domingo, 31 de julio de 2011

Santa Clara y la playa diminuta

Oí por primera vez el nombre de Chantal referido a la novia de uno de los amigos holandeses de mi hija. Cuando la conocí, me resultó tan exótica como el nombre que comparte con la ganadora del premio Nacional de la Crítica 2007, Chantal Maillard, quien este verano bucea en los textos de Séneca, Beckett y Chuan Tsé alguno de cuyos volúmenes viajará conmigo el próximo jueves a la isla de Santa Clara donde celebraré mi cumpleaños.

Se trata de un islote de 32.000 metros cuadrados que cuesta recorrer descalza por un camino serpenteante que asciende hasta los casi cincuenta metros de altitud plagados de higueras, lagartijas, margaritas gigantes y gaviotas. Por primera vez en los últimos ocho años, hoy he recorrido gran parte de las cinco hectáreas tras haber llegado a nado a la isla, desde la playa de Ondarreta. En el mar es difícil calcular las distancias por lo que desde que me he zambullido en el Cantábrico toda mi atención ha estado puesta en la meta: alcanzar la diminuta playa de Santa Clara con una extensión de unos ochenta metros cuadrados. Todo el foco puesto en la meta porque en caso de flojear te quedas a la intemperie con la sola esperanza de que los socorristas te detecten en medio de yates, piraguas, botes, veleros y rocas esparcidas en una extensión que agota el ojo humano. Había leído en google maps que la distancia entre la playa y el islote supera el kilómetro (si la marea está alta) por lo que me enfrentaba a una aventura que -unida a la baja temperatura del agua- convertía la jornada en desafío. No iba sola, sino con la sirena tomándose el interés de ejercer de animoso coach.

Mentalmente he troceado la meta en dos partes, de manera que me resultase más favorable su manejo psicológico: primer tramo hasta la boya amarilla, para lo que he tenido que nadar algo más de ciento cincuenta brazadas croll. Al llegar, la satisfacción ha sido intensa y me he dicho: ¡ya está, medio objetivo alcanzado! Tras un descanso de segundos agarrada a la boya, me he percatado del frío y de la corriente que arrastraba mar adentro porque la marea aún seguía bajando... El segundo tramo me ha resultado más penoso: otras ciento cincuenta brazadas croll con el cuerpo destemplado...

Al llegar a la playita -del tamaño del salón de alguno de mis amigos- me he sentido ¡a salvo! y txapeldún (que es como dicen aquí a los campeones). Tras media hora de paseo al sol por la isla -descalza y con las gafas de buceo colgando del codo- me sentía mucho mejor. En el trayecto de vuelta he descubierto peces, medusas, algas, rocas, sardinillas e infinita belleza a la que volveré el próximo jueves aunque... ¡con aletas!

Tras la experiencia "Santa Clara" he alcanzado algunas conclusiones que deseo compartir:

1º.- Nunca descubriremos nuestros límites si no los ponemos a prueba.
2º.- Antes de abordar el desafío, hemos de estar persuadidos de que ¡podemos! La fe mueve mares y montañas.
3º.- Conviene trocear el objetivo en metas volantes, donde podamos reparar el ánimo y suspirar.
4º.- Si es posible, las hazañas se realizan mejor en animosa compañía.
5º.- Alcanzado el objetivo, y repleto el saquito de la autoestima, ¡no olvidemos celebrarlo! con una generosa dosis de contento, júbilo, risa y detalles compartidos.
6º.- Evitemos la temeridad, ya que durante un tramo del trayecto hemos estado al límite de nuestra resistencia corporal, algo que no deseo repetir. El jueves... iremos con aletas.

lunes, 25 de julio de 2011

El vuelo de la inteligencia

Jugar con el viento -en una tarde de verano- calibrando intensidad, dirección, riesgo y sincronía entre quien lanza la cometa hacia la vertical del cielo, y quien la sostiene y balancea en un juego cómplice a tres bandas: el viento, el lanzador y el jugador. Un equipo de alto rendimiento.

