martes, 6 de diciembre de 2016

Organizaciones que no quieren organizarse



Está siendo un final de año duro por la cantidad y complejidad de proyectos en los que al profundizar en busca del origen de las cosas encuentro mucho dolor atrapado en las organizaciones que a veces no quieren organizarse.

El intenso final de año amenaza con prolongarse al menos durante el primer semestre del 2017 si es que no ha venido para quedarse. Al menos aporta una curva alta de aprendizaje y cierto sosiego económico. Pero se cobra un precio caro al punto de que acabo mis jornadas maltrecha y he de escaparme al bosquecillo cercano para reponer el cuerpo y -sobre todo- el alma.

Sabido es que en conferencias y congresos repito la idea de que: "Entre el cielo y la tierra está el hombre portando una maleta de sueños en espera de hacerse realidad". Pues bien, uno de mis sueños es ser feliz en el día a día para lo que movilizo todos los recursos a mi alcance -por modestos que sean- y normalmente ¡funciona!

Esta tarde me he internado en el bosquecillo, he atrapado muchas hojas con mis manos y las he lanzado jubilosamente al aire riéndome a carcajadas de semejantes excentricidad de "niña traviesa" en un cuerpo de "anciana canosa". Las fotografías muestran el momento uno y momento dos de la humilde escena, en Aiete, San Sebastián, mi tierra.



Naturaleza y Silencio
¡La única medicina!


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