miércoles, 13 de mayo de 2015

Conversaciones ¡que inspiran!


Busco el aire como los cangrejos las rocas y al mediodía salgo de la empresa en la que trabajo para darme un paseo por el Parque Tecnológico de Miramon (San Sebastián) donde me sorprende la ausencia de escolares en el entorno del Museo de la Ciencia. Aunque hace buen tiempo la explanada se muestra solitaria, excepto por la inquietante presencia de un hombre de rígido semblante.




Paso a su lado, levanta la cabeza, me saluda y continúa escribiendo algo en lo que parece le va la vida. Me alejo hasta un banco a la sombra de un ciprés -que no sé si cree en Dios- y saco el cuaderno en el que diseño un encargo para el Basque Culinary Center. Repaso los conceptos articulando cierta coherencia en el mensaje que quisiera aportar a los alumnos. Después decido el enfoque pedagógico: teoría-práctica-intervención-integración-participación-creatividad-humor-juego y desafío.

Einstein me pregunta algo que no alcanzo a comprender. -Perdón -le digo- no le he escuchado bien... -¿Qué escribe? repite un poco más alto. -¡Ah!  plasmo ideas para un proyecto. Silencio. Continúo con el volcado temático detallando también la metodología: learning by doing + flip the classroom + trabajo en plenario + equipos + individual + presencial + soporte on line... -¿Es algo que le gusta? -me pregunta sin levantar la vista de su cuaderno-. ¡A este paso no podré terminar el borrador! (pienso). Le miro y me sostiene la mirada así que me acerco a su banco y me intereso por lo que escribe que de inmediato me muestra complacido...



Cinco minutos más tarde pregunta: -Y usted... ¿qué fórmula investiga? Azorada como un cangrejo busco una roca en la que acurrucarme pero no la encuentro así que le enseño lo que tengo...




Nos quedamos un rato en silencio. Nada puedo aportar a su fórmula y él -que dice venir de otro tiempo y lugar- afirma no sentirse legitimado para aportar a mi proyecto. En fin, su modestia es del tamaño de mi osadía. Después le digo que tengo que marcharme y le pido que nos hagamos juntos una foto. Aunque parece no entusiasmarle ¡accede!




Aprovecho el último minuto para preguntarle si es realmente suya la frase que se le atribuye de que "... sólo los locos pretenden seguir haciendo lo mismo y obtener resultados diferentes..." No, no es mía -dice negando con la rígida cabeza- pero ¡ya me gusta! añade y nos despedimos hasta otro día.


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