País Vasco, ¡ven y cuéntalo! 2011.

Casos y Cosas, entorno a los Equipos

El Coaching de Equipos -acaso la práctica profesional más compleja de mi oficio- es una necesidad emergente en España en la última década que -en mi opinión- irá in crescendo.

Un grupo de avezados consultores de Zaragoza me ha pedido para este otoño una formación que, en verdad, será una introducción al tema que estos días vertebro en forma de índice en el dossier que me servirá de soporte para las catorce horas que pasaré en la capital maña donde he sido muy bien tratada por alumnos e instituciones.

Como digo siempre en mis intervenciones, yo no enseño nada, sino que las personas aprenden a partir de los pretextos que compartimos, desde el eco que son capaces de resonar en el preciso instante y lugar en el que nos encontramos. Aunque tengo numerosos manuales construidos concepto a concepto por mi misma, redactaré uno nuevo que incluya la síntesis de todos mis aprendizajes últimos sin olvidar los conceptos básicos que permitan primero entender las ideas, segundo interiorizarlas, y -finalmente- poder practicarlas en las organizaciones.

Para aprovechar al máximo la formación en Coaching de Equipos, he pedido a los asistentes que -antes de la formación- lean al menos tres de los libros que he pasado como bibliografía esencial. También he sugerido que -en la medida de lo posible- sean personas que lleven algún tiempo practicando el Coaching individual y que hayan alcanzado un notable registro experiencial: digamos que a partir de las 2.000 horas de entrenamiento real uno comienza a construir sus propias claves, herramientas y estilo, lo que no es baladí.

El temario incluirá información sobre las Reuniones Delegadas, la Participación Genuina, las competencias específicas de un Coach de Equipos, los rudimentos de la construcción de un equipo (en contraposición a un grupo), las diferencias entre un equipo "de mejora" y uno "de innovación", la trascendencia de crear un "contorno" que asegure el éxito del entrenamiento del equipo y evite errores graves en el sistema productivo, los Roles Belbin, el Diagrama de Afinidad etc. De esta manera estarán presentes -en mayor o menor medida- todas las aportaciones realizadas al Coaching de Equipos por Alain Cardon, Sabino Ayestarán, Robert Dilts, Eugenio Molini, Meredith Belbin, Luis Huete, David Matthew, Germán de Nicolás, Juan Carlos Cubeiro, John Whitmore, Timothy Gallwey, Rafael Echevarría... y todos mis maestros y mentores. Espero hacerles honor, e incorporar con modestia mis propios aprendizajes y experiencias mediante la presentación de "casos de empresa" al estilo de las escuelas de negocios. La formación será el 30 de septiembre y 1 de octubre gracias a la iniciativa de dos mujeres fantásticas: Inés Iranzo y Ana San Román = asanroman@cepymenet.com

sábado, 23 de julio de 2011

Soy un coleóptero

El cielo plomizo y la abundancia de algas a treinta metros de la orilla, mar adentro, impiden disfrutar de la visión de los pececillos que habitan la costa donostiarra. El agua -con una temperatura de dieciocho grados- resulta deliciosa en su vaivén al ritmo acompasado de la luna, al otro lado del planeta. Fuera del agua, sopla un viento desapacible que obliga al bañista a un rápido secado y cambio de ropa: el verano del norte transcurre entre nubes y claros, más claros que nubes en Guipúzcoa que encabeza el turismo vasco. La comunidad autónoma vasca supera por primera vez el millón de visitantes en el primer semestre de 2011 (Deia-El País). Estamos de ¡enhorabuena!

