sábado, 29 de diciembre de 2012

Casos de Exito II


En el coqueto hall del Hotel Niza (San Sebastián), Nerea (Azurmendi) me hace una entrevista  para el Diario Vasco buscando desvele la fórmula de la felicidad y la comprima en un decálogo para los lectores del rotativo.

La idea es que "llene" de contenido página y medía de la sección Al Día cuando los lectores se asomen al periódico dispuestos a coquetear con el "algoritmo de la felicidad" y los buenos propósitos del nuevo año (2013).

Camaleónica tarea para una humilde mortal porque mi magia sólo consiste en que cada cual conecte con la suya. Porque mi fuerza llega justo hasta la frontera de la pasión y persistencia que cada persona ponga en el logro de su objetivo, ni un milímetro más. Porque la formula de felicidad es única e intransferible, como la huella digital o el zapatito de Cenicienta. Y, finalmente, porque mi parcial visión, experiencia y conocimiento limitan una respuesta sabia a un desafío tan enorme.

Después de la grabación del vídeo para la versión on line del periódico y de la sesión fotográfica con José Mari -quien sonríe tras alguna de mis bromas-, la veterana periodista saca su pequeño bloc de notas, enciende la diminuta grabadora, pide agua natural y ¡comenzamos! Los primeros treinta minutos de entrevista van crispando su paciencia porque no le doy un titular: aunque hablo claro (y a veces alto) no termino de disparar el gancho que deje KO al lector desprevenido. Nerea cuenta que su jornada ha comenzado muy temprano, que ha participado como tertuliana en la radio, y que para las once ya ha tomado tres cafés. Después bebe un sorbito de agua mineral y con sus preguntas ataca -como un sabueso- desde la lealtad al oficio. Una y otra vez trata de que baje del olimpo de los equipos directivos (con los que trabajo) al vulgo del que no tengo más referencia directa que el sentido común, la lectura de prensa económica y webs internacionales. Intento complacerle con argumentos, investigaciones recientes, datos y referencias bibliográficas que no registra en su cuaderno¿acaso por insulsas?


Cuando ya he terminado mi café, Manoli nos pregunta si queremos algo más. Tras la negativa, Nerea quiere saber ¿cuál es el grado de receptividad del empresariado vasco a los procesos de entrenamiento en liderazgo, si no se muestran un poco escépticos?  Yo le digo que sí... y después explico...

Verás, cuando un empresario ha hecho cambios en los procesos, en los productos y servicios (innovación), y en los mercados (internacionalización) y no obtiene los resultados que desea, entonces -y quizá sólo entonces- contempla la posibilidad de "cuidar" el factor humano. Ese y no otro es el momento de entrenar a un líder, a un equipo, a un departamento o a una organización entera.

El Factor Humano

¿Tienes algún caso de éxito que puedas compartir? -dice mientras eleva las cejas por encima de sus gafas-. Yo cuento que el Gabinete de Imagen de María Uranga ha multiplicado por cuatro sus beneficios empresariales en 2012. Que la empresa docente Implika ha crecido en el último año de una a cuatro sedes en territorio nacional y de 15 a 55 trabajadores. Que B.R. se ha integrado en el comité de dirección de un gran centro tecnológico vasco. Que AU está al frente de la unidad de investigación marina de otro centro tecnológico y que el equipo de San Sebastián Turismo ha multiplicado por tres los beneficios por venta de productos. ¿Y qué ha cambiado?  -pregunta la periodista con un punto de sarcasmo-. El factor humano -le contesto- las personas, su motivación, ilusión, el orgullo de pertenencia, y la conciencia de equipo, entrenada durante durante meses.


¿Algo más?   Sí, uno de los presidentes del Grupo Mondragón consiguió el sueño de publicar un libro. El responsable de Michelín Vitoria ha sido galardonado como el más exitoso (de Europa) en el logro de objetivos propuestos para su entrenamiento. Y el cocinero Joseán Martínez Alija se alzó con una estrella Michelín al frente de Nerua, el restaurante del Museo Guggenheim Bilbao

Entonces... tu trabajo como entrenadora de líderes y equipos de empresa ¡es mágico! ¿no? -concluye Nerea-.  No, le contesto, la magia está en el factor humano. ¡Las personas!

