domingo, 29 de enero de 2017

Sincronicidad


El domingo, a las tres de la tarde, mi hija y yo asistimos al estreno de la película The Man en el marco del Festival Internacional de Cine de Rotterdam. Lo pasamos bien, e incluso participamos en el debate posterior al que asistieron la guionista y los actores principales. Después nos fuimos a tomar un batido de fruta. Ella en Londres -donde vive y trabaja- yo en San Sebastián, mi ciudad de adopción. 

La escena pudiera haberse dado en cualquiera de las otras 47 ciudades europeas que emitieron la película en streaming. En San Sebastián la proyección fue en Tabakalera (Centro Internacional de Cultura Contemporánea) donde un centenar de personas nos acompasamos a la marea de miles de espectadores europeos interesados en participar en experiencias que ocurren al mismo tiempo en lugares diferentes del planeta.




Pude comprobar que el cine ya no es en blanco y negro ni utilizan piano para la ambientación musical. Hacía tanto tiempo que no acudía a un evento como este que una amiga me hizo esa broma cuando le comenté la intensidad del film que aborda las secuelas de una separación matrimonial; la maternidad/paternidad de por vida; el carácter narcisista de los genios (no sólo de los genios); y la decandencia de valores básicos como la responsabilidad tratados con buen ritmo, bellas imágenes y vistas espectaculares de la ciudad de Copenhague donde se desarrolla la historia.

Después del batido de fruta me di una vuelta por la exposición de uno de los 49 mejores fotógrafos del mundo, Alberto Schommer. Disfruté y recordé momentos de la historia reciente de nuestro país en los que yo también hacía crónicas de las primeras manifestaciones, del primer lehendakari del gobierno vasco y de figuras como Eduardo Chillida, cuyo retrato psicológico me gustó ¡qué fuerza!




  
Al día siguiente comencé la jornada en una empresa vasca del sector industrial expandida por todo el planeta. Llegué un poco antes de la hora prevista, así que tuve que esperar unos minutos en el hall donde una eficiente recepcionista atiende varios teléfonos, en varios idiomas, ubica a los visitantes por plantas y secciones, entrega informes a quien se los pide, sonríe y -de vez en cuando- desaparece al fondo del pasillo donde hay una máquina de café. 

Mientras esperaba en el hall -ante una decena de relojes- repasé por cuarta vez el orden del día previsto para la reunión. Después miré la hora: casi las diez de la mañana, en España, pero las seis en Tokio, las tres de la tarde en México, las dos y media en Delhi y las cinco en Shangai. Seguro que en todas las plantas alguien anhela propiciar cambios intencionales en las organizaciones productivas al mismo tiempo y en streaming. ¡Vértigo en el siglo XXI!

  

viernes, 27 de enero de 2017

Del laberinto al treinta



Del laberinto de la "internacionalización" a las treinta recomendaciones de Jon Segovia para expandir una empresa más allá de nuestras fronteras, en un acto organizado por la Deusto Business School (campus de San Sebastián), al que acudimos sesenta profesionales especializados en el trabajo con personas. Entre otras empresas, Orona e Irizar-.




El mejor entrenamiento para los directivos del futuro 
es vivir una experiencia de expatriación.


La decana Cristina Zabala presentó al ponente con pinceladas de gran trazo que propiciaron la receptividad de los asistentes. Jon Segovia, profesor de la Deusto Business School, es Doctor en Ingeniería Industrial y ha desarrollado su carrera profesional como Director General en Sudamérica para diferentes multinacionales.

El despliegue conceptual del ponente vino a confirmar su expertise en América del Sur y a poner de relieve que muchas de sus afirmaciones son extrapolables a Europa y otros continentes, aunque no todas. Pero... en definitiva ¿qué aprendimos del experto que resulte de utilidad a los empresarios y profesionales senior y júnior interesados en internacionalizar?

Segovia dejó claro que el mejor entrenamiento para los directivos del futuro es vivir una experiencia de expatriación y hacerlo cuanto antes. Mejor con 25 años y soltero que más tarde ya casado y con hijos, por varias razones de sentido común: menor aversión a los cambios y menor complejidad de aterrizaje en el país de expatriación a la hora de buscar un empleo al cónyuge y un colegio a los niños.




