jueves, 7 de marzo de 2013

Un inesperado encuentro: West


Desde que oí hablar de él sentí una irresistible atracción, así que me prometí a mí misma que no pararía hasta conocerle. Impulsada por la curiosidad y la admiración, no escatimaría esfuerzos hasta propiciar una situación en la que ambos pudiéramos estar cara a cara. Más que el resultado de nuestro encuentro lo que anhelaba era el hecho mismo de que se produjera. Después, ambos calibraríamos si merecía la pena persistir en el empeño, es decir, profundizar en la relación. 

Oí hablar de él por primera vez en el año 2009. Entonces me dijeron que Michael A. West era un mito, un sabio, un referente mundial y un hombre de éxito que trabajaba como profesor en la Universidad de Lancaster.


De inmediato me puse a investigar olfateando cualquier huella o registro que me condujese hacia él. Incluso llegué a plantearme un viaje a la Universidad de Lancaster que, finalmente, desestimé. 

Con el paso de los meses y los años mi pasión por West se desinfló un poco, así que me fui conformado con estudiar gran parte de sus publicaciones como autor principal o en colaboración con otros expertos en management en general y en la construcción de equipos (y sus claves de funcionamiento) en particular.

Pero la vida siempre tiene un as en la manga y hace dos semanas me tropecé con él cuando ya casi había olvidado mi anhelo. Sin buscarlo, en una jornada de corte primaveral, con 18 grados de temperatura, sol y mar en calma, me encontré frente a él en la estantería de empresa de la biblioteca de Lugaritz, en mi querida San Sebastián, ciudad de adopción. Cuando él me guiñó un ojo, yo ya había elegido el último  Speak Up para actualizar mi inglés Advanced. Verle fue tan fascinante que sin cruzar una sola palabra le seguí casi a ciegas para descubrir que ¡existía un libro en castellano titulado Los secretos de la gestión de los equipos de trabajo, publicado por Blume Empresa . Así que allí estábamos los dos, por fin solos: el uno frente al otro... Y Michael A. West no me defraudó.

Tras nuestro efímero encuentro él regresó a Inglaterra y yo me quedé tan contenta en la bahía. Finalmente podría recomendarle a mis alumnos, gerentes y empresarios (que no leen en inglés). Estudié su libro en castellano, saqué apuntes, los pasé a ordenador y -llegado el plazo de devolución del libro- estaba emocionada: cuatro años largos de espera habían merecido la pena.

Llegué a casa. Me puse a buscar el libro en Google para comprar algunos ejemplares y regalarlos... pero la vida siempre guarda un as en la manga y el título está agotado y descatalogado: ni rastro del libro, salvo algún que otro ejemplar del año 2004, en el mercado de segunda mano. El más barato a 88 euros/unidad.

Fue bonito mientras duró. Otro día escribo sobre lo que más me fascina de West -además de su acento británico y sus canas-: la reflexividad, clave-alma-médula de las personas y organizaciones que progresan y mi pasión profesional más intensa.


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