miércoles, 30 de agosto de 2017

Si volviera a nacer...


Deseo atrapar el tiempo, la poética del instante, el aprendizaje cada vez más efímero sepultado en palabras que se manejan con la frivolidad de quien vende patatas en un viejo camión que recorre los foros mediáticos, las tertulias y los cursos de verano. Acostumbrado el ego a ser aplaudido por casi todo, se rebaja la exigencia intelectual del mensaje, la preparación de la ponencia, el respeto a la ciudadanía que -inocente y confiada- acude con la esperanza de aprender... o eso creo.




La poética del instante o el gozo de los pequeños placeres permite, sin embargo, sacarle chispas a la primera de las tres jornadas del curso Si volviera a nacer en el que tres profesionales de prestigio se suben al estrado para hablar. Los alumnos esperamos que ese "hablar" sea también un "decir" algo útil o inspirador.




No diré que Javier Urra o Francisco Javier Sadaba no tengan una cabeza amueblada de interesantes lecturas y una sólida trayectoria profesional, sin embargo, no se han mostrado hoy brillantes en el Palacio de Miramar (San Sebastián), sino más bien "tirando de oficio", en la seguridad de que saldrán airosos casi de cualquier pregunta o situación. ¡Menos mal que en el aula también se encontraba la escritora Espido Freire! quien ha tenido el coraje de compartir algunos entresijos dolorosos de su biografía y la lucidez de vincularlos al eje temático del curso.




Espido Freire llevaba esta mañana un vestido granate de terciopelo y un bolso a juego en el que portaba algunas propuestas reflexivas: "... La vida se parece a tirar una piedra a un lago, y esa acción hace ondas, ondas, ondas... Quizá hemos venido para ser la piedra... Lo importante es conservar la propia esencia, cuidar tu mensaje, el impacto que provocas en los demás, la huella que dejas atrás...".

Si volviera a nacer... jugaría más, probaría más, perdería el miedo a equivocarme, me reconciliaría con mis errores...  Y una anécdota que me ha gustado: Espido Freire, la gran escritora, la niña prodigio de la literatura, la valiente mujer que comparte desde el eje mismo de su esencia, aprendió oratoria del cura de su pueblo (Llodio, Álava) quien al parecer sabía tanto de religión como del bello arte de contar historias en el que Espiro Freire despliega una admirable maestría. Artículo relacionado: Diario Vasco.


domingo, 27 de agosto de 2017

Inteligencia Social, connecting people!



Por fin  Daniel Goleman reconoce que la inteligencia emocional es necesaria, aunque no suficiente, para liderar. Veintidós años después de hacerse mundialmente famoso por la divulgación de la inteligencia emocional como una competencia esencial del liderazgo, Goleman ha realizado nuevos descubrimientos -que divulga en la Harvard Business Review- según los cuales la biología de los humanos "condiciona" la capacidad de liderazgo de un profesional, lo que vendría a disolver el viejo dilema de si el líder nace o se hace...



La inteligencia social es un wifi neuronal
que resuena con el entorno
y propicia o dificulta la conexión.


Goleman y su equipo ponen en el gran angular mediático: the mirror neurons, spindle cells y oscillators, complejos sistemas que todos llevamos incorporados y que podemos traducir como: neuronas espejo, células fusiformes y osciladores (que emiten ondas). Estas pequeñas partículas de nuestro cerebro son las responsables de que contemos con una poderosa o miserable "inteligencia social" y que -por lo tanto- podamos ascender o descender en el organigrama. He dicho pequeñas partículas y en el caso de las spindle cells -responsables de nuestras intuiciones- son cuatro veces más grandes que el resto de las células cerebrales ¡curioso! ¿no les parece?

Boyatzis, Goleman y sus equipos han estudiado algunos líderes empresariales exitosos alcanzando la conclusión de que se mueven por el mundo con soltura emitiendo sonrisas a quienes se cruzan en su camino, agradeciendo el buen trabajo realizado, haciendo preguntas abiertas que muestras genuino interés por los demás, expresando con tacto y respeto sus discrepancias y -en general- haciendo gala de una conducta amable con el entorno en el que se mueven como pez en el agua mientras se dirigen a la cima.