Tras el ritual del baño en La Concha -haga frío o calor- paseo sin más ocupación que estar conmigo misma y pensar. Hoy alcanzo la conclusión de que soy un coleóptero, me explico: comúnmente conocidos como escarabajos, los coleópteros son "cajitas con alas" (en griego); un primer par de alitas endurecidas que protegen un segundo par de alas que permiten elevar el vuelo. De entre las 375.000 especies descritas hasta el momento, hay dos que me entusiasman: la coccinella, llamada mariquita, y la chrysolina americana -brillante, casi metálica- diríase que galáctica.

El caso es que muchas personas con las que trabajo llegan al despacho con las alas radicalmente plegadas porque no han protegido sus sueños: esos anhelos del alma que a ratos llegan como ráfagas de intuición. Me produce un dolor insoportable observar las alas casi atrofiadas al haber olvidado que nacimos para alcanzar las estrellas.

El trabajo comienza por desterrar el paralizante miedo, y continúa con el fortalecimiento de las habilidades defensoras mediante la seguridad en uno mismo y la certeza de que merecemos vivir nuestros más recónditos anhelos. Poco a poco, las alas-escudo cobijan las alas-voladoras, y las personas despliegan la magia de sus potenciales convirtiéndose en lo que siempre fueron: coleópteros.

No sé que explicación tendrá, pero hoy he visto un enorme escarabajo dorado caminando señorialmente por Miraconcha para diversión de niños y adultos, de turistas y vecinos. Quizá lo perdió Edgar Allan Poe en su última visita a la bahía ;-D

miércoles, 20 de julio de 2011

martes, 19 de julio de 2011

La tiranía del móvil = Tecnoestrés

Confieso mi adicción al correo electrónico que me absorbe al menos dos horas diarias de mi jornada laboral. ¿Por qué digo, entonces, que es una adicción? Por la actitud convulsa con la que entro en el e-mail tan pronto como abro la pantalla de un ordenador, vaya en tren o autobús, y me encuentre en la cómoda sala de mi casa, en el despacho, o en la terminal de un aeropuerto esperando la hora de embarque.

Me asomo a la bandeja de entrada como el náufrago otea el horizonte en busca de un buque-mensaje porque con frecuencia me llegan encargos, proyectos y noticias interesantes a través de este medio internauta. No estoy "enganchada", sin embargo, a las redes sociales lo que no tiene gran mérito ya que - sencillamente- no controlo el código tácito ni explícito para manejarlas con soltura. Tampoco la tecnología...

En fin, que confieso mi adicción al correo electrónico, a la lectura, al silencio, a la meditación, a la naturaleza, a mi familia, al trabajo y al cortado del Café de la Concha, llueva, truene o haga sol. Esta mañana... ¡casi me quemo el cuello en la media hora que he estado leyendo en la terraza!

El caso es que varios clientes nuevos y alguno de los veteranos están dando síntomas preocupantes de estrés: picor en los ojos, episodios de psoriasis, labios con herpes, vertigos, falta de concentración, nauseas e incluso en un caso parálisis de un ojo. Los afectados se han hecho los análisis médicos pertinentes sin que el diagnóstico sea otro que estrés, por lo que -realizando la ficha técnica de alguna sesión, y tratando de hallar algún remedio a sus dolencias- he llegado a la hipótesis -pura hipótesis- de que en la mayoría de los casos usan y abusan del ordenador y del móvil, sobre todo el móvil, al que algunos se exponen sin límite (ni siquiera para comer) durante doce o más horas cada jornada.

Es muy doloroso para mí observar el deterioro de las personas a las que aprecio cuyo sentido del humor desaparece, cuya capacidad de respuesta positiva a los desafíos se merma, cuya resilencia disminuye y -en definitiva- cuyo potencial de felicidad baja a un nivel de supervivencia.

Con esfuerzo, en algún entrenamiento hemos conseguido alcanzar el compromiso de desconectar el móvil durante una hora coincidiendo con el almuerzo. En un caso, hemos logrado un plan de acción que integra la desconexión del móvil durante una semana por vacaciones familiares. Hay quien después de pelearlo duramente con preguntas, con metáforas y con la lectura compartida de un durísimo artículo de El País sobre este tema, se ha negado en rotundo a modificar sus hábitos de uso del móvil y del ordenador.

