sábado, 24 de octubre de 2015

Llueve esperanza y sonrie el planeta


Las principales compañías del Ibex poseen una brutal liquidez: 1.500 millones de euros que no se traducen en creación de empleo. La abundancia de liquidez tampoco genera innovación, ni siquiera nuevas actividades, según Clayton Christensen (Harvard Business School).




Si la abundancia de cash no revierte en puestos de trabajo, ni en nuevos productos y servicios ¿qué interés tiene? 

El puro sentido común ofrece una respuesta poco satisfactoria: sirve al enriquecimiento de un 1% de las personas en detrimento del otro 99% y del planeta. Este enfoque empresarial me parece obsceno porque provoca efectos colaterales perversos que vengo nombrando como "sufrimiento innecesario" en las organizaciones productivas tales como: desmotivación, psicopatologías, fuga de talento y lo que conocemos como un "círculo vicioso" que se expande como la mancha de petróleo del Prestige en el Atlántico.




Salir del "círculo vicioso" exige un cambio empresarial que no se producirá sino inducido por una masa crítica de ciudadanos que -inspirados por un propósito trascendente- empujen las empresas en la dirección del bien común del que hablé ayer ante profesionales, empresarios, gerentes, emprendedores y curiosos ávidos de escuchar un anhelo que todos llevamos dentro: ¡es posible hacer las cosas de otro modo! ¡Pongámonos en marcha!




Propongo un cambio en el ámbito productivo, dirección botton-up (de abajo hacia arriba), apalancando en los equipos en la convicción de que juntos volaremos más alto y nos dejaremos menos pelos en la gatera. La sal y pimienta del cambio ha de ser el propósito trascendente de construir una sociedad mejor y para todos en la creencia de que en realidad las opciones son dos: destrucción o evolución de la humanidad.

Esta semana he trabajado con dos grupos de personas, en comunidades autónomas diferentes, con perfiles y entornos diversos. Sin embargo, el feedback recibido en ambos casos ha sido abrumador en el sentido de que los profesionales agradecen recibir un gramo de esperanza más que el yonki un gramo de cocaína. Los datos son básicos para realizar diagnósticos certeros. La reflexividad resulta necesaria para cuestionar el status quo. El coraje es imprescindible para abordar el cambio, pero el alma... ¡ay el alma! se alimenta de esperanza y es desde ahí que conviene que avancemos juntos hacia un nuevo modelo de relaciones que configure un nuevo modelo productivo, que derive a un nuevo modelo económico, que ponga al cliente en el centro del negocio, atempere las prisas del beneficio inmediato, amortigue los riesgos del capitalismo financiero, y termine con el "circulo vicioso" que está haciendo añicos a los profesionales en forma de patologías, absentismo y pérdida de esperanza. 

Todos estamos integrados en equipos de trabajo y es ahí donde la cooperación, la colaboración, la ayuda mutua, el altruismo recíproco, el dar y recibir, la empatía, la escucha de calidad, la suma de talento y la multiplicación del potencial desde la diferencia transforma los grupos en equipos prototipando la evolución de la especie en un ganar-ganar de todos los implicados: trabajadores, accionistas, stakeholders y el planeta. ¡Pongámonos manos a la obra! porque la sencilla y brutal verdad es que una masa crítica de ciudadanos tomando decisiones (conscientes y responsables) y actuando con un propósito trascendente (inclusivo y ético) sería lluvia para el reseco mundo. Pura esperanza ¿no les parece? 


  • Información colateral de interés: el ideólogo del Bien Común, Christian Felber, estará en San Sebastián (Palacio de Aiete) el día 17 de diciembre 2015 y pronunciará una conferencia en castellano. Entrada gratuita. Toda la información en los links adjuntos:  Economía del Bien Común + Donostia Kultura


sábado, 17 de octubre de 2015

Cambiar el Mundo ¿Es de Locos?


Estudio los entresijos de las empresas que han triunfado en busca de aprendizajes que se puedan aplicar a las organizaciones en las que trabajo. Entre otras, hoy leo la construcción-deconstrucción de Apple y su convulsa relación con Steve Jobs en cuyas declaraciones compruebo ¡que estoy loca!

No es algo que me desagrade, sobre todo al profundizar en el contexto en el que el magnate del sector informático formuló su diagnóstico de locura: anhelo de algunas personas de cambiar el mundo a mejor.

 

La frase aparece en la página 217 del libro publicado en septiembre 2015 titulado Liderar para el bien común, escrito por Javier García y Luis Huete, un consultor y docente con quien tuve el honor de coincidir en un congreso desarrollado en el Palacio de Miramar (San Sebastián) en el año 2013.

