No son precisamente "pájaros en la cabeza" lo que tiene el profesor David J. Deming (Universidad de Harvard) uno de cuyos últimos informes acabo de de leer tras haber buceado en aguas de Ondarreta (San Sebastián) hoy extrañamente despobladas de peces debido a la pleamar.
Deming se ha especializado en la investigación del impacto de las llamadas "habilidades blandas" tanto en la carrera como en los ingresos de los profesionales alcanzando interesantes conclusiones para quienes nos dedicamos al desarrollo de las personas en las organizaciones productivas.
Para empezar, el propio David J. Deming reconoce que mientras los test de inteligencia basados en "competencias cognitivas" están muy bien diseñados desde hace décadas, las "competencias sociales" no tienen todavía un marco referencial teórico y académico similar. Tarea pendiente para el propio Deming y su equipo.
Dado que el profesor no tiene pájaros en la cabeza cabe preguntarse de qué estamos hablando cuando hacemos referencia a las habilidades blandas / competencias sociales...
Las últimas investigaciones (publicadas en 2017) ofrecen datos relevantes para todo profesional júnior o senior que aspire a mantener su índice de empleabilidad durante la próxima década. Las competencias que conviene entrenar son: trabajo en equipo, habilidades de comunicación oral y escrita, empatía (o ponerse en los zapatos del otro), flexibilidad, creatividad y enfoque colaborativo. En una palabra, las llamadas "habilidades sociales" aseguran éxito profesional, mayor salario y una curva de empleabilidad duradera.
Además hemos de considerar que en los próximos años aún resultará difícil la creación de robots que igualen la comunicación humana, la empatía o la habilidad para gestionar equipos complejos, multiculturales y con inteligencias múltiples. ¡Una gran ventaja para los humanos frente al mercado laboral del 2018 y sucesivos!
En 2018, éxito profesional y mayor renta
se vinculan a las competencias sociales. Harvard.
El informe cuya lectura acabo de terminar se cierra con una apabullante (y lógica) conclusión: las habilidades cognitivas y las habilidades sociales son complementarias. ¡Genial!