Yo observo reflexivamente su mano derecha despellejada y en carne viva, contemplo en silencio el tic de su ojo y registro sus clavículas pegadas de estrés a las orejas… Le pregunto si él trabaja a las órdenes del móvil o el móvil a las suyas. Entonces se encoge de hombros, aún más si cabe… En la despedida le recuerdo cómo le llaman los expertos: Tecnoestrés, por cierto el título de un libro de José María Martínez Selva, catedrático de Psicología de la Universidad de Murcia quien informa de la conveniencia de "desconectar" diez minutos cada hora de trabajo mirando al horizonte, respirando en el exterior, o estirando la musculatura. El profesor ha visitado Silicon Valley y comprobado que las principales empresas tecnológicas del mundo como Google, o Facebook aplican rigurosamente las llamadas "siestas digitales" ya que aumentan no sólo la salud mental de los empleados sino la productividad de la compañía.

sábado, 16 de julio de 2011

Un Doctor + Cien Operaciones

Hoy mi casa es una fiesta multitudinaria, aunque las personas que amo caben en un metro cuadro de parquet. Entorno a un encargo comprado en Internet -que llega desde Francia- nos hemos puesto a "jugar" con una panificadora doméstica, al parecer la moda más chic en Europa: hacer tu propio pan en casa. De la marca Continental Edison es un pequeño artilugio dotado de casi infinitas posibilidades que permite hacer pan así como mermelada, plum cake y otras maravillas que les iré contando cuando las explore.

En este momento, la maquinita trabaja para que dentro de tres horas tengamos un excelente pan de trigo sarraceno sin gluten al que hemos añadido un poco de sal rosa del Himalaya. La emoción de este "juguete" se desparrama por la casa y se cuela en los claroscuros de las terrazas abiertas a los casi treinta grados de un día plenamente veraniego.

Es difícil que en casa vivamos un festivo que no incluya un rato de lectura, lo que hoy me ha permitido descubrir la existencia del doctor Pedro Cavadas, un cirujano que trabaja en el Hospital La Fe de Valencia y al que unos llaman "el maestro de los transplantes" y otros el doctor masai, debido a los innumerables viajes que realiza cada año a África para operar (en quince días) hasta cien personas en cualquier lugar y circunstancia -casi sin agua, desinfectantes o mascarillas-. El doctor Cavadas realiza cirugía regenerativa lo mismo de un pene que de unas piernas y lo hace en el corazón de Kenia, Uganda o Etiopía, en una lucha titánica contra el dolor y la muerte.

En la entrevista que me permite descubrir la existencia de Cavadas, el doctor lleva las sandalias que le regaló un masai en agradecimiento a su labor: están hechas a partir del caucho de un neumático. Viste una camisa hippie llamada dashiki y lleva con orgullo un brazalete tribal. Ligero de equipaje como los hijos de la mar, Pedro Cavadas es uno de esos impactos que llega al corazón y alimenta la esperanza en el ser humano, y en un planeta que agoniza. Más información en www.pedrocavadas.com/

jueves, 14 de julio de 2011

Coaching, un estilo de Liderazgo

Al igual que un rodamiento se desgasta utilizado noche y día en un sistema productivo explotador, algunos conceptos trascendentes pierden fuerza al ser manoseados con frivolidad en cualquier tiempo y lugar impulsados por la conveniencia o la moda. Es el caso de la innovación, el cambio, la eficacia, la gestión de las personas, la sostenibilidad, la conciliación y el liderazgo, entre otros.