¡Ah! una última aportación de la Harvard Business Review: la risa es un asunto serio ya que los líderes con inteligencia social -que motivan más y mejor a sus equipos- sonríen y hacen sonreír hasta cuatro veces más que los colegas con exigua inteligencia social. Ya sabe: ¡sonría, por favor! 

La inteligencia social del líder es
el "interruptor motivacional" de su equipo. 



miércoles, 23 de agosto de 2017

Curso de Equipos. XII Edición ¡en marcha!



Tengo un "cuaderno de futuro" al que voy -de vez en cuando- y en el que anoto todos los proyectos profesionales que sueño realizar. Es un cuaderno bonito y colorido que compré en Amsterdam cuando mi hija vivía en los Países Bajos. De eso hace ya algún tiempo... Las páginas se han ido llenando y muchos de los sueños se han hecho realidad como una muestra de la magia de la vida en la que vocación-intención-persistencia-conocimiento-alianzas y destino se conjugan a la perfección.

Uno de los proyectos que registré en el cuaderno fue crear una metodología propia, contemporánea, práctica, escalable, sistémica, profunda y humanista centrada en los equipos de trabajo. La metodología -en formato curso- alcanzará este otoño su décimo segunda edición. Será en Bilbao y lo vivo como un banquete al que invito a los comensales realmente interesados en descubrir cómo se construyen y lideran equipos que transformen las organizaciones. 




Además de seguir un programa que avanza de menor a mayor complejidad intelectual, de abordar al menos tres libros de obligada lectura, de pasar un examen al final de trayecto, de mantener un permanente hilo de aprendizaje a lo largo de cinco meses, de asomarnos a lo más clásico y más moderno de las metodologías que propician la construcción y el liderazgo de los equipos, también creamos cosas juntos. Por ejemplo: dos mapas conceptuales sobre los equipos de trabajo que siguen la inspiración de Tony Buzan:




¿Qué más "hacemos"? En plenario, tríos y parejas compartimos conocimiento de diversos sectores, niveles directivos, experiencia y coyuntura económica. También practicamos la empatía, la escucha profunda, la presencia plena, la complicidad, el humor...


Construir equipos para transformar organizaciones es un curso y un sueño hecho realidad que -siguiendo el método Harvard-  incorpora el estudio de "casos reales", empresas reales y soluciones reales preservando la confidencialidad de los datos facilitados por los compañeros cuya generosidad ¡siempre me sorprende!




Nos hacemos fotos de fin de curso que representan aspectos clave de los equipos de trabajo: el "orgullo de pertenencia" y la cercanía emocional. De alguna manera representamos un "prototipo" escalable a las organizaciones productivas y ¡es hermoso vivirlo!



Abordamos teoría y práctica en el aula y la llevamos de inmediato a las fábricas, despachos, agencias, empresas familiares y multinacionales. Por ejemplo: ¿Cómo se consigue una reunión eficaz? o ¿cómo se alcanzan decisiones colectivas -de manera ágil- sobre temas complejos? ¡Con el diagrama de afinidad!


Aprendemos que la celebración del logro forma parte de los "mediadores emergentes" que van construyendo un equipo y lo hacen evolucionar hacia su máximo potencial... 




Tomamos perspectiva temporal: pasado, presente y futuro de un proyecto, una persona, un equipo, una empresa... Sobre el suelo, utilizamos el modesto soporte de un metro de papel para atrapar los objetivos y ubicarlos en el tiempo...


A veces utilizo la varita mágica para explicar que en las empresas -como en la vida- hay que cambiar lo que puede ser cambiado, aceptar lo que no puede serlo, y tener lucidez para separar una cosa de la otra...




Finalmente cabe preguntarse qué dicen los más de 150 alumnos de las 11 ediciones anteriores del curso Construir Equipos para Transformar Organizaciones. Como síntesis, el feedback anónimo y escrito que completan al término de cada formación otorga una nota media de 9,5 sobre 10 de satisfacción del alumnado, sin duda porque ponen mucho de sí mismos en los encuentros y se crea un clima propicio para aprendizaje compartido. Algunos testimonios:

Sergio Vilalta, Business Development Director at ELT: El curso ¡es la bomba! Desde el minuto uno plantea paradigmas disruptivos que utilizan las empresas exitosas de Europa y Estados Unidos. Es muy intenso en cuanto al aprendizaje y valoro especialmente el sentido del humor y el buen ambiente vivido en el aula.

