jueves, 28 de marzo de 2013

Sufrir ¡con encanto!


El ensayo general del Ballet du Capitole ha comenzado a las dos en punto de la tarde y el teatro del Casino estaba casi lleno, aunque mirado desde la última butaca hubiérase dicho que estaba casi vacío porque no se veían las diminutas cabezas de los escolares. Yo estaba allí por una única razón: mi hija dirigía una orquesta de cincuenta músicos la mayoría de los cuales le doblan en edad. Mi intención al viajar, al estar allí, no era otra sino disfrutar de ella apenas un café en la pausa y momentos robados al tiempo durante los próximos cuatro días en los que ella seguirá trabajando.

Un hombre robusto de mediana edad, rodeado de mujeres maduras con moño, de excéntricos coreógrafos y de gerentes, iluminadores, fotógrafos, y toda una corte de aduladores frenaba el desarrollo del ballet en cada ocasión en la que algo no salía perfecto. Puesto que he viajado directamente desde casa (España) hasta el Casino (Francia), y he llegado minutos antes de las dos, no he tenido tiempo de leer el programa, ni he podido hablar con mi hija que se ha metido al camerino tras darme y rápido abrazo de bienvenida. Así que no sabía lo que he averiguado después: que ese hombre robusto y atractivo es el director del Ballet du Capitole:


El ensayo general ha durado más de tres horas en las que la orquesta -en el foso- y los bailarines sobre la tarima han dado lo mejor de sí. Todos son brillantes y -pese a su juventud- la mayoría llevan diez-veinte años dedicados completamente a mejorar su técnica: saben lo que es sufrir y no ponen la mínima resistencia a la perpétua evaluación  del director, del coreógrafo, del público o la crítica. El feedback se administra sin anestesia alguna delante de periodistas, niños y adultos, expertos y profanos: por favor, cambia esto; por favor, sintónizate con tu compañero; mueve esa mano más arriba; salta con más ímpetu; repite dos, tres, veinteitres, ciento veintitres veces el movimiento de tu pierna derecha.

El feedback (o devolución) es acogido como parte del proceso de mejora y búsqueda de la esquiva perfección. ¡Cómo me he acordado de la arrogancia de ciertas personas en algunos despachos! ¡Cómo he añorado esta aceptación-integración del feedback como lo que es: un regalo que permite mejorar! ¡Cuánto que aprender viendo la trastienda del espectáculo: el sudor, el esfuerzo, los infinitos detalles precisos y la bellísima colaboración-cooperación-sincronía para que realmente el todo sea más que la suma de las partes. Esto sí es trabajo en equipo y no lo que yo veo en las multinacionales, en las pymes y en las instituciones. ¡Que gran lección de anatomía! que diría Rembrand. Qué enorme aprendizaje visual y orgánico. Todo está ahí. En el foso, o sumas o restas. Y si tu música resta al conjunto ¡te despiden! En el escenario, todo está ahí: o sumas o restas. Y si tu danza resta ¡no cuentan contigo en el próximo programa!

Mi hija se ha hecho amiga de una de las bailarinas principales. Pesa 42 kilos y tiene los pies deformados desde que le alcanza la memoria. La joven me ha dicho que es muy feliz  porque está viviendo su sueño al bailar en el Casino de Toulouse, aunque su fotografía aún no aparece en los carteles.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta....me veo sentada en la butaca disfrutando del ensayo. Lo describes tan bien que lo haces real.
Y me encanta tu definición de feedback .
Disfruta de los momentos que puedas con tu hija, abrazale y animale y vuelve como siempre ...con ILUSIÓN