Estos días la prestigiosa Universidad de Deusto me ha encargado que prepare dos proyectos formativos como parte de su curso de Especialización para la Innovación en Gestión, www.masterceig.deusto.es más conocido en el campus como CEIG. Se impartirá en las dos ciudades que más amo: Bilbao y San Sebastián, y el título que me han adjudicado está vinculado a mi oficio de entrenadora de líderes y equipos de empresa: Coaching un estilo de Liderazgo.

Aunque tengo numeroso manuales propios y ajenos de las formaciones recibidas e impartidas en la última década tanto en España como en el extranjero, cada vez que abordo una aventura me gusta construir un tapiz conceptual nuevo que, sin duda, tiene muchas puntadas del sedimento anterior, pero también algunas nuevas capturadas en el magma cognitivo en el que vivimos.

En el libro Primal Leadership -cuya lectura es obligada en algunos MBA- Daniel Goleman afirma que el Coaching es uno de los cinco estilos de liderazgo y que en el ejercicio profesional de cualquier directivo resulta estratégico combinarlo con los otros cuatro con la flexibilidad de la cintura de Leo Messi. Poco entiendo de fútbol, sin embargo, sobre el terreno de juego empresarial algo he aprendido de la observación de docenas de líderes de todos los sectores, formaciones y talantes. Vayamos, si les parece, con ello.

En una definición sencilla diría que el liderazgo es la decisión de comprometerse (con uno mismo) a alcanzar el máximo potencial de desarrollo existencial a partir de los talentos recibidos al nacer, y cultivados con posterioridad. Esta aproximación al liderazgo termina con la aburrida dicotomía de si el líder nace o se hace, y nos sitúa a los mortales ante el desafío de la superación permanente. En una palabra, nos confronta con la responsabilidad de crecer como personas y profesionales utilizando al máximo todos los potenciales que poseemos.

Una de las principales compañías mundiales de todos los tiempos, la Compañía de Jesús, con más de veinte mil trabajadores y sedes en los cinco continentes, asienta el liderazgo sobre los pilares del conocimiento de uno mismo, el ingenio, el amor y -finalmente- el heroísmo. Afirma el consultor Chris Lowney de J.P.Morgan & Co que conocerse a uno mismo es la virtud que alimenta el liderazgo porque descubrir las propias fortalezas y debilidades contribuye sustancialmente a la comprensión de las virtudes y los defectos de los demás. Nada nuevo bajo el sol, y sin embargo, la reflexión y el análisis sobre uno mismo son tan inusuales como una celebración sin un buen Rioja.

Juan Carlos Cubeiro ha escrito recientemente una trilogía en la que desarrolla el estilo entrenador desmenuzando el comportamiento de Pep Guardiola y José Mourinho. Entre infinitas anécdotas y comparaciones, en su parte más teórica, Cubeiro retoma lo que es un clásico de su enfoque empresarial: los líderes han de fluir, para después confluir, e influir. El desarrollo de estos conceptos excede el marco de este post por lo que me limito a clarificar que fluir es vivir en “tu zona”, en tu diez, cada jornada, dentro y fuera del trabajo. Como saben los atletas de élite, para vivir en “tu zona” tienes que conocerte muy bien tanto en lo físico como en lo mental y emocional, sin olvidar nuestro componente trascendente (espiritual).

El Coaching es un estilo de liderazgo basado en competencias vinculadas a la comunicación en un sentido pleno. No sólo porque hunde sus raíces históricas en la mayéutica socrática o el arte de preguntar, sino porque se alimenta de un enfoque positivo y consciente del lenguaje (programación neuroligüística,PNL), contempla la llamada conectividad o conexión energética entre las personas, y la reflexividad o capacidad de interrogarse sobre de dónde venimos, dónde estamos, dónde vamos, cómo lo estamos haciendo y-sobre todo- cómo podemos mejorar.

El Coaching jamás pierde de vista el objetivo que persigue ya que aporta orientación a los esfuerzos del líder, si bien permite disfrutar del propio proceso de superación de obstáculos, resistencias, e ideas limitantes que nos lastran tanto o más que unos grilletes en el tobillo.