Ibon Jaio, Export Area Manager en Ona Electroerosión, Durango (Vizcaya): el curso de equipos puedes aplicarlo de inmediato en la fábrica ya que es radicalmente práctico. 

Itsaso Orcajo, Project Manager at Elecnor, Bilbao: el curso te aporta herramientas que puedes aplicar a tu trabajo con equipos. De hecho, tras el primer módulo pude resolver dos cuestiones complejas que tenía atascadas durante meses. 

Olatz Mújika, Jefa de Enfermería del Sanatorio de Usurbil, San Sebastián: aunque soy responsable del servicio de enfermería desde hace más de una década, el curso me ha aportado mucha seguridad en la gestión de los dos equipos que lidero (treinta personas). Estoy muy contenta de haber realizado esta formación y ¡la recomiendo!




El curso Construir Equipos para Transformar Organizaciones comienza el 22 de septiembre de 2017 en Bilbao. 

El aforo es de veinte alumnos. Aún quedan algunas plazas. Por favor, si está realmente interesado, puede ponerse en contacto conmigo: azucenavega_coach@yahoo.es ¡Gracias!


lunes, 21 de agosto de 2017

Cómo ves el mundo ¡lideras tu empresa!



He comenzado a preparar una conferencia para la Dirección General de Tráfico cuyo eje temático es la responsabilidad. Estoy muy ilusionada, así que he elegido cuatro libros de mi biblioteca para atrapar con precisión su línea argumental y alcanzar mis propias conclusiones aliñadas con la experiencia de mi oficio.

Aunque los organizadores me han otorgado libertad, seré la única ponente ajena a la DGT, así que con placer asumo el encargo de compartir cómo entienden las empresas la responsabilidad basándonos en evidencias: ¿cómo gestionan el poder, la toma de decisiones, los beneficios, las promociones, las contrataciones, la comunicación y -en general- las relaciones con los stakeholders?

Las joyas bibliográficas de las que alimento mi ponencia son: Quiero trabajar aquí de Justo Villafañe, La quinta disciplina de Peter Senge, Leading from the emerging future de Otto Scharmer y Reinventar las Organizaciones de Frederic Laloux. Los cuatro volúmenes se refuerzan entre sí permitiendo alcanzar algunas ideas que comparto.





La manera que tenga una empresa de ver el mundo condiciona el paradigma desde el que opera. El nivel de conciencia de los directivos de una empresa condiciona el paradigma desde el que opera. El paradigma desde el que una empresa funciona focaliza la atención en unas cosas o en otras: los beneficios, la motivación, el medio ambiente, la calidad, los procesos, la obediencia, el control, la productividad, la eficacia, la innovación etc. Cada uno de estos modelos organizacionales destila su propio estilo de liderazgo que a su vez fortalece la cultura empresarial y así sucesivamente. 

El ex-directivo de Mckinsey, Frederic Laloux, cataloga las empresas en cinco modelos teóricos y entiende que cada uno supera (de alguna manera) el anterior. 

El más primitivo es el modelo rojo (ordeno y mando), seguido por el ambar (procesos), naranja (meritocracia e innovación), verde (empoderamiento y valores) y -finalmente- el modelo teal-evolutivo (autogestionado e inclusivo) hacia el que -según el autor- debiéramos avanzar como especie. ¿Cómo especie? Sí, porque recuerde que hay una relación causal entre la manera que entendemos el mundo y el modo en el que lideramos nuestras empresas... Reinventar las Organizaciones es un tema urgente e importante que apela a nuestra responsabilidad de hacer posible un mundo mejor en el que las empresas alcancen tanto la rentabilidad como la satisfacción y el propósito.


miércoles, 16 de agosto de 2017

Conseguir lo máximo ¡con lo mínimo!



En vacaciones mantengo conversaciones interesantes con algunos familiares y amigos. No es que el resto del año no lo haga, sino que la época estival alarga atardeceres y sobremesas propiciando cierta "reflexividad" sobre temas que en verdad importan todo el año.

