domingo, 13 de abril de 2014

Equipos: escuchar ¡y responder! al universo



Esta mañana he pisado muchas margaritas aunque confío no haber matado ninguna. Hay días gloriosos en los que la mantequilla está blandita justo en el momento de presionarla contra el pan de centeno; y en los que encuentras en el periódico frases inspiradoras con las que te identificas. Hay días gloriosos en los que un sol riquísimo templa la tarde en el jardincillo donde compruebo que el limonero se recupera de una poda salvaje y la buganvilla se expande y me arrincona en el corner donde leo a Otto Scharmer los domingos.

Haz un trabajo que ames. 
Mantén una escucha permanente al universo.


Hace ya algunos meses que confesé a mi mentor el anhelo de facilitar más entrenamientos de equipo en la certeza de que el tránsito colectivo "del yo al nosotros" es un escalón evolutivo de orden superior a la pura mejora de las competencias de un profesional y la exitosa gestión de su carrera. Ejerciendo el desapego no quiso darme pista alguna pero me formuló un vendaval de preguntas que sacudieron algunas hojas secas del árbol-maraña de mis pensamientos.

Hacer un trabajo que amas y escuchar al universo son cara y cruz de la vocación profesional un tema que trabajo en mi propia vida y en la de aquellos emprendedores a los que acompaño en un tramo de su proyecto.



La escucha al universo precisa de algunas condiciones innegociables: centramiento, consciencia, presencia, intención, flexibilidad, disciplina, serenidad y autocontrol, requisitos sin los cuales resulta imposible sintonizar el  micro-cosmos que somos con el macro-cosmos que habitamos. 

Y dado que hay que optar por un approach práctico para hincarle el diente a este asunto me ha dado por pensar en términos de escala: la persona, el equipo, la organización y el mundo. Entre 2002 y 2008 trabajé casi en exclusiva con personas en la escala uno a uno; pero desde el año 2009 casi todas mis energías, lecturas, proyectos y sueños están focalizados en los equipos como nodos generadores de cambios intencionales que transformen las estructuras hacia un mundo mejor (futuro emergente). Al implicar a varias personas a la vez los cambios suelen tener mayor impacto en las organizaciones así como un efecto en cascada nada despreciable.

Y en medio de estas reflexiones acontece que yo escucho al mundo -sus tendencias y necesidades- y el mundo escucha mis anhelos y me envía equipos para desarrollar (entrenando o formando). Durante el fin de semana he trabajado con el equipo que aparece en la fotografía cuyos miembros han desplegado un conjunto de competencias, conocimientos, actitudes y comportamientos brillantes que dejan huella en las dinámicas con post it (pegados a la pizarra), en el papelógrafo -cuyas hojas agotamos-, y en dos proyecciones (PDF + mini vídeo) conectados a la tarea: construir equipos transformadores que mejoren el mundo... remar juntos (como equipo) hacia un objetivo compartido... En una palabra: desde la modestia, empujar un poquito el globo terráqueo hacia su mejora.




En el check out (dinámica de cierre de un trabajo en equipo y en plenario) los participantes -directivos, emprendedores, informáticos, responsables de recursos humanos, funcionarios de la sanidad pública, profesores universitarios y ceos- dejaron varias perlas en el aula y una de ellas me la llevé escrita de puño y letra del propietario, Carlos Marin, en un post it verde:  Sabemos lo que somos pero no sabemos lo que podríamos ser. Mil gracias al equipo zaragozano y a Mayte cuya presencia echamos de menos.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Pobre Narnia,,,, que además de no tener la mantequilla a punto para el pan de centeno, la tienda en dónde la "compra" le pone en venta incluso a ella......

un saludo

Pilar