La escucha en un nivel absoluto, las preguntas abiertas, el establecimiento de una relación de confianza y el feedback o retroalimentación, son también competencias vinculadas a la comunicación entendida en un sentido pleno y cuya aplicación propicia un liderazgo incluyente en el que es posible que tu y yo ganemos (Stephen Covey), que el individuo y el equipo sumen, y que personas, equipos y organizaciones caminen acompasadas hacia un mundo al que todos nos sintamos orgullosos de pertenecer. Sí, definitivamente el Coaching es un poderoso y práctico estilo de liderazgo.

martes, 12 de julio de 2011

Aperturas Temporales: Acceso al Futuro

Debido a algunos encargos y proyectos que tengo entre manos, mi verano será un continuo laboral con islotes refrescantes de sábado y domingo más un par de días libres entre semana que me colman de gozo. Esta mañana lluviosa he visitado los recodos de mi barrio y sus terrazas semi-vacías debido al txirimiri que a ratos salpicaba las aceras. Mientras hacía pequeños recados en la farmacia, la ferretería y la herboristería, he palpado entre las gentes lo que me ha parecido un ritmo lento que no puedo calibrar si se debe a la época estival, o será así todo el año y yo no alcanzo a verlo al estar embutida (como una salchicha prieta) en mis despachos. Aunque iba sola, todo el tiempo me acompañaba Begoña cuyo perfume llevo puesto por primera vez. Le dije que me gustaba su olor, y ella lo ha traído para mi desde el aeropuerto Paris Charles de Gaulle. Es una sensación rara y envolvente como si llevase su ser incorporado a mi epidermis. El olor de las personas deja un imborrable impacto en nosotros, como describió Patrick Suskind en la novela El perfume.

Es raro que yo pasee por la ciudad sin pararme en algún cafetín de moda para probar un capuchino, sacar algunas notas que siempre llevo en el bolso, escribir, o avanzar en la lectura del libro de turno.

Las notas de hoy -abigarradas en un papel un tanto arrugado- corresponden a la conferencia que Jean Pierre Garnier Malet www.garnier-malet.com ofreció el pasado viernes en San Sebastián ante un centenar largo de personas canosas, con sandalias, mochilas y uñas sin pintar. Cero trajes, cero corbatas, cero perfumes caros. En fin, una estética hippie entre la que me sentí extraña y sola hasta que llego mi amigo Javier con el que no había quedado y a quien -siendo un intelectual que tutela trabajos de doctorado en la UPV- me extrañó ver en ese exótico sarao.

La idea que transmite el científico francés consiste en aceptar la existencia de aperturas temporales que nos permiten conectar con nuestro "doble" en un tiempo futuro para acceder a informaciones que resultar fundamentales en la resolución de conflictos, dilemas, dificultado o paradojas de nuestra vida. Jean Pierre Garnier Malet habla del desdoblamiento del tiempo y cuando alude al "doble" no se refiere al cuerpo astral o etérico de los lamas, sino a nuestro propio yo futuro que, al parecer, posee las respuestas más sabias. A la luz de las investigaciones de los últimos cuarenta años, este científico afirma que las aperturas temporales permiten optimizar nuestra vida creando potenciales de plenitud a partir de las informaciones que nuestro "doble" trae al presente durante los sueños, las intuiciones, las premoniciones etc. Por lo que comprendí en la conferencia, se trata de formular una buena pregunta antes de quedarte dormido y en confiar en que -de alguna manera- tu "doble" traerá la respuesta al día siguiente. En fin, si en medio de este trasiego me quedo a vivir con mi doble, seguiré escribiendo desde allí ;-D

domingo, 10 de julio de 2011

Vender la Piel del Oso

A veces la cosilla se pone triste. Entono el mea culpa ¡vive Dios que no me escondo! Asumo la responsabilidad de vivir apasionadamente mi oficio y de salpicar a cuantos me conocen con chispas de entusiasmo desde el año 2002 cuando abrí en el País Vasco mi primer despacho de acompañamiento profesional a las personas. Además, en todas las conferencias y formaciones confieso en voz alta lo mucho que trabajo (sé que la traducción simultánea que muchos escuchan es "lo mucho que gano", lo cual no es lo mismo).

