miércoles, 17 de diciembre de 2014

El sueño de ¡un empleo! El logro de Aitor


La inspiración casi siempre me pilla trabajando. Y trabajando me encuentra Irina Kouberskaya -la actriz que convirtió un taller de ferretería de Madrid en el Teatro Tribueñe (la tribu de la eñe)- quien dice que los humanos "nadamos en el aire". Esta bellísima mujer de ojos azules y contundente lucidez visualiza los árboles del Jardín de los Cerezos de Chéjov como remos viejos y a las personas flotando...

Ayer trabajé doce horas y exhausta me acosté a las diez de la noche en una cama mullida que comparto con Pancete -el peluche que conocen-. Como no puse el reloj me he despertado once horas después descansada y feliz como una lombriz en un huerto bío. Después he abierto el ventanal que da al Cantábrico donde el viento y el mar rugían como bestias hambrientas, pero a mi me ha dado por reir a la mañana  porque con el vendaval las personas parecían realmente nadar en el aire.



Al mediodía he descubierto a Willi Dorner, un artista austriaco que se ha especializado en amontonar cuerpos en espacios urbanos a modo de esculturas vivientes lo que me provoca alguna inquietud. Por ejemplo: ¿las urbes han de ser diseñadas pensando en adecuarse y servir a las personas? o ¿hemos de amoldar nuestra fisionomía al rudo cemento? Aunque no es solo eso, mi cerebro -que casi siempre está trabajando- conecta con las ciudades dormitorio donde las personas se apilan como sacos de grano en un silo castellano. La acumulación de cuerpos vivos se asemeja al transporte ferroviario de reses en el oeste americano, o incluso al metro de Madrid -que he usado hace poco- y donde conseguí salvar los botones de mi abrigo poniéndome de espaldas contra la mismísima pared del vagón en la transitada zona de Plaza de España. 




El caso es que esta tarde termina un taller titulado Del Sueño a la Realidad ¡la alquimia del Coaching! donde he venido disfrutando y compartiendo vida, conocimientos y experiencias -desde el pasado mes de octubre 2014- en el Palacio de Aiete de San Sebastián (Guipúzcoa). 

En uno de las últimos encuentros sugerí a los alumnos un debate entorno al concepto de la "buena suerte" con el pretexto del libro homónimo escrito por Alex Rovira y Fernando Trias de Bes. ¿Existe la suerte? y ¿la "buena suerte"?





De manera sintética presento algunas de las conclusiones que alcanzamos en el aula cuatro del Palacio de Aiete. Conclusiones. Sintéticas. ¡Ahí van! por si inspiran y provocan una risa a la mañana del mañana mientras nadamos en el aire:


 La suerte ¿se gana? ¿se pierde?
¿Se compra? ¿Se vende?
Se aprende ¿Se enseña?
La suerte ¿se entrena  o es puro azar?



Y en estas y al cierre del post y del taller Aitor Cester -uno de los participantes en el curso- me comunica que acaba de lograr su sueño de tener un trabajo ¡que se ha hecho realidad! que acaban de contratarle. Le felicito y después -como tantas veces- tengo que escuchar que hago magia... cuando la magia es su persistencia, la fuerza de su tesón, la alegría que despliega, su enfoque positivo de la vida y su incondicional apertura al aprendizaje. Aitor y yo nos veremos por el Parque Tecnológico de Miramón donde él trabajará a partir del 7 de enero 2015 y donde yo acudo algunos jueves a entrenar a directivos en Adegi en ávida busqueda de magia para transformar la realidad empresarial.


  • El curso de autor se repetirá en 2015. Toda la información aparecerá en Donostia Kultura y la matrícula se abrirá en la primera quincena de septiembre de 2015. 

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