jueves, 8 de marzo de 2012

On the road

Cada vez que mi amiga rockera inicia una gira en furgoneta con su banda asume el viejo lema on the road (en la carretera). Hoy, después de cinco días sin pisar la calle, siento que vuelvo a estar on the road porque acabo de notar el salitre en el rostro mientras la contemplación del mar me recordaba a Aureliano Buendía , personaje literario que vivió anhelando conocer el océano-mar y murió sin conseguirlo, cuenta García Márquez.

Cuánta belleza en el azul evanescente del mar al atardecer, cuando el viento alza su rebeldía y los cuellos de los abrigos al final del invierno. La magia de las pequeñas cosas que despreciamos hasta que nos faltan: el yodo, la brisa, el rítmico batir de las olas.

Es un día singular en el que las estadísticas del planeta recuerdan una realidad que persiste con la terquedad que las mareas: las mujeres ganamos menos dinero por el mismo trabajo; las mujeres no estamos representadas en los comités de dirección, ni en los consejos de administración, ni en las páginas sepias. Yo leo abundante prensa económica en la que sólo identifico imágenes de caballeros en las ilustraciones, entrevistas y reportajes. No soy feminista. No soy machista. Acaso no soy nada, pero la ostinada realidad persiste desde que alcanza el queso gruyere de mi memoria. 

Sin caer en la indulgencia, y a pesar de... vuelvo a estar on the road y las pequeñas cosas me hacen feliz, como una lombriz. Quería compartirlo con ustedes -sin trampa ni cartón- porque acaso un blog sea sólo un diario en el que se pone encima de la mesa lo que hay: pan, cebolla y queso gruyere. Luna llena... supongo que es su efecto. Al menos espero que la imagen compense   ;-D


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