, un libro adquirido por 1 de cada 750 habitantes del planeta.

1 comentario:

koral dijo...

"Abrazar el universo del otro"-Laurent Gounelle-, metáfora de empatía, para que el otro se abra , no se sienta forzado, sino entendido y desde mostrar el camino y sembrar ilusión en lo que el otrro va encontrar si decide iniciar ese viaje.
Aún así comprendo tu irritación, a mi me pasa a veces conmigo misma cuando me pesco en esa actitud, menos mal que cada vez me doy cuenta antes....