Asumo la responsabilidad del efecto modelaje de una profesión que amo profundamente. Ahora bien, una cosa es contagio, y otra plaga, porque San Sebastián es una de las ciudades españolas donde el crecimiento de entrenadores ha sido exponencial en los últimos años: de estar sola en el territorio de Guipúzcoa, al centenar de profesionales en 2011. Algunos se han formado durante veinte horas, otros poseen apenas el graduado escolar, bastantes carecen de experiencia al frente de equipos y no han pertenecido nunca a una plantilla. Los hay que cometen faltas de ortografía, que no saben lo que es un protocolo familiar, el impuesto de sociedades o la diferencia entre un directivo y un líder. También hay personas que mezclan el entrenamiento con el reiki, la risoterapia, la gestalt, las constelaciones, la consultoría y con jamón y queso haciendo del coaching la tapa superior e inferior de un sandwich de moda. Reconozco que la desesperación empuja a muchas de estas personas al abismo anti-ético del engaño, sin embargo... creo... que no lo justifica.

La cosilla se pone triste cuando los más osados se lanzan a hacer rondas de visitas a los responsables de recursos humanos de las empresas vendiendo humo empaquetado en power point que cuela si va financiado por el tripartito. Salpican la profesión de mediocridad, falta de rigor, chapuceo e ineficacia y ¡duele! si amas este oficio exigente que -para ofrecer resultados- precisa una sólida formación académica tradicional, así como una formación específica en entrenamiento ejecutivo con aval de la International Coaching Federation, ICF (Washington). Hiere contemplar los jirones de una bandera que antaño blandí como transformadora -acaso revolucionaria- y no puedo evitar sentir como impostores a quienes sin formación, experiencia, conocimientos ni ética, arriban al mundo del entrenamiento empresarial porque no se puede dar lo que no se tiene, ni vender la piel del oso antes de cazarlo.

miércoles, 6 de julio de 2011

Lecturas sobre la arena

Hay libros dulces, salados y amargos y al igual que cuidamos lo que comemos buscando un estado de bienestar, debiéramos mimar la elección de las lecturas que entran por los ojos y se digieren en el cerebro tras un complejo mecanismo de codificación y descodificación.

Me contaba ayer una amiga que su psiquiatra le ha recomendado leer El Camino de las Lágrimas, de Jorge Bucay, entrañable psicólogo a quien conocí hace dos veranos en el palacio de Miramar donde impartía un curso organizado por la Universidad del País Vasco. No hace falta ser muy astuto para intuir el contenido del libro y su perfil terapéutico sumergido en llanto sin duda sanador... Sin embargo, ante la misma situación yo le había recomendado que leyera Conversaciones sobre la Felicidad, de Francesc Miralles y tampoco hace falta ser un erudito para intuir que en este caso la propuesta pasa por alzar el vuelo inspirándonos en modelos ejemplares de personas que han alcanzado la dicha y el éxito a un tiempo.

Hay libros dulces -Conversaciones sobre la Felicidad- y hay libros amargos -El Camino de las Lágrimas- y la variedad es sin duda una virtud siempre que ejerzamos el derecho sublime a elegir qué estado de ánimo queremos conseguir porque acaso las palabras -como el verbo- se hagan carne y habiten en nosotros. ¡Protejamos nuestro estado de ánimo también en la elección de las lecturas veraniegas!

domingo, 3 de julio de 2011

Quinientas guineas

Quinientas guineas y una habitación propia, es cuanto Virginia Woolf precisaba para sentirse independiente de su familia, de su esposo, y de la clase intelectual londinense a comienzos del siglo XX. Independiente y libre para seguir su vocación creativa. Sin saberlo, esta escritora talentosa formuló en seis palabras el secreto de una existencia auto-realizada y con estilo.