De la correcta elección de un candidato
depende (en gran parte)
el éxito o fracaso de la internacionalización de una empresa.



El profesor de la Deusto Business School ofreció una clase magistral en la que detalló cuestiones vinculadas a la remuneración, la fiscalidad, el período vacacional y la sociología de la expatriación y -al cierre de la conferencia- aportó nueve recomendaciones que todas las empresas debieran considerar antes de enviar a un profesional allende los mares para crear una unidad de negocio o expandir la empresa. Veamos cuáles son: elegir muy bien al candidato (carácter resilente y valores por encima de conocimiento) + Estipular detalladamente el contrato antes de emigrar +  No dejarse presionar por los Directores de Operaciones y tomarse el tiempo necesario para los puntos uno y dos +  Si los candidatos viajan con la familia hay que tenerlo muy en cuenta + Ser flexibles con las vacaciones + Dado que el "coste" del expatriado es alto ¡hay que acertar con el candidato a la primera! +  Controlar su despliegue + Apoyar al profesional ya que la soledad y el desarraigo son muy fuertes y -finalmente- tener sensibilidad tras su repatriación y aprovechar todo lo que el profesional haya aprendido fuera. 


   

jueves, 26 de enero de 2017

La escritura como pretexto


Microrrelato. Vivo unos meses intensos, cargados de proyectos exigentes que me obligan a viajar, a dedicarles muchas horas (casi todas) y que presentan una curva de aprendizaje alta para mí.

Estoy agradecida, pero siento vértigo. De vez en cuando una actividad me llena plenamente ¡porque sí! hoy, sin ir más lejos, en el taller de escritura que facilito en San Sebastián.




Muy agradecida a la magia de sus creaciones y a la vulnerabilidad que se muestra en forma de relatos escritos sin censura y contrarreloj en nuestro espacio de 17.00 a 19.00. ¡Son fantásticos!

domingo, 22 de enero de 2017

Transformar comienza por ¡Cambiar!




Este fin de semana he estado trabajando con empresarios, directivos y profesionales de diversos sectores gracias a Ibercaja, mi partner en Aragón. Todo comenzó con Mario, el ermitaño, en la tercera jornada pedagógica sobre la Construcción de Equipos para Transformar las Organizaciones.

Mario habita una caracola abandonada en el fondo marino hasta que se le queda pequeña y entonces se propone un cambio, qué digo... ¡un Cambio! con C mayúscula como la que le acompaña en la fotografía.

La inocente metáfora se queda en la memoria de los profesionales mucho más tiempo que la pura transmisión verbal del concepto "cambio" que -según Heráclito- es lo único permanente. Así que (obsesionada por aportar) me rodeo de artilugios-metáfora que representan conceptos esenciales para el ejercicio del liderazgo. En la fotografía inferior vemos a Beto, Javier y Miguel Ángel practicando la reflexividad (Michael West, Universidad de Lancaster) para alcanzar conclusiones que a través de "cambios intencionales" les lleven a mejoras en su manera de gestionar mientras permanecen a la escucha del mercado y los clientes sin olvidar la propia visión empresarial.




El cambio es la piedra filosofal de la transformación personal, profesional y empresarial, y la probabilidad de que un cambio fructifique -según el decano de Oxford, Theodore Zeldin- responde a la fórmula: E =  C   x    A. (E) Eficacia del cambio igual a la (C) calidad de las soluciones técnicas acometidas multiplicado por la (A) actitud (compromiso) de las personas que han de llevarlo a cabo. Santos -un directivo del sector informático- aportó su experiencia con comerciales a los que facilita la última tecnología del mercado que no utilizan (porque temen ser hiper-controlados). ¿Resultado? por más sofisticado y de vanguardia que sea, el cambio tecnológico no sirve si no va acompañado de una actitud positiva, receptiva, abierta y comprometida de las personas que han de implementarlo.

Finalmente en nuestro grupo de aprendizaje gustó la diferenciación entre los cambios intencionales (que pones voluntariamente en marcha) y los adaptativos (que te ves obligado a asumir). Quedamos persuadidos de que el cambio intencional es recomendable por varias razones: te permite planificar + eliges cuándo lo realizarás, cómo, con quién y para qué + te permite ir un paso por delante + debido a las razones anteriores, se incrementa la probabilidad de que salga bien. Los empresarios, directivos y profesionales de Aragón y yo nos reuniremos en febrero para seguir construyendo equipos que transformen las organizaciones. 