Además de la frase irreverente de Jobs, el volumen contiene mucho conocimiento y la sabiduría de quien interviene en las empresas y conoce su compleja realidad.

Dado que en los últimos años recibo algunos encargos formativos, me permito recordar la estadística: los humanos recordamos un 80% de lo que nos enseñan si además de ver, escuchar y leer algo nuevo ¡lo hacemos! así que planteo actividades que son una reflexión para la acción, una teoría (40%) para la práctica (60%), una provocación que busca una transformación y un enfoque co-co-co... ¡definitivamente colaborativo! que anhela el bien común, en palabras del profesor de IESE Business School.

Lo colaborativo no es sino la búsqueda del bien común
¡también en las empresas!


Leo este volumen al mismo tiempo que preparo un workshop para profesionales de un perfil emprendedor, creativo y gestor, tres pulsiones esenciales para triunfar en los negocios. Los emprendedores centrados en la acción; los creativos focalizados en idear nuevos productos y servicios y finalmente los gestores ocupándose de hacer todo ello viable y sostenible.

El libro me está gustando mucho: está acribillado de anotaciones en los márgenes y pasará a formar parte de la estantería vip del despacho donde acumulo los ensayos de especial interés para el mundo empresarial, sus líderes y equipos.


La perversión de la búsqueda del bien común
está acabando con nuestra civilización
  

Pero la magia no está en que me guste ni en que se trate de un gran libro, sino en que me ha permitido unir algunas piezas de un puzzle que trato de completar desde hace más de diez años.

Mi obsesión por los equipos (liderazgo compartido) responde a un enfoque horizontal y paritario de derechos, deberes, triunfos y fracasos y -sobre todo- responde a la búsqueda del bien común (Huete), del win-win (Covey), win for all (John Croft), del ego-system al eco-system (Otto Scharmer), la quinta disciplina (Peter Senge), la economía del bien común (Christian Felber) y del "amarás al prójimo como a ti mismo" en el que me educaron. La perversión de este simple precepto está acabando con nuestra civilización, produce infinito sufrimiento en las organizaciones y corrompe el potencial. Una de las claves que propongo para atajar este desastre es la creación de equipos de trabajo como prototipos colaborativos que cambien a mejor las empresas y la sociedad. ¡Poco importa que para algunos este anhelo sea un síntoma de locura!


lunes, 12 de octubre de 2015

El secreto del liderazgo ¡escuchar!


No sé ustedes... pero yo deseo pasar el resto de mi existencia en el futuro mientras goce del privilegio de estar viva. Y dado que el presente resulta gris tirando a negro, me gustaría que el futuro hacia el que me dirijo fuese mejor. Mejor. ¿En qué sentido? ¿Desde qué perspectiva? ¿En qué contexto?

Soy consciente de mi pequeñez -menos que un grano de avena en un silo boliviano- por lo que me ajusto a la mesura de mi área de influencia ¡mi oficio! 

En los últimos trece años me he especializado en desarrollar el liderazgo de las organizaciones, los equipos y los directivos en sectores industriales.

Esta expertise -unida a once mil horas de trabajo directo con profesionales- ha propiciado que el mercado me "detecte" como una consultora senior que posee algunas hipótesis contrastadas ¡que funcionan! Ahora bien, he de confesar que mis ideas están en permanente revisión sometidas al vaivén del cambio y la permanencia, dos fuerzas de las que pende el equilibrio individual y colectivo.




¿Qué  me apasiona de este oficio? ¿Por qué me desfondo en la tarea? Además de ser una actividad remunerada, es una vocación cuyo propósito es mejorar el mundo desde el área empresarial, evitando el sufrimiento innecesario en la certeza de que sus efectos ¡son devastadores! 

En primer lugar, porque donde hay sufrimiento no hay gozo y por lo tanto no se propicia el desarrollo del talento ¡que tanta falta hace! En segundo lugar, porque el sufrimiento deriva con facilidad hacia el desánimo -más contagioso que la peste- que corroe el clima laboral de los equipos y las organizaciones. En tercer y último lugar, porque se transforma en absentismo que en 2014 alcanzó pérdidas económicas por valor de 9.200 millones de euros, informa Adecco.  

Anhelando encontrar soluciones a esta "hemorragia", he buscado los mejores expertos y metodologías, las he llevado a las empresas y probado hasta alcanzar unos patrones de eficacia. Es de éstas "prácticas virtuosas" de lo que hablaré en Zaragoza el viernes día 23 de este mes por encargo de Ibercide-Ibercaja cuyos rostros son Mayte Santos y Alberto Pérez volcados en contribuir al desarrollo de un vigoroso tejido industrial aragonés. 

