jueves, 8 de marzo de 2018

El vértigo del exito a gran escala



Un directivo al que entreno en Bilbao -y lleva una meteórica carrera profesional- ha sido detectado por una multinacional -a través de Linkedin- y ha recibido una oferta laboral que ha ido explorando mientras pasaba numerosos filtros de selección. En el momento actual se encuentra entre los finalistas, por lo que se han concretado muchos detalles del puesto, entre otros el salario -lo que le ha provocado un quiebre interno, casi un sock-.




El joven profesional ejerce de director de marketing de un grupo empresarial de propiedad familiar donde cosecha numerosos éxitos vinculados a resultados financieros. Además, ha crecido exponencialmente en competencias relacionales y en gestión de equipos. Su posición es influyente ante la propiedad y goza de confianza, margen de maniobra, y algunos extras que aprecia: nuestras sesiones de coaching y las clases de inglés que facilitan su trabajo internacional. En su vida privada mantiene una disciplina deportiva y atiende a la familia (esposa y niños) los fines de semana.




El quiebre interno del directivo se produce cuando la multinacional le ofrece un puesto similar al que ocupa (con una plantilla mayor y varias sedes) y un salario que es justo el doble del que percibe, un dato relevante (y en principio positivo). Entonces -cabe preguntarse- ¿por qué siente una incómoda zozobra interior? 

La búsqueda y hallazgo de una respuesta al interrogante fue el eje central de nuestra última sesión de entrenamiento en la que deseaba  le acompañase en el despiece del puzzle, análisis de los datos, búsqueda de espejismos y listado de pros y contras, de manera que él -finalmente- alcanzase una decisión.  Una decisión con la que se quedase internamente tranquilo, en paz consigo mismo -según dijo-. Nos llevó dos horas. Lo desmenuzamos con honestidad, lucidez, dureza, sentido del humor, evidencias del sector, experiencias suyas y mías conectadas a mercado y un largo etc. Finalmente alcanzó la serena conclusión de que rechazaría la oferta. ¿Cuál creen que fue la razón que inclinó la balanza del lado del "no"? Hubo mucho y buen argumentario pero... ¿qué fue lo que realmente, realmente, realmente frenó el cambio?


2 comentarios:

P.R. dijo...

“Atiende a su familia los fines de semana”. Mi consejo es que renuncie también a su puesto actual. Sin acritud.

Azucena Vega Amuchástegui dijo...

Pues... por ahí van un poco los tiros, P.R. En otro post compartiré las muchas aportaciones-hipótesis que está aportando mi "tribu" en otras redes sociales y... finalmente... la verdadera razón. Gracias por estar ahí. Un abrazo, desde San Sebastián.