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viernes, 21 de diciembre de 2012

Asegure el éxito = Contrate sólo Profesionales


En la misma semana una alumna de Ingeniería de la Universidad de Deusto (Bilbao) y un alumno de mi curso Construcción de Equipos Transformadores (San Sebastián) me han hecho la misma pregunta. Como facilitador/a de procesos de cambio (coaching) 

                                         ¿Cómo asegurar el éxito 
                        de las intervenciones con equipos directivos?

No es una pregunta nueva para mi. Sin embargo, al pensar en ello esta mañana he conectado con una extraña virulencia (casi un hartazgo) en absoluto relacionado con la pregunta -que me parece interesante-, ni con quienes la formulan desde la responsabilidad, sino con un trasfondo antiguo fermentado como un lácteo caducado.

Un profesional que consigue el éxito de un proceso de entrenamiento de equipos es como el Empire State Building de Nueva York (en la fotografía), en tanto que un impostor del coaching es como el Puzzle Lego del Empire State Building (mi amiga Sara lo ha comprado para su nieto Iker). Parecen lo mismo. Pero no lo son.  



Un  profesional del entrenamiento deja una organización empresarial mejor de como la encontró (para eso le contratan) y es como un bolso de Louis Vuitton, en tanto que un aficionado enreda, desordena y pasa sin pena ni gloria como una imitación asiática y cutre de Vuitton

Ya se que estas analogías no colmarán el hambre de conocimientos de los aprendices y que frustrarán su necesidad de respuestas precisas porque aún no han descubierto que la vida -como el entrenamiento a directivos- no es una ciencia exacta, sino un arte que no se basa en el uso de "herramientas" sino en las personas. Igual que un bisturí no es nada sin un cirujano, el resultado de una intervención depende de las habilidades, capacidades, ética y conocimientos del experto.

La cuestión es "quién" entrena al equipo, en lugar de "qué" se hace -exactamente-, y en lugar de "herramientas" aplicamos metodologías ajustadas a cada proyecto y equipo como el zapatito a Cenicienta .

Dejemos claro este asunto: antes de contratar a una persona para que entrene a un equipo directivo, al comité de dirección, o a los propietarios de una empresa, asegúrese de que el facilitador/a es la un auténtico profesional ya que evitará riesgos innecesarios. Distinguirá al profesional porque:

Posee al menos una Licenciatura.
Tiene años de experiencia como trabajador por cuenta ajena.
Tiene años de experiencia como trabajador por cuenta propia.
Ha sido directivo = ha liderado equipos.
Ha obtenido buenos resultados en su carrera profesional.
Se ha formado mucho en esta novedosa profesión.
Lo haya hecho con mentores internacionales.
La dopamina de su cerebro rebosa optimismo. 
Tiene más de 4.000 horas de experiencia en coaching.
Su fama boca-oreja le precede =  honestidad + resultados. 
Pone condiciones para asumir un encargo.
Condiciones relacionadas con el "diseño" del proceso.
Tiene la agenda completa a rebosar.
Sus tarifas son razonables.
Confiesa que no tiene varita mágica.
Explica que la mejora exige esfuerzo.  
Tiene sentido del humor.
Está certificado por la ICF, con sede en USA.

Como a la hora de elegir un cirujano, antes de abrir la puerta de su empresa a un profesional del entrenamiento de equipos, investigue el "quién" porque hay originales y versiones, profesionales e impostores. Parecen lo mismo. Pero no lo son: como el Empire State Building de Nueva York y el puzzle de Iker ;-D   

domingo, 16 de diciembre de 2012

¡Los triunfadores entrenan más!

Leo a Carmine Gallo en www.businessweek.com donde referencia la habilidad del fallecido Steve Jobs para clavar en la butaca a una audiencia cautiva con un discurso elaborado con la tramoya propia del teatro: argumento en tres actos o ideas principales, buen titular periódístico, manejo del suspense, reiteración del mensaje principal, y -finalmente- la presentación de cada éxito logrado con un desparpajo del que sólo hacen gala los norteamericanos. 

Hoy -contagiada por el descaro made in USA- me desprendo de un manotazo de la prudencia europea, como sacudo la mosca que zumba sobre la manzana.
A finales del verano 2012 conocí a una bella neoyorkina que trabajaba en el sector turístico vasco desde los años noventa. Llegó al despacho fascinada por el blog -según confesó en el primer encuentro- y lo primero que me sorprendió de ella fue el hecho de que siendo gran conocedora de la gastronomía vasca de alto standing, y poseyendo una agenda increíble, no conseguía cerrar acuerdos comerciales permanentes con sus principales clientes, lo que repercutía en la fluctuación de sus finanzas y -por lo tanto- en la sostenibilidad de su negocio. Tras entrenar a Ghislaine (durante seis meses) en el diseño de sus servicios, tarifas, imagen corporativa, delegación de funciones, uso elegante de sus contactos, y propuestas concretas a clientes estratégicos ¡acaba de firmar un acuerdo de colaboración permanente con Juan Mari en calidad de embajadora de la firma Arzak. Ella lo considera un sueño. Yo estoy contenta porque al fin han tenido recompensa su incondicional entrega, lealtad y buen hacer ¡de la última decada!

http://www.arzak.info/index.html

La firma Michelín ha puesto en marcha una experiencia piloto para el entrenamiento de seis altos directivos de la firma en nuestro país. Si la marca francesa lo considera un éxito, extenderá el proceso a más de un centenar de personas de la organización. En la primera fase han elegido a los profesionales más exitosos: aquellos que ya alcanzan todos los objetivos de producción, innovan en los procesos, y ejercen competencias de liderazgo. Es un lujo poder entrenar a Bosco, responsable de la factoría Michelin más rentable ¡del mundo!  Comencé a trabajar con él hace cuatro meses con el objetivo de amortiguar (un poco) su apasionado carácter y explosiones verbales. Desde que entrenamos no se ha producido una sola discusión con pares, subordinados ni superiores. Tampoco con la delegación rusa, cuyo proyecto-estrella se pondrá en marcha a cien kilómetros de Moscú en la primavera del 2013. Él está sorprendido y reitera en cada encuentro ¡¡¡ya podía haber conocido esto hace treinta años!!! Aunque ya era un exitoso profesional, al mejorar su autocontrol emocional y pulir su manera de comunicar ha multiplicado por diez su ya excelente reputación internacional. También su eficacia en la gestión de proyectos. En este -como en tantos casos- no basta con ser un excelente profesional sino que hay que parecerlo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Metáforas + Humor


En dos meses un grupo de mi entorno ha padecido algunas derrotas: a una mujer se le ha muerto el padre; otro tiene a su progenitor en la UVI tratando de traerlo a este lado de la frontera; tres personas han perdido su empleo; a una sexta le ha dado un ataque de ansiedad; una séptima persona ha comenzado a tomar antidepresivos. El porcentaje devastador alcanza al cincuenta por ciento de los participantes. ¡No está mal para dos meses!

Cambio de tercio. Mañana, tenemos una nueva oportunidad de aprender cómo se construyen los equipos transformadores en el seno de las organizaciones productivas, en las empresas. El temario que he preparado incluye prácticas reales en aula con la metodología de Alain Cardon y Eugenio Moliní (que estará con nosotros el 19 de enero 2013, en San Sebastián), así como supervisión de casos empresariales en los que se haya intervenido, y mentoring de sesiones individuales de entrenamiento.  Es un tupper prieto para cinco horas con apenas dos descansos de quince minutos justo para estirar la musculatura, fumar en el jardín (los adictos a la nicotina), tomar un café, una manzana, o intercambiar impresiones sobre las lecturas que vamos abordando, el grupo de trabajo en Facebook, o los talleres de los subgrupos vía Skype.

Me propongo esparcir también por el despacho un toque de ternura con mi mágico spray-ambientador que se adhiere a las sillas, alfombras y paredes horas antes de la llegada de los invitados desde Galicia, Cataluña y País Vasco. 

Ya comprenderán que la ternura (como la solidaridad) han de rociarse con mesura: no sea que nos convirtamos en un grupo de terapia, o en un equipo que confunda la inteligencia emocional con la lágrima fácil, y la solidaridad son abracitos fuera de contexto. La clave será el humor que -como dijo la poetisa Gloria Fuertes- es una cualidad del amor. Humor y metáforas para des-dramatizar lo que hay, lo que ocurre, lo que es... y desde esa ligereza poder digerirlo (integrarlo) y -si es posible- superarlo. Es lo que hizo ayer con maestría la clown Virginia Imáz (en la foto) en un contexto empresarial de corbatas y abrigos de cachemire (Adegi). Virginia supo provocar la carcajada del más ortodoxo de los gerentes: ironizó con la misión, visión, valores... estrategia... con el enfoque-desenfoque de objetivos, con la escucha, y con las preguntas poderosas. Y lo hizo con taaanto amor que no resistí felicitarle cuando se desmaquillaba en su improvisado camerino, y contarle que hacía dos décadas que deseaba conocerle porque en su caso la leyenda de sabia filósofa cómica le precede.