El taller (de tres horas de duración) es abierto y cualquier empresario, directivo, emprendedor o profesional que quiera acercarse será bienvenido. Voy con la intención de enseñar y aprender, de dar y recibir, de hablar y escuchar. Escuchar como una de las claves de aproximación al futuro que emerge. Escuchar las tendencias del mercado. Escuchar la necesidad de transferir la gestión empresarial de la primera a la segunda generación. Escuchar las necesidades de los profesionales para detectar el talento y ubicarlo en el lugar de máxima eficacia (rendimiento y satisfacción). Escuchar la pulsión de los equipos que lideramos y están vivos como un átomo que evoluciona o involuciona dependiendo en gran parte del líder, porque hasta un 45% de los resultados que alcanza una empresa dependen de la calidad del liderazgo...




Preparo el taller con primor porque acudiran algunos empresarios y directivos que ya han pasado por las formaciones que he impartido en Ibercide, así como muchos de los amigos que he venido cultivando en Zaragoza. Y pongo esmero en la certeza de que también descubriré a otras personas cuyas inquietudes y zozobras importan.

Finalmente irán conmigo mis creencias: entre el cielo y la tierra... ¡el hombre!  El hombre y una maleta de sueños en espera de hacerse realidad. En mi maleta (y entre otros) el sueño de erradicar el sufrimiento innecesario en las empresas ¿cómo? potenciando el desarrollo de la "inteligencia colectiva" de los equipos, descubriendo cómo se contruyen y lideran. ¡Nos vemos el viernes 23 de octubre en el Monasterio de Cogullada, Zaragoza!  (*)


(*)  El taller servirá de "muestra" y presentación al curso de seis meses que se desarrollará en Zaragoza un fin de semana al mes -entre noviembre 2015 y abril 2016- centrado en los equipos de trabajo como elemento clave de la transformación empresarial. Toda la información pinchando aquí.


viernes, 9 de octubre de 2015

Empresas que avanzan ¿cómo lo hacen?


Vivo para aprender y -aunque con frecuencia me cuestiono si queda en mí algún poso de lo mucho leído, escrito y estudiado- sigo anhelando ser una anciana sabia. Así que dejo que avance mi canoso pelo y hago cuanto puedo por mejorar en mi oficio. 

Hoy he hallado sentido a aquella recomendación según la cual "... si quieres aprender algo debes enseñarlo..." al menos por dos razones:




La primera, porque ante el desafío de compartir con otras personas aquello que has descubierto, te obligas a poner orden en tu caos mental que -en mi caso- se alimenta de variopintas formaciones, lecturas y mentores que me han traído hasta el hoy tras cuarenta años de persistencia en el empeño. Poner orden en el caos a través de la escritura y preparación de materiales que han de ser comprensibles y consecuentes en sus propuestas teórico-prácticas además de estar alineados con los valores que importan.

La segunda razón es que siempre aprendes tanto o más de lo que enseñas ya que si bien el papel (la teoría) lo aguanta todo, es en las dinámicas participativas (la práctica) donde descubres lo que realmente funciona y puedes ir desestimando aquello que resulta una entelequia.




Cuando termina un encargo de facilitación con una empresa-cliente dedico algunas horas a reflexionar sobre el proceso: ¿Qué les ha resultado interesante? ¿En qué conceptos y propuestas han encontrado verdadera utilidad? ¿Dónde nos hemos atascado? ¿Con qué se han identificado? ¿Qué hubiera podido ser mejor? ... Para el análisis cuento con los datos que facilitan los participantes -en feedback anónimo y escrito- así como de mis propios indicadores, sensaciones y observaciones. Y de esta rústica manera voy puliendo mi oficio y quiero pensar que voy siendo capaz de aportar un poquito más y mejor.

En una de las últimas intervenciones con una empresa-cliente (200 trabajadores en plantilla) pedí que se creara un "equipo de documentación" que recogiese la experiencia que íbamos a compartir durante dos días. Se ofrecieron voluntariamente cuatro personas: Ángel, Miguel, Pepe y Sofia y es gracias a ellos que tenemos un fantástico material.




Además de sentir un profundo agradecimiento por el gozo de haber vivido la experiencia, del aprendizaje compartido, de la profundidad de los desafíos que se plantearon, de la calidez de los participantes y de la energía en sala... Tiene un valor excepcional contar con unos materiales que reflejan su vivencia ¡lo que de verdad importa! plasmada en el manual, las fotografías y los vídeos.