¿Qué "cambios intencionales"
ha puesto en marcha en los últimos seis meses?


jueves, 19 de enero de 2017

David contra Goliat, una historia real




Aún no tengo el pelo tan largo como esta mujer, aunque me lo estoy dejando crecer para desesperación de mis amigos más convencionales.

A veces me hago un mini-moño como el de esta onna bugeisha, samurai japonesa entrenada en el arte de la defensa. Todavía no uso más armas de corte, sólo el dardo de la palabra aliñado con mis pequeñas certezas -digamos mi dignidad y mi ética- a las que zarandean a base de bien los poderosos. No todos. Algunos.

Hoy he caminado sobre la cuerda floja de la zozobra en conversación telefónica con un responsable de recursos humanos del sector industrial. Me incomoda profundamente la falta de respeto por el tiempo, el trabajo, el conocimiento, el método y el proceso de entrenar a la alta dirección de un consejo de administración. Y me desanima hasta el hastío tener que bregar para que te abonen el kilometraje, por ejemplo. Sabido es que la posición de emprendedora-bonsái es una miniatura frente a colosos como las multinacionales, y que la cuenta de explotación de las empresas queda más mona si se arañan céntimos del bolsillo de los "proveedores" de servicios -yo, sin ir más lejos-.




El caso es que hoy he tenido que luchar como una samurai frente al muro de la indecencia, de las lamentaciones y del regateo. Pudiéramos decir que he ganado la batalla a base de puro y sobrio dato argumental, pero me he quedado tan triste y desfondada que voy a renunciar al proyecto porque los que te piden que cambies su empresa en realidad no quieren cambiar nada. ¡Menos mal que hay otros proyectos menos encorsetados y feudales! mañana y pasado (viernes y sábado) estaré en Zaragoza con un grupo fabuloso de empresarios, directivos y profesionales genuinamente interesados en aprender-aportar-compartir-disfrutar y crecer para cambiar el mundo un poquito cada vez.


martes, 17 de enero de 2017

El viaje



En San Sebastián las palomas buscaban comida en la estación ferroviaria de El Topo. En Inchaurrondo las ovejas rumiaban su destino -verde y húmedo tras varios días de temporal-. Una pasajera a mi derecha se maquillaba con esmero, otra repasaba sus mensajes de telefonía móvil; un tercero comía un tentempié; el cuarto leía y más allá un joven dormitaba.

En Herrera no se ha subido nadie en mi vagón aunque se ha bajado un hombre con un perrito. La estación de Pasajes estaba en mitad del pueblo y el tibio sol del mediodía secaba la ropa en los balcones.

La batería de mi cámara iba al 64% así que no podía tomar muchas fotografías antes de llegar a mi destino. En Rentería la mujer que iba a mi izquierda se ha puesto a liar un cigarrillo que ha encendido tan pronto a puesto un pie en el andén de Fanderia y el chico dormido se ha pasado de estación.


En Oyarzun un repartidor con carrito buzoneaba propaganda. En Ventas han aparecido de nuevo las ovejas. Después hemos ido un tramo en paralelo a la carretera y nos ha sobrepasado un camión de Uvesco. Mi convoy iba a ocho grados centígrados a las 14.28 del mediodía y de la nada ha emergido un pabellón de Solbes Gourmet. Poco después he llegado a mi destino.



El viaje continuaba a pie hasta el parque industrial que comenzaba en el pabellón número 78 por la derecha donde había varias empresas de mecanizado y soldadura. Yo iba cargada con los artilugios de trabajo y el peso frenaba mi avance impulsado por la ilusión de descubrir una empresa nueva, de aprender y enseñar a profesionales reflexivos con "hambre de mejora". A las 15.05 conocía a los mandos intermedios entorno a una mesa de juntas donde ya estaba todo preparado. Fuera, el taller, las cocheras y el limonero.





El contenido de la jornada cae en el cofre de la confidencialidad del que -sin embargo- rescato algunos impactos de inspiración con los que he regresado a casa cuando ya era de noche y las estaciones de tren estaban cubiertas de sal para evitar resbalones sobre el hielo.