En el curso Construcción de Equipos Transformadores (módulo tres) -que viviremos mañana catorce personas en San Sebastián- habrá humor por aquello de que "es una cualidad del amor" ¡y porque apetece!


lunes, 10 de diciembre de 2012

Apología de la Mirada

Mucho se ha escrito sobre la escucha como competencia clave del líder. Hablemos, de una vez por todas, con claridad: mucho se ha escrito sobre la escucha como excelsa cualidad del "ser evolucionado". Casi nada se ha escrito, sin embargo, sobre la mirada. 

Tras unos días lejos de  mi mundanal ruido, abordo el teclado sin más brújula que el urgente palpito de las yemas de mis dedos afectadas por la crónica patología de contar historias. Escribir.

De un tiempo a esta parte miro al cielo tanto o más que la suelo y descubro rebaños prietos de ovejas sobre un césped azul cobalto. También arcoiris invertidos -hasta cuatro, en menos de una hora, mientras viajo al mediodía  por el sur de Francia-.


Educar la mirada acaso sea tarea para una vida: yo -que ya he cumplido cincuenta y cuatro años- siento que no me alcanzará el tiempo para afinar la pupila al punto de descubrir el sentimiento que hay detrás de unas pálidas manos que -en la calle, a cero grados- abren un paquete enviado por correo desde el País Vasco hasta Toulouse por una abuela (casi octogenaria) a una nieta en su vigésimo octavo cumpleaños.


En un paseo por la ciudad del ladrillo, con la Plaza del Capitole repleta de tenderetes navideños y abigarrada de abetos blancos -en la que se mezclan cien mil olores a salchichas, vinos calientes, gofres, aceites esenciales, velas aromáticas y hasta elixires para el amor- busco un poco de ternura y ¡la encuentro! en el puesto más cercano al ayuntamiento donde compro algunas servilletas bordadas en lino, y un corazón de trapo para colgar del pomo de la puerta.



Después mi mirada sigue buscando en la calle la existencia tridimensional y corpórea de aquellas ideas, sueños o sensaciones, con las que fantaseo en mi interior.





Me acuerdo de Geppetto, artesano de la madera y abuelo de Pinocho -desobediente y juguetón, como yo-, historia que tantas veces escuché en mi infancia sin deshacerme por ello del vicio de mentir, aún cuanto sentía pánico de que me creciese la nariz. Sumergida en mis fantasías animadas, una vez más la realidad ha traído ante mis ojos la representación de un artista con títere, en una callejuela en la que el sol permitía el desarrollo del pequeño espectáculo capturado por mi Kodak 10 Mega Pixels.


Confesaré que he estado casi diez minutos escuchando el recital del acordeonista  ;-D  y que durante ese tiempo el artista se ha hecho tantas preguntas sobre mi, como yo sobre él. Comparto las mías, porque aún no tengo el don de la clariaudiencia.

¿Quién trabaja para quién? ¿Quién elige el color de la camiseta y luego el otro se acompasa? ¿Quién plancha las perfectas rayas de los pantalones? ¿A cuál de los dos le gustaría ser "el otro"? ¿Por qué se dedican a esto, un domingo cualquiera, del crudo invierno francés? Esta manera de vivir ¿se corresponde con el anhelo del artista? ¿Y de la marioneta? 

En la fotografía no se puede apreciar, pero la cara del muñeco era una reproducción exacta de su dueño ¡dueño y señor! En la fotografía tampoco se aprecian los hilos que movían al muñeco sin voluntad propia al abrir/ cerrar el acordeón, o al dar una patada sobre el asfalto al final de una pieza. Se dice que el propio Carlo Collodi confesó a la prensa italiana entre 1882 y 1883 que escribió la historia de Pinocho con pretensiones alquimistas, es decir, que el ferviente deseo de tener un hijo llevó a Geppetto a construir un muñeco de madera que desarrolló vida propia. De tanto soñarlo... el trozo de madera se convirtió en un niño. Es la magia sagrada del alma y la eterna pregunta de qué es primero ¿creer para ver, o ver para creer?  

