Hay personas que rebosan vida. En la última década he encontrando muchas de ellas en Zaragoza. Desconozco las razones por las que en Aragón (España) se concentran profesionales interesados en descubrir los entresijos del funcionamiento de los equipos de trabajo. ¡Compleja sencillez! ¡Humana complejidad!
Como siempre que viajo por razones laborales intercalo momentos de alta exigencia profesional con otros de ocio centrados en la contemplación de la naturaleza y el disfrute gastronómico.
Esta vez mi marathon de trabajo comenzaba el viernes tras el almuerzo en Casa Fran -una modesta terraza a doscientos metros de mi empresa anfitriona- donde la comida es tan barata que me pregunto si realmente ganarán algo con el menú. Me encanta comer allí porque son extremadamente amables, y el jardín siempre tiene flores de temporada.
La cuestión es que por tercer año consecutivo mi empresa anfitriona reune a un grupo de directivos de diversos sectores que desean llevar a sus organizaciones ¡más alto y más lejos! para lo cual necesitan la fuerza tractora de un equipo y esta pasión compartida nos mantiene unidos y en contacto durante seis meses con encuentros presenciales y a través de nuestra plataforma on line donde colgamos manuales, vídeos, fotografías, artículos y todo tipo de materiales didácticos e inspiradores.
Desde enero de 2015 venimos profundizando en el mundo de los equipos empresariales con un enfoque poliédrico que facilita algunas respuestas al interrogante equipos ¿para qué? La propuesta que comparto presenta la síntesis de siete formaciones internacionales centradas en los equipos y este sesgo polifónico permite dar profundidad a lo que de otro modo pudiera flotar en el limbo de la abstracción.
Buceando en la teoría y la práctica hemos rescatado la definición de equipo de la Universidad del País Vasco alcanzando tres conclusiones. La primera que
los equipos mejoran la viabilidad-sostenibilidad de los negocios. La segunda que propician la
felicidad de las personas en el contexto laboral. La tercera que son el punto de impacto para conseguir cambios empresariales.
De la definición académica de equipo sintetizo algunas ideas: "
Equipo es un conjunto socio-técnico (anidado en la empresa) compuesto por dos o más personas (idealmente entre cinco y siete) con un objetivo compartido que practican la cooperación y la sana competición, con roles bien definidos, que trabajan desde la inter-dependencia y propician:
El logro de los objetivos de la empresa
La satisfacción de los clientes
El desarrollo de los profesionales
Las sesiones de trabajo son intensas en contenido, ritmo, participación, desafíos, teoría, práctica y, de vez en cuando, hacemos un coffee break. Cuando estoy cansada me doy un paseo por los alrededores del recinto donde los nenúfares del lago no hacen acto de presencia hasta el mes de abril.
Mientras contemplaba el salto de las ranas pensé en la sugerencia de una amiga canaria según la cual debía imaginar el éxito a gran escala poniendo palabras, imágenes e intención en la conquista de todo aquello que anhelase.
Desde que Mercedes me lanzó el desafío le he dado algunas vueltas descubriendo que sin tener nada ya poseo todo lo que necesito para ser feliz: contacto con la naturaleza, seres queridos, silencio, lectura, práctica cotidiana de reflexión, flores de temporada y excentricidades con las que viajo a las empresas (una nube que sonríe)...
Vivo como un lujo mi trabajo en general y encargos como el de Zaragoza en particular que me mantienen en contacto con profesionales que me alientan a profundizar en el conocimiento teórico-práctico de los equipos como el eslabón perdido entre el uno (el individuo) y el infinito (la totalidad); los equipos como la palanca del cambio intencional que quisiera ver en el mundo de la empresa; los equipos como el punto de equilibrio entre el yo y el nosotros, entre la individualidad y la colectividad.
La sexta edición de este "laboratorio de vida con pretexto de aprendizaje compartido entorno a los equipos" ¡ya está en marcha para enero de 2016! El boca-oreja luce como polvo de estrellas en Zaragoza donde los magnolios brillaban bajo las farolas el sábado por la noche.