Aunque desde los diecisiete años gano algo más de quinientas guineas, y desde hace tres décadas poseo una habitación propia, no ha sido hasta 2011 cuando me he liberado de la soga de aceptar proyectos que no me entusiasman al cien por cien. Entiéndanme, por favor, estoy muy agradecida a la vida porque he ejercido profesiones apasionantes plenas de aventuras, desafíos y recompensas: un auténtico lujo. Ahora bien, hasta este año no he alcanzado el status necesario ¿suficiente? para aceptar sólo los encargos con los que sintonizo plenamente: por el impacto que tendrá en otros (mi activista interior), por los valores (la mística que me habita), por la dificultad-aprendizaje (la aventurera adolescente) o por su practicidad (mi scout ha sobrevivido a suficientes catástrofes para negar el valor del dinero).

Es domingo, y en la soleada terraza sur de mi casa leo Speak Up, donde el californiano Shia LaBeouf -actor principal de la taquillera tercera parte de Transformers- afirma que ya no interpreta películas por dinero, sino por el proyecto en su conjunto.

Virginia, yo misma, y Shia somos -con abismos financieros de por medio- tres privilegiados si bien el actor es mucho más guapo, más listo y más rápido porque a sus 24 años ha alcanzado una posición que a nosotras nos ha llevado tres décadas de sostenido esfuerzo.

Una habitación propia, quinientas guineas, y la pasión de escribir de Virginia: hoy me quedo con esto mientras repaso Orlando y observo en la estantería el volumen de La Señora Dalloway.

viernes, 1 de julio de 2011

La sabiduría es más poderosa que la espada

Cinco siglos antes de Jesucristo existió un hombre que lo perdió todo en defensa de la ética. Contemplar su vida en la pantalla me ha hecho llorar por él y con él, en el destierro del reino de Lu al que pertenecieron sus antepasados. Más histórica que filosófica, la película Confucio -dirigida por Hu Mei- trae el recuerdo de uno de los grandes filósofos de la humanidad, figura influyente en la corte por su sabiduría y estrategia, hasta que su visión idealista fue demasiado lejos para la clase dominante de entonces. Me temo que su humanismo radical resultaría también excesivo para los políticos del siglo XXI.

K'ung-fu-tzu, literalmente el Maestro Kong, vivía sumergido en un amor incondicional a los seres humanos sin que por ello le temblasen las canas en la sangrienta defensa militar del reino de Lu en la que perdieron la vida cientos de enemigos.

Llevado por una infinita sed de conocimiento, silencio, meditación, rituales y docencia, en una primera etapa de su vida K´ung-fu-tzu conoció el poder, el reconocimiento y la gloria. Sin embargo, en su madurez padeció la humillación, el destierro y finalmente el hambre y la extrema pobreza sin haber cometido más torpeza que la de confiar en el soberano ¿ingenuidad, simpleza, limpieza de corazón? ¡Quién sabe!

Aún vestido con ropaje de mendigo, el despliegue de su dignidad, la mirada compasiva, su privilegiado conocimiento del ser humano, y su mente lúcida permanecieron intactos entre los pliegues de sus harapos. En tiempos difíciles, en períodos convulsos, los reinos (los países, las empresas, los equipos, las familias y las personas) precisan del talento de hombres como K´ung-fu-tzu dispuestos a poner el interés colectivo por encima del individual, característica esencial del comportamiento ético. Quienes deseen profundizar en el Confucionismo pueden leer las transcripciones contemporáneas de las analeptas, los manuscritos originales que con infinita paciencia escribieron el propio K´ung-fu-tzu y sus discípulos transportando las frágiles maderas por la vasta inmensidad de China.