Busqué señales y encontré cuatro arcoiris invertidos, en una hora, cerca de Bayona. Busqué ternura y hallé corazones de trapo, frente al ayuntamiento de Toulouse. Temí la fealdad y me golpearon horrendos olores en El Capitole. Recordé al Pinocho de mi infancia, y encontré un artista ambulante con su marioneta acordeonista. De manera provisional, me quedo con la hipótesis de Creer para Crear: Primero la Mirada.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Cien espectadores y una ballena en bajamar

Varada tras el último naufragio es el título de una novela de Esther Tusquets que leí con fruición en los ochenta, poco después de su publicación. Bien escrita por la experta editora, aludía a las crisis existenciales que nos sacuden en el oleaje del vivir, y que en el argumentario de sus obras con frecuencia se ceban en las mujeres, sus amores y proyectos (durante cuarenta años dirigió la editorial Lumen).


Hoy me he acordado de ese título, Varada tras el último naufragio, ya que -en espera de las expertas explicaciones de mi amigo Adolfo (oceanógrafo)- desconozco el error de cálculo que ha hecho varar en la bahía de La Concha a una ballena cuyos últimos suspiros de vida he podido contemplar en mi paseo matinal. El animal -de unos dieciséis metros de largo, con el lomo oscuro, casi negro, y la panza algo más clara- daba serenos coletazos esperando que el mar le rescatase una vez más con su marea. Pero no ha tenido suerte ya que estábamos en fase de bajamar.

Aunque no es la primera ocasión -ni será la última- en la que un cetáceo de estas dimensiones acaba varado en la límpida arena de nuestra costa, el espectáculo ha concentrado sobre la barandilla del paseo a cientos de personas ansiosas por registrar en sus cámaras y móvil la imagen del pobre animal atrapado entre la vida y la muerte por un despiste. Nadie parecía darse cuenta de que el rorcual se despedía con su enorme cola en un lastimero y último intento de que alguien le ayudase a retomar su destino.


Al mediodía he pasado por el mismo lugar y allí permanecía la ballena tras haber fallecido con cetácea dignidad ante curiosos y policías  que no han movido una pestaña por salvar al animal. Diríase que su actitud era la de espectadores sentados en el sofá de casa contemplando un reportaje del National Geographic. El rorcual estaba exhausto, delgado, confuso y aturdido ¿y nosotros? anestesiados por completo, incapaces de reaccionar ante el dolor de un animal que con serena actitud y sin aspavientos transitaba entre la vida y la muerte, un día festivo cualquiera, en la playa de La Concha (San Sebastián).

jueves, 6 de diciembre de 2012

El piolet de Edurne Pasabán: La Confianza

Nunca he conseguido disfrutar de los conciertos de piano a cuatro manos, y algo semejante me ocurre con los libros escritos entre varios autores: los relatos corales tienen algo de búsqueda de complementariedad que -en la mayoría de los casos- resulta fallida por la disonancia de ritmos y tonos narrativos, además de las diferencias (a veces insalvables) de conocimiento, lenguaje o expertise.

Aprovechando una gripe de poco fundamento, me he recluido casi todo el día en la trastienda de mi casa para leer -de una tirada- Objetivo Confianza, un libro escrito por Edurne Pasabán y Angélica del Carpio, publicado por Random House Mondadori, colección Conecta.


Desde el comienzo del ensayo hay un salto de estilo (incluso tipográfico) entre las páginas en las que narra la alpinista y aquellas escritas por su coach, y aún siendo claro el intento de acompasar el discurso no siempre  consiguen enganchar al lector.

Pasabán detalla su último y fallido intento de coronar el Everest sin oxígeno, y Del Carpio reflexiona en voz alta sobre el proceso en la toma de decisiones, los valores, la comunicación, la visión de la meta, y los errores por cansancio o imprevistos (climatolología, enfermedad de los sherpas...). Una se centra en la pura acción sobre el escarpado terreno del ochomil, y la otra disecciona el comportamiento de Pasabán y su equipo en una situación extrema. Siendo (sobre el papel) un planteamiento bonito, finalmente carece de la fuerza que -a priori- cabía esperar de un personaje tan apasionado como Edurne Pasabán.

La metáfora entre los desafíos de la vida y la montaña queda sin embargo firmemente instalada en la mente del lector, como un seguro piolet del que pende la vida del montañero.