Las empresas-cliente son las dueñas del proceso y las que más saben de su organización: de dónde vienen, dónde están y a dónde se dirigen. Precioso. Mi oficio de facilitadora de procesos de cambio organizacional es precioso aunque en ocasiones se produzcan momentos "disruptivos" en los que el entusiasmo y la conectividad de los participantes me obliguen a subirme en una silla y tocar la campanita para reagruparnos en plenario (momento que recoge la fotografía) para continuar profundizando en el diseño de un futuro deseado e integrador. 
  



La simplicidad es la máxima sofisticación.
Leonardo Da Vinci.


domingo, 4 de octubre de 2015

¿Cómo diseñar proyectos exitosos?


La primera vez que oí hablar de la metodología para el diseño de proyectos Dragon Dreaming (Sueño del Dragón) me pareció que un nombre tan... ¿exótico? sería rechazado en mi entorno profesional sin darle la más mínima oportunidad de mostrar su potencial...

La persona que citó Dragon Dreaming era  Inma Navarro, una española afincada en Edimburgo (Escocia), que por encima de otras valiosas consideraciones es una oteadora mundial de tendencias para la evolución de los humanos. 

Como en tantas ocasiones, tuve la suerte de que Inma formara parte del alumnado de una de las formaciones que entonces yo impartía en San Sebastián centrada en el mundo de los equipos. Mi suerte consistió en escuchar, disfrutar y alentar sus aportaciones a BetaLab, el "laboratorio en beta" en el que enseñar y aprender, teorizar y practicar, dar y recibir configuraban un círculo que pretendía virtuoso y satisfactorio para todas las partes implicadas, lo que en términos anglosajones es conocido como un win-win (ganar-ganar).




Con el tiempo Inma y yo hemos cultivado una amistad intermitente (como la vida misma) aunque alentadora en los momentos de zozobra en los que nos hemos nutrido mutuamente de lecturas, consejos y paseos por la playa (en la fotografía en Ondarreta, San Sebastián). Y en el trasiego de nuestras conversaciones y cafés se forjó un sueño que se ha hecho realidad: Inma y Luna Marcen han impartido en la capital guipuzcoana un taller-presentación de la metodología Dragon Dreaming que fascinó a los participantes cuya evaluación escrita superó el nueve sobre diez. Además expresaron su deseo de profundizar en la metodología DD que debemos a John Croft, algo que estudiaremos con entusiasmo y enfoque win-win-win. ¿ganar-ganar-ganar? Sí, porque John Croft junto al crecimiento personal y a crear comunidad, incluye la integración del todo, es decir: el amor por la tierra y cuanto en ella existe.




El taller fue co-facilitado por Luna Marcen -una de las personas más forjadas en la metodología DD en nuestro país- que lo vive con entusiasmo ilimitado en la certeza de que para el éxito de cualquier proyecto emprendedor resulta esencial estar cien por cien presente y cien por cien observador (binomio hablar-escuchar). Luna ruge con fuerza sus creencias que transmite oralmente y en el papelógrafo (en la fotografía): "... si un proyecto te conecta con tu esencia... bailarás con los dragones de los demás miembros del equipo, pero si no conecta con aquello que os une... lucharás con los dragones de los otros."



Por lo que a mi respecta -en calidad de organizadora del encuentro- estoy muy agradecida a la generosidad de Luna e Inma que vinieron a San Sebastián desde Madrid y Edimburgo guiadas tan solo por el entusiasmo de compartir (ya que el taller fue gratuito y fantástico en todos los sentidos).

Personalmente he de estudiar, profundizar e integrar la metodología junto a otras que resuenan en mi: el enfoque sistémico de las organizaciones (Weber y Hellinger), la estructura de fondo de los roles Belbin, el coaching de equipos de Alain Cardon, la psicología social y del trabajo de Sabino Ayestarán y sobre todo la Teoría U de Otto Scharmer (MIT). Realizar el compost de aquellos aspectos que comparten las diversas metodologías contemporáneas para el entrenamiento de equipos me llevará algunos meses (acaso años) ya que he de chequearlo en la realidad de los proyectos-cliente. En cualquier caso me encanta la simplicidad fractal de los cuatro ejes que vertebran el diseño y despliegue de proyectos con la metodología Dragon Dreaming: soñar, planificar, actuar y ¡celebrar! ¿Celebrar? 


"Celebrar" para re-conectar con la fuerza del sueño 
que nos llevo a poner en marcha el proyecto. John Croft.