En el despacho del director general un San Fermín preside la toma de decisiones al máximo nivel honrando el origen navarro de los propietarios. En la vitrina hay una colección -propia de un museo- con más de cien autobuses diminutos de todos los lugares del planeta atesorados durante décadas por un empresario de raza que ama su oficio. Finalmente varias filas de fotografías testifican el pasado de una firma familiar que siendo pequeña (49 trabajadores) es grande en calidad de relaciones interpersonales y supervivencia en tiempos de combate.

Llego a casa agradecida por el lujo de conocer proyectos y personas que luchan cada jornada por hacer las cosas bien (una y otra vez) y por apoyarse mutuamente en cálidas relaciones de interdependencia

domingo, 15 de enero de 2017

Master de Negocios Gratuito



"Mesas de estudio para usuarios de 6 a 12 años", informa un cartel azul en la biblioteca de la Casa de Cultura de Aiete (San Sebastián) donde paso dos horas estudiando la prensa económica internacional. Ocupo una de las sillas de usuario "6 a 12 años" y transgredo la norma. ¿Por qué lo hago? Porque el espacio dedicado a los adultos está colapsado de personas, porque la energía de los más pequeños es juguetona y refrescante para mí, y porque ¡me encanta observarles en su salsa!


Frente a mi hay dos gemelos que siendo iguales resultan distintos: uno está centrado en la lectura de un Atlas (con mucho dibujo y poco texto), en tanto que el otro ha apilado varios libros y se dedica a configurar formas en vertical, horizontal y hasta inclinados ¡plas, plas, plas! oigo mientras le observo por encima de mis gafas, por encima de las páginas sepia, por encima de la sonrisa contenida...

Fuera de la biblioteca llueve y un viento huracanado sopla como en días anteriores, lo que me recuerda el destrozo del jardín  donde ha derribado algunos árboles y roto algunas macetas de rosales... Uno de los gemelos permanece atento al Atlas como si le mostrase las maravillas del mundo en tres dimensiones. Sin embargo el otro se levanta cada... cinco-diez minutos y trae más libros -no alcanzo a saber cuántos porque no quiero que se de cuenta de mi observación y se inhiba- ¡muchos libros con los que construye formas!


Yo avanzo hacia la página 40 de El País (economía) donde se ofrece un MBA (máster de negocios) gratuito que hasta hace un año costaba noventa mil dólares para quienes no fueran estadounidenses. Leo la noticia, descubro que se trata de la Universidad de Arizona, y me quedo con la esencia que expresa el decano: buscan la diversidad geográfica, de especialidades y perfiles porque quieren atraer a líderes que mejoren el mundo. Los primeros resultados de esta iniciativa ya se conocen: un 48% de los estudiantes son graduados en humanidades, ciencias sociales o exactas (perfiles atípicos en los MBA), y el número de países representados se ha multiplicado por tres.

En España uno de cada diez trabajadores es extranjero -informa Randstad- y aumentando... con el matiz de que los extranjeros que se instalan en nuestro país en el 2017 poseen cada vez más una formación media-alta. Esta realidad -sometida a investigación desde las evidencias- está mostrando que la multiculturalidad propicia innovación en los enfoques de negocio y eficaz aproximación al cliente, lo que lleva a un directivo de Canon España a afirmar que:  la diversidad cultural de las plantillas es una fuente de riqueza para las organizaciones.

Los gemelos siguen en mi mesa o expresado con mayor precisión: yo sigo en su mesa (6 a 12 años). Parecen iguales y son distintos. Finalmente viene el padre y se los lleva a comer a la casa de la abuela. Se ponen las bufandas, recogen los paraguas desparramados por el suelo, y se marchan tan contentos sin saber que son protagonistas de esta historia presagia la tormenta perfecta -como dice mi amigo Andoitz-...

sábado, 7 de enero de 2017

Inflación de Ego


"La falta de sinceridad corroe los cimientos de los equipos", leo junto a la chimenea hasta hace un rato salpicada de adornos navideños. Se trata de la séptima lectura del libro Remando Juntos, de Germán de Nicolás, uno de esos tres libros de obligada lectura en todas mis formaciones, seminarios, talleres y empresas interesadas realmente en aprender el bello arte de cooperar.