Podremos admirar o no el último libro de la alpinista tolosarra, pero nadie podrá negarle la gloria de haber coronado catorce ochomiles: territorios conquistados a base de entrenamiento, fuerza, coraje, fe, liderazgo, resilencia a la frustración, al dolor, al frío, a la incomprensión y a la crítica. 

Al final me quedo con la sólida sensación de que es un personaje en fase de re-invención de sí misma y eso ¡me encanta!

sábado, 1 de diciembre de 2012

High Flyer ¡Líder de altos vuelos!

Tuve el honor de coincidir con Martin Seligman en la parrilla de speakers del congreso Liderazgo, Motivación y Crecimiento Personal. Él era uno de los Ponentes (con mayúscula), junto con Luis Huete, José Antonio Marina y algunos otros monstruos de las galletas intelectuales y mediáticas del siglo XXI. Yo era la única mujer y la única vasca sobre el estrado, y me sentía pitufa en semejante mundo de gigantes.

El congreso se desarrolló durante dos días consecutivos en el Palacio de Miramar (San Sebastián) y -ciertamente- nos trataron como a reyes. Tras varias visitas turísticas, la segunda jornada cenamos en el restaurante del Museo Guggenheim Bilbao donde mi amigo Joseán Martínez Alija (una estrella Michelín al frente de Nerua) nos agasajó como el gran anfitrión que es en todas las ocasiones. 

Me colocaron en la mesa presidencial frente a Andoni Luis Aduriz (Mugaritz) y al lado de Seligman que no habla una sola palabra de castellano, así que fue una ocasión preciosa para practicar inglés mascachicle y disfrutar de la altísima gastrononomía de Josean, del sentido del humor de Aduriz, y de la sabiduría existencial del padre de la psicología positiva. En un momento de la cena -acaso afectado por la mezcla de licores (seis caldos distintos antes del cava)- me preguntó si quería escuchar su feedback a mi ponencia a lo que encantada y temerosa le dije ¡sí, desde luego, por favor, adelante, Martin!

Y ahí fue cuando escuché por primera vez una crítica que después se ha repetido con frecuencia: "...tu conferencia ha sido un tupper demasiado lleno...". Tras unos segundos de silencio que resultaron embarazosos para mi (Seligman es americano y el estilo directo le resulta cómodo), tuve el coraje de pedirle me clarificara un poco, por favor, qué quería decir exactamente con "el tupper demasiado lleno". Pues que el contenido que has presentado alcanzaba para cuatro conferencias: parecía que hubieras metido con calzador infinitos conceptos linkeados talentosamente pero -ahí se paró un instante para utilizar la servilleta- difíciles de digerir para quien no tenga conocimientos de management o liderazgo. La conversación fue interrumpida por las trufas glaseadas en un plato extrañamente hondo y blanco. Meses después de aquella conversación, Seligman y yo seguimos intercambiando mensajes de correo electrónico y siempre bromea con el tupper  ;-D


Hoy me he acordado de esta historia porque la semana que viene intervengo en la Universidad de Deusto como profesora invitada ante alumnos de Ingeniería. El título de mi máster-class es Cómo ser un High Flyer, un líder que vuela alto y motiva a su equipo. Por un lado me ilusiona poder compartir con los estudiantes algunos de los aprendizajes de mis últimos treinta años, pero por otro me asusta -casi me bloquea- el pánico de volver a presentar demasiado contenidos. Así que en los dos últimos días he escrito y desestimado seis guiones por su complejidad conceptual. Inicio ahora el séptimo y comienzo por lo más elemental, la traducción literal del diccionario Oxford para el concepto High Flyer: alguien que ha alcanzado un éxito notable y lo ha conseguido en menos tiempo de lo habitual. Entonces tendremos que abordar sus sueños y transformarlos en objetivos, y calibrar la fortaleza de sus alas (cuerpo, mente y corazón) así como sus valores y creencias, y después trazar un plan de acción que propicie ser un high flyer, alguien que vuela alto e inspira a los demás.


Resumo: Sueños + Objetivos + Dafo + Fórmula del Éxito + Valores + Creencias + Plan de Acción hasta el Logro. ¡Lo tengo! En menos de una línea. Seligman estaría orgulloso de mi: esta vez llevaré el tupper a la mitad ¿y qué haremos el resto del tiempo?  Volar por el aula sobre aviones de papel, hasta que llegue el Rector y pregunte qué está pasando allí    ;-D

http://www.ted.com/talks/lang/es/martin_seligman_on_the_state_of_psychology.html