Toy agotada. Me pican los ojos del ordenador: hoy 34 emails enviados. Dos sesiones con empresarios, un coffee de cortesía con una directiva, cuatro viajes en bicicleta entre mi casa y el despacho. Nueve horas largas de jornada.
Son las 22.45. Aún me queda el último repaso de la ponencia en voz alta, medir el tiempo, medir el tono, calibrar las pausas, equilibrar la parte soft (emocional) con la hard (intelectual), las metáforas, las anécdotas... e imaginar a tantas miradas clavadas en mi blazer y en mi pelo. ¡Por cierto! me voy a permitir el lujo asiático de ir a la peluquería. No lo hago nunca. Mañana sí: es mi día. Antes mi sesión de estiramientos: treinta minutos en el salón de casa, mirando al mar que se ve desde el ventanal norte. Desayuno con té sencha, croissant a la plancha y un poco de queso brie. A las 17.00 horas entrevista para un diario local. A las 18.00 comienza la función. Después cocktail divinus catering (es la empresa que lo servirá) y mucho intercambio de tarjetas: networking en estado puro. Felicitaciones y quizá algún alma piadosa que te diga lo que piensa de verdad. Alguien se acercará -como ocurre siempre- para que le resuelvas el desafío de una vida en un minuto y con la copa de cava entre las manos. Llevo mi varita -varita mágica- por si alguno cree posible resolver a golpe de ocurrencia la complejidad que es el vivir y el hacer empresa. También llevo bellotas del monte Urgull recogidas este fin de semana. Preciosas. Ya saben lo que dice mi mentor Sir John Whitmore: "... las personas somos como las bellotas... tenemos en nosotros mismos todo el potencial para convertirnos en un poderoso roble..." Entre otras, esa será mañana mi aportación en la Cámara de Comercio de Guipúzcoa. (Ver foto en el álbum Picasa) ¡¡No saben a cuántas personas van inspirando las bellotas que recojo en los montes". Lenguaje metafórico, hemisferio derecho. Jugar, Crear, Servir, Aprender, Enseñar. E ir convirtiéndonos en la mejor versión de nosotros mismos: robles.