lunes, 26 de junio de 2017

Conmoción en la Fábrica: ¡Acéptame!



"Solo las plantillas diversas tendrán futuro", afirma la presidenta de Microsoft España (Pilar López) en una entrevista reciente concedida al rotativo El País. 



"Las empresas que sobrevivan en el siglo XXI serán aquellas que practiquen de manera permanente la reflexividad", sentencia el profesor Michael West (Universidad de Lancaster).

"Tú no eres como yo, no piensas como yo, y no actúas como yo, pero ¡juntos! vamos más lejos", dejó escrito Meredith Belbin en su Inglaterra natal.

"Donde hay grupúsculos no hay equipos", afirma el consultor francés Alain Cardon. "La falta de honestidad corroe los cimientos de las organizaciones", alerta Germán de Nicolás.

"La gestión del tiempo es necesaria pero no suficiente -matiza la experta norteamericana Linda Stone-, la asignatura pendiente es la gestión de la atención" ¿Cuál es nuestra capacidad de prestar atención a un informe, una persona, una puesta de sol, un dilema, una reunión o un niño?




Si casi todo está escrito... ¿Por qué no hacemos caso y seguimos jugando a la ruleta rusa en las organizaciones productivas? A diario compruebo los efectos perversos de nuestra ceguera: sufrimiento innecesario, erosión y fuga del talento, pérdida de alegría, desgarro, ineficacia e ineficiencia... ¿Por qué?




Supongo que si nos planteasen la ecuación en términos binarios -entre el futuro o la nada- optaríamos por el futuro... creo... a usted ¿qué le parece?

Si elegimos el futuro (que es el lugar en el que pasaremos el resto de nuestra vida) hemos de aceptar la diversidad. Mostraré algunas de las que emergen con mayor fuerza de choque en las empresas: hombre / mujer + directivo senior / directivo júnior + humanista / tecnocrático + liderazgo vertical / liderazgo horizontal + rico / pobre... pero en las fábricas, universidades, hoteles y hospitales ¡os necesito a todos! (título del libro de Loreto Rubio, publicado por la editorial Lid). Todos.

Releo este verano algunos de mis manuales y retomo la profundidad de Bert Hellinger cuyo pensamiento pivota sobre el "principio de pertenencia" a algo de índole superior (una familia, un pueblo, una empresa...) ¡Pertenecer!

No es de extrañar que esta mañana en una dura sesión como mediadora en un conflicto entre dos directivos haya escuchado por ambas partes la petición de ser aceptado / incluido / respetado... Mis directivos no han leído a Pilar López ni a Michael West, ni siquiera a Meredith Belbin ni a Germán de Nicolás, pero la "pertenencia" -unida a la aceptación de la diferencia- son dos puntales sagrados para la convivencia y la construcción de equipos.  Mi oficio de consultora artesana al servicio de la transformación organizacional permite asomarse al abismo y resulta tan hermoso y humano ¡que duele!



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