martes, 4 de noviembre de 2014

Tromso


ERASE UNA VEZ una ciudad llamada Tromso cuyo origen se remonta a un tiempo en el que los osos desconocían la existencia de los humanos. 

La ciudad estaba situada al norte del norte, un lugar en el que el hielo había cubierto la tierra antes de que los osos habitasen el país. En aquel lugar el silencio era tal que resultaba posible escuchar la caída de un copo -y seguir su trayectoria- si tenías la suerte de que la nieve aún estuviera blanda, blanda, blandaaa.




En Tromso la aurora boreal alentaba a los viajeros que buscaban sueños perdidos -algo imposible en cualquier otro lugar-. Fue en esa ciudad donde se escuchó por primera vez un solo de violín tan bello que conmovió al firmamento.






La violinista también provenía del norte del norte de su árbol genealógico, donde los sueños perdidos habían ganado la batalla a la esperanza. El caso es que la joven y la ciudad se unieron por un tiempo e incluso sellaron un pacto: la ciudad ofrecería a la muchacha su preciada montaña de sueños rescatados, y la violinista tocaría sobre la nieve cuando su alma estuviera tan contenta que las notas pudieran alcanzar la perfección y -por lo tanto- conmover a osos y estrellas que viven por allí.

Ocurrió que una noche de oscuridad boreal la joven salió de casa con su violín y -tras sonreír dulcemente para sí misma- comenzó a tocar el capricho polaco hasta que del fondo de la niebla emergió el viejo profesor, Wojt.

El músico polaco tomó asiento en la nieve con la normalidad de quien ocupa una butaca doméstica, cerró los ojos y permaneció callado haciendo -de vez en cuando- un leve movimiento de cabeza. Cuando la violinista se encontraba ya exhausta tras haber tocado diez, veinte, treinta veces el capricho polaco, Wojt se puso en pie y susurró a la joven: ¡mejor que yo, Tania... mejor que yo! mientras se internaba en la montaña de los sueños rescatados, sueños hallados, los esperanzados sueños sin los cuales resulta imposible sobrevivir.





Y COLORÍN COLORADO... este cuento escrito para mi taller con Virginia Imaz se ha terminado.

  

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