lunes, 1 de enero de 2018

La vida no es una hoja excel



Las fuerzas del mar y el viento pugnaban en un combate abierto la primera mañana del nuevo año, en el puntal de Pasajes Donibane, sin más espectadores que una gaviota, un zarapito y yo.




Siendo uno de mis paseos favoritos, conozco cada recodo del sendero, así como los sonidos que acompañan mis pasos en recogida practica del "aquí y el ahora" ¡tan de moda! como si fuese un invento nuevo...

No parecía Pasajes porque en todo el trayecto no he visto ninguna trainera, ni escuchado las onomatopeyas que lanza el patrón a los remeros para que breguen en un Cantábrico que hoy había sido abandonado a la orfandad de los hombres cuando nos quedamos tierra adentro.


Al mediodía he vuelto a casa renovada por el silencio y la contemplación de la belleza -que diría Aristóteles-, y tras el frugal almuerzo me he puesto con algunas tareas que los festejos navideños han ido postponiendo. Al escribir la memoría de la actividad realizada durante el año 2017 para la Asociación de Empresas de Guipúzcoa (ADEGI) he repasado el feedback de cada uno de los profesionales entrenados y me ha llenado de contento descubrir que el trabajo realizado les ha resultado de alguna utilidad: "... he encontrado soluciones a dilemas que era incapaz de resolver..."; "... he conseguido incrementar mi percepción de valía, mi autoestima..."; "... gracias a los entrenamientos he afrontado mejor los conflictos..."; "... lo que más aprecio son los nuevos puntos de vista, las preguntas poderosas de Azucena y que me anima a plantearme imposibles y a ¡lograrlos!..."; "... como consecuencia de los entrenamientos vivo de una manera más serena, relativizo, y veo luz al final del túnel..."; "... desde que entreno con Azucena mi liderazgo en el comité de dirección ha mejorado...".

Solo es un día, el primero del nuevo año, y ha oscurecido en la bahía. Desconozco cómo habrá terminado el combate entre las fuerzas del mar y el viento... Repaso la memoria, corrijo la ortografía, maqueto las imágenes, la imprimo, la guardo en su carpeta y solo un rato después la envío por correo electrónico. Cierro el ordenador y me siento satisfecha después de cuatro horas ininterrupidas de trabajo -una sentada productivamente eficiente-. Mañana más. Me voy a la cama con Estusiasmo, el libro al que Pablo d´Ors ha dedicado diez años de su vida y muchas "sentadas" en conexión consigo mismo, con los demás y con Dios.


No hay comentarios: