viernes, 5 de diciembre de 2014

Caso de Éxito ¡El halcón empresarial!


Son diferentes:
La exclusividad del rojo frente a la commodity del verde.



He aprovechado un reciente viaje laboral para acercarme a la sede madrileña de una de mis empresas-cliente favorita donde impulso cambios desde el año 2009 habiendo sido testigo y aportado mi granito de arena a la construcción de un auténtico imperio empresarial.

El negocio está liderado por dos socios, si bien mi relación profesional me ha mantenido más cerca de uno de ellos a quien conocí cuando él cumplía los treinta años.

Transcurrido un lustro, la empresa ha pasado de contar con quince empleados a superar el centenar; y de ocupar dos sedes (Bilbao y Valladolid) a cinco despachos (al sumar Pamplona, Valencia y la llamada "cúpula" de Madrid, una fashion oficina de casi mil metros cuadrados situados en Plaza de España, el corazón de la capital). 



Son diferentes, y la pulsión emprendedora del 2009 se ha
transformado en pasión empresarial en 2014.



Mi empresa-cliente se ha especializado en enseñanza no reglada alcanzando los diez mil alumnos porque algunas cosas las hacen excepcionalmente bien. Por ejemplo, la colaboración con más de 800 empresas donde los estudiantes realizan prácticas que propician una recolocación de más del 62% del alumnado. El dato es tan increíble que cuando las responsables de la sede madrileña,  Leticia Pastor y Diana Arranz, me facilitaron el número les pedí que me dejasen ver las estadísticas para comprobar su veracidad... ¡Un 62% de recolocación en un país que supera el 25% de paro roza lo increíble! ¿No les parece?

El empresario al que entreno es un rotundo "caso de éxito" a sus treinta y cinco años y es también un profesional fuerte, ágil, con avezado instinto para capturar ideas de negocio y tendencias de mercado. Es un halcón cuya rapidez en la ejecución de proyectos es tal que sólo se le puede comparar con esa ave que vuela a 230 kilómetros / hora mientras el resto de los mortales nos arrastramos como orugas...





A Zigor Maritxalar Goñi nadie le ha regalado nada, aunque tiene una familia fabulosa (que le apoya incondicionalmente), un puñado de amigos fieles, y unos trabajadores que se dejan la piel en la batalla de sacar adelante un proyectazo digno de ser contado en las escuelas de negocios a partir de un estilo de liderazgo comprometido e innovador. De hecho, su atracción hacia lo desconocido nos llevó el otro día a probar pescado crudo la noche que cenamos en el  restaurante Kabuki de Madrid. 




¡Gracias por la experiencia, Zigor!  y por extender tus alas de halcón tanto para proteger a otros como para volar alto desde la cúpula empresarial.  Como dice el refranero: ¡De Madrid al cielo... de otras ciudades, países y continentes!


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