Siete lecturas desde el año 2007, fecha de la que datan los primeros subrayados de color azul a los que han seguido los verdes, rojos... y -ahora- en grueso naranja. El libro tiene casi tanto texto manuscrito a pie de página y en los márgenes como imprimido originalmente. Eso me recuerda a Rafa, un empresario que decía disfrutar tanto de mis comentarios como del texto de los libros de management que le prestaba...

"La falta de sinceridad corroe los cimientos de los equipos", releo junto a la chimenea de la que he retirado todos los adornos hasta el año que viene -suponiendo que esté viva y que sea la anfitriona del festejo familiar-. Pero aún queda un día antes de escuchar el simbólico disparo de salida hacia el maratón laboral del 2017 que se presenta cuajado de desafíos calientes y fríos como la escarcha de mi paseo matinal.




Los lugareños apilan leña en el bosque y pasan a recogerla con un remolque unos días después. La más apreciada es la de encina. Es una tradición que se repite desde tiempo inmemorial a la que llaman "la suerte" porque en verdad sortean las zonas del monte de cada término municipal y es el azar el que otorga a cada vecino más o menos leña para calentar el crudo invierno en la campiña.

En la naturaleza aún funciona cierta selección natural y no sirven las bobadas: el frío golpea con violencia, el viento corta los labios y en pocas horas de caminata te agotas y conviertes en un alfeñique con el que pueden acabar dos lobos hambrientos e incluso un jabalí rabioso, herido o con crías. En este contexto el ser humano pierde la falsa grandeza que propician los aviones, coches, ascensores, calefacciones, dispositivos móviles, ordenadores ultraligeros y resto de artilugios que provocan una inflación del ego y nos alejan de la naturaleza, de nosotros mismos y de la verdad. 




Hemos desconectado de la naturaleza y nos hemos fragmentado como humanos bajo la tiranía de la cabeza. Enajenados, confundidos y sofisticadamente anestesiados nos alejamos de aquello de lo que formamos parte: las montañas, los árboles, los ríos...

Trabajar en equipo es aprender a cooperar, subrayo en naranja-rojo fuego de mi mente para transferir con precisión a los directivos de BBTS e Ibercaja (curso Construir Equipos para Transformar Organizaciones). Reagrupo mi energía: cuerpo, mente y espíritu en conexión con la tierra... Suspiro, escribo, y me dirijo animosamente al maratón del 2017 y sus proyectos.



El clima laboral impacta un 30%
en los resultados empresariales.

Además...

Los equipos se equivocan menos en la toma de decisiones
que los líderes en solitario.


miércoles, 4 de enero de 2017

Jaque mate a lo imposible



Estoy contenta porque tengo un proyecto nuevo. En realidad todavía está en fase beta (pre-diseño) y es precisamente ese magma de potencial en estado puro lo que ¡me fascina! Todo por trazar sobre el papel sin más límite que la cordura. Todo por hacer: imaginar escenarios imposibles y alcanzarlos -a caballo entre el sueño y la estrategia, lo que algunos llaman visión-. 

Esta mañana he visitado una fábrica del sector de la automoción cuyo director general quería explorar posibles colaboraciones. Dejando atrás los cero grados de San Sebastián, me he adentrado en escarcha de los montes de Vizcaya, donde radica la empresa-cliente. Tras registrarme en el control de seguridad y obtener mi pase-identificador, he accedido al edificio principal donde ya me esperaba la directora de recursos humanos. Dos minutos después ha llegado el DG. 

El interior de la fábrica de armas de Trubia.

No les abrumaré con los detalles técnicos de la reunión -sometidos a rigurosa confidencialidad-, pero compartiré que horas después del encuentro mi socio me ha preguntado por qué estaba tan contenta y si realmente había ido tan bien la reunión. ¿Bien? ¡Superbién! -le he dicho- y entonces ha querido que le contase los detalles para descubrir que me entusiasma transformar el potencial gaseoso de los equipos en objetivos líquidos y finalmente en realidades sólidas (como suelo explicar en las escuelas de negocios). ¿Y en concreto? -me ha preguntado con su prosaico enfoque que tanto me ayuda y desespera a la vez-. En concreto hay que diseñar un proceso que haga posible que todos los recursos de la organización funcionen de una manera óptima para lo que necesitaremos: entusiasmo, persistencia, método, ilusión, desafío, inspiración, conocimiento, coraje, medios, espacios y tiempo. Vale, como siempre -ha dicho mi estóico compañero-.

