domingo, 19 de agosto de 2012

¡Es posible!

Respondo a la pregunta formulada por varios lectores del blog deseosos de descubrir si es posible vivir la vocación (aquello para lo que sentimos que estamos especialmente dotados y cuya práctica nos hace felices) al mismo tiempo que "ganarse la vida", es decir: generar prosperidad.

Se trata -entiendo- de una inquietud universal toda vez que a través del Email, en persona, por Skype o por teléfono, me han invitado a reflexionar sobre ello lectores de Cancún (México), Alemania, Bélgica, Tokyo (Japón), Miami (Estados Unidos) o de lugares más cercanos de la geografía española como Móstoles, Murcia, Badalona, Vigo, Madrid, Valencia o Zaragoza.

Desde hace años "sigo" a una mujer a la que admiro: Rebecca Dautremer, cuyos calendarios han alegrado mis despachos durante largas temporadas. Se trata de una ilustradora cuyo éxito le lleva a viajar por el mundo ofreciendo conferencias, participando en eventos creativos, y presentando sus numerosas publicaciones, dibujos, cuadros y esculturas. Rebecca es una mujer que vive su vocación de una manera expansiva y gozosa al mismo tiempo que propicia generosos ingresos lo que le permite vivir holgadamente en compañía de su esposo y tres hijos.


http://www.rebeccadautremer.com/

Quienes me conocen saben cuánto disfruto con mi trabajo, lo que desconocen -y preguntan- es si "vivo" de ello. Desde 2002, he hecho del entrenamiento de profesionales una forma de vida que incluye el pago de alquileres, impuestos, viajes, cursos, libros y mi querida y cara colonia One, de Dolce & Gabanna. Según los testimonios que comparten, choca con la experiencia de los profesionales de otros lugares de la geografía internacional e hispana. ?! Me pongo a buscar hipótesis que permitan entender la paradoja: el PIB, Producto Interior Bruto del País Vasco -donde vivo-, es el más elevado de España, la tasa de paro menor que la media, y el crecimiento económico en 2011 fue casi el doble del resto del territorio. Quizá eso explique algo, o no... Sea como fuere, y en mi modestia, me considero una persona que vive intensamente de y para su vocación sin pasar penurias, por lo que estoy muy agradecida. Creo que es un mensaje esperanzador -que deseo compartir-.

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