Una joven profesional de mi entorno se mueve en las esferas internacionales entre tiburones de las finanzas: muchas son las zozobras que le alcanzan, e intensa la curva de aprendizaje. Dando un paseo a orillas del Cantábrico, me pregunto qué opinaba de un asunto laboral que no sabía cómo gestionar. Yo le dije que estaba de vacaciones así que las dos nos reímos con ganas, seguimos caminando, y tras un rato de silencio le dije el consabido (y mágico): ¡cuéntame!


Resultado de imagen de san sebastián + club nautico + fotos


Obviaré los detalles del caso para preservar la confidencialidad y porque no resulta esencial para lo que quiero compartir. 

Tres son las cuestiones que conviene tener en cuenta en el contexto profesional que compartes -le dije, justo cuando una ola me alcanzaba el borde del vestido-. La primera, la eficacia, que consiste en hacer bien las cosas: tener competencias y conocimientos que te permitan desplegar tu trabajo de una manera satisfactoria. La segunda, hacer bien lo que hay que hacer, y eso implica visión global, capacidad de análisis, priorizar, elegir, desestimar... hacer bien lo que hay que hacer es una eficacia al cuadrado que mejora radicalmente muchas de las fábricas, despachos, equipos y líderes a los que entreno...

Hice un silencio, le mire inquisitivamente, y -al comprobar que me seguía con genuina atención- le pregunté si quería saber un poco más de mis aprendizajes de los últimos quince años sobre el terreno industrial. Dijo que sí, que ¡por supuesto! que le resultaba muy valioso. Yo opté por creerle y seguí con mi discurso... 

A la eficacia de primer y segundo nivel hay que añadir la eficiencia, que consiste en hacer bien lo que hay que hacer ¡con el mínimo desgaste!


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¿Qué quieres decir con "el mínimo desgaste"? -me preguntó-. Pues... la mínima inversión de energía, tiempo, dinero, esfuerzo, controversia o lo que fuere. ¡Vaya! dijo, eso sí que es desafiante. Sí -le contesté yo- incluso para los profesionales senior no es fácil precisar cuál es el mínimo a invertir para conseguir lo máximo... Parece un trabalenguas  -dijo la joven-. Después nos desprendimos de la ropa y delante del náutico nos dimos un estupendo chapuzón. ¡Verano!



lunes, 14 de agosto de 2017

Ligeros de equipaje



Se mueven algunos cimientos bajo mis pies, este verano. Cimientos que desmontan cierta idealización del personaje que soy. Nada dramático, aunque curioso ¡interesante!




Durante doce años he permanecido en el mismo despacho en el que he acumulado libros, cuadernos, artículos, manuales, plantas, acuarelas, pinceles, diplomas, ordenadores, cartuchos de impresora y artilugios que utilizo en las formaciones para propiciar la transferencia de conocimiento. Hasta confrontarme con semejante arsenal de objetos pensaba que era una persona austera, pero ¡no es cierto! 

Aunque no sabría evaluar la intensidad de mi "consumismo", no es bajo si observo la saturación de los espacios al límite de su capacidad de almacenaje. No soy austera, primer cimiento removido.

Creía que el futuro no me inquietaba, y que -de alguna manera- podría resolver cualquier imprevisto que surgiera. Entonces... ¿por qué guardo tantísimas cosas? He descubierto que las guardo "por si" las necesito, aún cuando llevan años en desuso. La cláusula "por si" encarna la duda sobre mi capacidad de salir airosa de la adversidad, así que -en contra de la opinión de mi mentor espiritual que me tilda de "kamikaze"- soy menos valiente de lo que pensaba.

Finalmente me tenía por "adicta al cambio" cuando en realidad me ha costado despedirme del viejo espacio mostrando un apego que imaginaba superado.

Me sorprende que algo tan banal como un cambio de despacho me haya removido tanto, y estoy contenta porque ahora tengo tres desafíos que me importan: vivir frugal y austeramente; confiar en el futuro haciendo mi parte en el presente; y practicar todo el tiempo el desapego. 



Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar. Machado


jueves, 10 de agosto de 2017

El cielo que nos mira



A las ocho de la mañana estaba en la playa de mi barrio, Ondarreta (San Sebastián), y -aunque llovía- he caminado marchosamente por la orilla. No había nadie, bueno... no es del todo cierto porque las gaviotas estaban en grupúsculos sobre la arena dejando sus huellas en círculos concéntricos y alertando de que se aproximaba el temporal.





Aunque mi paraguas es grande, media hora más tarde estaba calada de agua y salitre lanzados en todas las direcciones por el temporal que preveían las gaviotas.

Cuarenta y cinco minutos después he desistido en el empeño de alcanzar la disciplina de mi planning: una hora diaria de caminata.

Destemplada -aunque llena de energía- he entrado en la degustación donde nos reunimos de manera informal todos los café-adictos del barrio. Las mesas estaban ocupadas e incluso la barra se encontraba sin un milímetro de espacio. Entonces me he ido al fondo del local donde un hombre me ha cedido su taburete y ha seguido hablando con sus compañeros. Eran ingleses, les he agradecido el gesto, he tomado mi cortado calentito, sacado el libro y las gafas, y he disfrutado de "mi momento" con la dulzura que deja en el alma un gesto de amabilidad.

Después se han ido y les he vuelto a agradecer el detalle. La cafetería seguía atiborrada y otro hombre a mi lado buscaba el bote de mermelada que le he acercado, y -de ese modo- la amabilidad ha seguido circulando. Gestos. Todo comienza con un pequeño gesto y así se configura un hábito, una vida, un destino.




He vuelto a mi libro: Clown Esencial, de Alain Vigneau, y justo antes de marcharme me ha seducido una frase que comparto: "... Hay lugares en el mundo donde miramos al cielo, y otros, menos frecuentes, donde el cielo nos mira a nosotros...".


Aportación de Marta Pina tras leer este post: video  (3´40). ¡Gracias, Marta, precioso!

domingo, 6 de agosto de 2017

El estrés positivo ¡mejora el rendimiento!



La mayoría de mis colegas, algunos conocidos y yo misma ¡estamos de vacaciones! En teoría. Entonces... ¿por qué publicamos en redes profesionales como Linkedin, compartimos contenidos y contestamos emails aunque tengamos puesta la respuesta automática por vacaciones?

Los acontecimientos se despliegan ante nosotros a tal velocidad y estamos sometidos a tantos impactos (desde la pantalla del móvil u ordenador), que desaparecer durante cuatro semanas significa una muerte casi segura en la mente de nuestros clientes, competidores y adictos al "like". Así que aunque estemos en una casa rural donde la conexión a internet sea imperfecta, nos esforzamos por bajar al bar del pueblo más cercano para tomar un carajillo y publicar algo que de fe de que nuestra mente sigue activa mientras el cuerpo toma una tregua y enfoca el último cuatrimestre del año bajo una presión que no siendo recomendable comienza a ser habitual. 

En medio de este contexto reaparece la investigación de dos profesoras, Daniela Kaufer y Elizabeth Kirby de la Universidad de Berkeley California, EE.UU., según la cual un poco de tensión y algunos puntos de estrés en la masa neuronal de nuestro cerebro ¡son positivos!


Cómo tantas cosas, es cuestión de intensidad. Hace años se hizo famosa la frase "el estrés mata" tan aplicable a numerosos profesionales de la élite empresarial. Ahora las investigaciones constatan que cierto nivel de estrés positivo (deshilado rosa de la imagen) nos hace más eficaces e incluso propicia el desarrollo de nuevas neuronas.

Así que bajo de nuevo al chiringuito del pueblo y tecleo antes de que se enfríe el cortado con espuma que tan bien hace Sara -la camarera más dicharachera de la zona- que parece un ejemplo viviente de estrés positivo (eustrés) ya que canturrea mientras recoge tazas y vasos e incluso a veces ¡silva!




Me  voy a casa por el sendero. Saco una fotografía a las campanillas silvestres que silenciosas me saludan, y me acuerdo de algunos de mis mejores directivos: ciertamente toleran entornos exigentes y toman decisiones bajo presión... Finalmente memorizo las claves para que el estrés moderado resulte positivo: aislarse de los factores que desestabilizan y enfocarse en la tarea. Fin. Desconecto. Me vuelvo a la campiña.