El interior de la fábrica de armas de Trubia.
Y aquí estoy, cincelando la propuesta en fase beta, calibrando la fuerza de la resistencia -que habrá que sortear-. investigando los antecedentes de esos 45 años de historia empresarial, revisando los ratios de rentabilidad operativa y pensando como rebajar el coste industrial...

¡Cómo no sentir mariposas en el estómago! ¡Cómo frenar mis dedos que quieren diseñar-diseñar-diseñar para saltar cuanto antes a la acción y despejar el horizonte haciendo posible lo imposible! Pues no entiendo -dice el flemático- en realidad todavía no ha comenzado el proyecto ¿no? en fin -añade- me voy a hacer los impuestos que este mes toca. ¡Vale! -le contesto- y retomo mi contento...


domingo, 1 de enero de 2017

La hoguera de las vanidades



El zarapito no estaba en su puesto de vigía. Las gaviotas lanzaban su grito de guerra hacia el horizonte impreciso del mar sobre el que se aposentaba un metro de niebla blanca como lana de oveja enganchada en los espinos. El viento empujaba la niebla hacia el interior del océano donde no había un solo carguero en espera de arribar al puerto. En la ascensión montañera la hojarasca estaba cubierta de escarcha blanquecina en los recodos más sombríos. Unas florecillas de color lila habían sobrevivido a la helada nocturna algunos grados bajo cero. Llegamos un poco más lejos de nuestra meta impulsados por el frío y las ganas de alcanzar el sol al otro lado de la montaña, alto, arriba. Caminamos por el sendero al filo del mar (que había que intuir ya que solo se veían algodonosos trazos de blanco de diferente intensidad) y llegamos al sol hacia las diez de la mañana. Siendo el último día del año, no encontramos un solo ser humano con el que cruzar un saludo, aunque descubrimos decenas -acaso centenares- de toperas, dos plumas y un mechón de lana.




Durante el descenso tuve un golpe de júbilo que no puedo explicar. Me alcanzó, lo registré, y no dije nada a mi compañero. De unas matas salía la niebla empujada por el viento y él dijo: parece que arde como una hoguera. Yo permanecí en silencio concentrándome en la bajada -empinada y peligrosa- y pensé "la hoguera de las vanidades" en la que vivimos y de la que solo nos salva el bosque. Siempre. El bosque.

Por la tarde -ya en casa- estuve leyendo al filósofo francés Henri Bergson quien asegura que "el remedio a la vanidad ¡es la risa! (sobre todo de uno mismo)". El Nobel de Literatura del año 1927 también afirma que "la alegría triunfal nos indica por donde discurre la vida (la verdadera vida)".

Cerca de la medianoche (y sin miedo de perder mis zapatos de cristal) me puse a diseñar mis objetivos para el 2017 en una cartulina, como hago desde que vivo en San Sebastián (2002). Se trata de una juguetona "proyección" de imágenes y palabras que descubrí en algún libro de Julia Camerón o Talane Miedaner y que se ha convertido en un ritual lúdico de la Nochevieja.




Terminado el mapa de los deseos -cartulina con el volcado de los objetivos para el año 2017- me desconcierta lo que descubro: poca concreción en mis anhelos, y una presencia abrumadora de bonanza para las personas significativas de mi vida. ¿Seré (al fin) un poco menos egoísta? ¿Tendré preocupaciones ocultas que emergen en el "mapa"? ¿Habré alcanzado casi todo lo que soñé? ¿Me he despistado al realizar el "mapa"? ¿He dejado de creer en su imantado poder de atracción? Siendo todas las preguntas pertinentes, creo que ninguna es del todo cierta. ¿Entonces?

Releo al filósofo y su despliegue del concepto "devenir" cuya definición sintética es "dejar hacer", dejar hacer a través de uno... siendo uno con el Todo... ¡Dejar hacer! Esa es la resonancia que mi inconsciente ha volcado este año en la cartulina rosa. Hago un rulo con el mapa de los deseos. Le pongo una goma elástica y lo guardo con los catorce anteriores. ¡Hecho! Durante el 2017 toca ser un medio-instrumento-canal-herramienta al servicio de... mientras me río y minimizo la hoguera de las vanidades propias y ajenas.