viernes, 3 de enero de 2014

En defensa de la filosofía


En cuanto comience el curso lectivo volveré a la Universidad de Deusto -facultad de Empresariales- donde de vez en cuando imparto formación como profesora invitada en la asignatura de Teoría Organizacional. Es algo que disfruto mucho, más si cabe en el campus de Bilbao porque  nací en Abandoibarra -corazón de la capital vizcaína- viví dos décadas frente a la mismísima Universidad de Deusto y porque mi padre también estudió en la Comercial -aunque no llegó a completar la carrera-.

Como en otras ocasiones puedo anticipar que me divertiré con la espontaneidad, frescura y desparpajo de los alumnos veintiañeros que manejan el power point con la soltura que yo me ato los zapatos y buscan en sus móviles la bibliografía o los autores que referencio antes de que acabe de escribir en la pizarra títulos y nombres con diminutos trozos de tiza que al parecer ningún otro profesor utiliza en toda la facultad.



Casi siempre me toca a primera hora de la mañana y en la 310 Ingenio, un aula que tiene los pupitres rígidamente unidos entre sí de manera que el único modo de utilizarlos es dejarlos exactamente como están: fijos en sus posiciones como las butacas de un anfiteatro romano o un cine de barrio. Todo está limpio, ordenado, en su sitio. Todo es seguro, firme, robusto. Por su parte los alumnos se muestran respetuosos, educados y -para mi gusto- muy alineados con lo "políticamente correcto". Pero en fin... estamos en una facultad... en una facultad privada que -dicho sea de paso- admiro.


Hay que desplazarse hasta la cafetería para encontrar "estructuras" flexibles y naturales (en círculo) que propicien el diálogo, la relación de pares -en el aula hay una plataforma monumental que separa al profesor de los alumnos unos veinte centímetros por encima- y acaso el "conocimiento compartido" por no hablar de lo que más añoro de estos jóvenes: su sentido crítico, acaso porque nadie les formula preguntas desde el estrado, o tal vez porque el exceso de comodidades anestesia la capacidad de soñar, de imaginar, fantasear, crear, innovar ¡Ay innovar! ya hemos topado con la piedra del zapato que me ato con la facilidad que ellos manejan slideshare.



En la última clase me quedé anonadada ante el silencio marmóleo que se producía en cada ocasión en la que les formulaba una pregunta que iba un poquito al hilo de sus vidas, de su futuro inminente ahí fuera (en el mundo real). Los interrogantes quedaban sin respuesta flotando en el aula 310 como una nube blanca de tiza... En fin, que se mostraron completamente bloqueados ante el desafío de pensar. Pensar por si mismos buscando respuestas a su vida. En una frase: la capacidad de nuestros jóvenes para reflexionar tiende a cero, lo que les convierte en personas con escaso o nulo sentido crítico y por lo tanto fáciles de manipular por la corriente de pensamiento convencional y dominante.

El rotativo El País afirma que "... la ausencia de filosofía en el diseño curricular de nuestros jóvenes traerá ciudadanos más grises y más tristes, porque aunque la filosofía no da dinero ni poder permite a los hombres pensar por sí mismos, la esencia de la libertad. ¿Qué les parece?


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