9.10 de la mañana y pocos trajes en la capital: los directivos de Abandoibarra están de vacaciones. Los cafetines que frecuento están vacíos. Las boutiques más selectas ofrecen rebajas a granel y en el número 19 de la Gran Vía me compro un vestido turquesa y un chaleco al tono de la marca www.skunkfunk.com
Después del almuerzo ligero, a las 14.10 del mediodía, me atiborro de lectura con un texto fantástico de Francisco Peñarrubia (La vía del vacío fértil) cuya idea principal consiste en que la potencia curativa de un proceso depende de la autenticidad del terapeuta. Con el estudio, en vano intento acotar la inmensidad de mi ignorancia que -lejos de achicarse- da paso a horizontes cada vez más extensos recordando aquello de "... sólo sé que no se nada"...
A ratos trabajo con clientes antiguos, a ratos con clientes nuevos: personas increíbles, con historias creíbles y sueños alcanzables. En un baile hermoso y espontáneo, el cliente y yo dejamos atrás las técnicas, las herramientas, los procesos y los indicadores priorizando el latido del aquí, del ahora, de la fresca emoción que resulta del estar atento (awakeness). Nos convertimos en cuatro ojos, cuatro orejas y dos corazones, viviendo un momento único ¿sagrado? Adoro mi trabajo. Las 22.10 escribo Patchwork y una vez más me dejo seducir por Goethe: "La vida es breve. ¡No la hagamos pequeña!" 23.10 descanso ¡Buenas noches mundo!
Autenticidad y "genuinidad", sí estoy de acuerdo , todo lo demás son instrumentos, herramientas , pero ah!, si te falta autenticidad ya puedes ser un "lumbreras" teórico , es posible que eso satisfaga el ego de ese profesional , pero desde luego le aleja de su objetivo fundamental que es su cliente/paciente, según el caso.
ResponderEliminarLeeré el texto de Peñarrubia.